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Un monitor de computadora puede contener hasta cuatro kilos de plomo y otros metales pesados, como el cadmio.

Basura electrónica



¿Te has preguntado a dónde van las computadoras, teclados, celulares y demás dispositivos electrónicos que ya no se usan? Son residuos compuestos por elementos como, plomo, litio y cadmio que resultan nocivos para la salud y el medio ambiente.

Los adultos mayores suelen decir que "las cosas ya no las fabrican como antes". Sucede que antes un ama de casa adquiría un lavarropas o una aspiradora y los conservaba por décadas. Sin embargo, en los últimos años, el avance de la tecnología ha cambiado el panorama: piensa en cuántos celulares ya tuviste o cuántas computadoras cambiaste.

Así, cada año se generan millones de toneladas de basura electrónica (en inglés: e-waste o WEEE), sin que los gobiernos, fabricantes o usuarios tengan idea de qué hacer con ellos. La Organización de las Naciones Unidas calcula que se producen unos 50 millones de toneladas de este tipo de residuos al año en el mundo.

El principal problema son la gran cantidad de componentes con los que están elaborados estos aparatos, los cuales desprenden sustancias tóxicas para el medio ambiente. Un ejemplo claro son los metales pesados como mercurio, plomo, cadmio, níquel, selenio, arsénico, cromo y bromo que contienen la mayoría de los aparatos que nos rodean y que, de no ser debidamente desechados, se convierten en un riesgo para la salud y el ambiente.

En este marco, los más perjudicados son los países receptores de esta basura electrónica, como India, China y África, que si bien se ocupan de procesar los artefactos para recuperar el plomo, oro y otros metales valiosos, elementos como el cadmio o el mercurio contaminan el suelo y el agua.


La liberación de sustancias tóxicas en rellenos sanitarios contamina el suelo circundante, pudiendo llegar a afectar fuentes de agua subterráneas.

Los daños

  • La basura electrónica vertida a cielo abierto es altamente contaminante.
  • Los metales, componentes de los aparatos electrónicos, tienen una gran capacidad de persistir en el medio ambiente.
  • Efectos sobre la salud: son consecuencia del daño ejercido sobre el medio ambiente al contaminar la tierra y el agua que bebemos.
    • Plomo: ocasiona perturbaciones en la biosíntesis de la hemoglobina y anemia, incremento de la presión sanguínea, daño a los riñones, abortos, perturbaciones del sistema nervioso y disminución de la fertilidad del hombre.
    • Arsénico: es un veneno letal.
    • Selenio: provoca desde sarpullido e inflamación de la piel hasta dolores agudos.
    • Cadmio: genera diarrea, dolor de estómago y vómito severo, fragilidad de huesos, daños al sistema nervioso, e incluso puede provocar cáncer.
    • Cromo: erupciones cutáneas, malestar de estómago, úlcera, daños en riñones e hígado y cáncer de pulmón.
    • Níquel: afecta los pulmones, provoca abortos espontáneos.


En Europa, algunos gobiernos obligan a los fabricantes a retirar los aparatos electrónicos que ya no se utilizan. En otros, se ha prohibido que este tipo de basura sea depositada en los vertederos municipales.

MAPA MUNDIAL DE LA BASURA ELECTRÓNICA

Es el primer estudio que revela la cantidad de basura electrónica con la que contaremos en el futuro cercano. Se basa en datos recopilados por los expertos de la Iniciativa StEP (Solving the E-Waste Problem), una asociación de organizaciones adscritas a la ONU (Organización de Naciones Unidas), empresas, gobiernos, entidades no gubernamentales e instituciones científicas.

El mapa interactivo, que puede consultarse desde la web www.step-initiative.org, presenta datos anuales comparables de 184 países. Muestra la cantidad estimada de aparatos eléctricos y electrónicos (cualquier dispositivo alimentado por electricidad) fabricados y comercializados, y la cantidad resultante de desechos electrónicos que se acaba generando cuando estos aparatos llegan al fin de su vida útil y la gente se deshace de ellos.

Entre los datos que revela este estudio, se destacan los siguientes:

  • Se calcula que en 2017 habrá 65 millones de toneladas de basura electrónica; lo que representa un incremento global del 33 % en solo cinco años. Para comprenderlo mejor, esa cantidad de basura electrónica conformada por refrigeradores, televisores, teléfonos móviles, ordenadores, monitores, juguetes electrónicos y otros aparatos, fuese apilada sería el equivalente a 11 pirámides de Giza.
  • En 2012 China y Estados Unidos se situaron a la cabeza de los países que más equipos electrónicos y eléctricos (EEE) fabrican. Además son lo que más basura electrónica generan.
  • En cuanto a basura electrónica por año y persona, según los datos más recientes, Estados Unidos genera casi 30 kilogramos, Canadá casi 25 kilos, España unos 18 kilos, Argentina y Chile casi 11, México, Uruguay y Panamá unos 9, Venezuela casi 8, Costa Rica unos 7, Colombia y Perú unos 6, República Dominicana unos 5 y medio, Ecuador unos 5, El Salvador 4 y medio, Paraguay 3 y medio, Guatemala y Bolivia unos 3, Honduras algo más de 2 y medio, y Nicaragua casi 2.

