El pueblo indígena y la explotación de recursos naturales

Los recursos naturales de nuestro planeta constituyen la base del sustento, la cultura y la identidad de los pueblos indígenas; muchos de ellos viven en áreas ricas en recursos vivos y no vivos, que incluyen bosques con abundante biodiversidad, agua y minerales.

Hoy en día, la supervivencia e integridad de estos pueblos requiere el reconocimiento de sus derechos a los recursos encontrados en sus tierras.

Los pueblos indígenas tienen derechos de propiedad sobre los recursos naturales que están presentes en sus territorios.

Demanda mundial de recursos naturales

Por la actual globalización económica, en el último cuarto de siglo se ha generado una búsqueda a gran escala de combustibles fósiles y recursos minerales por parte de las empresas mineras, pero estos son cada vez más escasos. Esta búsqueda ha llevado a la industria extractiva a regiones cada vez más vulnerables y remotas del planeta, donde predominan los grupos indígenas.

La creciente demanda mundial de productos básicos que se extraen de los recursos naturales, junto con años de precios históricamente altos, particularmente a partir del 2000, han generado decenas de proyectos extractivos.

Muchos de los proyectos de extracción se construyen cerca o en las tierras de los pueblos indígenas.

Los proyectos de mega minería son muy intensivos, el costo de extracción es enorme y puede tomar muchos años en obtener rendimientos significativos de la inversión.

¿Sabías qué...?
Se estima que el 85 % de las áreas protegidas designadas en América Central están habitadas por pueblos indígenas.

Para los gobiernos, el ingreso del sector extractivo contribuye significativamente al Producto Interno Bruto (PIB) en los países en desarrollo. Los ingresos extractivos pueden utilizarse para financiar programas sociales de educación y alivio de la pobreza, como sucede en Brasil y Venezuela. Pero lamentablemente, a menudo también fomentan la corrupción, el conflicto y en el caso de los pueblos indígenas, un lento “genocidio cultural”.

Explotación a nivel mundial

En regiones como América Latina, los problemas que enfrentan las comunidades aborígenes están centrados en la minería y la tala; por ejemplo, en América del Norte la minería de alquitranes, en el Ártico hubo conflictos sobre parques eólicos y minería de hierro, mientras que en África se destinaron miles de hectáreas de tierra para corporaciones o gobiernos extranjeros.

Todos los gobiernos suelen perseguir un paradigma de desarrollo dominante en el que hoy día los pueblos indígenas no tienen realmente un lugar y eso es un problema.

Gran parte de los pueblos indígenas viven en Asia

La Fundación del Pacto de los Pueblos Indígenas de Asia, AIPP por sus siglas en inglés, señaló que dos tercios de los 370 millones de pueblos indígenas autoidentificados en el mundo viven en Asia y esas personas se encuentran actualmente marginadas y subordinadas económica, política y culturalmente.

Según el informe emitido, la causa de esta situación en la región está relacionada con la militarización, el saqueo de recursos, la reubicación forzada, el genocidio cultural y la discriminación en la vida cotidiana de los indígenas.

Como medida para mitigar esto, la AIPP llamó a los gobiernos de Asia a respetar la declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos.

Según la AIPP, el gobierno debe tener la obligación moral de respetar estos acuerdos.

Derechos y asuntos legales

Es seguro que los pueblos indígenas han sido reconocidos, pero lo que no escapa de la vista del mundo es que el reconocimiento legal no significa que se respeten los derechos, territorios, recursos y culturas de estos pueblos. Gobiernos, corporaciones, madereros, campesinos, ganaderos y muchos otros todavía codician sus tierras y recursos, además de que siempre encuentran las maneras de adquirirlos.

La emergencia toma la forma de desalojos de tierras, desplazamientos, violencia estatal y corporativa, y reubicaciones forzadas contra grupos indígenas. Tales conflictos en Centroamérica son frecuentes y violentos, pero rara vez se cubren en la prensa internacional.

Detrás de las protestas generalmente hay preocupaciones sobre los recursos naturales o contaminación por actividades de minería, petróleo, energía y tala.

Esta crisis sobre la tierra y los recursos naturales es lo que explica principalmente por qué los asuntos indígenas son también cuestiones ambientales y de desarrollo.

La jurisprudencia del Sistema Interamericano de Derechos Humanos sobre el derecho de los pueblos indígenas a la propiedad comunal, ha incorporado explícitamente dentro del ámbito material de este derecho que los recursos naturales tradicionalmente utilizados por los pueblos indígenas y vinculados a sus culturas, incluidos los usos que son estrictamente materiales y otros usos de carácter espiritual o cultural, se deben respetar.

Conservación ambiental

Una cuestión de contención es la coincidencia y el conflicto entre las estrategias de conservación y los pueblos indígenas. El hecho de que las áreas habitadas por los pueblos indígenas a menudo también se consideren cruciales para la conservación ha sido foco de conflicto y debate.

El estilo de vida de subsistencia de los pueblos indígenas es menos destructivo para el medio ambiente que las economías agroindustrializadas de los pueblos no indígenas.

A menudo se observa que los pueblos indígenas tienen una relación intuitiva con la naturaleza, una riqueza de conocimientos tradicionales y han utilizado las prácticas de manejo de recursos naturales durante siglos para preservar sus tierras.

