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Retrato de Johann Beckmann. Fue la primera persona en enseñar tecnología, y escribió sobre ella como una materia académica.

Filosofía de la tecnología



Desde la revolución científica, la tecnología reconfiguró tan profundamente los mecanismos sociales que la filosofía la haría objeto de sus reflexiones; tímidamente primero y actualmente como una necesidad. A medida que fueron apareciendo problemáticas y enfoques distintos, surgirían nuevas disciplinas filosóficas y, entre ellas, una de las más recientes: la filosofía de la tecnología.

DEFINICIONES E HISTORIA

El naturalista, economista, agrónomo germano y escritor científico Johann Beckmann comenzaría a utilizar en 1777 la palabra "tecnología"; la misma habría surgido del ambiente de la industria y la ingeniería. En un principio las tecnologías se clasificaban dentro del grupo constituido, además, por las ciencias básicas y las ciencias aplicadas. Actualmente sería erróneo utilizar una definición tan tajante cuando hablamos de tecnologías ya que tanto una como otra se retroalimentan.

Finalizando el siglo XX algunos intelectuales comenzarían a tratar de definir a las tecnologías a fin de comprender sus efectos, pues la misma ya formaba parte ineludible de lo cotidiano. Así las cosas, Mario Bunge definió a la tecnología como la "técnica que emplea conocimiento científico". En tanto, para Everett Rogers, es la "práctica de organizar el diseño, construcción y operación de cualquier artificio que transforme el mundo físico y social alrededor del hombre, para satisfacer alguna necesidad reconocida". Por su parte, Joseph Mesthene define a la tecnología como el "conocimiento con propósitos prácticos, el uso de herramientas para alcanzar objetivos específicos". Finalmente, con el comienzo del siglo XXI, Joseph Pitt acuñaría el término-concepto tecno-ciencia pues, para él, la tecnología es la "humanidad trabajando... la actividad humana y su uso deliberado de herramientas...".


Los juicios éticos no son aplicables a la tecnología, sino al uso que se hace de ella. Cuando la tecnología está bajo el dominio del lucro, se utiliza principalmente para el beneficio monetario, lo cual puede generar prejuicios subjetivos hacia la tecnología en sí misma y su función.

Sería a finales del siglo XIX, en el año 1877, cuando Ernst Kapp utilizaría en su obra, por primera vez, la "categoría" filosofía de la tecnología. Este ingeniero y docente consideraba que los instrumentos técnicos eran proyecciones, es decir, una extensión de los órganos humanos y, por lo tanto, era necesaria una reflexión filosófica ante ellos.

Ya desde Platón y Aristóteles se había producido una fractura entre técnica y filosofía -tekné y espisteme, poiesis y praxis- que no se resolvería hasta nuestros días. La filosofía daría mayor importancia al "saber qué" que al "saber cómo". El conocimiento predicativo, el teórico, pasaría a ser más importante que el conocimiento operativo o empírico, es decir, la doxa o práctica. Ya desde este primado de la teoría, el prejuicio humanista contribuyó a crear una separación cada vez más notoria entre técnica material y teoría, dejando a la primera supeditada a esta última; y más aún cuando la teoría contribuía al éxito en la guerra gracias a estrategias teóricas, como sería el caso de la aplicación de los conceptos de Arquímedes en la expansión alejandrina.


Platón y Aristóteles según la representación hecha por el artista renacentista Rafael Sanzio. En la "República", Platón ve a la téchne como la base para el adecuado gobierno de la ciudad. En la "Ética a Nicómaco", Aristóteles describe la téchne como una de las cuatro formas de conocer el mundo.

Pasaría medio siglo hasta que finalmente surgieran estudios analíticos sobre el uso de tecnologías. En 1927 Friedrich Dessauer postulaba que las tecnologías eran una aproximación a las soluciones ideales. Con todo, quien haría el primer estudio profundo sería José Ortega y Gaset en su obra de 1939, Meditación a la técnica. Este filósofo diría que el hombre es un ser técnico determinado biológicamente pero no culturalmente; le daría así a la técnica una interpretación existencial. En sus propias palabras, el hombre sería "el ser para el cual lo superfluo es necesario".

