A mediados del siglo XIX el Romanticismo había comenzado a mostrar signos de agotamiento: el desarrollo industrial y los nuevos esquemas sociales llevarían a repensar la elaboración artística. Uno de los frutos sería la corriente realista.
Decir realismo de por sí, en cualquier contexto indica, según la Real Academia Española, una “forma de presentar las cosas tal como son, sin suavizarlas ni exagerarlas”. Esta definición nos ilustra acerca de cuál será la base de la corriente realista, que surge en contraposición al movimiento romántico a mediados del siglo XIX, afincándose principalmente en Francia y luego propagándose hacia el resto del continente europeo y, más tardíamente, en el continente americano.
La ruptura con el Romanticismo
Una serie de procesos socio históricos cambiaron varios esquemas a lo largo del siglo XIX, ingresando en una etapa que terminaría afectando de manera decisiva la forma de concebir el ejercicio literario. Esto resulta lógico si se piensa en que existe un nexo inquebrantable entre lo estético y lo social, entre la obra literaria y el contexto o las circunstancias que la rodearon al generarse. Después de todo, el artista tiene inmersa su sensibilidad en la atmósfera de su tiempo, en el clima social de ese entonces. Proponiéndoselo o no, cada página es un fresco que se puede enmarcar en una época, permitiéndonos apreciar el contexto en que surgió, por ejemplo, una de las obras más representativas del realismo literario, Madame Bovary de Gustave Flaubert.
Tapa de la primera edición de Madame Bovary, una de las obras cumbres de la literatura realista.
Este periodo histórico estuvo marcado por los siguientes sucesos, que son los que modificaron el contexto en que se desarrolló el Realismo:
Auguste Comte, considerado el fundador del Positivismo y el padre de la sociología.
La Revolución Industrial provocó numerosos cambios en el campo social, generando nuevos focos de miseria que se agolpaban en las urbes.
La figura de Karl Marx marcó la reivindicación de los movimientos obreros a través de obras como el Manifiesto Comunista y El Capital.
Teniendo en cuenta estos factores que se dieron a mediados del siglo XIX, se trata de una sociedad donde la introducción masiva de maquinaria sustituyó al trabajo manual, y el capital como eje, transformaría la vida cotidiana. La filosofía hegeliana que fue la base del pensamiento romántico dio lugar a una filosofía positiva que se basaba en lo concreto. La gente se aburguesa, construyendo una clase social donde la burguesía quiere esencialmente comer bien y vivir confortablemente, sin las pasiones desbocadas o los ideales de la etapa romántica. De esta forma, la sensibilidad que caracterizaba al Romanticismo da lugar a una sociedad hedonista, donde el goce material es lo más apreciado e inmediato.
Principales características del Realismo
La finalidad del Realismo como expresión literaria es describir la vida tal como es y reflejarla de forma objetiva. Debido su carácter descriptivo, el género más fomentado fue la novela, aunque el cuento también tuvo protagonismo dentro del marco del Realismo. Algunas de las principales características comunes del relato realista son las siguientes:
Ilustración de un episodio de la novela Eugenia Grandet, parte de la obra La Comedia Humana, de Balzac.
Principales focos del Realismo
Francia
Si bien existen precedentes, en particular en la literatura española e inglesa, el surgimiento del Realismo como corriente se puede posicionar en Francia. Las figuras más destacadas y que impulsaron los principales rasgos de esta corriente fueron Honoré de Balzac (1799 – 1850) y Stendhal (1783 – 1842), precursores que tomaron dos vertientes: por un lado Balzac se adelantó a su época mostrando las posibilidades de una novela realista en plena etapa romántica, a comienzos del siglo XIX; mientras que Stendhal será moderadamente apreciado por su veta realista, siendo apenas conocido por sus contemporáneos, sin embargo, el psicologismo que planteará en sus personajes será revalorizado a comienzos del siglo XX. Posteriormente Gustave Flaubert (1821 – 1880) lograría algunas de las obras literarias más importantes de la corriente con, entre otras, Madame Bovary.
Daguerrotipo de Honoré de Balzac, una de las principales figuras del Realismo y autor de La Comedia Humana, ambiciosa y extensa obra compuesta por 85 novelas.
Inglaterra
En literatura, la figura excluyente del Realismo inglés es Charles Dickens (1812 – 1870), autor de algunas de las obras más consagradas y populares de la literatura universal. Sus orígenes humildes lo llevaron a retratar la vida en los márgenes de la sociedad industrial, sin que ello le hiciera perder el humor y la ironía para denunciar la injusticia social que se palpitaba. Se destacó también la escasa pero fructífera obra de las hermanas Brontë, destacándose tardíamente (al igual que Stendhal) Emily, por su obra Cumbres Borrascosas.
Ilustración de un episodio de la novela David Copperfield de Charles Dickens, donde el escritor deja entrever una infancia difícil.
España
El Realismo tuvo un ingreso tardío pero fue muy aceptado en España, destacándose principalmente la figura de Benito Pérez Galdós (1843 – 1920), cuya obra se encuentra marcada por el compromiso social y los enfrentamientos de clase que advertía en la sociedad española, siendo Gloria y Marianela dos de sus novelas más notables. Otras figuras destacables del Realismo español son Juan Valera (1824 – 1905) y Leopoldo Alas «Clarín» (1852 – 1901).
Benito Pérez Galdós, uno de los autores más emblemáticos de la corriente realista.
Rusia
Al igual que España, Rusia contará con un ingreso tardío pero será a través de dos de las figuras literarias más importantes de la literatura universal. Por un lado Fiódor Dostoyevski (1821 – 1881), autor que profundizará en las problemáticas sociales y la psicología humana, contando con obras como Crimen y castigo o Los hermanos Karamázov. Por otro lado, se encuentra León Tolstoi (1828 – 1910), que con Guerra y Paz y Anna Karénina creó dos obras fundamentales, no solo de la corriente del Realismo sino de la literatura universal.
Ilustración de la pesadilla de Raskalnikov, personaje central de Crimen y castigo.
Ilustración de un episodio de Guerra y Paz, de Tolstoi.