Cultura Agrícola Avanzada

Los timotes y los cuicas, indígenas que poblaron los Andes venezolanos, emplearon métodos avanzados para vencer los obstáculos de la topografía del terreno. Para sus cultivos construyeron terrazas o andenes, técnica ideada por ellos con el fin de evitar la erosión y conservar la capa vegetal.

El papel de mayordomía de los pueblos indígenas apoya firmemente la posibilidad de colaboración con organizaciones de conservación para mantener la biodiversidad. Sin embargo, se ha sugerido que hay diferencias inherentes e irreconciliables en las agendas de los pueblos indígenas y los conservacionistas. Mientras que los primeros se preocupan principalmente por su bienestar económico y la protección de sus tierras para su propio uso, estos últimos quieren mantener la naturaleza intacta, en la que se priorizan las áreas protegidas y programas basados en la ciencia biológica y ecológica.

Agricultura indígena

Los pueblos indígenas pueden contribuir significativamente al debate sobre la agricultura familiar gracias a su riqueza de conocimientos tradicionales, espiritualidad y comprensión de la gestión de los ecosistemas.

Los pueblos indígenas son un grupo muy diverso adaptado a vivir en muchos ambientes diferentes, pero siempre en estrecha relación con la naturaleza; comparten varios elementos claves en sus medios de subsistencia que los distinguen. Con respecto a sus sistemas alimentarios, éstos combinan la recolección, la caza y el cultivo.

El trabajo se realiza a través de la reciprocidad; la unidad productora es la comunidad o el clan y dependen de recursos comunales como bosques, lagos, ríos, tierras y pastos.

Los sistemas alimentarios de los indígenas son respetuosos con el medio ambiente

Importancia de la agricultura Indígena

Los agraristas han trabajado la tierra durante miles de años y encontraron soluciones naturales para hacer frente a condiciones adversas. Protegieron las semillas de las plantas, lo que aseguró una amplia variedad de cultivos disponibles, utilizaron plantas para repeler las plagas y emplearon métodos ecológicos para mejorar la calidad del suelo.

En el siglo XX, la agricultura comenzó a depender en gran medida de los “milagros” de la industria moderna, la incorporación de productos químicos, el monocultivo y otros métodos dañinos. Sin embargo, las comunidades indígenas de todo el mundo continuaron con sus métodos tradicionales y antiguos, y los transmitieron de generación en generación según las necesidades de la comunidad y las condiciones climáticas.

 

La agricultura indígena no ha desaparecido, sólo ha sido silenciada por la avaricia corporativa y los productos químicos tóxicos.

 

Descubrimiento de la antigua sabiduría indígena

En siglos pasados, la cultura de Tiahuanaco habitó una región en las montañas andinas cerca del lago Titicaca en Bolivia, en una elevación de más de 12.000 pies, donde utilizaron un sistema de riego avanzado que ayudó a alimentar a una población numerosa.

Las técnicas que utilizaron eran desconocidas para los colonizadores españoles y siglos después fueron redescubiertas.

Las pistas de esta tecnología agrícola antigua fueron encontradas en la década de 1980 por un equipo de arqueólogos. Las más visibles fueron pequeñas ondulaciones encontradas a través de las llanuras, indicadores de un complejo sistema de canales, riego y drenaje.

¿Sabías qué...?
El conocimiento indígena es un recurso inmensamente valioso que proporciona a la humanidad ideas sobre cómo las comunidades han interactuado con su entorno cambiante.

A medida que los arqueólogos desenterraron este antiguo paisaje, creció la comprensión de su profundo significado agrícola.

Técnica waru waru para cultivar

Esta tecnología se basa en la modificación de la superficie del suelo para facilitar el movimiento y el almacenamiento del agua, y aumentar el contenido orgánico del suelo. Este sistema de riego para manejo del suelo se desarrolló por primera vez en el año 300 a. C., antes del surgimiento del Imperio Inca. Más tarde, fue abandonada tras el descubrimiento de tecnologías de riego más avanzadas. Sin embargo, en 1984 en Tiahuanaco, Bolivia y Puno, Perú, se restableció el sistema que se conoce en la región como Waru Warn, que es el nombre tradicional Quechua para esta técnica.

La técnica acuñada waru waru por los lugareños no sólo ha aumentado la productividad y la seguridad de los cultivos, sino que además, las pequeñas parcelas de tierra que utilizan las comunidades locales, no causan gran impacto al medio ambiente circundante.

Recuperar una técnica utilizada por sus antiguos parientes permite a los agricultores locales reconectarse con sus raíces ancestrales.

Con la recuperación de esta técnica, los agricultores no sólo aseguran un futuro más próspero y saludable para sus hijos, sino que también proporcionan inspiración para que el resto del mundo redescubra la sabiduría de sus raíces indígenas.

Agricultura aborigen en América

La conexión entre cultura y tierra tiene como modelo la agricultura indígena a través de prácticas de cultivo de alimentos que se adaptan a ambientes específicos y que trabajan en contraposición con procesos naturales. Las prácticas agrícolas tradicionales de los nativos americanos ejemplifican esta relación.

En América del Norte, los pueblos indígenas combinaron el maíz, los frijoles y la calabaza para crear un policultivo que actualmente se conoce como “las tres hermanas”. En las regiones húmedas, los agricultores cultivaron estas mismas plantas en montículos elevados para mejorar el drenaje, mientras que en el árido oeste plantaron en jardines deprimidos y bordeados para capturar la lluvia.

