Limita al norte con Alemania y Polonia, al este con Eslovaquia, al sur con Austria y al oeste con Alemania.

El clima dominante es el característico de los bosques templados de frondosas, aunque también está presente el de bosque templado de coníferas en los Cárpatos.

Este país está formado por dos regiones bien diferenciadas: Bohemia, situada en el centro y oeste del país, y la región de Moravia-Silesia. Es un país sin litoral, aunque se encuentra estratégicamente ubicado sobre algunas de las rutas terrestres más antiguas y significativas de Europa.

Al igual que ocurrió en otros países socialistas, tras la Segunda Guerra Mundial se potenció, en la entonces Checoslovaquia, la colectivización de la agricultura y la reindustrialización de la economía con base en el Estado. Así, desde la disgregación de Checoslovaquia (1993), la República Checa cuenta con una agricultura intensiva que cultiva cereales, forrajes, patatas, lúpulo y remolacha azucarera, localizada en las cuencas fluviales, como la llanura del Elba. Por otra parte, atesora importantes recursos en su subsuelo, como hierro, hulla (cuenca del Kladno) y lignito (cuenca minera de Bohemia septentrional), plomo, cinc, uranio (Příbram y Krušné hory) y gas natural (valle del Bajo Morava). También es importante la explotación forestal que abastece a la industria maderera y papelera. La actividad industrial tiende a concentrarse en las cuencas mineras y en torno a los grandes núcleos urbanos. Así, en las cuencas hulleras de Bohemia y de Moravia (Ostrava), se localizan industrias siderúrgicas, papeleras, de automóviles, de construcción de maquinaria, químicas y del vidrio, además de diversas centrales térmicas. En cuanto a los núcleos urbanos, Praga cuenta con industrias mecánicas y química; Hradec Králové-Pardubice, con industrias mecánicas y de maquinarias eléctricas; Pilsen, con industrias cerveceras y de materiales ferroviarios; Liberec, con industrias textiles, y Brno con industrias electrónicas, textil laneras y mecánicas.