Sudán del Sur es un país sin salida marítima, que limita al norte con Sudán, con Etiopía al este, con la República Democrática del Congo, Uganda y Kenia al sur, y con la República Centroafricana al oeste.

El clima es de tipo ecuatorial con una temperatura media anual de 29,4 ºC y precipitaciones anuales alrededor de los 1.015 mm.

A raíz del referéndum de autodeterminación celebrado en enero de 2011, Sudán del Sur accedió a la independencia meses después, el 9 de julio del mismo año, convirtiéndose en el 193º Estado miembro de la ONU. Nacido después de un largo conflicto étnico y religioso de 22 años de duración, el nuevo país padece los lastres de su escaso desarrollo, la devastación causada por la guerra y las tensiones persistentes con el régimen islamista de Sudán, al que amputa un tercio de su antiguo territorio. Es la primera vez en la historia de África que se modifican las fronteras heredadas de la colonización europea.

El clima tropical favorece una agricultura potencialmente abundante, pero aún de subsistencia por la falta de recursos, que produce algodón, cereales (sorgo, mijo, trigo), mandioca, batatas, caña de azúcar y frutos tropicales.

La principal riqueza nacional es el petróleo (unas 20.000 toneladas anuales, el 85 % de todo el crudo que se extraía en el antiguo Sudán), explotado mayoritariamente por empresas chinas. Los ingresos que proporcionan los hidrocarburos constituyen la práctica totalidad del presupuesto del nuevo país, aunque deberán repartirse con Sudán según el acuerdo de paz de 2005. La minería (con reservas de hierro, cobre, cromo, cinc, tungsteno, plata y oro), aunque muy prometedora, se ve frenada en la actualidad por la carencia de infraestructuras.

En general, la pobreza extrema del país se traduce en unas tasas de analfabetismo y mortalidad infantil que figuran entre las más altas de todo el continente.