A lo largo de las Américas, los agricultores indígenas combinaron cultivos intercalados y agroforestería para producir altos rendimientos de cultivos en pequeños espacios. Por ejemplo, en las regiones montañosas de los continentes los agricultores cultivan cafetales. Éstos son sombreados con varios pisos de árboles frutales altos que forman la capa superior, cafetales en la capa intermedia y las plantas más pequeñas como chiles, cebollinos y chayotes cerca del suelo.

Los árboles protegen las plantas que tienen debajo de los vientos fuertes y las temperaturas frías, y sus hojas caídas proporcionan un abono natural.

A lo largo de la costa del Pacífico de América del Sur, los agricultores indígenas utilizaron una gama de sofisticados sistemas hidráulicos para convertir una región geográfica climáticamente extrema en un paisaje productivo.

Conservación de la biodiversidad

El papel del conocimiento indígena en la preservación de la biodiversidad es esencial para el desarrollo humano; este conocimiento sobre los recursos fitogenéticos es una herramienta invaluable en la búsqueda de nuevas formas de conservar y utilizar estos recursos para beneficiar a las comunidades locales.

En las montañas construyeron miles de hectáreas de terrazas que redujeron la erosión, y en las mesetas excavaron jardines hundidos que redujeron el escurrimiento. En las tierras bajas propensas a inundaciones construyeron miles de plataformas elevadas con canales para mejorar el drenaje y proteger sus campos de las inundaciones repentinas. En los valles más secos de la costa construyeron campos hundidos para capturar el agua de lluvia.

En general, estas prácticas fueron sostenibles y perduraron durante miles de años hasta que fueron interrumpidas por conquistas y asentamientos coloniales. Mientras que los cultivos indígenas americanos se introdujeron en colonias y en todo el mundo, los métodos de producción de los agricultores indígenas fueron en su mayor parte evitados por las sociedades occidentales y colonizadoras durante más de 500 años.

 

Videojuegos

Los videojuegos pueden ser útiles para el aprendizaje y el tratamiento de diferentes temas; esto es una teoría que muchos especialistas y creativos llevaron a la práctica. Pero estos creadores también aseguran que, para producir videojuegos, solo es necesario atreverse a darles forma a las ideas propias, por más alocadas que puedan parecer. De esto y mucho más, habla Gonzalo Frasca, un especialista en videojuegos.

Por Conectar Igualdad

Gonzalo Frasca es un diseñador, empresario y académico de los videojuegos. Tiene un doctorado en videojuegos en la ITU (Dinamarca) y un máster del Georgia Institute of Technology, donde se especializó en diseño de juegos para comunicación y educación. Es profesor de videojuegos de ORT Uruguay y director creativo de Powerful Robot, empresa uruguaya que ha creado juegos para clientes que incluyen a Disney, Cartoon Network, Pixar, Lucasfilm y Warner Bros. La Knight Foundation le otorgó un Lifetime Achievement Award por su trabajo pionero en videojuegos periodísticos. También es coautor del primer videojuego oficial para una campaña presidencial de los Estados Unidos. Trabajó en CNN, como editor de Ciencia y Tecnología, y en Cartoon Network.

—¿Cuál fue tu primer contacto con el mundo de los videojuegos?

—Un jueguito de tanques en el Atari de dos vecinos italianos. Había visto máquinas Arcade, pero siempre de lejos, porque eran para grandes. Otro vecino que importó varios contenedores llenos de Adam ColecoVision. Yo tenía 12 años y estaba encargado de traducir las instrucciones de los juegos al español. Aunque, como la mayoría de las veces los juegos no tenían instrucciones, porque eran copias pirata, me tenía que inventar la historia de cada juego. Yo era algo así como la mascota del equipo, y la verdad es que era un trabajo fantástico: no solo me pagaban, sino que tenía acceso a todo el software y el hardware que quería; algo increíble a principios de la década del ochenta.

¿Cómo apareció la idea de crear Powerful Robot, tu propia empresa de desarrollo de videojuegos?

—En realidad, después de vivir en los Estados Unidos durante cinco años, me cansé y decidí volver a Uruguay. Renuncié a Cartoon Network, pero mantuve una excelente relación con ellos, por lo que, una vez en Uruguay, comencé a desarrollar juegos para ellos. Armar tu propio estudio de desarrollo de juegos es un enorme placer, pero también un trabajo titánico. De todas formas, no concibo tener un estudio solamente para hacer trabajos comerciales. Sería un desperdicio tener acceso a todo ese talento y no realizar juegos experimentales.

—¿Tu faceta académica tiene relación con la orientación hacia los videojuegos?

—Mi trabajo académico siempre estuvo conectado con mi actividad profesional. Comencé a estudiar los videojuegos porque me fascinaban, pero en Uruguay no había oportunidades de trabajar en desarrollo. Una de las excepciones fue el Narco Police, que fue producido en Uruguay, pero, aparte de eso, no hay mucha gente además de nosotros.

—¿Creés que los videojuegos pueden ser un medio educativo?

