En una isla chilena ubicada en la Polinesia, en medio del océano Pacífico, y conocida en el mundo como Isla de Pascua, se asienta la etnia que lleva el mismo nombre: los rapanui o rapanuí.
La llegada a la isla
El poblamiento de la isla tuvo tres etapas: poblamiento temprano, ocurrido entre los años 400 y 800, es el tiempo en que se construyen los centros ceremoniales, ahu; la ahu moai, que va del 800 al 1680, es cuando comienzan los conflictos entre linajes y el culto al tangata u hombre pájaro; y la tercera o huri moai, que comprende desde el 1680 hasta la llegada de los españoles.
Se cree, de acuerdo con la historia que subsiste por tradición oral, que los rapanui habrían llegado a la isla, provenientes de un lugar mítico, la isla llamada Hiva, aproximadamente en el siglo IV, guiados por Hotu, su primer ariki (rey). De acuerdo con descubrimientos arqueológicos el origen de este pueblo estaría en la Polinesia, en las islas Marquesas, y de acuerdo a algunas investigaciones la isla de Rapa Iti podría ser la mítica Hiva, desde donde habrían llegado los ancestros de los habitantes de la Isla de Pascua.
La isla se pobló en tres etapas que se iniciaron en el año 400
El desarrollo de una cultura
En principio se dividieron en tribus aglutinadas en torno a un rey, el ariki, a quien creían descendiente directo de los dioses. A cada tribu le correspondía una franja de territorio que incluía parte de la costa, aunque las poblaciones mayormente se ubicaban hacia el interior, en las zonas de cultivo. En la costa, en cambio, construían los centros religiosos y ceremoniales, donde rendían culto a sus ancestros representados por los moai, y la administración política.
Una crisis de superpoblación pudo ser lo que determinó entre los siglos XV y XVIII el enfrentamiento entre tribus, que tuvo como consecuencia la destrucción de altares ceremoniales y el alejamiento de las canteras donde se tallaban los moai.
Luego de esta crisis aparece un nuevo ceremonial, el del culto al hombre pájaro, el Tangata manu, identificado con el manu tara o gaviotín pascuense. El jefe de clan que pudiera exhibir este símbolo, obtenía una posición de privilegio durante un año.
El azote blanco
El primer contacto con europeos fue en el año 1722, cuando llegó a la isla una expedición comandada por el holandés Jacob Roggeveen. Una segunda expedición llegó en 1770, esta vez española, que bajo el mando de Felipe González de Ahedo tomó posesión de la misma en nombre de la corona de España.
Con expediciones posteriores llegaron las enfermedades y el despoblamiento de la isla. Sobre esta desgracia se agregó la de las incursiones esclavistas que se llevaron más de mil nativos para venderlos como esclavos. Así fue como desapareció la clase sacerdotal y con ella quedó inexplicada la única escritura de la Polinesia, el rongo rongo. Posteriormente una epidemia de tuberculosis y la partida de más de doscientos isleños tras los misioneros católicos de Tahití, redujeron la población autóctona a apenas 110 individuos en el año 1877.
El símbolo
El sello inconfundible de la cultura de los rapanui son sus enormes esculturas en piedra, figuras coronadas por gorros rojos que llevan el nombre de moai, y que se encuentran en la costa de espaldas al mar. Hay 600 de estas figuras en pie, otras en diferentes lugares de la isla, y 250 ahu (altares ceremoniales de piedra), además de gran cantidad de petroglifos grabados en piedras volcánicas.
Dos lenguas
El rapanui es una lengua que pertenece a la rama polinésica de la familia austronésica, lenguas habladas en el sudeste asiático hasta la Isla de Pascua. Es la única lengua de este origen entre los indígenas de Chile. Esto por ser una etnia que conforma unidad lingüística y cultural diferente a las demás etnias del territorio chileno, donde la isla fue incorporada en 1888.
Actualmente los rapanui son bilingües: además de su lengua hablan el español, idioma que los niños aprenden en la escuela.
Política y sociedad
Estaban organizados en linajes que establecían su centro político en los sectores costeros. Desde allí controlaban su territorio, el kainga, que iba desde la costa hacia el centro de la isla. Sobre la costa construían las plataformas sobre las cuales realizaban los ceremoniales, las llamaban ahu. Entre las ceremonias que celebraban allí, se contaban los ritos de iniciación, la imposición de vestiduras y distribución de alimentos. Este sector también era el de residencia de los nobles y sacerdotes, en tanto las familias se distribuían hacia el interior agrupándose en torno al anciano más prestigioso, que era quien lideraba el linaje.
