Durante la vigencia del poderoso imperio incaico, los quechuas, pueblos originarios de Suramérica, ocuparon toda la región de los Andes y la costa occidental del subcontinente, desde Colombia hasta el norte de Argentina, identificados por su pertenencia a la familia lingüística derivada justamente del quechua.
En la actualidad la mayoría de estos aborígenes están asentados en tierras bolivianas, y su lengua se habla en Valles de Cochabamba, la zona del distrito minero, el este de Oruro y parte de Potosí. A pesar de la activa defensa de su cultura, sobre todo en la región del valle de Cochabamba, el avance del idioma español ha ido desplazando el monolingüismo, sobre todo entre los quechuas de Potosí.
La lengua quechua, derivada del aymará, evolucionó durante el imperio Inca al ampliar sus términos y variaciones fonéticas. Luego, con la llegada de los colonizadores españoles que la tomaron para comunicarse con todos los pueblos andinos sin diferenciar su origen, se afianzó en todo el Altiplano. Hoy es el idioma aborigen que más se habla en América, con sus expresiones llenas de riqueza e imaginación, con palabras que describen sensaciones complejas u observaciones sobre acontecimientos.
Sus tierras
El territorio en el que se establecieron los quechuas se caracteriza por la cantidad de nichos ecológicos perfectamente diferenciados sobre los 2000 m.s.n.m. Incluso, a muy corta distancia entre sí, se observan tres zonas: altiplanos, valles templados y yungas. El altiplano es una planicie entre los 3750 y los 5200 m.s.n.m., ubicada entre las cordilleras andinas. Por lo general se trata de un paisaje abierto, pero también pueden encontrarse bosques ralos con especies nativas, originales de estas tierras. La productividad de las mismas es baja por las heladas y la amplia variabilidad térmica diaria. Descendiendo hacia los valles la actividad agrícola mejora y alcanza mayor importancia la ganadería. Las yungas se ubican entre los 800 y los 2000 m.s.n.m., pero las abundantes lluvias y las pendientes lavan los terrenos que de esa manera pierden fertilidad.
En tierras cuyas características son las descriptas, los quechuas desarrollan actividad agropecuaria y minería, en la medida que el suelo se los permite. En el altiplano cultivan tubérculos como la papa y practican la ganadería de camélidos, ovinos y bovinos. En los valles los cultivos que abundan son el de papa, maíz y hortalizas, ocupándose también de la avicultura y la floricultura. Aquí el ganado que crían es el ovino, porcino, caprino, bovino y aves de corral. Aquellos que residen en zonas semi urbanas y urbanas se ocupan en albañilería, gastronomía, comercio y artes y oficios liberales.
Pero actualmente la tierra que cultivan es de una extensión mucho menor que la que cultivaban sus antepasados, quienes valiéndose de la técnica de regadío para intervenir en la seca estepa montañosa con su complejo sistema de canales y terrazas, lograban un rendimiento óptimo en una situación adversa.
Se sabe que hacia el año 500 a. C. ya habían domesticado la llama y usaban el estiércol para fertilizante y combustible para las hogueras. Pero donde mayor se hacía la importancia de este animal era en la carga, ya que pueden cargar fardos y con ellos sobre el lomo andar por los senderos largos y peligrosos de la montaña. Hoy día se siguen viendo en largas caravanas que bajan de la puna a los valles cargadas con sal y papas.
El comercio
La cultura de la comunidad quechua lleva a sus mercados a funcionar lejos del mero rédito económico, reemplazándolo por el concepto de reciprocidad, donde el intercambio se rige por valores establecidos por la costumbre y no por la ley de la oferta y la demanda o por lo que imponga el mercado a nivel nacional.
En el intercambio el quechua busca ser más generoso que la contraparte dejando de lado la especulación sobre aquello que se entrega.
Generalmente en sus transacciones no utilizan la moneda, sino que se sirven del trueque. Los llameros, que son aquellos que transportan sus mercancías a lomo de llama, bajan a las zonas agrícolas para obtener a cambio alimentos de los agricultores de los valles y las yungas, a quienes ofrecen carne seca, sebo, cueros y lana.
El mercado se organiza una vez a la semana y es la oportunidad para la búsqueda de artículos de primera necesidad para la familia. Es tradicional que la mujer concurra con algo de su producción para venderlo y luego adquirir lo que necesita para su familia. No acostumbran a guardar dinero ni acumular bienes.
Economía en peligro
Dentro de su economía la producción textil ocupa un lugar de importancia por la calidad de sus tejidos
El sistema tradicional de comercio quechua está amenazado actualmente por la economía de mercado. Si bien en una primera instancia la economía de la comunidad buscó la adaptación comercializando hacia el exterior solo el excedente de su producción, la resistencia ha ido cediendo ante la prepotencia del dinero y la demanda del libre mercado. Debido a esto la economía tradicional está debilitada y en peligroso retroceso.
El entramado familiar
Tradicionalmente han sido endogámicos, pero en la actualidad esta condición se mantiene solo ante la imposibilidad física del contacto con otros grupos. Por eso cuando las comunidades se fragmentan, es muy común que las nuevas comunidades no puedan sostener la endogamia. Eso se ve reflejado en el número de uniones inter-comunitarias que se ha dado en el último siglo, siendo lo más habitual el ingreso de la mujer a una nueva comunidad, aunque el caso contrario también se admite.