—Claro que sí, pero antes de que las cifras de ventas fueran verdaderamente impactantes, nadie los tomaba en serio. Los juegos son como laboratorios de experimentación político-social y sirven para descubrir el mundo, explorar sus límites y ver qué pasa. Es un poco contrario a la lógica del trabajo y el estudio normales, ya que permiten equivocarse, probar, asumir riesgos y colaborar. El videojuego del siglo XXI superó ampliamente las fronteras del entretenimiento. Es una herramienta para entender la realidad. En los videojuegos educativos para niños, nadie viene y les dice cómo tienen que jugar: se tiran al agua de cabeza, empiezan a chapotear y lo descubren solos.

—¿Te parece efectivo este tipo de publicidad?

—El advergaming no es ni mejor ni peor que la publicidad en tele o prensa. Se adapta mejor a ciertos públicos, pero no es necesariamente más efectivo. Es un género que va evolucionando, quizá no tan rápido como se predijo hace un par de años. Pero puede hacer por el videojuego lo que la publicidad hizo por el cine y el video: permitir la creación de productoras independientes con un financiamiento alternativo.

—¿Creés que los videojuegos pueden cumplir una función social?

—Sin dudas. Estoy totalmente convencido de que los videojuegos pueden ayudarnos a entender mejor el mundo. Este ha sido el foco no solo de mis estudios académicos, sino también de mis proyectos independientes. Cuando sumamos a esto la capacidad de internet de hacer llegar tus juegos a un público internacional, empezamos a ver más y más casos de gente que crea un videojuego porque tiene algo para decir, y centenares de miles de personas lo juegan.

La idea de que los juegos son solamente para entretenimiento es una tontería. No digo que tengan que ser aburridos, pero los juegos pueden ir mucho más allá del simple entretenimiento. Lo mismo sucede con el cine, la televisión o la música.

—Participaste en el desarrollo de juegos para campañas políticas. ¿Qué tipo de mensaje se intenta comunicar en este tipo de juegos?

—El juego de Dean Howard, que creamos junto a mi amigo y colega Ian Bogost para el Partido Demócrata de los Estados Unidos, simplemente quería mostrar a los jóvenes estadounidenses las diferentes etapas de una campaña política. Específicamente no mostraba las ideas del candidato, pero esto fue a pedido expreso de la campaña. El otro juego que hicimos para la campaña presidencial uruguaya, «Cambiemos», apelaba más a lo emocional. Pero perfectamente se pueden hacer juegos que apunten a algún tema concreto de la campaña. Me divierte muchísimo participar de campañas políticas a través de videojuegos. Es algo muy irónico y desfachatado, es como ir disfrazado de payaso a una reunión muy formal y aburrida.

—¿Por qué decidiste mezclar videojuegos con política o educación?

—En verdad, el tema político ocurrió un poco por accidente. A mí lo que me interesa es la realidad. No el realismo fotográfico, pero sí hacer juegos basados en eventos de nuestra vida cotidiana, que nos ayuden a entender un poco más qué significa ser humano. La industria del videojuego se comporta bastante como Hollywood, que hace clones insípidos, pero también ofrece algunas gemas de vez en cuando, como Los Sims, GTA3 o WarioWare. Aunque tampoco hay que criticar a la industria y culparla de todos los males. Es muy complicado y muy difícil hacer juegos, hay mucho dinero en riesgo y eso explica que sean conservadores. Yo no me voy a sentar a esperar que los señores de Electronic Arts dejen de hacer juegos deportivos y empiecen a crear proyectos más interesantes. Si uno no está conforme, puede quejarse, pero solo por un rato: luego hay que buscar la manera de hacer el cambio uno mismo, de la forma que sea y a la escala que sea. Sinceramente, si hoy me das a elegir entre trabajar en un juego shockwave en mi estudio o en un proyecto AAA para alguna empresa gigante, me quedo con mi empresa sin dudarlo. Una vez que se experimenta el sabor del control creativo, uno no está dispuesto a renunciar a él nunca más.

—¿Cuáles son los pasos que seguís a la hora de crear un juego como, por ejemplo, Kabul Kaboom!?

—Bueno, Kabul Kaboom! fue un caso muy particular, porque lo comencé y terminé volando de la costa oeste a la este de los Estados Unidos. Fue mi primer vuelo luego del 11 de septiembre de 2001 (ese día me sorprendió volando junto con mi esposa). Entonces hice el juego como un experimento, para ver si podía hacer algo en unas horas. Cuando llegué a mi destino, lo puse en línea y me olvidé de él por un par de días hasta que me di cuenta de que el servidor estaba como loco: había varios miles de personas jugándolo. Ahí fue cuando advertí lo increíble que podía ser este medio para llegar a un vasto público. Pero, en general, los otros proyectos se elaboraron más. Cada vez nos ponemos más ambiciosos y, por lo tanto, trabajamos mucho más en la preproducción (guiones, bocetos, prototipos). El secreto de todo videojuego está en la preproducción. No hay nada peor que empezar a trabajar en el código y los gráficos sin detenerse a pensar en un plan de trabajo.

—¿Qué tipo de conocimientos deberían adquirir los jóvenes que quieran seguir tu camino?

