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La oratoria



Es el arte de hablar bien en público, es decir, con elocuencia. El lenguaje oral se hace imprescindible en todos los ámbitos donde hay presencia humana porque vivimos en colectividad y no aislados. Se forma y perfecciona en el ámbito familiar y de allí se expande a todos los demás, al escolar, político, religioso, afectivo y de ocio.

Desde la Antigüedad, la oratoria se concibe como la capacidad de hablar con elocuencia, y es que la importancia de la expresión oral radica precisamente en la necesidad de hacerlo con la mayor precisión posible para poder alcanzar el objetivo buscado: convencer al oyente, obtener una respuesta favorable a una petición, iniciar una conversación, exponer una opinión de modo que sea tenida en cuenta por los demás, etc.

Normalmente, resulta complicado encontrar los términos adecuados para verbalizar el propio pensamiento pero, cuando la situación de comunicación se produce ante un público, la dificultad para expresarse correctamente se acentúa. Por ello es de suma importancia dominar los recursos no verbales (gestos, capacidad de enfatizar, control del volumen en la emisión, etc.) para reforzar el mensaje que quiere comunicarse verbalmente. Así, la comunicación oral permite transmitir ideas o información a través de la voz a uno o múltiples destinatarios y a la vez el sujeto que hace de emisor necesita disponer de toda la eficacia de su voz y de su capacidad expresiva.

Elementos de la comunicación

En todo proceso de comunicación el emisor transmite un mensaje a otra u otras personas, que son el receptor o receptores del mensaje. Esto lo puede realizar utilizando diferentes códigos, con palabras habladas, con palabras escritas o simplemente con signos, utilizando diferentes canales de transmisión, vista y oído.

El esquema es sencillo y unidireccional cuando, por ejemplo, un profesor enseña algo a sus alumnos, que escuchan disciplinadamente. Pero puede hacerse más complejo cuando los papeles de emisor y receptor se alternan en una conversación y el emisor pasa a ser receptor y viceversa de forma continuada, y se emplean diferentes códigos, como el lenguaje oral, el escrito y los gestos.

Cuando nos comunicamos utilizamos siempre dos tipos de comunicación, el lenguaje verbal y el no verbal. La comunicación verbal sirve para transmitir con palabras el contenido de la comunicación, lo que decimos. La comunicación no verbal es lo que decimos con el lenguaje del cuerpo, la forma en que lo decimos, cuándo, cómo y dónde lo decimos. Puede sorprender, pero analizando la comunicación entre personas solo decimos con palabras menos de un 30% de nuestro mensaje; más del 70 % es lo que decimos con el lenguaje corporal.

El cuerpo tiene un lenguaje distinto al de las palabras y por eso, aunque no hablemos, siempre estamos enviando mensajes. Por ejemplo, si alguien tiene que participar en una reunión en la que no está cómodo, por más que diga que se encuentra perfectamente, sus gestos, su tensión muscular y los frecuentes cambios de postura antes o después lo delatarán.

Fundamentos de la expresión oral

Mal usado, el lenguaje oral se convierte en elemento de incomunicación ya que impide precisamente lo que debería facilitar: el fluir de los mensajes entre unos y otros. La conversación entre dos personas será enriquecedora cuando ambos tengan el mismo nivel de comprensión del lenguaje, conozcan los matices de las expresiones y su acompañamiento gestual tenga para ambos el mismo significado.

La voz humana aporta en el lenguaje oral la mayor parte de su carga persuasiva. El sonido actúa en las personas de manera más directa que el sentido que puedan tener en sí mismas las palabras. Para dominar las técnicas del lenguaje oral no debemos conformarnos con utilizar correctamente las palabras, sino aprender a convertir esas palabras en sonidos con un alto grado comunicativo.

La clave de la expresión oral y del aprendizaje de sus técnicas es la respiración. No se trata de una respiración atlética (como la que se practica en los ejercicios de gimnasia), sino de una respiración controlada, como la que realizan los actores y oradores, que permite administrar el aire de los pulmones con movimientos abdominales lentos y controlados. Respirar bien hace que se piense bien y se hable bien. Los grandes oradores no suelen padecer úlceras de estómago porque con una buena respiración el cuerpo se libera de todo tipo de tensiones.

Consejos para hablar en público

- Dominar el tema.

Estar bien informado y realizar una investigación extra para obtener datos actuales e interesantes que pueden hacer que la presentación sea atractiva y capte la atención de la audiencia.

- Practicar en voz alta.

Repasar y ensayar al menos unas 20 veces. Si es necesario se puede practicar frente a un espejo.

- Conocer a la audiencia.

Investigar al público para determinar qué tipo de personas van a escuchar: nivel de estudio, intereses, etc.

- Familiarizarse con la sala.

Llegar temprano y conocer el escenario donde se va a impartir la charla.

- Empezar relajado.

Con seguridad y mirando en forma alternada a cada oyente.

- Hablar con Pasión.

Si se entrega un mensaje con pasión, se consigue mucha más influencia en las personas.

- No disculparse.

No es necesario disculparse por estar nervioso y es necesario hablar con la seguridad que la gente quiere escuchar.