Juan Manuel de Rosas, “comandante del pueblo armado de la campaña”, es elegido por la Legislatura para el cargo de gobernador de la provincia de Buenos Aires el 6 de diciembre de 1829 y se le otorgan las facultades extraordinarias. Estaba claro una vez más que los unitarios se habían equivocado al pensar que con el asesinato de Dorrego se cortaría la cabeza al partido federal.
Rosas recibe el apoyo de diversos sectores sociales, pero será apoyándose en el sector ganadero de la provincia de Buenos Aires que afianzará su poder, consolidado solo en 1835, es decir, después de su campaña al desierto con la cual, además de prestigio nacional, consiguió extender el poder de la clase a la que él mismo representaba. No obstante, contó desde el principio con la adhesión popular más calurosa, exteriorizada con frecuencia en las calles de Buenos Aires. Sin duda los sectores sociales más desposeídos reconocieron en Rosas al político de acción que creía en el pueblo y en su causa: el federalismo.
En lo inmediato, la llegada de Rosas al gobierno resuelve las discrepancias internas de la provincia, pero el resto del país aún permanecía convulsionado y la paz se veía lejana. Las conspiraciones unitarias no cesaban y tenían su promotor en el general Paz, que formaba una Liga de gobiernos interiores para enfrentar al litoral. Rosas entonces recurre al Pacto Federal -1831- por el cual logra un principio de unidad entre las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, además de la delegación de las Relaciones Exteriores en la segunda de las tres.
Distinto será el poder alcanzado por Rosas durante su segunda gobernación. Tras la muerte de Quiroga –febrero de 1835- y la repercusión del hecho en Buenos Aires le son otorgadas no solo las facultades extraordinarias sino también la suma del poder público.
En cuanto a la política económica, el segundo gobierno de Rosas también difiere del anterior: ahora tenderá al proteccionismo. “La política nacional de Rosas consiste en la complementación con una industria nacional, del sistema económico ganadero de Buenos Aires. El esquema se traduce geopolíticamente en la aspiración de reconstrucción integral del Virreinato del Río de la Plata”. (Ortega Peña y Duhalde en: Baring Brothers y la Historia Política Argentina).
La consecuencia inmediata de esta política económica es la Ley de Aduana, en diciembre de 1835. Las potencias europeas –Francia e Inglaterra- que desde hacía tiempo tenían los ojos puestos en Buenos Aires, vieron peligrar sus intereses. Sobreviene, tras un pretexto cualquiera, el bloqueo francés. Rosas mantiene una actitud intransigente y su voluntad de no ceder lo obliga a imponer a la ciudadanía un período de austeridad y sacrificio, mientras los sectores ilustrados se aliaban a los extranjeros “para liberar al país de la tiranía”.
A esto debe sumarse la situación de los países vecinos, sobre todo de la Banda Oriental, en donde los unitarios exiliados estimulaban a Fructuoso Rivera, comandante de la campaña, para recuperar la zona mesopotámica, lo que concluiría en un enfrentamiento con Buenos Aires; por otra parte, en Bolivia el general Andrés Santa Cruz alentaba los desacuerdos internos, buscando la expansión y fortalecimiento de su propio país. Detrás de Santa Cruz estaban, como siempre, los intereses ultramarinos.
Finalmente, Francia e Inglaterra deciden la intervención conjunta, lisa y llana, en el Río de la Plata. El pueblo apoyó totalmente la gestión llevada a cabo por Rosas frente a la invasión: no acepta ser una colonia de las metrópolis europeas. El 20 de noviembre de 1845 se efectuó el ataque en la Vuelta de Obligado. Nuestras fuerzas, al mando del general Lucio Norberto Mansilla, lucharon hasta el final pero los aliados forzaron el paso. No obstante, la importancia política del hecho fue singular pues dio mayor ímpetu a la resistencia en defensa de la soberanía nacional.
Puesto que la agresión europea directa había sido vencida, era necesario recurrir a otros medios para apoderarse nuevamente del país; la única forma era acabar de una vez por todas con el Restaurador de las Leyes. Se recurre entonces a una coalición, obra de la diplomacia brasileña, que utiliza a Urquiza, gobernador de Entre Ríos, como instrumento ejecutor de un plan concebido en el extranjero. Urquiza acepta. La Confederación Argentina estaba por declarar la guerra al Imperio. Es en esas circunstancias en que Urquiza firma un pacto con el Brasil y el gobierno de Montevideo para derrocar a Rosas. El 1º de mayo de 1851 se produce el pronunciamiento: quita a Rosas el ejercicio de las atribuciones delegadas y se reserva el derecho de entenderse con los demás países del mundo. En lo que resta del año 1851 se forma el ejército aliado que habrá de derrotar a Rosas en Caseros, el 3 de febrero de 1952.