—Realmente, no lo sé. Yo nunca estudié programación, aprendí solo. Pero creo que lo que me ha sido más útil fue la formación en comunicación (video, periodismo, publicidad). Eso me dio un espectro de información sobre cómo funcionan las industrias culturales. Mucho de lo que aprendí pude luego aplicarlo cuando tuve que armar mi estudio de juegos. Pero mi consejo fundamental es que primero hay que aprender a hacer juegos tradicionales. Una vez que se dominan el lenguaje y la técnica, allí es cuando hay que tratar de hacer algo diferente. Lo importante es no tratar de hacer más de lo mismo: ya tenemos muchos juegos con marcianitos y gnomos. Hay que tirarse al agua y probar hacer juegos sobre temas alternativos, por más locos que parezcan. Si funcionó para un grupo de creadores en un país tan chiquito y perdido como Uruguay, puede funcionar en cualquier parte del mundo.

El secreto de todo videojuego está en la preproducción. No hay nada peor que empezar a trabajar en el código y los gráficos sin detenerse a pensar en un plan de trabajo.

Fuente: http://www.educ.ar//recursos/ver?id=121182&referente=docentes

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Compartir

Hoy en día, compartir es una acción que tiene nuevos significados gracias al desarrollo de la tecnología. ¿Cómo compartís tus archivos? ¿Qué sitios usás? Acá te dejamos algunos datos que pueden servirte.

Por Giulia Santantonio

Viste un video que te gustó, escuchaste una canción de la que hablaron con tus amigos o leíste que salió una nueva peli, y lo publicás en tu muro de Facebook para compartirlo con tu entorno, es decir, con gente con la que tenés intereses en común. Seguro que, de la misma manera, estas personas también comparten información que a vos te gusta o te parece interesante. ¡De eso se trata compartir y hay un montón de maneras de hacerlo!

Compartir también es muy útil a la hora de hacer trabajos o producciones en grupo. Por ejemplo, si tenés que hacer un trabajo grupal en la compu y cada uno tiene que hacer una parte, van a tener que compartirlo de alguna manera para después juntarlo, imprimirlo y entregárselo a la profe, ¿no es cierto?

Antes, cuando no existía internet, estaban los disquetes: se guardaba todo ahí y se abrían en cualquier computadora. Así se pasaron muchos archivos hasta que llegó el CD y después el pendrive.

Con la aparición de internet, se empezó a mandar todo por correo electrónico: nunca se perdía nada y siempre se podía volver a las versiones anteriores. De todas maneras, que a menudo las casillas no tuvieran la capacidad suficiente para mandar archivos grandes podía ser un problema. Actualmente, mucho se comparte por Facebook, aunque sobre todo de una manera pública y abierta.

Hoy también existen sitios específicos que hacen que toda esa información que se quiere compartir quede en la nube (ese espacio virtual donde está todo). Lo bueno de esto es que no hay que acordarse de llevar ni CD ni pendrive y que se puede abrir desde cualquier compu con conexión a internet.

Por ejemplo, en muchos lugares se usa Dropbox: solo te registrás y pasa a ser una carpeta más de la compu, pero que ¡podés abrir desde cualquier compu!

También se usa Google Drive, donde con una cuenta de Gmail, además de compartir archivos, vas a poder chatear sobre lo que estás haciendo con tus compañeros.

Otra manera de hacerlo es a partir de una red. Esto significa que sos parte de un conjunto de compus que están conectadas entre sí. Se suben los archivos a una carpeta en red y se comparten. Y para esto no es necesario tener internet, sino solo pertenecer a este grupo de compus.

Si usás Huayra y pertenés a una red en la escuela, hay una opción mucho más específica: Huayra Compartir. Por un lado, podés usar la carpeta Compartir Web y todo lo que guardes allí lo vas a poder descargar usando el navegador web. Pero también podés usar IpTux, un chat que detecta automáticamente todas las netbooks conectadas a la misma red y con las que podés chatear y compartir archivos.

¿Conocías estos programas para compartir tus archivos/material? Y, si no, ¡probalos y contanos cómo te fue! ¿Qué beneficios les descubriste, en qué te ayudaron?

Fuente: http://www.educ.ar/sitios/educar/blogs/ver?referente=estudiantes&id=123027&cat=ed_blogs_cat_estudiantes

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¿Estás seguro?

Intercambiar imágenes, videos y opiniones en internet permite el acceso a un mundo de relaciones que también exige cierta precaución. Hoy, lo que decimos y mostramos en las redes sociales se expande a gran velocidad y tiene alcances que no podemos controlar. Por eso, antes de compartir alguna información, conviene reflexionar para luego, sí, dar un clic seguro. Sobre esto y mucho más nos habla Sergio Balardini, un especialista.

Por Educ.ar

¿Quién es Sergio Balardini?

Sergio Balardini es psicólogo y trabaja, hace años, en temas relacionados con la juventud. Para ello se vincula constantemente con adolescentes de todo el país. Actualmente, se interesa en las subjetividades que surgen a partir de las tecnologías que utilizan los jóvenes cada vez con más naturalidad. Trabaja para la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y la Fundación Friedrich Ebert (FES).

Según las investigaciones, ¿cuáles son los comportamientos más comunes de los adolescentes en relación con la tecnología?

 La primera cuestión que hay que tener en cuenta es que ya no hay un adentro y un afuera de la tecnología. Los chicos usan internet como un continuo de sus vidas reales. Por esta vía, siguen haciendo cosas que ya venían haciendo, como por ejemplo escuchar música. Además, ven videos y buscan mucha información. Los chicos se informan, prácticamente, a través de internet y la televisión. Otra cosa, por supuesto, es permanecer conectados por medio del chat. Está naturalizado que los jóvenes que tienen las condiciones materiales para hacerlo –es decir, que cuentan con computadora en sus casas– llegan y encienden la computadora, y dejan el chat permanentemente abierto. Las nuevas tecnologías facilitan estar conectados permanentemente.

