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Aymaras - Varios Grupos, una lengua



Por pueblo aymara se conoce a los grupos de aborígenes americanos que tienen como lengua materna el aymara, y junto a ellos a los individuos que se reivindican como tales. Como lengua, el aymara no es exclusivo de ningún subgrupo étnico en particular, pues diferentes subgrupos lo hablan desde tiempos pre-incaicos.

Observando la geografía en que se asentaron, pueden diferenciarse diferentes grupos, como aquellos que ocuparon el territorio de la actual Lima, Ica, Huancavelica, Ayacucho, Arequipa, Apurimac, Cuzco y norte de Puno, zonas de Cochabamba y Potosí, localidades en las que hoy se habla quechua.

Retroceso

El avance del idioma español y del quechua, ha provocado, consecuentemente, el retroceso del aymara. Esto queda de manifiesto ante el reclamo de identidad quechua que hacen personas con apellidos que indican claramente su ascendencia aymara, como Mamani o Quispe, numerosos en regiones andinas e incluso en importantes urbes de Perú, Bolivia y Chile. Algunos, incluso plantean el cambio de apellido por uno de origen europeo.

EL TIEMPO DE LOS AYMARA

El pueblo aymara surgió en la región de los Señoríos Aymara entre los años 1200 y 1400 d. C. como consecuencia del debilitamiento de Tiwanaku. Pero su antecedente se remonta al año 500, tiempos de la cultura wari, cuya lengua es reconocida como proto aymara.

La zona de influencia de los Señoríos Aymara se extendió por los Andes, pero también se multiplicaron sus conflictos ya que no respondían a un poder político central, lo que alentaba los enfrentamientos.

El proceso de expansión encontró su plenitud coincidentemente con el surgimiento del Tawantinsuyu (Inca), hacia el año 1450, que terminaría incorporándolos a su organización estatal.

El Tawantisuyu estaba conformado por cuatro regiones o Suyu. Hacia el noreste estaba la zona del Antisuyu, hacia el sureste se encontraba el Collasuyu, hacia el noroeste el Chinchaysuyu, mientras que al suroeste se encontraba el Contisuyu.

A partir del tiempo del Tawantisuyu, la cultura andina, de la que el pueblo aymara forma parte, alcanza su apogeo expandiéndose hasta Ecuador hacia el norte y hasta la zona central de Chile hacia el sur.

La decadencia comenzaría hacia el año 1532, cuando se produce la llegada de la expedición española que encabezaba Francisco Pizarro. La presión que los españoles ejercen sobre los aymara, obliga a éstos a replegarse de la zona costera, buscando refugio en la precordillera y el altiplano. De esta manera los españoles se apropian de los valles de Lluta y Azapa, en tanto el movimiento poblacional origina una faja lingüística en la zona cordillerana y altiplánica, que termina imponiendo la cultura aymara en la región.

Sobre lo que hay divergencias es sobre el origen geográfico de la lengua aymara. Existen al menos tres teorías: la localista del aymara altiplánico; la que atribuye su origen a corrientes migratorias provenientes de los andes centrales, territorio actual de Perú; y la que sostiene que su origen se habría dado en el norte del actual Chile.

El desmoronamiento de un Estado tan poderoso como el Tiwanaku, dio lugar al surgimiento de otras sociedades aymaras, entre las que se cuentan como las más importantes los reinos Lupaqa, y Qulla. Los incas tomaban por qullas a todos los aymaras, y su territorio, junto con las sierras más australes pasó a llamarse Quallasuyo. Se cree que la conquista inca fue pacífica, semejante a la forma en que los romanos conquistaron a los griegos, aplicando un dominio respetuoso y asimilando su cultura. Sin embargo otros sostienen que se libraron batallas sangrientas entre incas y aymaras, y que incluso, luego de imponerse, los incas debieron soportar numerosas rebeliones. Como haya sido, lo cierto es que los incas no lograron imponer el quechua sobre el aymara, al menos en la meseta del Titicaca. Pero de lo que no hicieron los incas, se ocuparon los españoles.