En 1954 Martin Heidegger en "La pregunta por la técnica" establece, teniendo en cuenta la física moderna, que la ciencia tiene un carácter esencialmente tecnológico; va a decir que la naturaleza se revela en la ciencia por los procesos energéticos de los artefactos tecnológicos.


Fotografía de Martin Heidegger. Este filósofo alemán tenía una óptica un tanto pesimista acerca del rol de la tecnología como eje central de la vida moderna.

Sería recién en el último tercio del siglo XX que los filósofos tomarían en serio reflexionar sobre el papel que cumple la tecnología en la sociedad. En 1965 se realiza la primera reunión académica, "Filosofía de la tecnología". Entre los estudiosos se encontraría Mario Bunge. Asimismo, hacia 1975 y 1977 se realizarían congresos al respecto encabezados por Paul Durbin.

En 1983 se crea finalmente la Sociedad de Filosofía y Tecnología. En esta sociedad se integran las perspectivas alemanas, francesas y norteamericanas por afinidades conceptuales y valorativas generales. Los norteamericanos tomarán la corriente fenomenológica de Martin Heidegger y bajo su ala surgirán nombres como los de Herbert Marcuse, Jürgen Habermas y John Dewey.


Fotografía de John Dewey hacia 1902.

CORRIENTES DE PENSAMIENTO

A medida que la tecnología fue avanzando e integrándose a la cotidianeidad social, los debates fueron haciéndose cada vez más intensos y la filosofía de la tecnología decantaría en dos corrientes bien diferenciadas: la humanista y la analítica.

Los representantes que encabezan la corriente humanista serían Martin Heidegger, Jacques Ellul y Carl Mitcham. Estos pensadores postulan que la técnica contribuye a la construcción del hombre como un objeto, ya que la mirada sobre sí es material; presentan como deseable la primacía de las humanidades sobre la técnica. Su actitud es una crítica cultural y social; se la puede considerar hasta anti-tecnológica: abunda en especulaciones sobre el impacto y la naturaleza de la tecnología enfatizando en una valoración ética negativa.


La sociedad se ha adaptado perfectamente a la era digital, y gracias a esta nueva revolución tecnológica se crearon nuevas industrias y nuevas palabras para describirlas, ya que se carecía de los términos adecuados. Ahora, con un nuevo lenguaje, las relaciones sociales se reconfiguran.

En cuanto a la corriente analítica, Friedrich Rapp es quien acuña este nombre en 1978 e integrará el grupo de quienes pertenecen a esta rama junto a Hans Lenk, Walther Zimmerli y Mario Bunge. La filosofía analítica es pro-tecnológica, es decir, presenta una tecno-filia filosófica y su esencia, podríamos decir, es la exaltación de la acción racional. Algunos lo ven como un tratamiento descriptivo, teórico, sistemático y riguroso, cuyo objetivo es la naturaleza misma de la tecnología ante una supuesta neutralidad de la misma; afirman que todos los problemas que origina tienen una solución en la investigación científica y tecnológica.

La naturaleza de la corriente analítica tal vez se deba a que la mayoría de sus miembros proceden del campo de la ingeniería y las ciencias exactas, por los que no están imbuidos del prejuicio tradicional que la filosofía clásica esgrimía contra la técnica. Mario Bunge dirá que "Los científicos y los tecnólogos elaboran reglas sobre las bases de la teoría científica y los técnicos aplican dichas reglas". Por lo tanto, la tecnología sería una ciencia aplicada y que, en definitiva, posee reglas tecnológicas derivadas de las leyes científicas máximamente racionales.


La introducción de nuevas tecnologías modifica y reemplaza varias de las funciones del hombre, y cuando los cambios son suficientemente generalizados pueden modificar también sus propias relaciones humanas, generando incluso un nuevo orden social.