Rodríguez le dijo a Rosas
legítimamente he sido yo
nombrado gobernador.
Y de un modo tumultuario
me han privado del bastón.
Si usté quiere respetar
a la Junta Soberana,
al puente de Las Barrancas
vendrá el día de mañana.
Muy pronto espero que usté
me dé la contestación
y si resuelve a venir,
sea con su división.
Juan Manuel leyó el oficio
y llamando a su ayudante
le dio orden de aprontar
la división al instante.
Yo señor Gobernador
le digo toda mi vida
he conocido en la Junta
legítima soberanía.
Ella lo nombró a usté
y con maldad lo ha sacado
yo estoy resuelto a volverlo
a su cargo custodiado.
Mañana estaré sin falta
donde ordena su gobierno
cuente con toda mi juerza
para salir de la emergencia.
Rodríguez se le unió a Rosas
cola caída como andaba
pues con cola ‘e pato el pobre
le habían ganao la parada.
Más bien parecía un lechero
que un señor Gobernador.
Pues cualquiera colorao
venía vestido mejor.
Con el Jefe a la cabeza
ansí a la ciudad marchamos
y al llegar a Las Barrancas
las guerrillas se toparon.
Hubieron algunos tiros
pero sin gran resistencia
ansí que pronto llegamos
a ocupar la residencia.
Rodríguez quedó repuesto
y el cuerpo de coloraos
del pueblo jué almiración
cuando lo vieron formao.
En la plaza nos tuvieron
como quien dice acampaos
y era lujo ver allí
el cuerpo de coloraos.
A Rosas le dieron orden
que marchara pal’ Salao
allá en la Guardia del Monte
con tuitos los coloraos.
Marchó con toda su gente
y al punto la licenció.
El se jué pa’ Los Cerrillos
y en la estancia se metió.
Diga usted que sí
Al santiagueño Ibarra
de Rosas gran adulón,
diga usted que sí
si el dice que no.
Los van a llevar los diablos
para taco de cañón.
Una espada al gaucho Rosas
le ha llegado del Japón.
Diga usted que sí
si él dice que no.
Para defender con ella
su Santa Federación.
Montado en un elefante
viene el fraile renegón,
diga usted que sí
si él dice que no.
Para defender con ella
su Santa Federación.
montado en un elefante,
viene el fraile renegón.
Diga usted que sí
si él dice que no.
Dio una feroz costalada
y se le rompió el cordón.
¡Viva la Patria!
Yo me llamo Juana Peña
y tengo por vanidad,
que sepan todos que soy
negrita muy federal.
Negrita que mando fuerza,
y no negrita pintora.
Porque no soy de las que andan
como pluma voladora.
Negrita que en los tambores
ocupo el primer lugar,
Y que todos me abren cancha
cuando yo salgo a bailar.
Negrita que no hago caso
de cualquier badulaque,
porque me sobran a mí
negritos lindos de fraque.
Y como también presumo
con mi hermoso peinetón
suelo hacerme de rogar
cuando llega la ocasión.
Pero ya que me han chiflado
por meterme a gacetera,
he de hacer ver que aunque negra,
soy patriota verdadera.
Por la Patria somos libres,
y esta heroica gratitud,
nos impone el deber santo
de darle vida y salud.
La Patria se ve amagada
de unos pocos aspirantes,
que quieren sacrificarla
por salir ellos avantes.
Opongamos a su intento
nuestros pechos por muralla,
y reunidos los negritos,
corramos luego a salvarla.
Esto aconsejar debemos
las mujeres al marido,
y las madres a sus hijos
en señal de agradecidos.
Yo por desgracia no tengo
hijos, padre, ni marido,
a quien poderles decir,
que sigan este partido.
Pero tengo a mis paisanos,
los negritos Defensores,
que escucharán con cuidado
estas fundadas razones.
A ellos dirijo mi voz,
y con ellos cuento yo.
Porque se que en siendo tiempo
no me han de decir que no.
Patriotas son y de fibra,
de entusiasmo y de valor,
defensores de las Leyes,
y de su Restaurador.
Solo por Don Juan Manuel
han de morir y matar,
y después por los demás,
mandame mi general.
Mandame mi general,
le han de decir al traidor
que los quiera hacer pelear
contra su Restaurador.
Mandame mi general
se lo dice Juana Peña,
mandame mi general.
Esa negrita porteña.
Hasta el domingo que viene
mandame mi general,
pues puede ser que después
no me mandes general.
