¿SABÍAS QUE..?
La Revolución Francesa de 1789 trajo consigo la construcción de la ciudadanía, en la medida en que el Estado concedió a los individuos que lo integraron el derecho al disfrute de las libertades fundamentales.
¿SABÍAS QUE..?
La construcción de la polis, como forma de Estado, que entiende que lo público es aquello que también le es propio, nace en la Grecia de los siglos V-IV a. C.
Aunque el concepto de ciudadanía se relaciona habitualmente con la sociedad moderna, su origen se produjo mucho antes de la Edad Moderna, concretamente hace aproximadamente unos 2.500 años, en la Grecia Clásica. Poco a poco, tras muchos esfuerzos y diferencias ideológicas, la idea de ciudadanía ha ido ampliando su vigencia y ha modificado las bases de la sociedad actual.
¿Por qué es tan importante para nuestro mundo entender la definición y estudio de la ciudadanía? Para comprenderlo, es necesario indagar en un primer momento sobre el proceso histórico que ha sufrido la concepción de ciudadanía. Aristóteles decía, que el hombre es un ser social, un individuo que necesariamente debe vivir, de una o de otra manera, en un ámbito comunitario. Por lo tanto, el eje de la comunidad (democrática) no puede quedar definido por un determinado individuo o grupo, sino por el conjunto de relaciones y vínculos interindividuales que se conforman a un nivel lo más libre e igualitario posible.
Podemos decir que la ciudadanía abarca un amplio concepto de la sociedad y los individuos que viven en ella. Por esta razón la comprensión lógica-moral va de la mano con el principio de democracia. La ciudadanía proviene del vínculo que relaciona al individuo con el Estado al que pertenece, el concepto deviene de la palabra ciudad, que anteriormente era una unidad política principal.
La ciudadanía y sus orígenes en la antigüedad
Las implicaciones de la ciudadanía recaen sobre la autoridad que el Estado confiere y el acatamiento de las leyes como seres independientes. Los principios ciudadanos en la Antigua Grecia eran muy diferentes a los actuales: solo recibían el título de ciudadanos quiénes defendieran la ciudad y pudieran adquirir armamento; ni las mujeres ni los esclavos eran considerados de este modo.
Templo de Egina, Atenas (sede del diálogo filosófico y social).
Durante la baja Edad Media existía un orden social muy marcado, donde la alta burguesía era la clase social más alta, sobrepasando en la pirámide a los mercaderes y artesanos que eran considerados ciudadanos honrados y tenía fácil acceso a los cargos de la municipalidad de su zona. La aristocracia es otro de los factores que sin duda marcó el devenir histórico de la conformación ciudadana; esta clase social sirve de punto de partida para el estudio de los principios de la democracia.
No obstante, con la evolución de las leyes y sus principios naturales, la ciudadanía debe cumplir con una serie de responsabilidades impuestas por el Estado desde el momento en que cumplen la mayoría de edad. Éstas van desde el derecho a ejercer su opinión libre al voto, a fines de preservar el bienestar público. El enigma de Sócrates en la Grecia Antigua al preguntarse si la humanidad estaría preparada para evolucionar socialmente era una duda constante, porque la división social cada día era más evidente, teniendo como resultado luchas de poder entre los diferentes sectores que conformaban la comunidad.
Ilustración de las relaciones sociales y la globalización.
La ciudadanía ¿qué es?
Existen diversas clasificaciones en cuanto a la definición de ciudadanía. Tradicionalmente se vincula a los principios del derecho romano y el sentido de pertenencia a una comunidad. Entonces podemos decir que los ciudadanos son un conjunto de personas que forman parte de una ciudad, región o nación, sujetos al Estado y regidos por leyes.
Imagen decorativa de la sociedad.
Otra definición concibe a la ciudadanía como un eje de desarrollo paralelo entre los derechos civiles, políticos y sociales que determina aspectos como por ejemplo la libertad de expresión y de creencias. De esta manera, los objetivos de la ciudadanía se amparan en los derechos individuales que garantizan la posibilidad de vivir según su propia elección o criterio. Sin embargo, esta concepción no solo nace en el ámbito social, también podemos encontrar la ciudadanía global que abarca las relaciones sociales en conjunto con las tecnologías (redes sociales, redes de investigación entre otras), la política que se asocia con las leyes y ocupaciones del Estado y finalmente la moral que va sujeta a las responsabilidades personales del individuo.
Por otra parte, UNICEF (Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia). Sostiene que la ciudadanía provee a las personas de la capacidad de construir, modificar y transformar las leyes y normas que puedan beneficiar a todos los individuos sin diferencia alguna, asegurando el buen funcionamiento de los Derechos Humanos.
