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Imagen de una escultura del mítico rey David, quien derribara al gigante Goliat con una piedra; la realización de una hazaña sin precedentes es lo que caracteriza al héroe.
Figura de Gilgamesh del palacio de Saigón expuesta en el Museo de Louvre.
El hecho particular que transformaría a Arturo en héroe mítico sería sacar la espada de la piedra ya que ésta contenía una profecía.
El camino o viaje del héroe también puede ser visto como una alegoría que rescata la superación personal que presenta el ser humano ante la adversidad para alcanzar sus sueños inspirando así a los demás.

EL CAMINO DEL HÉROE



El héroe no nace, se hace; para forjarse es menester que recorran lo que se conoce como el camino o viaje del héroe. Esta travesía no solo es fascinante, sino que también se relaciona con los mitos.


Escultura que evoca a Hércules, el héroe mitológico griego.

Los héroes más célebres se acercan al estatus de dioses en algunas culturas. La palabra héroe procede del griego antiguo, y describe al héroe cultural que aparece en la mitología. Los héroes griegos eran personajes mitológicos, fundadores de ciudades y territorios. No siempre eran modelos de conducta o poseían virtudes heroicas, muchos eran semidioses, hijos de mortales y dioses. La época de estos héroes en la que se sitúan las historias de la mitología griega se conoce como la «Edad heroica».

El héroe se puede definir como un arquetipo(1) que surge de un grupo social; éste se expone a esfuerzos y sufrimientos que lo hacen superarse en cada hazaña realizada. En general, la palabra "héroe" recae en aquellos que en vida se destacan por aspirar a la excelencia e intentar alcanzarla, es decir, areté. Los héroes se distinguen por sus sorprendentes acciones, también por su manera de ver la vida como una aventura o un desafío para mejorar el mundo que los rodea. Una persona se convierte en héroe cuando realiza una hazaña extraordinaria y digna de elogio.

(1) La palabra proviene de “primeros tipos” o “primeros moldes” de los cuales la gente deriva su sentido de esencia y existencia. Son figuras o formas primordiales universales y que, a través de ellas, se consolidan las historias míticas.

Las hazañas, como exterminar monstruos y salvar a la gente de una muerte segura, constituyen los relatos tradicionales. Un héroe satisface las definiciones de lo que se considera bueno y noble en su cultura de origen. Sin embargo, en la literatura y especialmente en las tragedias, el héroe puede también tener graves defectos que lo pueden llevar a la perdición.


LA CONSTRUCCIÓN DEL HÉROE

Su estructura básica constituye el relato de cómo una persona se pone en marcha para dar cumplimiento a la Gran Tarea. Es la misma historia en diferentes idiomas y culturas desde los relatos orales: una historia ejemplar, una parábola del camino que los seres humanos recorremos a lo largo de nuestra vida.

Carl Jung, el famoso psiquiatra suizo, fue quien realizó una interpretación en la que establece que los temas constitutivos de estas tradiciones están conectados con el alma del ser humano; que no solo tenemos características externas que nos individualizan, sino que tenemos un universo interior común al que dio en llamar Inconsciente colectivo. Estaríamos conectados a este nivel por los arquetipos, cuyas imágenes traeríamos con nosotros. El viaje del héroe es una tradición arquetípica, un conjunto de acciones entretejidas a partir de esas imágenes.

En líneas generales, el héroe debe llevar a cabo una tarea. Se pone en marcha y, en el transcurso de su recorrido, se encuentra con antagonistas y con ayudantes o aliados. Logra alcanzar el objetivo y vence a su enemigo aunque el proceso deja huellas. Una vez resuelta dicha tarea, regresa a casa.


EL SENTIDO DEL VIAJE

Todas las grandes tradiciones, las antiguas literaturas, las mitologías y las religiones han tratado el tema del viaje. Éste forjó héroes desde tiempos remotos; son considerados como viajes iniciáticos ya que acarrean una transformación y un aprendizaje.

El héroe de la epopeya sumeria Gilgamesh, viaja buscando la planta para ser inmortal. Y así también Moisés viaja guiando hacia la tierra prometida, Marco Polo explora otras tierras y Jasón busca el vellocino de oro.

Algunos viajes son simbólicos, como el de Dante cuando descendió al infierno, o Jonás dentro del vientre de la ballena. También existen viajeros en el tiempo y el espacio como los personajes de Julio Verne o Ray Bradbury. Los mitos acompañan al desarrollo del alma, al pathos que conduce el viaje del alma heroica mientras viaja hacia una nueva conciencia.


La historia de Moisés ilustra el poder transformador de los viajes; en las aguas del Nilo cuando era un bebé y su travesía por el desierto, en donde realmente se convierte en héroe.

Los mitos del héroe de cualquier cultura o individuo nos dicen qué atributos son percibidos como lo bueno, lo bello, lo verdadero y, por consiguiente, nos enseñan valores deseables culturalmente para dicho grupo. Estos mitos emergen siempre en épocas de crisis sobre la identidad, las formas sociales, las religiones, entre muchas facetas sociales.

Los héroes descubren el coraje de soportar los traumas necesarios para un nuevo nacimiento al responder al llamado; en la sociedad ellos son necesarios para redimir a la época y a la sociedad en que viven y llevarlos al siguiente nivel de evolución. Establecen los nuevos parámetros a alcanzar.