Millones de aymaras e indígenas de otros grupos, murieron forzados por los encomenderos que contaban con el consentimiento de las autoridades políticas y eclesiásticas españolas. Esta matanza alcanzó las mayores cifras en las minas de Potosí, cuya riqueza de plata fue despilfarrada, entre otras cosas, en la llamada “armada invencible”.

PASTORES Y AGRICULTORES

Los aymara se han dedicado desde siempre al pastoreo y la agricultura valiéndose de técnicas ancestrales de cultivo. Su economía es complementaria, con abundantes rebaños y escasos cultivos en el altiplano, y con buena producción de verduras y frutas, gracias al uso de las terrazas, en la zona pre cordillerana. De esta manera se sirven del intercambio entre pastores y agricultores para subsistir en base al principio ayne, referido a la reciprocidad: la ayuda en el presente será correspondida en el futuro. En cuanto a la cría de animales se dedican a las llamas, vicuñas y alpacas, las que son utilizadas para carga y para aprovechar su lana.

El ayllu

El ayllu es un modelo de organización social que aglutina conjuntos de familias ligadas entre sí por vínculos de sangre y afines, y que en la unión conforman un núcleo de producción económica y distribución de los bienes de consumo. Los pares de ayllu responden además a un principio jerárquico donde el arriba predomina sobre el abajo. De esta manera se comprende el prestigio de las comunidades del altiplano por sobre las pre cordilleranas o costeras, tanto en lo socio político como en lo ritual. Así se entiende también la razón por la que algunas de las ceremonias más importantes se desarrollan en las cumbres de los cerros.

ORGANIZACIÓN SOCIAL

La base de la organización económica y social entre los aymara era el ayllu, célula mínima organizada en pares, masculino-femenino, según el principio de complementariedad de pares opuestos que rige la cosmovisión aymara. Pares ayllu conformaban una marka, pares de markas una saya, pares de sayas un Señorío y éstos a su vez constituían uno de los cuatro Suyus que conformaban el Tawantinsuyu.

De acuerdo con la tradición andina, cada ayllu descendía de una pareja de antepasados remotos, a quienes se les rendía culto justamente por considerárselos fundadores del ayllu. A partir de esta concepción organizan también la familia, rigiéndola por el principio de complementariedad que hace que para ellos el matrimonio dé entidad de personas a las partes, que no alcanzan tal estatus si no es a través del otro. Los miembros de la pareja deben cumplir con las obligaciones que corresponden a cada uno, perfectamente definidas, tanto como sus derechos, velando entre ambos por los principios y valores de la sociedad que se sintetizan en el concepto “q’maña” o “vivir bien”.

La estructura de la familia es patrilineal y virilocal. Por patrilinealidad se entiende el seguir la línea de parentesco, tanto ascendente como descendente, a través del padre. La virilocalidad hace referencia a la localización del lugar de residencia, que también está marcada por el hombre. Esto significa, en definitiva, que es la mujer la que se aleja de su linaje para incorporarse al de su esposo.

A los niños se les enseña cómo hacerse cargo del pastoreo y se les inculca el respeto y la obediencia a los mayores.

COSMOVISIÓN

Para los aymara la existencia se presenta en una realidad de dos ámbitos, el natural y el sobrenatural. Desde su cosmovisión observan su historia dándole un contenido religioso que sacraliza la naturaleza y le otorga legitimidad a la posición del hombre respecto a ella. Para dirigir sus costumbres están los espíritus de las montañas nevadas, los achachillas o malkus, que circundan los pueblos, a la Pachamama y a la serpiente Amaru, vinculada a la subsistencia por las aguas, ríos y canales de irrigación de las tierras agrícolas que se encuentran alrededor de los 3.000 m. de altura.


Los espíritus de las montañas nevadas dirigen los ritos de sus costumbres ancestrales.

En el sistema de creencias existe un sincretismo compuesto por los elementos prehispánicos de su cultura y los del cristianismo, pero el culto aymara propiamente dicho es uno solo y se desarrolla al ritmo de las estaciones del año.

De boca en boca

La narración oral ha hecho circular las leyendas de generación en generación. En esas leyendas la naturaleza se mezcla en la vida cotidiana con la vida silvestre en medio de un paisaje imponente. Hay en esto una dualidad que manifiesta la complementariedad y reciprocidad, que son en su visión los ordenadores del cosmos.

