El Sol es el centro del sistema solar. En él se presentan explosiones o erupciones en las que se libera una enorme cantidad de energía, la cual determina la intensidad de las mismas. Éstas, en ocasiones, pueden llegar a ocasionar anormalidades en la Tierra.
El Sol se encuentra en el centro de una gran espiral en la Vía Láctea, en donde se formó a partir de una nube interestelar de gas frío, hace 4.650 millones de años.
La concentración de sus constituyentes va cambiando a lo largo del tiempo, pero en líneas generales se podría decir que está compuesto en un 78% por hidrógeno, en un 20% por helio y en un 2% de diversos elementos químicos.
El hierro, el oxígeno y el neón, entre otros elementos químicos, representan el 2 % de los constituyentes del Sol.
Constantemente el Sol se encuentra fusionando átomos de hidrógeno para transformarlos en helio, produciendo altas temperaturas y formando grandes e intensos campos magnéticos.
La luz solar demora en llegar hasta la Tierra ocho minutos, su velocidad es de 300.000 kilómetros sobre segundo (km/s).
La temperatura central del Sol es de 15.500.000 grados Kelvin (K), por lo que su material se encuentra en estado de plasma (cuarto estado de la materia), es decir, en forma de iones y electrones separados.
¿El Sol explota?
En la corona solar y en la cromosfera, específicamente en la base de las manchas solares se presentan ocasionalmente violentas explosiones de gran energía, conocidas como “erupciones o explosiones solares”.
La corona es la capa más externa del Sol, se encuentra por encima de la cromósfera y solo es observada durante un eclipse del Sol.
Con éstas, el plasma es calentado a millones de K, lo que provoca la aceleración de los electrones, protones e iones, produciendo radiaciones electromagnéticas en diferentes longitudes de onda.
Tiempo de las erupciones solares
Por lo general, cuando suelen ocurrir estas explosiones, existe una mayor cantidad de manchas solares, fenómeno que se presenta cuando el Sol está particularmente “activo”.
Esta gran actividad varía de acuerdo a ciclos solares que se renuevan cada 11 años, que es el resultado de las diferentes variaciones que se presentan en la radiación de la superficie del Sol.
Se pueden llegar a presentar varias explosiones al día durante el período “activo” del Sol.
Ahora bien, la energía de las erupciones solares puede demorarse horas o incluso días en acumularse, pero la liberación de la misma ocurre en solo unos pocos minutos.
El viento en el Sol
Por cada segundo el Sol lanza un millón de toneladas de material al espacio, este material es conocido por la ciencia como viento solar; descubierto en 1958 por Eugene Parker, aunque no fue sino hasta 1962 que se comprobó con los datos de la sonda Mariner 2.
Este material no es más que electrones y protones, aunque también contiene restos de núcleo de helio y otros elementos cargados con energía.
Dicho viento es muy rápido, ya que, al ser liberado viaja más allá del planeta Plutón a una velocidad de 200 a 800 kilómetros por segundo, hasta llegar a la heliosfera donde disminuye drásticamente su velocidad.
La heliosfera es la zona del espacio que es influenciada por la luz del Sol.
La helipausa es considerada como el borde más externo del Sistema Solar, y es allí donde la fuerza que ejerce el viento solar no es tan significativa como para movilizar o desplazar el medio interestelar.
Medio interestelar
Es una especie de burbuja formada por el viento solar, es el contenido de materia y de energía existente entre las estrellas que se encuentran en una galaxia.
Es de vital importancia para la ciencia debido a su posición entre la escala estelar y la galáctica.
Como tal, el medio interestelar se puede dividir en tres fases, en función de la temperatura del gas:
-Muy caliente (millones de K)
-Caliente (miles de K)
-Frío (decenas de K)
El plasma que es transportado por el viento solar es muy ligero, con aproximadamente seis partículas por centímetro cúbico.
A través del viento solar, el Sol pierde 800 kilogramos de materia (plasma) por segundo.
Las estrellas se producen en las regiones frías del medio interestelar.
Clasificación de las erupciones
Desde que fueron descubiertas las erupciones solares en 1859 por el astrónomo británico Richard Carrington, se han ideado numerosas tecnologías para su estudio.
El Satélite Geoestacionario Operacional Ambiental (GOES, por sus siglas en inglés), es el medio utilizado desde 1974 para tal fin, el cual pertenece a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de EEUU.
El GOES emite imágenes que permiten monitorear las erupciones solares, el pronóstico del tiempo y realizar investigaciones meteorológicas.
Estos datos permitieron establecer unas categorías para dichas erupciones. En base al pico de flujo de los rayos X se clasifican, en orden de creciente, como:
A B C M X
Cada una de estas clases tiene un pico de flujo diez veces mayor que la anterior, y siendo la clase X representada por el orden 10-4 vatios por metro cuadrado (W/m2).
De igual forma, la intensidad de cada clase varía, por lo que para cada una de ellas existe una escala lineal que va del 1 al 9 (en orden creciente).
Por ejemplo: una erupción M3 es menos potente que una M7, aunque ambas son menos potentes que una X9.
Erupción de fase tardía
En el 2010 desde el espacio, el Observatorio de Dinámica Solar (SDO, por sus siglas en inglés), determinó que ocasionalmente una de cada siete erupciones solares experimenta "réplicas".
El SDO logró realizar este descubrimiento debido al monitoreo de la emisión solar en el extremo ultravioleta en alta resolución, las 24 horas del día, los siete días a la semana.
Estas réplicas suelen presentarse 90 minutos después de la primera erupción, e incluso suelen superarla cuatro veces en cuanto a radiación e intensidad se refiere, por lo que se le denomina “erupción de fase tardía”.
Los científicos proponen que este evento se debe a la regeneración de los lazos magnéticos en las manchas solares, posteriormente a que éstos estallen. La energía adicional liberada durante la fase tardía puede tener un gran efecto sobre la Tierra.
Destellos solares vs. Eyección de Masa Coronal
Los destellos solares son una clase leve de erupción solar; éstas se presentan como pequeñas áreas explosivas en la superficie del Sol. Ocurren cuando la energía magnética se acumula y es liberada cerca de las manchas solares, en un gran estallido.
El Sol representa un elemento de vital importancia para la vida en la Tierra, es por ello que su estudio es imprescindible.
Durante períodos activos del Sol se pueden llegar a presentar docenas de destellos solares leves al día, mientras que los destellos de mayor magnitud ocurren algunas veces al año.
La Eyección de Masa Coronal (CME, por sus siglas en inglés), se produce por la erupción de una gran porción de plasma en la corona del Sol.
Sin embargo, aunque no se conoce aún por qué se forman las CME, esto se relaciona con la formación de nuevos campos magnéticos provenientes desde la parte baja de la superficie solar o por los movimientos del plasma en la misma.
Los movimientos del plasma crean nuevas manchas solares, aumentando la presión acumulada hasta que genere el estallido de los lazos magnéticos creando un CME.
Las CME son capaces de generar tormentas magnéticas en la Tierra; nuestro planeta recibe 70 CME por año aproximadamente cuando hay una gran actividad solar, mientras que cuando existe poca actividad se pueden recibir hasta 10 CME.
Siempre una CME es seguida de diferentes destellos solares, que como ya mencionamos resultan diferentes entre sí.
La Tierra es protegida del plasma producido por la CME, tanto por la atmósfera como por la magnetósfera.
MAGNETÓSFERA
Es una capa magnética invisible, la cual es producida por el campo magnético interno de la Tierra. Básicamente, su función es proteger al planeta de la radiación y el plasma, desviando estos elementos al espacio.