Tradición familiar
El ariki o rey era el jefe de la familia real que encabezaba la sociedad, detrás los sobios o maorí, los sacerdotes o ivi atua, los guerreros o matatoa, y finalmente los pescadores, agricultores y artesanos. Habían llegado de una tierra alejada portando las tablillas de madera o rongo rongo en las que llevaban registro de sus leyendas y conocimientos de la naturaleza, indispensables para la vida, como el saber sobre las plantas y animales en un territorio reducido y con recursos escasos. La ascendencia del ariki era directamente el dios creador, de él recibía el poder denominado mana, y la guarda llamada tabú. Al ariki nadie podía tocarlo en la cabeza ni cortarle el pelo porque justamente allí se situaba el mana. La familia real estuvo asentada durante generaciones en Anakena, por lo que este territorio fue sacralizado y se volvió inviolable. Pero con el tiempo la isla habría sido dividida por el monarca para que cada uno de sus hijos formara en tierras propias su tribu o mata. Luego la formación de nuevos linajes generó diferencias sociales que culminaron en el pico de su desarrollo cultural con la constitución de una confederación entre las tribus del este por un lado, y las del oeste por otro.
Los rapanui llegaron a la isla portando en tablillas sus conocimientos sobre la naturaleza
COSMOVISIÓN
La geografía del territorio rapanui hizo que su cultura se desarrollara en aislamiento, tomando por esto características únicas. Con el resto de las culturas polinésicas solo tienen en común el mar como elemento de su mitología, pero las leyendas sobre su origen y supervivencia no guardan relación con las del resto de las islas.
Para los rapanui el dios creador del mundo es Make-Make y es venerado en consecuencia como su principal mito. Otras divinidades son Tanga Manu, el hombre pájaro; Uoke, el dios con potestad para devastar; y leyendas como el establecimiento del primer ariki, Hotu-Matu’a o el duende benéfico, Rapahango, que transformaba el agua de lluvia en una poción con propiedades para embellecer.
Make-Make, el creador
Make-Make creó la tierra, las plantad y los animales, y cuando terminó su tarea, sintió la necesidad de compartirlo con alguien que pudiera hablar y pensar como él. Fue entonces que inició una búsqueda que lo llevó a fecundar la piedra, pero al no obtener resultados, lo intentó con las aguas y obtuvo los peces. Hasta que fecundó la tierra y nació el hombre. Al ver que el hombre necesitaba compañía, creó a la mujer.
Ceremonias ancestrales
Tienen dos ceremonias centrales, la Tokerau y la Tapati Rapa Nui. En esta última se observa un despliegue de costumbres ancestrales que se muestran a través de canciones, bailes y otras tradiciones. Es una fiesta familiar de la que participan distintos clanes, cada cual con su candidata a reina, que es elegida durante los festejos de acuerdo a un sistema de puntaje.
Otra ceremonia importante es el primer corte de pelo, al que le dan la importancia del corte del cordón umbilical. A los ocho años los niños son tatuados en las piernas, y al finalizar la pubertad se festejaba ceremonialmente el ingreso a la etapa adulta. Para eso se trasladaba a los púberes a la isla Hotu Mui y allí les pintaban el cuerpo de rojo y blanco y se les instruía en oficios, tradiciones, conocimientos religiosos y técnicas de guerra. Los más capaces eran apartados para la realización de oficios más complejos como la escritura, el tatuaje, las artesanías o el cantero.
Ante la muerte envolvían el cuerpo con tela vegetal y esperaba su descomposición durante dos años, al cabo de los cuales se sacaban los huesos para depositarlos en una cámara construida en el altar ceremonial. Para ellos ese era el punto de encuentro con los antepasados. La ceremonia con que recuerdan a sus seres queridos la llaman Paina y es ofrecida por los deudos como un acontecimiento social. Frente al Ahu, que cobijaba al difunto, se instalaba una gran figura, formada de palos y telas vegetales, y provista de una cabeza.
El misterio de las tablillas
Los rapanui creen que llegaron a la isla traídas por Hotu-Matu, y solo él y quienes lo acompañaron en su viaje podían escribir sobre ellas y recitar luego sus escritos. Pero más allá de la leyenda, la verdad sobre estas tablas de madera llamadas Rongo-Rongo, sigue siendo un misterio. La escritura es un conjunto de renglones compactos con símbolos, animales, plantas y estrellas que arqueólogos, historiadores y lingüistas no han podido descifrar.
Una vieja leyenda
Cuenta la leyenda que antes del viaje del rey, por indicaciones de un vidente, siete navegantes se adelantaron y llegaron a la isla buscando un lugar donde instalarse y sembrar ñame, un tubérculo base de su alimentación. Dos de ellos llevaban un moai y un collar de madreperlas, que fueron escondidos antes del regreso a Hiva, su hogar. Al marchar dejaron a uno de los exploradores en la isla.
La historia ha comprobado que cuando Hotu Matua llegó a la isla de Pascua, ya había allí pobladores, existía el ñame y había moais. Estos datos llevan a la suposición de que los siete exploradores representan a siete tribus inmigrantes tempranos, de las que solo habría sobrevivido una que fue la que se mezcló con los súbditos de Hotu Matúa, quien habría muerto veinte años después de llegar a la isla. Esta dinastía se extinguió con la muerte de Gregorio Roroko he tau, quien falleció en 1886.
Los moais, máxima expresión de su cultura, fueron creados entre los siglos VIII y XI después de Cristo
ACTUALIDAD
En la actualidad la isla tiene alrededor de 4.000 habitantes, repartidos con una mayoría leve de hombres sobre mujeres y con un índice urbano muy superior al rural.
Vista de la Isla de Pascua