Islandia es un Estado insular ubicado en el extremo noroeste de Europa, situado en el Atlántico Norte, próximo al círculo polar ártico, y que está separado de Groenlandia por el estrecho de Dinamarca al noroeste y de Noruega por el mar de Noruega al sudeste.

Las condiciones climáticas de esta isla varían notablemente entre el sector meridional que, beneficiado por la cálida corriente del Golfo, registra unas temperaturas más suaves, y el septentrional, cuyo clima es claramente de tipo polar.

Islandia es la segunda isla de Europa en extensión, por detrás de Gran Bretaña y por delante de Irlanda. Es de origen volcánico; en ella se cuentan más de 200 volcanes (el más importante de todos ellos, el Hekla) y 1.500 manantiales de aguas termales, géiseres y grietas.

La actividad económica islandesa está estrechamente relacionada con las condiciones naturales del medio. La agricultura se concentra en el sector suroeste del país, donde se cultivan cereales y patatas. Asimismo, en el sur se cría ganado lanar y vacuno, que abastecen al país de carne y productos lácteos. El eje de la economía islandesa es la actividad pesquera, que abastece a las industrias conserveras de pescado y salazones, cuya producción se destina mayoritariamente a la exportación. Los principales puertos pesqueros y lugares de concentración de la industria derivada son la capital Reikiavik, Akureyri y Neskaupstadur. Sin embargo, el agotamiento de los bancos de pesca de bacalao y arenque, entre otras especies, ha generado cierta crisis en el sector. Para paliar este grave problema se ha fomentado la instalación de nuevas industrias, como las de ferroaleaciones y fertilizantes. Islandia cuenta con centrales hidroeléctricas y una planta geotérmica, pero es deficitaria en hidrocarburos.