Es de suma relevancia recalcar las diferentes formas o tipos de ciudadanía que la sociedad establece en base a las leyes individuales y generales, entre las que podemos destacar:
Etapas de la ciudadanía y su evolución
La concepción de ciudadano va más allá de la consumación de las sociedades modernas, también está asociado con la sensación de bienestar del individuo al ser capaz de responsabilizarse por el buen funcionamiento de las instituciones públicas y privadas de cualquier ámbito, en sincronía con el respeto hacia los derechos de hombres y mujeres por igual. Es por ello que surge la necesidad de establecer fases de desarrollo sostenido con la finalidad de alcanzar el progreso social y cultural.
Imagen decorativa sobre las leyes y los derechos.
La ciudadanía ancestral
Sentando sus orígenes en Grecia y Roma, basados en las teorías de Platón y Aristóteles, se hace referencia aquí al principio de vivir una vida "digna de ser vivida", que es aquella en la que el ciudadano activo conoce sus deberes y derechos, puede expresar su opinión y tiene participación activa en la sociedad. La participación va depender del criterio individual.
Estatua de Platón y Atenea Atenas, Grecia.
En la Antigua Grecia, una de las claves para llegar a ser un buen ciudadano era la educación, porque el individuo así sabría diferenciar el bien del mal. No obstante, el ideal de participación democrática y libre tenía en su haber una serie de exclusiones, entre las que podemos destacar: la exclusión de niños, mujeres, extranjeros y esclavos a participar en los procesos democráticos. Ciudadanos eran solo los atenienses libres mayores de edad, no el resto de los seres humanos. La libertad se concedía al participar, lo cual no garantizaba el derecho a la vida ni a la seguridad. Por último la participación directa solo era posible en comunidades reducidas.
Existe la visión del individuo como protagonista político y social que participa en la construcción de la polis (conformación del Estado antiguo), que tiene interés por el ámbito público y que comprende que los bienes públicos le pertenecen. A este formato de organización legal se le denominó polis en la Antigua Grecia, mientras que en Roma la organización ciudadana era denominada Civis.
La ciudadanía en la época medieval
Con la disolución del Imperio Romano de occidente, se inicia un nuevo ciclo en la Edad Media, en ella se pierde el ideal de ciudadanía como pertenencia de la comunidad. Con la instauración del sistema feudal esta idea se vuelve más personal qué territorial, solo empleada por la burguesía y la monarquía. Se establece una política imperial, dejando a un lado la concepción romana y ateniense. Es importante destacar que el individuo considerado ciudadano disponía de múltiples beneficios como posesiones, privilegios y derechos.
Emblemas heráldicos de la monarquía medieval.
No obstante, en sus inicios la ciudadanía tuvo ciertos rasgos excluyentes, que solo fueron más notorios con la aparición de las políticas absolutistas, aunque la ciudadanía pudo prevalecer gracias a la creación de las ciudades, sobre todo en la zona norte de Italia. En este período se utilizó el término democracias urbanas para designar a las ciudades comerciales, en donde el régimen aristocrático prevalecía.
En la Edad Media la participación política de los ciudadanos era casi nula, ya que el sistema feudal y la monarquía no permitían la intervención del pueblo en cuestiones de ésta índole. Sin embargo las bases de la conformación Estado-Nación aún estaban vigentes, lo cual no permitió el desarraigo de los principios comunitarios sociales de gran importancia para el desarrollo individual y social.
El Estado absoluto
Durante el Renacimiento la idea de la creación y conformación de las ciudades había desaparecido en su totalidad debido a las políticas centralistas y absolutistas de la monarquía. El modelo político predominante de la época fue la monarquía absolutista. Esta forma de gobierno, no daba lugar para diferenciar el concepto clásico de ciudadanía.
La ciudadanía en la Edad Moderna
Con la llegada del renacimiento se retomaron las corrientes de pensamiento de la Grecia y la Roma antigua, y se logró rescatar de forma parcial la visión y el patrimonio heredado de las democracias romana y ateniense para ser aplicado en un principio en las ciudades-estado del norte de Italia. Durante esta transición comenzaron a denotarse los cambios en la concentración del poder a manos de la monarquía y la superación de la etapa medieval con la aparición del Estado Nacional, recuperando así la participación activa de la ciudadanía.
Ilustración soldado romano y prisionero en el imperio romano.
La ciudadanía incluyente
Esta modalidad nace en el seno de las teorías contractualistas, en donde el individuo es visto como integrante principal de los Estados y Naciones que habita, es allí donde se empieza a generar la función de civismo en las sociedades, cuánto alcance puede tener el hombre, los individuos y su entorno en aspectos como la política y la economía y qué tan beneficioso puede llegar a ser establecer los derechos civiles en las bases del Estado.
La ciudadanía contemporánea
Esta concepción ha sido la más estudiada en la actualidad, debido a que provee la participación activa, los derechos y la pertinencia al entorno. Podemos deducir que la ciudadanía actual es aquella que representa la participación de los individuos en la construcción social, cívica y política sujeta a derechos que la Nación confiere.