El vínculo parental es fuerte, sobre todo entre los más cercanos. Construyen redes familiares que funcionan como un seguro ante situaciones de necesidad, siendo además un factor aglutinante de la comunidad. Tal es así que el prestigio del individuo crece más por la parentela que lo rodea que por los cargos que desempeña.
El grado de parentesco establece, además, una jerarquía en la prestación de ayuda. Dentro de la comunidad los parientes más cercanos son quienes tienen mayor obligación de ayuda al necesitado, luego los lejanos y finalmente los no parientes. A su vez, los de menor nivel social tienen mayor obligación de ayuda hacia los de mayor nivel, como los de una generación superior la tienen respecto a una generación menor o a igual generación. También los familiares del esposo tienen mayor obligación de prestar ayuda que los de la esposa y su obligación es mayor con los familiares del varón.
La mujer quechua
La mujer es considerada dentro de la comunidad con un criterio utilitario. La convicción es que educarla es un gasto inútil que exige mucho tiempo para aprender cosas que no le servirán en su vida de adulta. Para los padres, una vez entrada en la pubertad, enviar a la hija a la escuela es ponerla en riesgo, por eso prefieren incorporarlas a las tareas domésticas donde ante la falta de varones en edad escolar, ellas cumplen un rol indispensable.
El compadrazgo
A través de la participación en un rito importante, una familia establece un vínculo, similar al de parentesco, con otra familia. Así ocurre cuando una pareja pasa a ser padrino o madrina del hijo de otra pareja, quien ocupa el lugar central del rito, entonces padres y padrinos se convierten en compadres. Cuando las personas que se unen en compadrazgo pertenecen al mismo nivel social, se considera que la relación es horizontal; cuando es entre personas o familias de distinto nivel, se la tiene por relación vertical.
Cosmogonía
Para los quechuas hay un mundo de arriba o lejano, el janaq pacha, y contrapuesto, pero a su vez complementario, un mundo de abajo o adentro, el ukhu pacha, y a la fuerza de ambos se encuentran expuestos los seres humanos que viven en “este mundo” o kay pacha. Los mundos de arriba y adentro están poblados de seres poderosos que influyen sobre los humanos solicitando su colaboración a cambio de bienes y poderes, y si éstos no son requeridos, envían amenazas que cumplirán si no son complacidos. Deben entonces mantener el equilibrio y la reciprocidad con ellos, porque en el de arriba está el orden establecido y en el de abajo el poder generador de nueva vida. Sus habitantes, los del mundo de abajo, se caracterizan por su fuerza y su hambre, originando grandes catástrofes pero también grandes bienes, fortuna y miseria. Por eso es que deben ser bien atendidos con ofrendas generosas, lo que asegura al que así lo hace salud y bienestar. Las celebraciones hacia el mundo de abajo están a cargo del ch´amakani o “dueño de la oscuridad”. En este mundo los muertos ocupan un lugar preponderante, siendo los achachila o machula (abuelos o antepasados), los protectores de la comunidad, ejerciendo algunos de ellos poderes sobre la lluvia, la helada, los vientos o el granizo, es decir, aquellos fenómenos que afectan a la agricultura.
La Pachamama
Es difícil de definir a pesar de ser una de las divinidades andinas más conocidas, incluso fuera del ámbito rural. Su nombre generalmente es traducido como Madre Tierra, aunque su personalidad es mucho más compleja. Está asociada con la fertilidad, relacionándose desde esta perspectiva con otros espíritus multiplicadores de animales y plantas, e incluso minerales. Además es considerada como tutelar y se dice hasta que cada casa tiene su Pachamama protectora, pero sin dejar de ser universal y omnipresente. Por eso para muchos es el principal espíritu de este mundo.
HISTORIA
El colapso de Tiwanaku, ocurrido hacia el siglo XII dio paso al surgimiento del Estado regional inca, en la zona de Cuzco, extendiéndose luego hacia los actuales territorios de Ecuador, Perú y Bolivia, estableciéndose allí como imperio.
Dentro de este panorama regional, los quechuas se expandieron durante el reinado del noveno Inca, Pachacutec, quien llegó a conquistar 300 leguas. A este mandatario le sucedió Tupac Inca Yupanqui, quien llevó los límites del imperio hasta Tucumán, en Argentina, y zonas de Chile, para luego radicarse en Cuzco a organizar la gran Nación. Repartió tierras, fomentó las industrias y construyó una fortaleza en Cuzco para aumentar su poderío militar. Ordenó además, que se abriera un camino en las altas cumbres de Apolobamba, pero esto no se pudo concretar hasta en tiempos de su hijo y sucesor, Huayna Capac. Así lograron ocupar los llanos de Beni, en Bolivia. Pero a la muerte de Huayna lo sucedió Huáscar, quien fue desafiado por su hermano Atahualpa. Se enfrentaron y Atahualpa se impuso encarcelando a su hermano y sus generales. Así estaban las cosas cuando en 1529 llegó la expedición de Pizarro, quien con solo trece hombres tomó prisionero a Atahualpa, instigando a los españoles a que mataran a Huáscar. