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Una de las primeras ediciones que se conocen de El Buscón.

La Historia del buscón llamado don Pablo



En el siglo XVII Francisco de Quevedo escribió una novela que trascendería tiempo y espacio; es conocida, simplemente, como El Buscón. En ella –enmarcada dentro del género picaresco – pueden verse los rasgos de una época tan caótica como la nuestra.

Don Francisco de Quevedo nació el 17 de septiembre de 1580 en Madrid y el 8 de septiembre de 1645 muere en Villanueva de los Infantes, en una celda del convento de Santo Domingo. El escritor fue un hombre de cultura extraordinaria y de enorme erudición; la angustia existencial se ve en su obra.

Quevedo vivió en un momento de crisis. Es en ese marco de crisis política, social y económica en donde florece el mundo del arte y de las letras originando el llamado Siglo de Oro. Los momentos de crisis parecen generar las mejores obras artísticas, así ocurre con España que en ese estado de cosas termina estableciendo un nuevo género: la picaresca.

En la novela El Buscón, a diferencia de su antecedente El lazarillo de Tormes, el pícaro no cambia su esencia: continúa sus costumbres sin remordimientos y no aprende nada. A pesar de pertenecer a este género, la novela tiene algunas variaciones de ese tipo de relato pero no se entendería sin los escritos previos del Lazarillo y de Mateo Alemán; El Buscón podría situarse en la segunda etapa de evolución del género, desde 1605 hasta 1620.


Grabado en cobre de Pedro Perret (1555-1625) que retrata a Mateo Alemán. También existe una versión xilográfica de madera.

UNA VISIÓN DE LA ESPAÑA DEL SIGLO XVII

España es el marco de la obra y los lugares son representativos del siglo XVII; exceptuando su viaje a la India, todos los lugares por los que viaja son españoles. La novela es una copia exacta de la sociedad española de ese tiempo. Es un espacio que Quevedo conoce y describe bien, porque es en el que le toca vivir; caricaturiza y satiriza a la sociedad de esa parte del siglo XVII con la que no está de acuerdo. Son descritos por el escritor como vacíos de sentimientos humanos. Es despiadado con ellos y se complace en presentar sus defectos y exagerarlos hasta caricaturizarlos. A través de sus personajes no hay lugar para la emoción ni los sentimientos.

El desengaño constituye un concepto clave en la cosmovisión de Quevedo y éste es uno de los hilos conductores de El Buscón; es una de sus obras claves y más significativas dentro de la picaresca.

La novela picaresca es uno de los géneros más representativos, genuinos y populares de la literatura española que posteriormente derivaría hacia la novela de aventuras o cuadros de costumbres. La estructura es un relato en primera persona de episodios o la vida del autor que vienen a justificar su situación final poco afortunada.


Francisco de Quevedo. Retrato que, según la leyenda, se considera una copia de un retrato perdido pintado por Velázquez.

El Buscón es un relato de la vida del pícaro don Pablos de Segovia, desde su infancia a la proyectada fuga a Indias con que termina la obra. En el medio transcurren aventuras, casi siempre nefastas para el personaje, que fracasa constantemente en su búsqueda de elevación social, y cuya falsedad es desenmascarada siempre.

Don Pablos conoce la humillación en el libro I: el hambre y las penurias siendo pupilo del dómine Cabra, y las burlas en la Universidad de Alcalá; Pablos aprende a manejarse en el inclemente mundo en el que le toca vivir, y se inicia en la picardía estudiantil. El Libro II gira en torno a la reunión con su tío verdugo, quien le guarda la herencia paterna. A la vuelta de su estancia en Segovia, donde el tío le narra la infame muerte del padre y donde asiste a un grotesco banquete, se encuentra con el hidalgo don Toribio, que lo introduce en la vida buscona de la corte. El libro III se centra en las peripecias de Pablos como falso noble, desenmascarado finalmente por su antiguo amo don Diego. Arrojado del mundo de la nobleza, se hace cómico, termina con un asesinato en un grupo de rufianes, y el proyecto de huir a las Indias para intentar un cambio de vida que parece improbable.