En las redes sociales, ¿también se ve ese continuo entre el afuera y el adentro? 

Las redes sociales son la frutillita de un postre que ya se venía preparando. Los chicos ya se comunicaban mucho vía chat. Ya enviaban plurimensajes a través del celular. Ya existía la base sobre la cual funciona esto de estar conectados, enredados, comunicados todo el tiempo. Las redes sociales desarrollaron una plataforma para eso que ya estaba facilitado, potenciado, expandido, y ese es uno de los elementos de su éxito.

¿Cuál es la actividad más común de los jóvenes en las redes sociales?

Hay que pensar las redes sociales como la plaza pública: un lugar de encuentro, que ofrece muchas más posibilidades que el chat. La inclusión de imágenes, por ejemplo, es muy significativa en esta época, y para los adolescentes en particular. Por supuesto que hay otras cuestiones que tienen que ver con la posibilidad de armar grupos de interés, la pertenencia, la identidad. Las redes sociales son una plaza pública para estar, pero que permite diferentes modos de estar. Y esto se vuelve funcional al continuar la vida por fuera de internet.

¿Este tipo de actividades supone riesgos?

Siempre hay riesgos. Hay riesgos por fuera de internet, por supuesto. En otros tiempos, uno trataba de ser cuidadoso como adulto y, a su vez, trataba de educar a los chicos para que aprendieran a cuidarse en la calle. Pero internet y la tecnología producen fenómenos nuevos. Antes, si uno decía algo oralmente, eso no quedaba documentado en ningún sitio. Entonces, al día siguiente uno se podía olvidar y nadie podía hacerte rendir cuentas, salvo la persona a la que se lo habías dicho. Era algo que tenía vida efímera. Lo que cambia ahora es la temporalidad y la extensión espacial de este tipo de fenómenos. Cuando subís una foto o un video, no depende solo de vos a quién le va a llegar. Es algo prácticamente inabarcable hasta dónde puede llegar o cuánto tiempo pueden permanecer los efectos de estas acciones.

Después, hay otros temas. Como en la vida real, en internet también hay gente que vive buscando de qué manera puede apropiarse indebidamente de algo. Al subir una foto que dice “Nos fuimos de vacaciones”, “Vamos a estar quince días afuera”, “Qué linda la playa” y poner la foto de la casa de la que te fuiste y el teléfono fijo de ese lugar o la dirección, estás avisando que no hay nadie en tu casa. Esto también les llega a otras personas, más allá de las que uno conoce. En general, los chicos construyen sus propios sistemas de cuidado, entonces, por ejemplo, dicen: “Yo, antes de aceptar a alguien que no conozco que me pide ser su amigo, miro cuántos de mis amigos lo tienen y a quién le puedo preguntar por él”. Pero también sucede que aparece la foto de una chica o un chico lindos y se los acepta por eso.

¿Cuál debería ser entonces el rol de los adultos?

A mí me resulta muy interesante que haya adultos tensionando una conversación, porque el adulto siempre, para bien o para mal, tiene más experiencia. Eso permite hablar, sin ponerse en el lugar de maestro ciruela, y entablar cierto diálogo que ayuda a los chicos a pensar dos veces, tres veces, antes de subir una foto, un video o una opinión comprometedora.

Es importante que los adultos asuman ese rol, porque en esta sociedad, tan parecida al Gran Hermano, la cuestión de la privacidad, que es el otro gran tema, está muy diluida. Cuestiones que en otros casos uno diría: “Bueno, estas son fotos del orden de lo íntimo” hoy ocupan el espacio de lo público, legitimado por lo que se ve en los medios masivos, fundamentalmente en la televisión.

En tiempos de exposición, cuando la imagen tiene mucho que ver con la construcción de la identidad y el reconocimiento, con una cierta gratificación emocional, la imagen expuesta es un bien valorado. Uno podría pensar y estar de acuerdo con que lo público y lo privado no siempre fueron lo mismo, pero eso puede cambiar; las nuevas tecnologías empujan en esa dirección. Ahora, como adulto, entre los roles de protección y de cuidado, aparece alertar sobre las posibles consecuencias de algunas cosas que, al menos hasta hace muy poco, operaban negativamente si se hacían públicas. Ciertas acciones pueden tener un efecto no benéfico en la historia futura. Entonces, como adultos, tenemos que alertar y decir: “Mirá, sería conveniente que pienses dónde está el límite, en mi opinión está acá, yo creo que debería ser este”.

¿Los jóvenes perciben los riesgos?

Yo creo que sí, la mayoría de los jóvenes tienen idea de estas cosas. Lo que no tienen es la perspectiva, porque esto es algo que da el tiempo. Por eso, es necesaria la presencia de un adulto. Lo que pasa es que cuando los adultos solamente censuran, los adolescentes prefieren la ausencia del adulto. Por ejemplo, muchos adolescentes refieren que han pasado por situaciones incómodas, pero no le han contado a ningún adulto. Dicen que no entienden: “Lo que van a hacer es apagarme la computadora, decirme que no me conecte más, me van a sacar el Facebook, entonces prefiero no decirles”. Por lo tanto, no solo se necesita, a mi juicio, un adulto que pueda intervenir, sino un adulto que pueda dialogar.

