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Antigua portada de una de las obras de la "Poética" de Aristóteles.
En la obra de Aristóteles se hace una caracterización general de las artes. Allí, el filósofo afirma que "todas vienen a ser, en conjunto, imitaciones. Pero se diferencian entre sí por tres cosas: por imitar con medios diversos, o por imitar objetos diversos, o por imitarlos diversamente".
Busto de Aristóteles, según una copia del siglo II de una escultura de Lisipo.

La poética de Aristóteles



Aristóteles -junto a Horacio y Platón, entre otros- forma parte de las máximas autoridades que serían los pilares fundamentales del pensamiento de Occidente. En esta ocasión abordaremos uno de sus trabajos menos difundidos en el mundo académico de las ciencias duras: una incursión por el mundo de la poética, el arte.

INTRODUCCIÓN

Generalmente este filósofo es conocido por aquellas obras que versan sobre conocimientos matemáticos y temas filosóficos fuertemente asociados a la lógica; su Poética es estudiada en todo ámbito en el que la estética es parte fundamental de la formación, es decir, en todas las ramas del arte.


"Aristóteles contemplando el busto de Homero". Óleo de Rembrandt, 1653.

Aristóteles revaloriza la función del arte en la vida de los seres humanos. Para él, la pintura, la escultura, la poesía, la epopeya, la tragedia o la comedia, entre muchas otras, son formas de imitación de los sucesos de la vida y de la fuerza creadora de la naturaleza. Los seres humanos ven reflejados en la tragedia sus sentimientos, se identifican con sus personajes y, de esa manera, purifican sus emociones, gracias a la catarsis, a la descarga de sus pasiones. En otras palabras, las personas liberan sus sentimientos y sienten placer; el alma recupera el equilibrio perdido. La diferencia que presenta Aristóteles con su maestro Platón es que para él el Mundo de las Ideas no existe, por lo tanto, las cosas bellas están en el mundo que habitamos.

Y este mundo funciona según determinados mecanismos que pueden verse en el teatro, y que tan magistralmente los presenta el filósofo.

EL CONCEPTO DE PERIPECIA Y ANAGNÓRISIS

La palabra peripecia proviene del griego περιπέτεια (peripétia) y Aristóteles la define en el capítulo XI de su Poética de la siguiente manera: "El cambio de un estado de cosas a su opuesto, el cual concuerda con la probabilidad o necesidad de los acontecimientos". Todo relato, en otras palabras, incluye este detonante para la acción.

En tanto, la palabra anagnórisis procede del griego αναγνώριςισ. La terminación gnórisis proviene del latín gnocere, que significa "conocer", y la traducción literal del concepto de anagnórisis es "dejar de ignorar", aunque se utilice siempre como reconocer. Así lo define Aristóteles en el capítulo XI de su Poética: "Un cambio de la ignorancia al conocimiento, y así lleva al amor o al odio en los personajes signados por la buena o la mala fortuna".

La anagnórisis es el instante en la tragedia clásica griega en que ocurre ese momento crucial cuando todo se le revela y se le hace claro al protagonista. Esta revelación es por lo general siempre dramática.


Máscaras romanas de la tragedia y la comedia. Aunque son romanas y del siglo II, es probable que se asemejen a las utilizadas en el teatro griego para designar los "caracteres".

Con todo, Aristóteles realiza una clasificación en su Poética sobre los distintos tipos de reconocimiento:

1. Signos o señales.

2. Repentinos.

3. A través de la memoria, que despierta la conciencia de un hombre por algo que ha visto.

4. Por razonamiento.

5. Erróneo por parte del público, que surge de un razonamiento equivocado por parte del espectador.

6. Por los incidentes mismos.

Se necesita leer varias veces este texto para ir descubriendo la brillantez en los conceptos esenciales de poética que continúan teniendo validez. Para comprenderlo, se debe en entender el concepto de mímesis, de imitación, que Aristóteles le da a toda obra.

Para el filósofo, el héroe o protagonista de la fábula no constituye lo principal, porque la acción o mito es lo esencial a la tragedia, pero es necesaria su participación ya que de él se desprende tanto el pensamiento como el carácter; de ambos deriva indefectiblemente la acción.

IMPORTANCIA DEL PERSONAJE TRÁGICO Y LA ACCIÓN

Aristóteles es reiterativo en cuanto a la importancia de la acción. De esta manera, el héroe trágico es desplazado en el relato para que surjan la felicidad y la desventura humanas que les ocurre a cierto tipo de seres humanos por ciertas decisiones y acontecimientos consumados. Él establece que la felicidad es cierta acción y en Poética lo reitera; la felicidad no es ni una tendencia ni un producto o consecuencia. Con todo, el entramado y la composición de la tragedia se ordena a la representación de una vida o acción que se inserta en el ámbito de las cosas y los sucesos que podrían acontecer para la felicidad o la desventura. Uno de los principales axiomas de la Poética de Aristóteles establece que el poeta es el creador de una acción más que de un personaje. Al representar acciones, el poeta requiere del héroe o del protagonista porque la felicidad es algo que sobreviene a quien ejerce acciones, algo que sucede al que actúa y que, a consecuencia de su carácter e ideología, resulta en éxito o en fracaso.


