Al norte limita con el mar Cantábrico y Francia, al sur con el estrecho de Gibraltar (que la separa de África), al este con el mar Mediterráneo y al oeste con Portugal y el océano Atlántico.

El clima es continental en la meseta, con inviernos fríos y veranos calurosos, mientras que la vertiente atlántica presenta las características de los climas oceánicos. Por último, en la fachada oriental el clima es mediterráneo, con temperaturas moderadas pero escasas precipitaciones.

El clima de España está sujeto a diferentes influencias: por un lado, el Atlántico aporta humedad y temperaturas moderadas que se oponen a la aridez del Mediterráneo y, por otro, las olas de frío y calor procedentes del norte y del sur luchan a lo largo del año por dominar la península. El resultado de todo ello es el contraste climático y su variación, no solo estacional, sino también espacial. Cada una de estas influencias domina en un área determinada, siendo también muy frecuentes las interpenetraciones, por lo que la gama de variaciones climáticas en la península es muy amplia.

También la configuración y el relieve influyen en esta diversidad. Todo ello permite la constitución de hábitats de características muy distintas que favorecen la vida de muy diversos tipos de vegetación. A la variación del clima y a los contrastes morfológicos se unen los contrastes provocados por los distintos tipos de rocas y suelos, que contribuyen a hacer más variado el paisaje vegetal, uno de los más ricos de Europa.

La España peninsular y las islas Baleares se hallan situadas en la mitad sur de Europa y forman parte de la zona templada de la Tierra, por lo que pertenecen a la zona templada cálida del clima extratropical. Por su carácter peninsular, España está rodeada por el Atlántico y el Mediterráneo, muy distintos entre sí y que marcan las diferencias entre un litoral y otro. Además, la mayor parte de los accidentes geográficos corren en dirección este-oeste y con ello dificultan la penetración de los vientos húmedos procedentes de las masas de agua que rodean la península. El carácter macizo y la elevada altitud media del relieve impiden también que la influencia marítima llegue hasta el interior. De este modo, se producen situaciones poco corrientes, como el clima de montaña propio de Sierra Nevada, área que se encuentra dentro de las condiciones de la llamada España seca o cálida.

Así pues, la península ibérica es como un continente en pequeño y con diversidad de climas: en el interior de la meseta se dan las condiciones propias de un clima continental, con inviernos muy fríos y veranos muy calurosos, mientras que en el litoral cantábrico nos encontramos con una zona lluviosa y húmeda, de temperaturas suaves, propias del clima oceánico. La fachada sur forma parte de la zona seca, con veranos largos y sectores áridos, con precipitaciones muy abundantes en algunas áreas y muy escasas en otras. La fachada atlántica forma parte de la zona húmeda, pero a medida que se avanza hacia el sur se va transformando en un clima de transición al Mediterráneo. En la zona mediterránea los veranos son secos y los inviernos suaves, con precipitaciones de carácter torrencial.

El Estado español ocupa el 85 % de la península ibérica, y comprende además los archipiélagos de las Baleares, en el Mediterráneo, de las Canarias, en el Atlántico, y los enclaves de Ceuta y Melilla, en el litoral del norte de África.

Identificada por muchos hispano-hablantes como la madre patria, España es una de las naciones europeas más influyentes del mundo a nivel histórico. Tras varios siglos de disputas internas y tras superar una invasión musulmana de cientos de años, España cambió la historia de la humanidad al impulsar la expedición del navegante Cristóbal Colón en 1492, la cual trajo consigo el descubrimiento europeo de América y el inicio de un fuerte plan de colonización que culminaría en el siglo XIX con el proceso emancipador e independentista en dicho continente.

País miembro fundador de la Unión Europea, en extensión territorial es el tercer país de Europa (sin contar a Rusia).