Como ya mencionamos, cada héroe compone su código de valores según el tiempo y el espacio en que vive; un héroe de la antigua Grecia como Odiseo no tiene la misma línea de comportamiento que tiene el héroe escandinavo Sigurd aunque los constituya el mismo. Muchas veces los héroes no miden las consecuencias de sus acciones y es aquí donde se origina la transgresión. La mayoría de los héroes son transgresores, llegan a franquear el límite de lo prohibido. Esta transgresión se debe a la búsqueda de los sueños imposibles de alcanzar. Pero no se puede negar que esta búsqueda hacia la perfección de los héroes activa por completo cada épica o cada novela, el héroe es lo que da vida y acción a la obra. En muchas obras, esta búsqueda del equilibrio universal lleva al héroe a una muerte trágica. El deseo de la inmortalidad del héroe no es consciente pero siempre está presente lo que conlleva a que estas muertes trágicas lo sean aún más. El concepto de destino está implícito cuando se lo describe como la única persona capaz de realizar un hecho específico. Tenemos varios ejemplos de esto: Arturo sacando la espada de la piedra, Teseo destruyendo al Minotauro y sorteando el laberinto gracias al hilo de Ariadna… El héroe, a medida que transcurre la historia, sortea numerosas pruebas en donde demuestra su inteligencia superior, la predisposición para el duro combate y la poca importancia de su origen que muchas veces es misterioso. El héroe clásico se caracteriza por una biografía algo inusual.

Los actos verdaderamente creadores o heroicos están representados como aquellos que derivan de una especie de muerte con respecto al mundo y lo que sucede en el intervalo de la inexistencia del héroe, hasta que regresa como quien vuelve a nacer, engrandecido y lleno de fuerza creadora, hasta que es aceptado por el resto de los hombres.

Y es que los héroes de una historia son inspiradores y nos recuerdan nuestra condición humana pues su misma constitución fue adquirida siguiendo el camino de sus sueños.


EL HÉROE Y EL MITO

La literatura épica medieval es heredera de los grandes poemas de la Antigüedad: canta la gloria de personajes legendarios vinculados con el pasado común de un pueblo y dispuestos al sacrificio personal, un héroe.

Desde ya, estos héroes presentan un elemento de identidad cultural que es fundamental para construir la nacionalidad. Joseph Campbell es un renombrado historiador y filósofo norteamericano especialista en mitos. En “El héroe de las mil caras” desarrolla el mito del héroe y dice lo siguiente:

El camino común de la aventura mitológica del héroe es la magnificación de la fórmula representada en los ritos de iniciación: separación-iniciación-retorno (…). El héroe inicia la aventura desde el mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales, se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva; el héroe regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus hermanos…”

La literatura medieval, tomando los elementos de la épica va a dar origen a los cantares de gesta. Entre éstos se destacan La canción de Roland, Beowulf, el Cantar de Hildebrando y El Cantar de Mío Cid –también conocido como el Poema de Mío Cid – , los cuatro de autor anónimo, son algunos de los principales ejemplos de este género literario que tuvo su época de mayor desarrollo entre los siglos XI y XII.

En Islandia, durante el siglo X, se desarrolló un tipo de epopeya en prosa, la saga (de sagen: referir) que eran ofrecidas por los nobles guerreros durante los banquetes; éstas eran relatadas por bardos o rapsodas. Esas historias narraban la biografía de los hombres de Islandia en un estilo breve, claro y conversacional. En ellas abundaban los conflictos, las luchas y las genealogías; las peleas en la trama tal vez derivadas del estilo combativo que predominaba en los vikingos.


Estatua que rinde homenaje al Cid Campeador, héroe épico español.

Debido a la fragmentación de muchos de estos cantos épicos, por su carácter oral y la selección de acontecimientos que llevó a cabo la memoria de sus diferentes intérpretes, surgieron canciones de tipo narrativo que recordaban de un modo más fabuloso y lírico algunos aspectos de las historias contenidas en ellos, o inventaban nuevos héroes y nuevos sucesos para entretenimiento y alegría de la gente. En España, esos cantos recibieron el nombre de romances.

Vivimos rodeados de mitos y en base a ellos construimos las futuras relaciones entre nosotros; los mitos están en el cine, la televisión, los libros, la música, internet… en todos lados. Los relatos más difundidos están íntimamente ligados a ellos; de esa manera Harry Potter sigue el recorrido del héroe cuando lucha contra Lord Voldermort que pretende sumir al mundo en la oscuridad… la eterna lucha entre el bien y el mal.

Parafraseando a Joseph Campbell, cuando a la mitología se la investiga para averiguar cómo funciona y no por lo que es –cómo puede servirle a la especie humana – se muestra tan accesible como el mismo individuo. Éste es solo una fracción distorsionada de la imagen total de la humanidad; la plenitud del hombre está en el cuerpo de la sociedad como un todo. La esencia del individuo y la esencia del mundo son una sola.

La armonía se encontraría en la aceptación y la convivencia de todos los mitos; en definitiva, de cada ser humano.

“El hombre, entendido no como “yo”, sino como “tú”: pues ninguno de los ideales o instituciones temporales de ninguna tribu, raza, continente, clase social o siglo puede ser la medida de la divina existencia inagotable y maravillosamente multifacética que es la vida de todos nosotros.”

Joseph Campbell