Fue publicado en el año 1833 en el periódico La Negrita. Jorge B. Rivera atribuye la dirección de este periódico a Luis Pérez, quien probablemente sea también el autor de estos versos. Dice Vicente Rossi que los negros “consiguieron inmediata e incondicional libertad durante el gobierno de Rosas”. A pesar del dictamen de la Asamblea de año 1813 que disponía la libertad de los esclavos, la situación continuó sin modificaciones, sobre todo en el interior del país. Es durante el gobierno de Rosas que se prohibe de manera definitiva el comercio de seres humanos. En uno de los versos menciona los sucesos que tuvieron lugar durante el gobierno de Balcarce –diciembre de 1832 a noviembre de 1833- con el propósito de desplazar a Tosas, que se encontraba, en ese momento, realizando la campaña del desierto. La participación, o al menos el consentimiento de Balcarce en tales hechos, provocó que los federales “netos” llevaran a cabo la revolución de los restauradores el 11 de octubre de 1833 que lo obligó a renunciar a su cargo.
Trágala, trágala
Trágala, trágala,
Federación
¡Viva el gran Rosas!
¡Muera el traidor!
El que no tenga
moño punzó
sufra la pena:
verga y jabón.
Si no le gusta
vaya al Quebracho
que allá Pacheco
da pa tabaco.
El trágala es una canción que utilizaban los liberales españoles y que los federales rosistas adaptaron a nuevas circunstancias. En Quebracho Herrado, Oribe dio alcance a Lavalle y lo derrotó el 28 de noviembre de 1840. Pacheco era el segundo del ejército federal de Oribe. Tuvo a su cargo la columna encargada de perseguir y derrotar definitivamente al general Gregorio Aráoz de Lamadrid.
Reciba mi don…
Reciba mi don…
cinta colorada y fuerte,
tiene el letrero que dice:
Federal hasta la muerte.
A los federales
les quisiera dar
huevitos hervidos
en agua de azahar.
A los unitarios
les quisiera dar
tártago molido
en agua ‘e solimán.
Carta de Pancho Lugares a Chanonga, (1) datada en El Colorado, a 15 de julio de 1833.
Primera carta
Permita el cielo, Chanonga,
que en recibiéndote de ésta,
mis hijos y también vos
gozen de salud perfecta.
Yo quedo güeno a Dios gracias,
y solo con el pesar
de las noticias funestas
que me han dao de la ciudad.
¿Hasta cuándo mil demonios
nos querrán incomodar,
esos perros unitarios
que se han metio al torsal?
La culpa la tiene el Viejo,
que por su mucha bondad,
les perdonó a esos bribones
la que tenían que pagar. (2)
Si él en aquella ocasión
se los hubiese limpiado,
no eran ellos los que agora
hubiesen algorotado. (3)
Bastante le aconsejaron
El Tribuno, y sus aliados,
diciendo que era preciso
concluir con esos malvados.
Mas el Viejo se hacía el sordo
de purita compasión,
creyendo que se hacía un bien
con otorgarles perdón.
Bien agora se le emplea
lo que ellos hacen con él,
pues hasta quieren ahorcarlo
según lo dice un papel.
Y si ellos como lo dicen,
lo pudieran merecer,
según sus güenos deseos,
no lo dejarían de hacer.
Por verdugos no quedaba,
porque (hablando sin pasión)
hay más verdugos entre ellos
que viejas en un sermón.
Mas esos que agora gritan,
cuando llegue la ocasión,
han de venir de rodillas
a implorar de él su perdón.
Pero puede ser que entonces
no encuentren ya compasión,
y que sus lágrimas sirvan
para más indignación.
Ya escarmentado está el Viejo
de esos villanos traidores,
que provocan su venganza,
su justicia y sus rigores.
El los mira con desprecio,
y lleva su obra adelante,
pues tremola en los desiertos
de la patria el estandarte. (4)
El pabellón argentino
hoy lo miramos flamear,
donde jamás un cristiano
pudo en tres siglos llegar.
Las armas del Rey de España,
virreyes, gobernadores,
nunca pusieron las plantas
donde hoy los Restauradores.
Esta difícil empresa
es Rosas quién la ha allanado,
y en recompensa le pagan
con tratarlo de malvado.
Pero los que así lo agravian,
no son, no, los federales,
ni tampoco son porteños,
son tres o cuatro orientales.
Son hombres que por sus vicios
no tienen acogimiento,
y que andan de un lado a otro
como las nubes al viento.
Hombres que a todos partidos
se venden por su provecho,
pues lo que de honor les falta
tienen de sobre güen pecho.
Mas esos aventureros
cuando la tremenda llegue,
nos han de pagar por junto
lo que cada uno nos debe.
Y ansí diciles, Chanonga,
que hasta mejor ocasión,
pueden tomar por refrán,
no te aflijas, corazón.
Memorias a mis amigos
y a toitos los federales,
y vos recibí un abrazo
de tu don Pancho Lugares.
1) J. B. Rivera considera que Pancho Lugares es uno de los seudónimos utilizados por Luis Pérez.
2) Alude a los cismáticos que, durante la gobernación de Balcarce, intentaron acabar políticamente con Rosas.
