Los parques científicos y tecnológicos (PCT) constituyen una de las formas más comunes, pero también más controvertidas, de los proyectos actuales en las políticas de innovación a nivel mundial.
Desde que se pusieron en marcha los primeros proyectos en esta dirección en los años cincuenta y sesenta, en países como Estados Unidos e Inglaterra, su popularidad ha crecido en todo el mundo. Hoy es común ver la actividad de promotores de parques y gobiernos de toda índole que intentan reproducir el éxito del Silicon Valley en California, o de Cambridge en el Reino Unido, creando infraestructuras físicas que faciliten la transferencia de conocimiento entre centros de investigación y empresas.
La idea de los PCT cobró fuerza en Latinoamérica en forma tardía. Incluso en algunos países como Perú aún no hay ninguno en funcionamiento; en otros, como Colombia, el primero (en Antioquía) se inauguró en 1998. Pero a pesar del retraso la conversión ha sido radical. Solo 20 años han sido suficientes para poner en distintos estadios (funcionamiento, implementación o desarrollo) 150 parques, de los cuales la mayoría fueron puestos en operatividad después del año 2000.
A pesar de esto, las condiciones de instalación y el entorno parecen muy alejadas de aquellas que permitieron el éxito de los primeros parques. Incluso la literatura científica marca sus dudas al respecto, o directamente los declara inviables los PCT en áreas periféricas y en países emergentes. Sin embargo, está conclusión parece apresurada pues se está hablando sobre un tema del que no existen estudios comparativos de viabilidad e impacto económico.
Pero ¿qué es un PCT?
La oferta de espacios físicos adecuados para instalar centros de investigación, es fundamental para que los PCT prosperen.
Aunque su popularidad crece, los especialistas no han llegado todavía a una definición global. La mayoría de los académicos coincide en hablar de una iniciativa, generalmente pública, de creación de un área geográfica delimitada con el objetivo de implantar allí un centro de desarrollo y aplicación de actividades científicas y tecnológicas, que promueva y albergue instituciones de investigación (en numerosos casos asociadas a universidades del entorno) y empresas intensivas en conocimiento, entre las que se estimula y produce la transferencia de conocimiento. Esta transferencia se da principalmente dentro del área del parque y en su entorno, pero también con instituciones de investigación y empresas localizadas fuera de él.
Se busca estimular esta transferencia apelando a una gestión activa del área valiéndose de profesionales especializados y de la oferta de espacio físico y servicios básicos para la instalación de centros de investigación y empresas de servicios de alto valor agregado.
El objetivo final de toda esta actividad es la generación de crecimiento económico sostenible en el largo plazo en el territorio en el que se instala el PCT.
ELEMENTOS DE LOS PCT
Un componente destacado es el flujo constante de conocimientos entre empresas y centros de investigación.
Los elementos esenciales de un PCT son:
El componente tecnológico lo aportan las empresas, universidades y centros de investigación intensivos en conocimiento y que desempeñan actividades tecnológicas de carácter avanzado. La presencia de flujos de cooperación tecnológica se deriva de la ubicación de empresas y centros de investigación avanzados respecto de la investigación e innovación, en sectores productivos cercanos en un espacio geográfico reducido.
En estas condiciones se genera un ambiente de innovación que facilita la transmisión de conocimiento entre los mismos centros de investigación, entre las empresas, y entre los centros de investigación y las empresas. Los PCT se caracterizan por una alta densidad de flujos y redes entre investigación y empresas. Los flujos y redes de innovación contribuyen a crear otro elemento esencial de los PCT: la utilización de los parques como centros de incubación para el desarrollo de nuevas empresas de base tecnológica. Los PCT deben generar, pues, un medio social, recursos tecnológicos y modelos organizativos, así como de gestión, para la transformación constante de ideas e innovaciones de base científica y tecnológica en nuevas empresas.
Finalmente, al ser también parte de las estrategias de desarrollo regional, los PCT tienen que contribuir a incrementar la capacidad tecnológica y científica de las empresas en el entorno geográfico donde se sitúan. Esto conlleva la presencia de flujos científicos y tecnológicos más allá de los límites físicos del parque, y la contribución a la creación de empresas innovadoras y de empleo de altos niveles de cualificación en sectores avanzados, reforzando los sistemas locales y regionales de innovación.
