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Investigadores en Llullaillaco.
Foto: maam.gob.ar
La Momia Juanita fue hallada en 1995 por el arqueólogo de montaña Johan Reinhard y el andinista Miguel Zárate.
Estatuilla masculina de oro. Foto: maam.gob.ar
Estatuilla de camélido confeccionada en plata. Foto: maam.gob.ar

Las momias de Llullaillaco



Se trata de uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de los últimos años en la región alto-andina y una forma de acercarnos a los rituales de la antigua cultura Inca. Misteriosas y bien preservadas por el paso del tiempo, estas momias nos permiten conocer nuestros orígenes con mayor detalle.

¿Qué es una momia?

Se trata de un cadáver que se deseca sin entrar en estado de putrefacción en exposición al sol o el aire, que también puede conservarse de esta forma gracias a la incidencia del hielo. Sin embargo, el proceso de momificación también se puede realizar de forma artificial, como el conocido caso de las momias del Antiguo Egipto. En el caso de las momias de Llullaillaco, se trata de momias que correspondieron a la cultura incaica y su conservación responde a los conocimientos que tenían. Fueron conservadas en determinada altura, a pesar de tratarse de una momificación natural, los incas tenían conocimiento de lo que ocurriría con el cuerpo tras el ritual del sacrificio humano que ejecutaban.

¿Qué son las momias de Llullaillaco?


El volcán Llullaillaco posee planchones de nieve en su cumbre y sus laderas.

Son un hallazgo arqueológico que ocurrió en marzo de 1999, tras años de investigaciones lideradas por el antropólogo estadounidense Johan Reinhard y la arqueóloga argentina Constanza Ceruti. Su nombre refiere a que el descubrimiento ocurrió en las proximidades de la cima del volcán Llullaillaco (6739 msnm), en la provincia de Salta, a un metro y medio de profundidad. Esto fue lo que llevó a que sea considerada como la expedición arqueológica realizada a mayor altura.

¿Qué pudo encontrarse en el hallazgo?

En el hallazgo se encontraron tres momias que corresponden a un niño de siete años (El niño), una niña de seis (La niña del rayo) y una adolescente de quince años (La doncella). También llamados Niños de Llullaillaco o Niños del volcán, en referencia a la formación donde fueron hallados. Lo llamativo, además de la altura a la que se encontraban las tumbas, fue el estado de conservación de las momias, a pesar de los más de 500 años de antigüedad que se cree que tienen, todavía mantenían sangre en el pulmón y el corazón, además de encontrarse los órganos intactos.

Junto a las momias se hallaron en el complejo, ajuares, tocados y piezas de orfebrería que procedían de todas partes del imperio incaico. Además, como era tradición, se incluye en el ajuar elementos que podían llegar a necesitar los muertos para iniciar un viaje al más allá: comidas, bebidas y vestimentas.

¿Por qué se realizaban sacrificios humanos?

Las investigaciones afirman que se dio en el contexto del capac cocha o capac hucha en un verano entre el año 1480 y el año 1532.

Del quechua se puede traducir la expresión capac cocha (o hucha) como “obligación real”, se trataba de uno de los rituales que definían la cosmovisión Inca. El ritual era en honor al dios Viracocha e implicaba una obligación donde también se hacían fiestas y ofrendas de reconocimiento. Los elegidos para el sacrificio eran seres enviados al mundo de los dioses oficiando de mensajeros, y por tal razón en el ajuar se los equipaba de la mejor forma para el viaje espiritual.


Viracocha, deidad principal del ámbito andino.

Una vez elegidos (por lo general eran miembros de familias nobles que se elegían desde el nacimiento), viajaban en una procesión hacia la capital inca de Cuzco junto a los huacas (las divinidades incas) de su tierra, acompañados de figuras notables como políticos y religiosos. Cuando llegaban a la capital practicaban rituales de adoración hacia los principales dioses y algunos eran en ese momento sacrificados en honor al Sol. Aquellos que no lo eran retornaban a su lugar de origen, donde eran finalmente sacrificados luego de una celebración masiva. Según investigaciones, se cree que un año antes de que ocurriera el sacrificio los elegidos eran alimentados de forma privilegiada, se les daba chicha (una bebida alcohólica producto de la fermentación del maíz) y hojas de coca para que ingresen en estados alucinatorios. Los sacrificios se realizaban en cumbres que por lo general se encontraban por encima de los 5.000 msnm, como lo atestigua, por ejemplo, el hallazgo de la Momia Juanita en el volcán Ampato (6.288 msnm) en Perú.


Volcán Ampato, localizado al sur de Perú, fue el lugar donde se encontraron momias incaicas.

¿Por qué ocurrían en la cumbre de una montaña?

La respuesta a esta pregunta puede responderse con inmediatez, basándonos en lo que han representado las montañas para las culturas ancestrales a lo largo de todo el mundo (no encontramos esto solo en las culturas andinas sino también, por ejemplo, en las culturas de la región del Himalaya en Asia). La idea de proximidad con el cielo permite pensar en un acercamiento entre el mundo terrenal y el mundo celestial o de los dioses, que allí tenían su morada. En la cosmovisión de estas culturas la montaña representaba un punto elevado e inexpugnable que está más próximo a elementos adorados como el sol, la luna, los rayos, el arco iris o las nubes que dan lugar a la lluvia; cargando por lo tanto con un simbolismo que las hace otro plano de la realidad respecto a la realidad de los terrenos llanos. A través del ascenso se ingresaba en una nueva realidad vedada a quienes se desplazaban por la llanura y, por lo tanto, las montañas adquirían el valor de santuarios que indicaban el tránsito entre el cielo y la Tierra.