En síntesis, para la corriente analítica, la tecnología es una forma derivada del conocimiento científico que representa la excelencia; en tanto, para la corriente humanista, los artefactos estarían por sobre los valores humanos si no existe una subordinación de éstos a las humanidades.

Con el paso del tiempo y el desarrollo tecnológico existen tantas filosofías de la tecnología como corrientes filosóficas. Entre ellas se encuentra la tradición analítica anglo-americana que pone énfasis en la inteligencia artificial, la tradición fenomenológica europea-continental que se interesa por las vivencias existenciales de los usos técnicos en la cotidianeidad, la aristotélico-tomista, marxista, entre muchas otras.


A través de disciplinas como la informática, la lógica y la filosofía, la inteligencia artificial estudia la creación y diseño de entidades capaces de razonar por sí mismas utilizando como modelo la inteligencia humana.

RAMAS DE LA FILOSOFÍA DE LA TECNOLOGÍA

Tomando la clasificación de Mario Bunge, las dimensiones relacionadas con los problemas filosóficos de la tecnología pueden abordarse desde las siguientes aristas:

Tecno-epistemología

La tecnología comparte con la ciencia un conjunto de hipótesis realistas sobre la naturaleza y el alcance del conocimiento.

El tecnólogo moderno es un realista crítico, a veces pragmático e instrumentalista, de acuerdo a su actitud frente a la realidad; la realidad es la totalidad de los recursos y el conocimiento fáctico es un medio para controlar el fragmento de realidad que le interesa.


Nadie puede desconocer que una de las características distintivas de nuestra época es la influencia creciente de las tecnologías en la vida de las personas y la sociedad en general.

Tecno-metafísica

Comparte la ontología científica y a la vez crea una ontología tecnológica.

Para la ontología científica, existe un mundo exterior al sujeto cognoscente y actuante.

La ontología tecnológica se divide en general y en tecnologías especiales. Para la ontología tecnológica general, el hombre, con ayuda de la tecnología, puede alterar ciertos procesos naturales o sociales en forma deliberada y planificada. La realidad está conformada por objetos naturales, objetos sociales y objetos tecnológicos, cada uno con sus propiedades y leyes. En tanto, para la ontología de tecnologías especiales, la ingeniería química, la agronomía, la veterinaria y la administración presuponen y favorecen a las distintas áreas gracias a la técnica.

Tecno-axiología

Toda acción humana está orientada hacia los valores y por ellos. El tecnólogo los divide en útiles e inútiles, ya que valora más los artefactos que los recursos. Le da al filósofo un lugar para analizar escalas de valores concretos, no a priori.


Si bien debemos reconocer que la tecnología presta un invaluable servicio a nuestra sociedad, también debemos observar que vivimos en un mundo predominantemente artificial, y que para la sociedad actual es inconcebible una vida sin el uso de las tecnologías.

Tecno-ética

Mario Bunge entiende por tecno-ética al estudio de los códigos morales inherentes a las diversas ramas de la tecnología. En este sentido, toda praxis humana es criticable a la luz de principios éticos y legales. Los principios éticos nacen no de la tecnología, sino de ciertas religiones, ideologías y filosofías surgidas en las sociedades industriales.

Tecno-praxiología

Su objeto de estudio es la acción guiada por la tecnología.

A MODO DE CONCLUSIÓN

La filosofía de la tecnología, si bien es una nueva disciplina filosófica, parece ser tan inevitable como el mismo fenómeno tecnológico. Aunque ignoremos a la reflexión filosófica, ésta se encuentra presente en nuestra cosmovisión, nuestra manera de construir el mundo.

Cada vez son más los científicos y tecnólogos que reflexionan filosóficamente pues, tal vez, las actuales tecnologías vinieron para quedarse y parece ser que ya no sabemos vivir sin ellas. El impacto tecnológico puso al hombre al borde del abismo; quizá vaya siendo hora de que se consideren cuidadosamente las opciones que se le presentan al ser humano a la hora de definir el mundo en el que realmente quiere vivir.