Informando estas cifras los investigadores esperan poder ayudar a los gobiernos y a las compañías a planificar mejor la gestión de los desechos electrónicos.


Si bien el celular, el monitor o la PC no contaminan mientras están almacenados, cuando se mezclan con el resto de la basura y se rompen, esos metales tóxicos se desprenden, provocando daños ambientales.

¿ELECTRÓNICA BIODEGRADABLE?

Un equipo de investigadores de la Universidad de Illinois, la Universidad Tufts en Medford, Massachusetts, y la Universidad del Noroeste en Chicago, Illinois, todas ellas en Estados Unidos, ha demostrado un nuevo tipo de electrónica biodegradable que podría introducir nuevas y revolucionarias opciones de diseño para implantes médicos, sensores medioambientales y dispositivos electrónicos de uso común.

Diodos, sensores de temperatura, células solares, cámaras digitales. Son todos elementos que el equipo de investigación ha construido con elementos biodegradables. Los encapsulan en dispositivos de seda y así determinan su velocidad de disolución que puede prolongarse por algunos minutos, días, semanas o años.

Tres áreas de aplicación parecen particularmente prometedoras.

Implantes médicos: realizarían funciones importantes de diagnóstico o terapéuticas durante un periodo específico de tiempo. Los implantes de esta clase se disolverían en algún fluido corporal una vez acabada su vida útil y sus restos los absorbería, sin problema, el cuerpo.

Dispositivos de vigilancia medioambiental: sería viable fabricar sensores inalámbricos, dispersarlos en una zona afectada por un derrame químico, como por ejemplo una marea negra, y después de hacer su trabajo se degradarían sin dejar rastro de su presencia, lo que evitaría la presencia de basura electrónica en una zona ya recuperada ecológicamente.

Aparatos electrónicos de uso cotidiano: serían convertibles en abono o compost, a fin de reducir el volumen de desechos electrónicos integrados por dispositivos que frecuentemente se reemplazan por otros, como los teléfonos móviles, los reproductores mp3, u otros dispositivos portátiles.

ORO Y PLATA EN LA BASURA

Aunque suene raro, en las toneladas de basura electrónica que anualmente los países desechan hay oro y plata. Se estima que no menos de 320 toneladas de oro y más de 7.500 toneladas de plata son usadas actualmente en el mundo -cada año- para fabricar PCs, teléfonos móviles, ordenadores, tablets y otros dispositivos electrónicos y eléctricos.

Lo paradójico es que este material podría ser recuperado, a esta técnica se le llama "minería urbana". Se trata de desarmar los desechos electrónicos para recuperar minerales y otros componentes con el fin de ser reutilizados. Esta actividad es sumamente importante y rentable si se considera que de 1 tonelada de tierra extraída de una mina de oro, se obtienen en promedio unos 5 gr de oro; y en cambio, de 1 tonelada de teléfonos celulares, se obtiene 150 gr de oro.

Pero, la mayor parte de estos dos metales se desperdicia, ya que en los países desarrollados o en vías de desarrollo solo el 15 por ciento o menos del oro y la plata son recuperados apropiadamente de los aparatos electrónicos ya inservibles que conforman la basura electrónica.

RECICLAJE EN AMÉRICA LATINA



En América Latina, el reciclaje de residuos electrónicos es una actividad emergente. Datos de la Plataforma Regional de Residuos electrónicos en Latinoamérica y el Caribe indican que en países como Chile, Argentina, Perú, Colombia y Brasil las cantidades de residuos electrónicos procesadas todavía son limitadas y que todavía se carece de la infraestructura logística necesaria para aumentar el volumen de reciclaje.

Por ejemplo, en países como Chile, el reciclaje formal de residuos tecnológicos se estima que es del 1,5% - 3%. Argentina por su parte con un porcentaje del 10% de sus computadoras y celulares estaría entre los países más avanzados en este sentido en la región.

BASURA ESPACIAL

Y no solo en la superficie de la Tierra yacen restos de artefactos eléctricos, en el espacio hay basura espacial, que serían restos de cohetes y satélites viejos, restos de explosiones, o restos de componentes de cohetes como polvo y pequeñas partículas de pintura.

La basura espacial se ha convertido en una preocupación cada vez mayor en estos últimos años, puesto que las colisiones a velocidades orbitales pueden ser altamente perjudiciales para el funcionamiento de los satélites y pueden también producir aún más basura espacial en un proceso llamado Síndrome de Kessler. La Estación Espacial Internacional está blindada para atenuar los daños debido a este peligro.