PCT en América Latina
La regionalización de las políticas de innovación ha contribuido a la aceleración del proceso de instalación de los PCT en América Latina.
Los inicios de los PCT en América Latina se remontan a los tres últimos lustros del pasado siglo, iniciándose con el Programa Brasileño de Parques Tecnológicos, de 1984. Durante este período las iniciativas estuvieron principalmente ligadas a políticas de carácter industrial, por lo que los parques de carácter realmente científico y tecnológico promovidos durante este tiempo fueron escasos. Lo más habitual fue la promoción de parques de negocios con un componente tecnológico, como el caso de Zonamérica, zona franca en Montevideo (Uruguay) creada en 1990, o de parques industriales y empresariales con áreas tecnológicas, como es el caso del parque industrial y empresarial de Curauma en Valparaíso (Chile), creado en 1997, con un edificio tecnológico promovido por la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), organismo gubernamental de emprendimiento e innovación.
Desde principios de este siglo el impulso a las políticas de PCT ha sido mucho mayor, debido tanto a la firme inserción de los PCT en las políticas de ciencia y tecnología en toda América Latina como a un proceso de regionalización de las políticas de innovación. Frente a los primeros PCT latinoamericanos, siempre promovidos por gobiernos centrales o federales, muchos de los más recientes han sido iniciativa de Estados y municipios (aunque a menudo sigan siendo financiados en parte por el gobierno central, así como por organismos internacionales como el Banco Mundial e instituciones de carácter local, como universidades y asociaciones de empresarios). La mayoría de los PCT identificados están orientados a actividades de ciencia y tecnología, concretamente desarrollo de software, telecomunicaciones, manufacturas electrónicas y a los servicios técnicos de ingeniería.
Brasil y México, puntales en la materia en Latinoamérica.
No obstante el interés general por los PCT en toda América Latina, el nivel de implantación de parques varía enormemente de un país a otro. Brasil y México, las dos principales economías de la región, son también los líderes con amplia ventaja sobre sus seguidores más cercanos en materia de PCT. En el polo opuesto, en Perú no existen todavía PCT operativos y hay un total de siete en proyecto. Entre ambos extremos, el grado de implantación de los parques tecnológicos varía enormemente, aunque se puede destacar una escasa implantación en el Cono Sur. Argentina, Chile y Uruguay cuentan con una escasa presencia de PCT y sus políticas de parques son bastante menos ambiciosas que las de Brasil o México.
Etapas
Los parques operativos son aquellos que están en funcionamiento, y varían entre los ya establecidos y los de más reciente apertura. Los parques en proceso de implantación son aquellos que están en construcción y que tienen previsto abrir en un futuro relativamente próximo. Los parques en proyecto son aquellos previstos por entidades públicas o privadas pero que todavía no han pasado de la fase de planificación a la de construcción. Hay que tener en cuenta que estas categorías implican enormes diferencias entre lo que se puede considerar un parque.
Ciudad de Curitiba, Brasil.
En lo que se refiere al tamaño de los parques podemos distinguir entre el Parque Científico Tecnológico Silicon Border en Mexicali (México), que cuenta con 1.800 hectáreas y aspira a cubrir 4.000 hectáreas, y en el otro extremo los parques de Maceió, Guarapuava, Rio Claro o Santa Cruz do Sul, todos en Brasil, con menos de una hectárea de extensión. El parque de Curitiba cuenta con más de 5.500 empleados, y los de Campinas, Recife y Porto Alegre (todos en Brasil) con más de 4.000, mientras que no es extraño encontrar parques operativos con apenas unas decenas de empleados, como los de Fortaleza, Foz do Iguaçú, el de Sucupira en Brasilia o el de Londrina, también todos en Brasil. Entre los parques operativos son muchos los que apenas cuentan con una decena de empresas, mientras que el Tecnoparque de Curitiba alberga a más de 150.