Aunque parezca compleja, la cosmovisión aymara se entiende fácilmente a partir de una idea muy simple: la comprensión y adaptación a la naturaleza andina. Se trata de una sacralización del medio natural.

La dualidad con que entienden todas las cosas los aymaras, no lleva a la confrontación de los opuestos sino que los complementa, pues valiéndose de uno y otro obtienen una tercera posibilidad: de macho, hembra, se abre macho-hembra. De esta manera se forman los tres espacios: el Arajpacha, el Akapacha y el Manqhapacha. El primero es la “tierra de arriba”; el segundo la “tierra de acá” que es donde transcurre su vida y se compone de los mallkus, la Pachamama y el Amaru; y el tercero el de la “tierra de adentro”, donde se mueven las fuerzas destructivas manteniendo el caos.

El aymara y la muerte

Para los aymara cada muerto se transformaba en un dios que debía tener su chullpa o torre funeraria, acabada conforme era la jerarquía del difunto; a mayor jerarquía, mejor elaborada la chullpa. Por eso su cultura es considerada necro teísta.

LA CULTURA DE LA RECIPROCIDAD

Su cultura está sustentada por su cosmovisión. De allí proviene el ayni, que es el principio de reciprocidad que puede sintetizarse en el “hoy por ti mañana por mí”, y que sirve como base a su sistema económico. El mérito no es tener si no dar, y de eso se obtiene el prestigio que otorga poder.

La naturaleza de este concepto se halla también en el desarrollo comunitario, que tiene como principio la idea de que nada puede prosperar solo, que en la naturaleza la manifestación de la interacción es imprescindible para crear vida. Por eso consideran a la tierra como inalienable, nadie puede adueñarse de ella y por el contrario, a todos corresponde cuidarla y preservarla. Esta creencia está implícita en el nombre que dan a la tierra, Pachamama (pacha es espacio-tiempo) o Madre Naturaleza.

La mujer tiene una gran relevancia en su cultura, alcanzando la misma jerarquía que el hombre, y en algunos casos, aún mayor que éste. Incluso, antiguas leyendas citan al hombre como la identificación del mal y a la mujer del bien, y entre ambos logran el equilibrio de fuerzas.

La papa

El gran aporte cultural que los aymara legaron a la humanidad es la domesticación de la papa. En la meseta del Titicaca llegaron a cultivarse 200 variedades. También a ellos se debe la técnica de la deshidratación con fines de almacenaje. Esta técnica aún se practica y a su producto se lo conoce como “chuño”. La técnica de deshidratación de la papa está basada en el aprovechamiento de las condiciones climáticas de los 4000 metros de altura de la meseta del Titicaca. La papa es expuesta alternada y constantemente durante 2 semanas, a los quemantes rayos solares diurnos y a los congelantes fríos nocturnos.


En la meseta del Titicaca llegaron a cultivarse 200 variedades de papa.


Atardecer en el lago Titicaca.


Danzarín de “diablada”, danza considerada mestiza por tener influencia de la época colonial.


Sepulcros de la antigua elite de los collas y los lupaqas en Sillustani, donde se aprecian sus grandes construcciones en piedra.

ARTESANÍA TEXTIL: LA EXCELENCIA

Los aymara practican una sofisticada artesanía textil, dotada de una gran riqueza técnica y embellecida por las formas de su universo pastoril, por lo que ha logrado perdurar en el tiempo. Utilizan como materia prima la lana de vicuña y alpaca, siguiendo un proceso rústico con el lento trabajo de hilados en husos, que luego son lavados y secados. Los hombres y las mujeres aprenden este oficio en el que luego se especializan para producir diferentes piezas. Entre sus principales productos están los ponchos (puncho sikura), fajas (wak´s), bolsas (wayaja), frazadas (panamanta) y sus típicas vestimentas rituales (kastillkutuna), creadas con fines prácticos, decorativos y religiosos ya que para ellos estas tres funciones no están separadas.


Su artesanía textil es de una gran belleza y riqueza técnica.