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Facundo: civilización y barbarie



“Facundo o Civilización y Barbarie en las pampas argentinas” es una de las principales obras de la literatura hispanoamericana: además de su valor literario, este libro escrito hacia 1845 por Domingo Faustino Sarmiento puso al alcance de todos un análisis del desarrollo político, económico y social de Sudamérica; de su paso hacia la modernización, su gran potencial y su cultura.

En el Facundo, el escritor, educador y político argentino Domingo Faustino Sarmiento presentó un estudio interpretativo global y exhaustivo de su nación: su territorio, su gente, su historia, su situación política. Publicado en Chile –en donde Sarmiento se encontraba exiliado–, en el diario El Progreso, apareció en la sección de folletines desde el 2 de mayo hasta el 5 de junio de 1845 en veinticinco entregas. Un mes después fue publicado como libro con dos capítulos finales adicionales. La obra, así compuesta, consta de tres partes: la primera parte del libro está formada por cuatro capítulos que describen el territorio nacional, su gente, su cultura y la historia independiente de su patria. Estos primeros capítulos resultarían ser de una gran influencia en el posterior desarrollo de la literatura y la cultura argentina. La segunda parte es la biografía de Facundo Quiroga, caudillo de la provincia de La Rioja, que Sarmiento transformaría en un estudio de la barbarie, y la tercera presenta el programa político liberal con el que se identificaban Sarmiento y sus compañeros de la Generación del 37, entre ellos Bartolomé Mitre, Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López y José Mármol.


Juan Facundo Quiroga según una litografía de César Bacle.

ANÁLISIS DE LA OBRA

El Facundo propuso una tesis amplia de interpretación, de base sociológica, del hombre americano. Sarmiento dividió el desarrollo social nacional en dos etapas: civilización y barbarie. Según su visión, el hombre evolucionaba de lo más simple a lo más complejo: en su estadio más simple el hombre era un ser "salvaje" y en su estadio más complejo debía alcanzar el estado de "civilización". La "barbarie" era un estadio intermedio de desarrollo, desde el cual el hombre podía retroceder al salvajismo o progresar a la civilización. Los representantes de la barbarie en Argentina eran los gauchos y los caudillos. Por lo demás, en el territorio nacional había también seres "salvajes": los indígenas que habitaban y dominaban el extenso territorio sur del país, aunque Sarmiento, desde su perspectiva, no los consideraba integrantes legítimos de la Nación.


Portada de la cuarta edición en castellano, realizada en París, 1874.

Para Sarmiento el ser civilizado debía ser un ciudadano educado, vivir en sociedad, y luchar por sus ideales. Partiendo de estas ideas, realiza en el Facundo el diagnóstico de los males argentinos. Para fomentar este tipo de hombre, educado en las modernas disciplinas del saber europeo, había que establecer una sociedad liberal que, hacia 1845, con Rosas en el poder, no era posible en Argentina. El sector liberal, que había alcanzado el poder durante el gobierno unitario de Bernardino Rivadavia, sufría en esos momentos un acoso constante. Rosas había hecho votar al pueblo un plebiscito, exigiéndole se le concedieran poderes especiales: la suma del poder público, que equivalía a un renunciamiento de los derechos políticos de la ciudadanía en favor del gobernador y su elevación a lo que Sarmiento consideraba la tiranía absoluta.

Sarmiento analiza las causas profundas del fracaso liberal: entiende que Facundo, Rosas y el caudillismo son consecuencia de la desintegración social argentina que los había precedido con lo cual se hace imposible una organización política democrática y liberal. El gaucho será el ser emergente de las condiciones anómalas y atípicas de la sociedad nacional. Eventualmente, la evolución social e histórica argentina conducirá a la superación de la barbarie. Para ello las instituciones embrionarias –educativas, religiosas, políticas– deberían transformarse en instituciones funcionales y eficientes, representativas de los intereses del Estado liberal. De este modo, el Facundo se vuelve un ejercicio de observación crítica de la Argentina y de planificación de una política futura adaptada a las necesidades del país real.


Retrato de Sarmiento cuando contaba con 32 años.

