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Antonio Machado, miembro de la Generación del ’98 y autor de Campos de Castilla.
Machado junto al gran amor de su vida, Leonor Izquierdo, que murió poco después de la publicación de Campos de Castilla.
Henri Bergson, una de las principales influencias de los escritos de Machado, al que retomaría más tarde en su vida con sus estudios en filosofía.
Portada de una edición de 1903 de Soledades, primer libro de poesía de Machado.

Campos de Castilla



Obra trascendental de la Generación del ´98, este texto de Antonio Machado contiene pasajes líricos que ilustran el paisaje de una determinada época y su situación social. Además de continuar vigente hasta nuestros días, fue vital para influenciar a la poesía de comienzos del siglo XX.

Hablar de Campos de Castilla es remontarnos a través de la poesía a los parajes de la España de finales del siglo XIX pero, no obstante, siempre haciendo referencia a una España mucho más antigua y sus paisajes, aludiendo a la naturaleza como un elemento indispensable de su obra. Aquí pueden apreciarse varias de las características que corresponden a la Generación del ´98 y resulta importante comprenderla junto al Modernismo y las rupturas que ya comenzaba a plantear su autor, Antonio Machado (1875 – 1939) respecto a obras anteriores.

La obra


Portada de la primera edición de Campos de Castilla.

La primera edición de Campos de Castilla aparece en el año 1912, antes de la muerte de su esposa Leonor Izquierdo Cuevas (1894 – 1912); una segunda edición recuperaría algunos trabajos que habían sido descartados en aquella edición, en el tomo de Poesías completas aparecido en 1917. Fue para esta segunda edición que consagró su trabajo poético, además de dar a conocer textos que resultaban inéditos hasta ese entonces, conformando la edición definitiva de la obra.

Temáticamente, Campos de Castilla hace referencia al Problema de España (uno de los rasgos predominantes en la Generación del ´98), utilizando como símbolo a la Castilla descripta en su obra para referirse al pasado, presente y futuro de su país. El acercamiento a los paisajes de Castilla es uno de los ejes que sobrevuela a lo largo de toda la obra y uno de los rasgos por los cuales es elogiada la belleza poética de sus descripciones. Mientras que en primera instancia tiene una visión objetiva, que se traduce en una minuciosa descripción desde un cientificismo típico del Regeneracionismo; en segunda instancia el paisaje también refiere al pasado histórico de Castilla y su presente, expresando también las problemáticas que se vislumbraban en ese momento (como se suele ejemplificar con el caso de “Una España Joven”).

Otro núcleo temático está vinculado a inquietudes existenciales, uno de los rasgos que definían a esta generación literaria. En particular la muerte y el amor tienen protagonismo a través de aquellos poemas que están dedicados a Leonor, mientras que la religión es referenciada en poemas como El Dios Íbero y aparecen pensamientos expresados en forma de proverbio a lo largo de toda la obra, abarcando temas como política o arte. En este caso, Machado también se vale del paisaje, pero en lugar de simbolizar a Castilla ilustra las realidades íntimas del autor. Esto último puede apreciarse particularmente en Campos de Soria (donde también aparece el Problema de España) y, por ejemplo, en el poema A un olmo seco, que si se lee teniendo en cuenta el dolor que generó en el autor la muerte de Leonor, adquiere un nuevo significado, particularmente en los versos finales (“Mi corazón espera / también, hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera.”)


El río Duero, en el que se inspiró Machado para hacer uno de los poemas más recordados de su obra: A orillas del río Duero.

En particular, la naturaleza tiene un papel preponderante en la construcción temática de los poemas. La connotación que despierta cada árbol encierra un significado sobre el cual Machado vuelve con constancia, no solo a lo largo de Campos de Castilla sino en el conjunto de su obra. Esto puede verse en la identificación del olmo como un elemento contemplativo que refiere tanto a los recuerdos de infancia como a la madurez; al roble, como un elemento identificado con la tradición noble y guerrera; al limonero o al naranjo, como un arbusto identificado con la infancia y el juego; o el pino, al que se lo puede vincular con la búsqueda de absoluto o inmensidad.