"El ciego Edipo encomendando sus hijos a los dioses", obra de Bénigne Gagneraux, 1784. Las vicisitudes que este personaje emblema de la tragedia griega debe soportar son desarrolladas magistralmente por Aristóteles para establecer las pautas de su "Poética".

Hasta el capítulo XIII Aristóteles devela la estructura de una tragedia técnicamente perfecta. Ya en el capítulo VII había definido la tragedia de un modo general, y en el IX redondeó la definición incluyendo la catarsis, la compasión y el temor como elementos intrínsecos de ella; pero es en el XIII en el que presenta la técnica de estructuración perfecta para que el héroe trágico consienta el protagonismo del relato y con ello germine la perfección de la acción trágica.

Aristóteles dirá que hay que estructurar el relato presentando al personaje con cierta cordialidad natural para que el público se apegue al héroe y a lo que le sucede. El nuevo concepto de héroe trágico en la Poética trata, en otras palabras, de un personaje artístico sujeto a las reglas de la poesía y éste queda supeditado a un mundo de imágenes y visiones cuyo único sentido lo aporta la necesidad del relato o la acción.


"Eneas saliendo de Troya", obra de Federico Barocci, 1598. La tragedia griega como mímesis; es decir, como imitación de la condición humana.

El personaje de la poesía, y con él, el héroe trágico, es un personaje; no es un individuo atado a las contingencias del tiempo sino que se trata de un tipo de ser humano, de una vida feliz o desgraciada que ocurre a cierto género de seres humanos, cuyo éxito o fracaso no sucede cabalmente por sus méritos ni por su culpa sino por las limitaciones y flaquezas a las que está atada la existencia humana en general. Puede decirse, de alguna manera, que éste es un títere del destino.

POESÍA E HISTORIA

El historiador y el poeta no se diferencian por decir las cosas
en verso o en prosa [...]; la diferencia está en que uno dice lo
que ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder. Por eso
también la poesía es más filosófica que la historia; pues la
poesía dice más bien lo general y la historia, lo particular.

ARISTÓTELES, POÉTICA 1451B-5

Uno de los puntos más conflictivos de la Poética es el sentido que se abre en cuanto al concepto de poesía, en especial la tragedia, como que es filosófica y enuncia lo universal. Además, suele entenderse este aspecto filosófico de la tragedia como cognitivo.

A diferencia del relato histórico de un conflicto específico y de los acontecimientos violentos concretos que se relacionan con él, la tragedia convierte el caso trágico particular en todo un arquetipo de acción y de carácter, permitiendo que el sentido de la obra trágica no quede limitado a una acción singular y asuma un alcance universal.

La mímesis trágica traslada la acción hacia lo mítico y lo legendario, exponiendo los hechos como pudieron haber sido debido a su naturaleza ficticia. Esta operación, paradójicamente, no impide la comprensión de los acontecimientos violentos y destructivos, sino que posibilita una aproximación edificante y consciente al problema de la violencia. De todas maneras, indagamos sobre si la poesía trágica permite, efectivamente, estar al tanto y entender las acciones violentas en un sentido más profundo o conveniente que la historia. Para poder responder en parte a esta interrogante es necesario el análisis aristotélico al respecto.


Imagen alusiva a la famosa Guerra de Troya. Es a través de la "Ilíada" homérica que Aristóteles expone toda una metodología de la tragedia, a la cual otorga la supremacía en el arte poético, explorando su esencia y finalidad.

Extrayendo parte de sus escritos, observamos que la narración histórica informa y describe los pormenores; proporciona datos precisos. El poeta, en cambio, sitúa la acción bélica desde el punto de vista helénico.

La naturaleza misma de la narración histórica dificulta la identificación o el involucramiento emocional del lector con los acontecimientos y con los protagonistas, pero no los excluye ni los impide continuamente. Efectivamente, algunos creen de manera indudable que la historia se repite y piensan que el saber histórico proporciona una experiencia que puede constituir una lección para el futuro de la sociedad.

Para Aristóteles, Jerjes y Edipo representan tipos humanos y, en ese sentido, son universales. Aunque no representen a la humanidad en su totalidad, los caracteres trágicos constituyen modelos, más específicamente, modelos arquetípicos.


