Limita al noroeste con Francia, al norte con Suiza y Austria, al noreste con Eslovenia, al este con el mar Adriático, al sur-sureste con el mar Jónico y al oeste con el mar Tirreno.

El clima italiano es de tipo mediterráneo, aunque presenta ciertas variantes regionales. El norte es más frío y húmedo que el sur, caluroso y seco. Por otra parte, existe una clara influencia de las condiciones orográficas, principalmente por el efecto del clima de montaña y, en especial, por el efecto de barrera que ejercen los Apeninos entre su vertiente occidental, húmeda, y su vertiente oriental, seca.

Italia ocupa toda la península del mismo nombre, en la que se enclavan los pequeños Estados soberanos de San Marino y Ciudad del Vaticano, así como algunas islas próximas, como Cerdeña, Sicilia o Elba.

Este país forma parte de la Unión Europea y ha sido el hogar de muchas culturas europeas, como la civilización de Nuraga, la etrusca, la griega y la romana, así como también fue la cuna del humanismo y del Renacimiento, que comenzó en la región de Toscana y pronto se extendió por toda Europa. La capital de Italia, Roma, ha sido durante siglos el centro político y cultural de la civilización occidental y, aún en la actualidad, la ciudad santa para la Iglesia católica, pues dentro de la misma se encuentra el micro-Estado del Vaticano. El significado cultural del país se refleja en la cantidad de Patrimonios de la Humanidad que posee, con un total de 49, lo que lo convierte en el país con mayor cantidad.

Italia es uno de los Estados más industrializados de Europa y, a su vez, uno de los países con mayores contrastes internos en cuanto al grado de desarrollo económico. El sector primario, en recesión, aporta el 3,7 % del PIB italiano. La ganadería (porcina y bovina) es de menor importancia que la agricultura, cuya producción todavía cuenta con notables resultados, en especial en los cultivos de cereales (arroz), hortalizas, leguminosas, remolacha azucarera, frutas (cítricos, peras, melocotones y manzanas), olivo (con una producción líder en el mundo) y, finalmente, vid, que abastece a la industria vinícola del país, una de las primeras del planeta. La industria italiana tiene un reconocimiento internacional, con grandes multinacionales expandidas por todo el mundo, como Olivetti, Pirelli o Fiat, pero también con un tejido de economía sumergida (sobre todo en el textil y el calzado), que es también importante. La crisis industrial ha afectado a la industria siderúrgica, la construcción naval y la textil, aunque la actividad se ha mantenido en otros sectores, como el metalúrgico, el automovilístico, de motocicletas, máquinas de escribir, maquinaria agrícola, material ferroviario, mecánica de precisión, construcciones aeronáuticas, refino de hidrocarburos, fibras sintéticas, del caucho, del papel, del vidrio, del mueble, de la confección y del calzado, y la alimentaria (pastas y conservera principalmente).

Uno de los problemas del sector industrial es la carencia de recursos energéticos y materias primas. El sector terciario ha progresado notablemente, hasta alcanzar el 57 % del PIB, sobre todo en base al desarrollo del sector financiero, el comercio, los servicios, el transporte y el funcionariado. El comercio italiano cuenta con el soporte de una buena red de transportes terrestres, marítimos (puertos de Génova, Trieste y Augusta) y aéreos (aeropuertos de Roma Fiumicino y Milán Linate). El comercio exterior se enfrenta al alto coste que supone la importación de hidrocarburos y materias primas. Por otra parte, se destaca el turismo, que atrae cada año a millones de visitantes con sus ofertas de ocio, arte y cultura.