En El Buscón se adopta la técnica de la autobiografía, se exagera la genealogía infame con que Lazarillo y Guzmán empiezan sus narraciones, se explora el mundo de la marginalidad, se desenmascara la conducta de los pícaros en su intento de ascensión social con el obligado fracaso, se explora el tema de la honra. Otro de los rasgos comunes a las principales novelas picarescas que cabe resaltar en el Buscón es el del ingenio como hilo conductor de las aventuras del protagonista.

RETRATO DE ÉPOCA AÚN VIGENTE

El tema recurrente en la obra es la pobreza, la imposibilidad de ascenso social de la clase baja; cuando el protagonista u otro cualquiera trata de hacerse pasar por caballero o por rico, aparece inmediatamente el castigo. Quevedo nunca se pone en el lugar de Pablos ya que este personaje pertenece al mundo de las apariencias. El autor emplea frecuentemente el uso de la sátira para mostrar la realidad de manera jocosa e hiriente, además alude a la crítica como reflejo de la inconformidad de la época. Todo es extremo: la suciedad va hasta lo más repugnante, la ironía al sarcasmo más brutal. Hace uso de modismos propios de la clase baja. Abundan los chistes macabros, las groserías, los juegos de palabras y dobles sentidos.


Uno de los grandes artistas plásticos que dio el Siglo de Oro Español fue Esteban Murillo. Aquí su famoso “Niños comiendo uvas y melón”

Protagonistas

Pablos: es el protagonista de la historia, segoviano, más conocido como el Buscón. Su infancia está marcada por conflictos familiares.

Clemente: padre de Pablos, barbero, aunque su verdadero oficio era robar a sus clientes.

Aldonza: es la madre de Pablos, bruja condenada por la Inquisición.

Diego Coronel: amigo inseparable de Pablos con el que pasa una importante etapa de su vida, se conocen en la escuela y parten juntos hacia el pupilaje.

El licenciado Cabra: en él Quevedo intenta reflejar las personas miserables que viven de los demás.

Don Alonso Zúñiga: padre de Diego.

Los estudiantes de Alcalá de Henares: compañeros y estudiantes, crueles, salvajes que se burlan de Pablos y se aprovechan de Diego.

Alonso Ramplón: tío de Pablos.

Acompañantes con quienes se encuentra por el camino: todos ellos vividores, farsantes y engañadores.


Santiago de Compostela. Galicia. España.

En definitiva, como en toda novela picaresca, el protagonista procede de los bajos fondos que, como un antihéroe, se opone al ideal caballeresco utilizado hasta ese momento. Su línea de conducta está marcada por el engaño y la trampa ingeniosa. Vive al margen de los códigos de honra. La libertad es su bien más preciado. La necesidad de soportar las miserias sociales lo lleva a asumir una filosofía pesimista y estoica. Vive en contacto íntimo con las clases altas, a las que sirve, pero esta cercanía le hace ver las miserias también de esa clase y le da elementos para su crítica satírica.

El pícaro es un realista que ve la vida fríamente, sin romanticismo ni exaltación gloriosa a lo caballero andante. Para él vivir lo más cómodo en la vida es vivir de parásito de una sociedad en cuyas excelencias no cree. En el mundo las cosas no valen lo que lo que cuestan. Es un marginado social.


Diego Velázquez es otro de los grandes pintores que surgen en España y plasma en sus obras los detalles de la vida del pueblo.

El pluralismo de aventuras que se narran podría continuarse. La sátira es un elemento constante. El pícaro comienza su periplo con cierta inocencia al tomar como verdadero al mundo aparente; sus vivencias le hacen ver que no existe virtud alguna en el mundo. Cuando el pícaro se topa con un alma virtuosa queda pasmado pero no se plantea nada, no se propone llegar a esa virtud sino que la ve como algo anormal.

El mérito de la picaresca es este relato de la vida despojado de lo fantástico; la recreación de una realidad sin atenuantes ni falsos idealismos. Este salto cualitativo va a preparar el terreno para el surgimiento de lo que va a originar todos los géneros con los que convivimos actualmente: la novela moderna. Tal vez por ello, El Buscón, es un relato que no pierde vigencia.