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Naoto Matsumura, el protector de los animales en Fukushima

Un granjero se negó a abandonar sus animales tras el accidente nuclear de 2011, y vive junto a ellos cuidándolos y alimentándolos.

Naoto tiene un corazón enorme, generoso y solidario como pocos, bien lo saben muchos de los animales que quedaron abandonados a su negra suerte en la zona siniestrada de Fukushima. Sólo él les ha tendido su mano, demostrado un amor incondicional, ofreciéndoles una ayuda que no conoce obstáculos ni pone excusas.

Naoto Matsumura es un granjero peculiar, no sólo porque tiene un sentido muy poco utilitario de los animales, sino también por negarse a abandonar a sus animales tras el accidente nuclear provocado por el tsunami que destruyó parte de la costa noreste de Japón en 2011.

La catástrofe dejó amplias zonas afectadas por una radioactividad que fue inclemente con Tomioka, a 13 kilómetros de distancia de la central y, desde entonces, la ciudad es un cementerio y los niveles de radioactividad tremendos. Sin embargo, él sigue allí, en su granja, asegurándose de que avestruces, perros, gatos y vacas sigan con vida, “estén nutridos y sean felices”, tal y como dice en el vídeo.

Naoto y el amor incondicional por sus animales.

Un héroe anónimo

A diferencia de lo que hicieron otros granjeros, que dejaron morir a sus animales o fueron matándolos, siguiendo la recomendación del gobierno, Naoto se negó a hacerlo. ¿Cómo dejarlos morir y, por qué matarlos, sólo porque están aquí?, se pregunta.

Obviamente, se trata de una pregunta retórica. Él tiene más que clara la respuesta: merecen seguir viviendo porque, afirma, “personas y animales somos iguales”. Así, con su entrega y su naturalidad para hacer algo que nos resulta insólito, se ha convertido en su héroe, su salvador, el antídoto contra el veneno de la radioactividad y de la patente insolidaridad del resto.

La suya es una historia de ternura y horror a partes iguales, de grandes contrastes, que nos habla de lo mejor y de lo peor del ser humano. De lo que es capaz de provocar, una catástrofe nuclear, y de cómo también hay héroes anónimos, compasivos con el dolor ajeno, sin importar que sean animales o personas.

A pesar de los niveles de contaminación nuclear 17 veces superiores a los recomendados, Naoto permanece allí.