¿Existe un uso responsable de internet?

El uso responsable de internet, en realidad, es cierta traducción de las conductas responsables que uno lleva en la vida. Existe toda una serie de herramientas, recursos y propuestas para actuar en internet. Lo interesante es cuando este tipo de propuestas son conversadas con los adolescentes. Cuando se puede construir en conjunto. Cuando uno propone debatir ciertas cuestiones, eso genera finalmente las mejores medidas, decisiones o modos de hacerlas cosas, a partir de la apropiación de los adolescentes. Si los adolescentes no participan en la discusión, es muy difícil que luego se apropien de esos modos de hacer. Muchas veces, los adultos no hablamos con claridad y firmeza a partir de nuestras convicciones, porque tememos quedar como autoritarios. Pero argumentar a favor de lo que realmente creemos es un muy buen punto de partida para establecer un diálogo sensato. Cuando nos cerramos al diálogo, los adultos solemos dar respuestas para un mundo que ya no existe más, que quedó en el pasado, y eso los jóvenes lo perciben.

Fuente: http://www.educ.ar/sitios/educar/blogs/ver?referente=estudiantes%20&id=%20117938&cat=ed_blogs_cat_estudiantes

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Conectoma: la red de redes está en nuestro cerebro 

En este artículo periodístico Sebastian Seung, profesor de Neurociencia del MIT (Massachusetts Institute of Technology), comenta los resultados de su investigación sobre las conexiones neuronales plasmados en el libro El proyecto Conectoma. Su hipótesis fundamental es que «somos mucho más que nuestros genes» porque lo que nos hace realmente singulares es el sistema de conexión interneuronal.

Por Carina Maguregui

Sebastian Seung es uno de los tantos científicos que desde hace muchos años fue seducido por los grandes misterios del cerebro, ese órgano que pesando aproximadamente un kilo y medio tiene la complejidad de las galaxias.

En la conferencia TED de 2010, que incluimos en esta nota, Seung toma las madejas de lana neuronales que tanto lo fascinan para desovillar las implicancias de semejante tejido y lo hace con un lenguaje llano y algunos toques de humor.

Los últimos treinta años fueron, sin duda, los de la genómica. El genoma abarca toda la secuencia del ADN. Si bien todos nosotros somos seres humanos, cada una de nuestras secuencias de ADN es levemente diferente a las de otros individuos. Por eso tenemos aspectos diferentes, por ejemplo, ojos marrones, celestes o grises; cabello lacio u ondulado, y así podríamos enumerar cientos de características que no son solo superficiales. Los genes también son los responsables de un gran número de enfermedades y trastornos de diverso tipo. Además, los genes parecen moldear nuestra personalidad y tienen un poder impresionante sobre nuestro destino. Sin embargo, dice Seung, «Yo les propongo otra hipótesis: somos más que nuestros genes. Somos nuestro conectoma».

Del gusano al hombre

El científico, cuya formación académica comenzó con una carrera en Física teórica, explica: «Hasta ahora se conoce un solo conectoma: el de un gusano minúsculo. Su modesto sistema nervioso consta de solo 300 neuronas. Y en las décadas de 1970 y 1980 un equipo de investigadores trazó el mapa de sus 7.000 conexiones interneuronales, es decir, su conectoma. El nuestro es mucho más complejo porque el cerebro humano tiene más de 100 mil millones de neuronas y 10 mil veces más conexiones. Nuestro conectoma tiene un millón de veces más conexiones que letras en todo nuestro genoma. Eso es mucha información».

En las últimas décadas son muchas las cosas que nos sorprenden acerca del crecimiento exponencial de la información, sus múltiples modos de transmisión y la variedad de formas para almacenarla. Hablamos deterabytespetabytesexabytes y zetabytes para referirnos a cifras cuya cantidad de ceros apenas podemos imaginar y, sin embargo, no nos asombra llevar un megalmacenador y procesador de información espectacular dentro de nuestras cabezas. ¡Nuestas cabezas! ¡Las de todos!

¿Qué hay en nuestras cabezas? «No lo sabemos con seguridad pero hay teorías. Desde el siglo XIX los neurocientíficos han especulado que quizá los recuerdos y la información que nos define están almacenados en las conexiones interneuronales. Y tal vez otros aspectos de la identidad personal, quizá la personalidad, el intelecto, tal vez también estén codificados en las conexiones interneuronales», señala Seung.

«Probablemente ya hayan visto imágenes de neuronas. Pueden reconocerlas instantáneamente por sus formas fantásticas. Tienen largas y delicadas ramificaciones; en pocas palabras, parecen árboles. Pero esto es una sola neurona. Para encontrar conectomas tenemos que ver todas las neuronas al mismo tiempo. Bobby Kasthuri, un colega de Seung que trabaja en el laboratorio de Jeff Lichtman en la Universidad de Harvard, “cortó rebanadas muy delgadas” de un cerebro de ratón y luego aumentó 100.000 veces la resolución para poder ver las ramas de las neuronas todas al mismo tiempo».