3) Alborortado.
4)Referencia a la campaña de Rosas al desierto, intencionalmente desprestigiada por ciertos sectores del entonces gobierno de Buenos Aires.
Contestación de Chanonga a la carta de don Pancho Lugares (1)
Primera carta
Señor don Pancho Lugares,
pedazo del alma mía,
la carta que me has escrito,
me ha colmado de alegría.
En primer lugar, mi viejo,
por saber que te hallas güeno,
con muchas satisfacciones,
y también de gloria lleno.
Ya no tengo más pesar,
que el estar lejos de vos,
aunque en mis rezos, Lugares,
te encomiendo siempre a Dios.
En mis cortas oraciones
nunca olvido al General,
y a todos esos valientes
que nos dieron libertad.
Por ellos y por el viejo
hoy tenemos Patria y Leyes,
y no estamos bajo el yugo,
y tratados como güeyes.
Más en recompensa de esto,
unos pocos sublevados
conspiran contra su vida,
y están en ello empeñados.
Cismáticos descontentos
se han metido al entrevero,
y muchos de los caudillos
unitarios del primero. (2)
Hasta aquellos más cangallas
que el movimiento auxiliaron,
están agora con ellos
después que por él libraron.
No hablo agora de esos otros
a quienes les dio galones,
y que se han mostrado ingratos
en premio de sus favores.
Pues al cabo estos brinones
la hilacha mostrar debieron,
y hacer ver que tal honor
en su vida merecieron.
Y ni siquiera agradecen
el saber que en el desierto,
tiene ya un barco fondeado
en donde nunca fue puerto.
Que él es quien ha descubierto
esos hermosos terrenos,
en donde solo salvajes
habitaban, y eran dueños.
Esas valiosas montañas
en tan remota región,
y descubiertas agora
por ese nuevo Colón.
Esos campos prodigiosos
que causan admiración,
y que aumentan la riqueza
de la argentina Nación.
Esas indómitas tribus
que ya sin ferocidad,
hoy a la Patria por él
le sirven de utilidad.
Esas crecidas familias
que de cruel cautividad,
las ha sacado su brazo
en completa libertad. (3)
Esas madres que a sus hijos
hoy los güelven a abrazar,
cuando juntarse pensaban
si acaso en la eternidad.
En fin tantas mil ventajas,
que es escusado nombrar,
cuando todos bien conocen
su efectiva utilidad.
Pero unos pocos ingratos
envidiosos de sus glorias,
lo calumnian de tirano
para empañar su memoria.
Y aunque ellos nada consiguen
en su empresa criminal,
no se abstienen de agraviarlo
contra el voto general.
Mas el pueblo hace justicia
a su ilustre bienhechor,
y no olvida los servicios
de ese porteño de honor.
No te escribo más Lugares,
porque estoy de gacetera,
y me es preciso salir
a comprar una pollera.
Pero al cerrar esta carta
te ofrezco mi voluntad,
en señal de mi cariño,
y de firmeza y lealtad.
1)Se publicó el 23 de agosto de 1833. J. B. Rivera atribuye estos versos a Luis Pérez por la misma razón que en el caso anterior
2)Se trata de los unitarios que el 1º de diciembre de 1828 derrocaron al entonces gobernador Dorrego y colocaron en su lugar a Juan Lavalle.
3)Alusión a los blancos que, cautivos de los indígenas, recuperaron su libertad tras la campaña de Rosas.
Fuentes
Blomberg, Héctor Pedro – Cancionero Federal – Buenos Aires (1934)
Carrizo, Juan Alfonso – Cancionero popular de Catamarca – Buenos Aires (1987).
Chávez, Fermín – Juan Manuel de Rosas, su iconografía – Buenos Aires (1970).
Draghi Lucero, Juan – Cancionero popular cuyano – Mendoza (1938).
Fernández Latour, Olga – Cantares Históricos de la tradición argentina – Buenos Aires (1960).
Lanuza, José Luis – Cancionero del tiempo de Rosas – Buenos Aires (1941).
Moya, Ismael – Romancero – Buenos Aires 81941).
Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Agrupación Patricios Reservistas – Patricios de Vuelta de Obligado.
Rivera, Jorge B. – La primitiva literatura gauchesca – Buenos Aires (1968).
Rosa, José María – Historia Argentina.
Soler Cañas, Luis – Megros, gauchos y compadres en el cancionero de la Federación – Buenos Aires (1958).
Terrera, Guillermo Alfredo – Cantos tradicionales argentinos – Buenos Aires (1967)
Turone, Gabriel Oscar – Cantares de la Federación – Buenos Aires (2008).
Vignolo, Griselda y Nuñez, Angel – Cancionero Federal – Buenos Aires (1976).
Fuente: http://www.revisionistas.com.ar