EL IMPERIO BIZANTINO
INFORMACIÓN ADICIONAL

Diógenes

Al momento en que el militar Romano IV Diógenes accedió al trono bizantino pudo organizar un ejército de 70.000 hombres que tenía por objetivo la reconquista del terreno perdido ante los turcos. En 1071 las fuerzas bizantinas se encaminaron hacia la zona para concretar este objetivo.

Decadencia

Luego de transitar por su período de esplendor entre los siglos IX y XI, el Imperio Romano de Oriente, también conocido como Imperio Bizantino, comenzó un gradual y constante lapso de decadencia, que terminaría con su efectiva desaparición en 1453. Ver más

Cultura

Esta cultura estaba asentada particularmente en bases de la antigüedad, aunque profundamente cristianizadas. Al igual que en el periodo de Justiniano, la cultura tanto como el arte bizantino siguen siendo signos externos del poder imperial.
Por su parte la Iglesia se encuentra en vías de separación de Roma. Es a mediados del siglo IX, el patriarca de Constantinopla Focio, establece la independencia de su sede respecto a Roma, más allá de que la crisis definitiva llegó en el 1054 cuando Miguel Cerulario, también patriarca de Constantinopla, no quiso reconocer la autoridad de los legados del papa León IX. Es por este motivo que terminará fundando la iglesia ortodoxa griega.
De esta forma se dio la culminación de las diferencias religiosas, políticas y culturales que se daban entre Roma y el Imperio de Oriente, aunque esta separación no se refleje en el arte. Ver más

Fronteras

Luego de la caída de Siria y Egipto en el siglo VII, los Balcanes y el Asia Menor eran las dos zonas a las que había quedado reducido el Imperio Bizantino. Igualmente, el Emperador Basilio II consolidó el dominio sobre estas áreas y, a su vez, estableció una frontera con el mundo musulmán desde Antioquía hasta Armenia. Ver más

Cruzadas

Pocos acontecimientos han inspirado tantos mitos y leyendas como las campañas militares emprendidas desde el Occidente cristiano contra los musulmanes entre los siglos XI y XIII. El valor, la lealtad, la nobleza del objetivo declarado, que no era otro que la recuperación para la cristiandad de su Tierra Santa, la ciudad de Jerusalén, dieron a estas luchas un lugar en la épica, aun cuando en el fondo estaban motivadas por intereses económicos, políticos y hasta personales. Ver más