«Tomamos muchas imágenes de muchas rebanadas del cerebro y las apilamos para obtener una imagen 3D. Pero todavía no podíamos ver las ramas completas. Así que empezamos por arriba y coloreamos de rojo la sección transversal de una rama, e hicimos lo mismo con la rebanada siguiente y con la próxima. Y seguimos así, rebanada tras rebanada. Continuamos con toda la pila y pudimos reconstruir la figura tridimensional de un pequeño fragmento de la rama de una neurona. También pudimos hacerlo con otra neurona en verde. de esta manera, vimos que la neurona verde tocaba la neurona roja en dos partes, y eso es lo que se llama sinapsis».

«Acerquémonos a una sinapsis –continúa Seung–, mantengamos la vista en el interior de la neurona verde. Deberíamos ver unos circulitos. Se llaman vesículas. Contienen una molécula conocida comoneurotransmisor. Y así, cuando la neurona verde quiere comunicarse, cuando quiere enviar un mensaje a la neurona roja, escupe un neurotransmisor. En la sinapsis las dos neuronas están conectadas como dos amigas que hablan por teléfono. Ya ven cómo encontrar una sinapsis –dice Seung– . ¿Cómo podemos encontrar un conectoma? Bueno, tomamos esta pila de imágenes tridimensionales y la procesamos como si fuera un libro para colorear en 3D. Pintamos cada neurona con un color diferente y luego miramos en todas las imágenes, encontramos las sinapsis y anotamos los colores de las dos neuronas involucradas en cada sinapsis. Cuando hacemos esto con todas las imágenes hallamos un conectoma».

Pensar puede cambiar nuestro conectoma

 «Pero hallar un conectoma humano entero es uno de los desafíos tecnológicos más grandes de todos los tiempos. A medida que crecemos en la infancia y envejecemos en la adultez nuestra identidad cambia lentamente. Del mismo modo, cada conectoma cambia con el tiempo». ¿Qué tipo de cambios ocurren? «Bueno, las neuronas, como los árboles, pueden tener nuevas ramas y perder otras. Se pueden crear sinapsis y se pueden eliminar otras. Y las sinapsis pueden aumentar o disminuir de tamaño». ¿Qué provoca estos cambios? «Bueno, es verdad. Hasta cierto punto están programados por los genes. Pero esa no es la historia completa porque hay señales, señales eléctricas, que viajan por las ramas de las neuronas y señales químicas que saltan de rama en rama. Estas señales se llaman actividad neuronal, y hay mucha evidencia de que la actividad neuronal puede hacer que cambien nuestras conexiones. Si se unen estos dos hechos, esto significa que nuestras experiencias pueden cambiar nuestro conectoma. Por eso cada conectoma es único, incluso los de gemelos genéticamente idénticos. El conectoma es la confluencia de naturaleza y crianza. Y podría ser cierto que el mero acto de pensar puede cambiar nuestro conectoma; una idea que puede resultar poderosa», agrega Seung.

Millones de kilómetros de cables

Apelando a su gran humor, Seung exclama: «¡Qué lío! ¿Alguna vez han tratado de conectar un sistema tan complejo como ese? Espero que no. Pero si lo han hecho sabrán que es muy fácil cometer un error. Las ramas neuronales son como los cables del cerebro. ¿Alguien puede adivinar cuál es la longitud total de cables del cerebro? Les daré una pista. Es un número grande, estimo que son millones de kilómetros. Todos dentro del cráneo. Y si uno entiende ese número puede ver fácilmente qué problemas genera un mal cableado cerebral. De hecho a la prensa popular le encantan los titulares como: “Los cerebros anoréxicos tienen un cableado diferente”, o “Los cerebros autistas tienen un cableado diferente”. Estas son afirmaciones plausibles, pero en verdad, no podemos ver el cableado cerebral tan claramente como para saber si son realmente ciertas. Las tecnologías de visualización de conectomas nos permitirán finalmente leer el mal cableado del cerebro para ver desórdenes mentales en los conectomas».

«Supongamos que las tecnologías para hallar conectomas funcionan. Propongo una prueba directa: tratemos de leer recuerdos de los conectomas. Piensen en la memoria de largas secuencias temporales de movimientos como las de un pianista que toca una sonata de Beethoven. Así que una manera de tratar de probar la teoría es buscar esas cadenas dentro de los conectomas. Pero no va a ser fácil porque van a estar cifradas. Tendremos que usar nuestras computadoras para tratar de descifrar la cadena. Y si podemos hacer eso, la secuencia de neuronas que recuperemos al descifrar [la cadena] será una predicción del patrón de actividad neuronal que se reproduce en el cerebro en la recuperación de memoria. Y si eso funcionara sería el primer ejemplo de lectura de memoria de un conectoma».

Perspectivas

Seung describe la búsqueda que se inicia en el mundo de lo muy pequeño y nos impulsa hacia el mundo del futuro lejano: «Los conectomas marcarán un punto de inflexión en la historia humana. A medida que evolucionamos respecto de nuestros antepasados simios en la sabana africana, lo que nos distinguió fue el cerebro más grande. Hemos usado el cerebro para elaborar tecnologías cada vez más asombrosas. Con el tiempo estas tecnologías se volverán tan poderosas que las usaremos para conocernos a nosotros mismos desarmando y reconstruyendo nuestros propios cerebros. Creo que ese viaje de autodescubrimiento no solo es para los científicos sino para todos», concluye el investigador.

Fuente: http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=109109&referente=docentes

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