En los poemas de Machado el roble refiere tanto a la infancia como a la vejez.

Otro elemento característico de la obra de Machado es el uso del color. A menudo utiliza verbos como “verdear” o “azulear” que son recurrentes para indicar una característica del paisaje y estados de ánimo, mientras que también es constante el uso de una sustantivación de colores que actúan de la misma forma: “montañas de violeta” o “tornasoles de carmín” son dos buenos ejemplos. Lo mismo ocurre con adjetivaciones que a simple vista parecen erróneas, a pesar de encontrarse en algunos casos aceptadas como la palabra “verdinoso”. En todo caso, es en el uso de los colores en su poesía donde advertimos un quiebre respecto al simbolismo, pero también asociaciones universales a colores que Machado exalta con lirismo.

El autor

Antonio Machado nació en Sevilla el 26 de julio de 1875, se desplazaría luego a Madrid con su familia a raíz de que su abuelo, Antonio Machado Núñez, fuera nombrado profesor en la Universidad Central de Madrid. Se formó educativamente en esa ciudad y en 1899 realizó un viaje significativo a la ciudad de París con su hermano, Manuel Machado, también miembro de la Generación del ´98. Allí asistió a las clases del filósofo francés Henri Bergson (1859 – 1941), que dejarían impresión en la concepción de su obra literaria, además de encontrarse con otros futuros miembros de la Generación del ´98 como Pío Baroja y autores como Oscar Wilde. Al retornar a Madrid finaliza el bachillerato y comienza una breve carrera de actor, además de publicar sus primeros poemas en la revista modernista Electra. En el año 1902 viaja nuevamente a París, donde se encuentra con el nicaragüense Rubén Darío (1867 – 1916), referente ineludible del Modernismo que influyó a la Generación del ´98. En el año 1903 publica su primer libro de poesías, Soledades.

Si bien había llevado una vida bohemia, en 1905 decide abandonarla para conseguir empleo a raíz de la muerte de su abuela. De esta forma en 1907 comenzó a impartir clases en el nivel secundario y expandió su primer libro que publicaría bajo el nombre de Soledades, Galerías y Otros poemas. Mientras ejercía como catedrático de latín y griego en el instituto de Soria conoció a Leonor Izquierdo, con quien se casaría dos años después. A raíz de una tuberculosis el matrimonio no se extendería demasiado tiempo, en 1912 Leonor muere a raíz de la enfermedad, dejando sumido al autor en una profunda depresión. Ese mismo año publica la que sería su obra maestra, Campos de Castilla, y luego pide ser trasladado a la ciudad de Baeza para continuar su carrera como docente allí.

En el año 1919 se traslada a Segovia, donde será parte de un ambiente cultural movilizado por el interés de difundir el arte en las clases que tradicionalmente eran apartadas del mismo. Producto de esto imparte francés en el instituto de Segovia hasta el año 1932. Comienza a escribir textos en prosa y al mismo tiempo corteja a una mujer casada a la que alude en sus poemas con el nombre de Guiomar. Tras su estancia en Segovia se traslada a Madrid, donde lo sorprende la guerra civil española y, debido a sus ideas republicanas, se ve obligado a trasladarse a Valencia donde permanece hasta 1938. En ese período publicó La guerra y escribió numerosos artículos en el diario La Vanguardia, en ese momento un portavoz de la causa republicana. Huyendo de la ocupación de la ciudad se traslada primero a Barcelona, junto a su madre, y luego se dirige a Colliure, en Francia, donde muere gravemente enfermo el 22 de febrero de 1939. Dos días después, fallece su madre.


Tumba de Antonio Machado en Colliure, Francia.