Aquiles venda el brazo de su amigo Patroclo. La gran epopeya de Homero le permitiría a Aristóteles suponer que la caída del héroe trágico debería ser necesaria, porque de un lado se puede admirar la grandeza (se trata casi siempre de un personaje ilustre, y poderoso) y, como espectadores, obtener un beneficio a partir de la historia.

La paidea trágica fue posible gracias a que el drama y sus espectadores pertenecían a un mundo determinado: el mundo de la polis clásica, con su lenguaje, su tradición mítica y sus valores más o menos compartidos.

Las semejanzas y las diferencias que pueden verse entre el tratamiento histórico y el poético de un mismo acontecimiento y de hechos relacionados, son insuficientes para establecer con certeza el sentido en que la tragedia es más filosófica que la historia. La inteligencia, sensibilidad e ironía de los grandes trágicos produjo esa extraordinaria obra de arte que los griegos llamaron tragedia: una mímesis poética de la vida y de la acción humana cuya belleza y plasticidad aún nos conmueve. Este hecho construye en quien contempla un verosímil, la idea de que se dijo a través de ella una verdad.

No existe seguridad en que para Aristóteles la mímesis poética fuera considerada como una fuente de aprendizaje. El único sentido universal que los griegos pudieron haber reconocido a los héroes y personajes trágicos era su condición vulnerable y mortal, irremediablemente expuesta a la equivocación, el dolor y la muerte.


Teatro de Taormina, antiguo teatro griego ubicado en la localidad siciliana de Taormina, en Italia.

A pesar de su esencia ficcional o gracias a la misma, algunas tragedias aportan una comprensión profunda de las situaciones destructivas, los problemas humanos y la violencia. De todas maneras, se presenta a dudas que la clase de entendimiento que las tragedias nos brindan corresponda a un conocimiento sobre la condición humana universal.

La poesía trágica aporta un conocimiento, pero necesariamente se llega a la conclusión de que constituye un saber distinto del teórico o universal. Aun aceptando que los dramas trágicos brinden una comprensión profunda de nuestra naturaleza vulnerable y mortal, tampoco es prueba fehaciente de que la interpretación poética de los acontecimientos y de las acciones humanas violentas, junto con el entendimiento que nos aporta, superen la comprensión y el conocimiento que la historia nos aporta.


Representación imaginaria de Horacio, el principal poeta lírico y satírico en lengua latina. Escribió su propia "Poética"; allí la influencia aristótelica es notoria.

LOS ESTUDIOS CULTURALES

La Poética no solo abre sentidos en el mundo literario o histórico: algunos filósofos, si bien la incorporan como parte de la teoría literaria en lingüística, y conjuntamente a la estética filosófica, desde la hermenéutica se toma el concepto de enunciación, volcándose a la reflexión de temas culturales. Constituye un punto de partida válido para estos intelectuales.

Dos representantes de dicha tendencia son Hans-Georg Gadamer, desde la tradición filosófica alemana, y Paul Ricoeur, en su vertiente formal, estructural, semántica y narrativo-lingüística, junto a sus estudios de la recepción.


Vista panorámica de la Acrópolis de Atenas.

Hans-Georg Gadamer va a tomar el concepto de mímesis como un modelo de la descripción del mundo, como un giro lingüístico en el que esa ficción, esa re-presentación, abre un mundo que se crea a partir de una totalidad de sentido.

Y esto se debe a que mímesis y mythos van de la mano, pues el placer trágico, la catarsis y el efecto sobre el espectador que se produce por el reconocimiento tienen que ver con ello; no puede producirse esa catarsis si la obra no resulta verosímil. Esto último implicaría que la obra de arte no solo es un hecho creado sino que crea, es una apertura de sentidos, es decir, la mímesis construye y ordena el mundo, crea universos de sentido.

Paul Ricoeur especifica esto como una reconfiguración del relato; en otras palabras: el relato crea una realidad. Esto podemos comprenderlo mejor, por ejemplo, analizando la presentación de determinados acontecimientos desde diferentes discursos (enunciaciones); ante un mismo hecho se construyen diferentes realidades, las percepciones son diferentes.


Imagen de las Cariátides de la Acrópolis, vestigios de la antigua Atenas.

En definitiva, la construcción de los mitos con los que convivimos parte de relatos que presentan realidades diversas. El ser humano es un ser que construye su mundo a través del lenguaje y éste estructura su realidad. En palabras de Aristóteles: "La "poiesis" del lenguaje procede de la conexión entre" mythos" y "mímesis"".

Así las cosas, podemos decir que vemos transformado nuestro mundo por el mythos, pero éste depende asimismo de la mímesis que vincula al texto, cierto discurso, con una realidad construida; nuestros relatos construyen la realidad.