Los niños de Llullaillaco, al ser mensajeros que se dirigían a los cielos, eran sacrificados en las alturas donde tenían mayor proximidad con el mundo divino.

¿Cómo era el complejo donde se realizó la ceremonia?


Ceremonia de Capac hucha.

Se podría definir como “complejo” a un extenso camino a lo largo del volcán Llullaillaco que culmina en la cumbre, ya que es a lo largo de este camino que existen varias construcciones que pudieron haber sido funcionales para la preparación del ritual. Entre estas construcciones se destaca un cementerio que se encuentra en la base del volcán, a unos 4.900 msnm, que fue profanado numerosas veces por buscadores de tesoros. Ascendiendo unos metros a lo largo de un camino con ruinas (aproximadamente a unos 5.200 msnm), se llega a lo que se llama tambo en la cultura inca. Estas estructuras eran fundamentales para esta cultura porque allí se acopiaban alimentos y distintos materiales para la supervivencia, además de otorgar un refugio y ser fundamentales para mantener comunicado al imperio incaico en toda su extensión. Se cree que ésta era la base para emprender el camino hacia la cima, permitiendo a la procesión prepararse para el extenuante viaje hacia los más de 6.700 metros.

Otras construcciones se pueden encontrar recién en la cima secundaria del volcán, a los 6.730 msnm, donde hay dos recintos a los que se conoce como “chozas dobles”, un “paravientos” que consiste en un semicírculo de rocas y, finalmente, una serie de caminos demarcados que llevan a una estructura rectangular desde donde se realizaba la ceremonia. Allí se encontraron las tres momias y el ajuar mortuorio, a unos 6715 msnm. Esta construcción resulta visible desde la cumbre debido a que se encuentra en un promontorio que está asegurado por muros de contención para soportar las inclemencias del clima. Entre 1,5 y 2 metros de profundidad se encuentran las tumbas donde se hallaron las momias.

¿Cómo eran las momias?


Laboratorio del Museo de Arqueología de Alta Montaña. Foto: maam.gob.ar

La primera de las momias que se localizó fue la que se conoce como “El niño”, que se encontraba sobre una túnica gris y su rostro dirigía su mirada al sol. Contaba con el pelo corto y una vincha de plumas blancas sujetada por una honda. En el pecho llevaba un adorno hecho con spondylus (un molusco muy preciado por los incas), pelo de especies camélidas andinas y cabello humano. En su ajuar podían encontrarse tocados, textiles, oro, plata, spondylus, ojotas y vasijas de cerámica adornadas cuya finalidad era el transporte de agua. Se destacan unas estatuas en miniatura de llamas (uno de los animales más domesticados por los incas) confeccionadas con oro, plata y spondylus. Se cree que el niño murió debido a un edema pulmonar al ascender a esas alturas.


“La Doncella” fue encontrada con hoja de coca entre sus dientes. Foto: maam.gob.ar

La segunda es “La doncella”, que correspondía a una adolescente de aproximadamente 15 años. Se situaba al norte del niño y contaba con un tocado de plumas blancas, pintada con pigmento rojo en su rostro y con pedazos de hojas de coca en su boca. Sus características llevan a presumir que pertenecía a un sector de la clase aristocrática inca. Cuenta con un vestido marrón que llevaba ajustado a la cintura con una faja que contenía dibujos geométricos. En sus hombros lleva un manto color gris con guardas rojas que se sostiene por medio de un prendedor de plata. Su cabello estaba trenzado y en su ajuar podían hallarse jarros, platos, fajas, una vincha, un peine de cardón y estatuillas femeninas de oro, plata y spondylus. La más destacable de las estatuillas es una con láminas de plata cuya vestimenta en miniatura es semejante a la que portaba “La doncella” al momento de ser sacrificada.

La última de las momias encontradas fue la que corresponde a la “Niña del rayo”, que se encontraba sentada, con las piernas flexionadas y la cabeza en posición de mirar hacia el suroeste. El apodo refiere a que el cuerpo y su vestimenta se encuentran dañados porque un rayo ingresó a la tumba y la alcanzó. Su cabello es lacio y se encuentra peinado con dos trenzas, contando con un adorno de metal. La cubre un manto marrón con un prendedor de plata a la altura del pecho. La cabeza estaba cubierta por un manto y su cuerpo por una manta de colores claros. En su ajuar podían encontrarse elementos de cerámica, mocasines y sandalias, vasijas y estatuillas de oro, plata y spondylus. Además, contaba con un pequeño brazalete de oro batido.

¿Cómo se conservaron las momias?

Además de las condiciones climatológicas que fueron propicias para la momificación por congelación, se cree que el mantenimiento tan bueno de los cuerpos se debe a microbios que se pueden adaptar a las condiciones extremas de la cima del Llullaillaco. Estudios recientes del especialista en microbiología Steve Schmidt de la Universidad de Colorado en Estados Unidos apuntan a esta hipótesis, indicando tras un trabajo de recolección de cepas la presencia de microbios que podrían haber favorecido la conservación.

También se ha indicado que desde la extracción en su lugar original las momias han tenido un mayor deterioro que el que habían tenido 500 años en la cima del volcán, complicando el mantenimiento de las piezas.

¿Dónde se pueden ver actualmente?

    
Museo de Arqueología de Alta Montaña.

En este momento se encuentran en exhibición en el Museo de Arqueología de Alta Montaña en la provincia de Salta, Argentina. Las momias se conservan en cápsulas de crio-preservación que intentan emular las condiciones de donde fueron extraídas. De esta forma se reduce el oxígeno y el ambiente es estable, en temperaturas de -20 °C. Además, también se expone el material correspondiente a los ajuares mortuorios.