SINOPSIS

El Facundo empieza con una advertencia del autor, en la cual explica que los hechos en el libro no tienen precisión histórica. De hecho, narra el suceso que, camino al exilio, llevó a que escriba en frase su tan mentada frase: On ne tue point les idées (“Las ideas no se matan”). Hechas estas aclaraciones, el texto propio de la introducción comienza con una invocación al hombre que le da título a la obra:

“¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! Tú posees el secreto: ¡revélanoslo!”

Sarmiento esboza un método de observación que resulta novedoso en Argentina: la historia biográfica. A través de la biografía de Facundo Quiroga, Sarmiento trata de entender los mecanismos del poder en la Argentina. Quiroga se muestra como un eslabón histórico de un proceso no interrumpido, por cuanto su modo de dominio político continúa en Rosas, el caudillo que emergió como el triunfador en la lucha de poder interregional y logró concentrar los hilos del poder en sus manos, constituyéndose de hecho en un gobernante omnímodo, en un país que todavía no se encontraba regido por una constitución. La razón por la que describe el contexto argentino y utiliza a Facundo Quiroga para condenar la “tiranía” de Rosas es porque, según Sarmiento, “en Facundo Quiroga no solo se ve a un caudillo, sino también una manifestación de la vida argentina, consecuencia de la colonización y de las peculiaridades del terreno”.


Juan Facundo Quiroga. Como personaje principal de Facundo representa a la barbarie que es la antítesis de la civilización.

Como intelectual y político, Sarmiento creía en el poder de observación del estadista: su aproximación era más práctica que doctrinaria. Defendía los principios liberales, sobre todo la necesidad de educar al pueblo para tener una Nación digna y libre. Era el Estado el que debía fundar escuelas y proveer la educación gratuita y obligatoria de los ciudadanos. También era el Estado el que debía proyectar una política de desarrollo nacional a largo plazo: la política egoísta y oportunista de Rosas no era suficiente para desarrollar el país. Argentina era un país manejado por un caudillo populista, abusivo e inescrupuloso. El gobierno liberal debía restituir las libertades civiles a los argentinos y sancionar una constitución nacional, una ley máxima común que estableciera el pacto de existencia del país en forma definitiva.

LO CIVILIZADO Y LO BÁRBARO

El Facundo no es solo una crítica al gobierno de Rosas, sino también una extensa investigación sobre la historia y la cultura argentina, a la cual Sarmiento muestra mediante el controvertido gobierno y la caída de Facundo Quiroga, un arquetípico caudillo argentino. Sarmiento resume el mensaje del libro en la frase “Esa es la cuestión: ser o no ser salvajes”. La dicotomía entra la civilización y la barbarie es la idea central del libro: Quiroga es retratado como salvaje y opuesto al progreso real mediante su rechazo hacia los ideales culturales europeos, visibles en la sociedad metropolitana de Buenos Aires.

El conflicto entre civilización y barbarie refleja las dificultades de América Latina en la era posterior a su independencia. Si bien Sarmiento no fue el primero en articular esta dicotomía, la convirtió en un tema prominente e importante que impactaría fuertemente en la literatura latinoamericana. Por eso explora el problema de la civilización contra los groseros aspectos de la cultura de un caudillo, la cual se basa en la brutalidad y el poder absoluto. Los caudillos son vistos como la antítesis de la educación, la cultura y la estabilidad civil; la barbarie es como una eterna letanía de males de la sociedad. Son los agentes de la inestabilidad y del caos, destruyendo sociedades mediante su descarada indiferencia hacia la humanidad y hacia el progreso social.

Sarmiento ataca a Rosas mediante su libro promoviendo la educación y la civilización, mientras que Rosas, utiliza el poder político y la fuerza bruta para deshacerse de cualquier obstáculo. Al relacionar a Europa con la civilización, y a la civilización con la educación, Sarmiento transmite una admiración hacia la cultura europea que al mismo tiempo le da un sentido de insatisfacción hacia su propia cultura, motivándolo a llevarla hacia la civilización.

El caudillo, de enorme peso histórico, será socialmente superado por el progreso. Quedará como un representante de la nación primitiva y bárbara. El argentino del futuro sería un individuo civilizado, urbano, educado. Este sueño, hacia 1845, cuando escribió el Facundo, parecía muy lejano. No obstante, pocos años después, él mismo y sus compañeros de generación lo llevarían a la práctica, participando activamente en la vida política. Entonces comprendería también que el paraíso liberal tenía sus limitaciones.