A principios de los años noventa, la economía española logró encaramarse en el privilegiado grupo de las diez primeras del mundo. Su estructura económica presenta una industria fuerte, aunque con algunos sectores en crisis (siderurgia, construcción naval y textil), una agricultura intensiva, cada vez más mecanizada y con más extensión de cultivos de regadío, y un sector servicios en continuo crecimiento. La agricultura, que aporta el 3,5 % del PIB y ocupa al 10 % de la población activa, se dedica mayoritariamente al cultivo de cereales (Meseta Central, depresión del Guadalquivir y Extremadura), vid (La Rioja, Cataluña, Andalucía) y olivo (Andalucía y Levante), con producciones que ocupan primeros lugares mundiales. Otros cultivos de importancia son los cítricos, las patatas, los frutos secos y la remolacha azucarera. En lo que respecta a la ganadería, se destacan las cabañas ovina, bovina y porcina. Por último, el sector primario se complementa con una intensa actividad pesquera, la cual cuenta con importantes puertos en la cornisa cantábrica y Andalucía. La actividad extractiva explota los recursos del subsuelo, fundamentalmente mercurio, hierro, plomo, cinc, azufre, estaño y carbón. Los recursos energéticos, con una muy discreta extracción de petróleo, se centran en la producción de las centrales hidroeléctricas y, en menor medida, de las térmicas y nucleares. La industria representa en torno al 30 % del PIB y otro tanto similar de población activa. La industrialización tuvo en Cataluña, País Vasco y Madrid sus focos originarios, para posteriormente extenderse al resto de ciudades importantes. Junto a los sectores industriales tradicionales como el textil (Cataluña), la siderurgia (País Vasco y Valencia) o la construcción naval, han adquirido importancia otros como el automovilístico (Barcelona, Valladolid y Zaragoza), el químico (Tarragona y Barcelona), el metalúrgico, los transformados metálicos, la aeronáutica, del calzado y la alimentaria (vino, aceite, azúcar y conservas). Las actividades terciarias representan un 65 % del PIB y ocupan al 60 % de la población activa. No en vano las grandes cadenas comerciales, las empresas de servicios y los bancos se encuentran entre las principales del país. Cabe destacar la importancia del turismo, que aporta más del 8,5 % del PIB.

Tradiciones

Debido a las influencias que han dejado con el paso de los siglos diversos pueblos que habitaban la península, España es considerado un país rico en tradiciones.

Entre las festividades a destacar podemos encontrar Las Fiestas de San Fermín, celebración que ocurre anualmente en Pamplona. Una de las actividades más reconocidas en dicho evento se denomina “encierro”, que consiste en conducir a una manada de toros, 800 metros, desde los Corrales de Santo Domingo hasta la plaza de toros de Pamplona. En este recorrido pueden participar tanto expertos corredores como turistas, siguiendo medidas básicas de seguridad.

Otra festividad de gran importancia es la conocida como Las Fallas de Valencia. Se celebra en honor a San José, patrón de los carpinteros, en ciudades y pueblos de la Comunidad Valenciana desde el día 15 al 19 de marzo. Se exhiben monumentos artísticos de materiales combustibles o fallas, los cuales son encendidos el día 19 coincidiendo con la festividad de San José.

Arte

España ha dado al mundo grandes exponentes relacionados a lo artístico. A su vez, es considerado el país de los museos, los cuales ofrecen al visitante un reflejo detallado de la cultura, historia y tradiciones, e intentan dejar plasmado el respeto por el patrimonio y el deseo de conservarlo.

La construcción del Museo del Prado, considerado la mayor pinacoteca del mundo, ha sido un referente cultural a nivel internacional. Posee valiosas colecciones reales y alberga obras de artistas universales como Velázquez, Goya, El Bosco, Tiziano y Rafael, entre otros.

Deporte

España es considerado un referente a nivel mundial en diversas disciplinas relacionadas al deporte.

En el año 1900 se sancionó la Ley del Deporte, la cual otorgó al Estado un rol protagónico en la organización del deporte de base. En 1903 comenzaron las primeras competiciones deportivas de alto nivel. Luego, nueve años mas tarde, se fundó el Comité Olímpico Español.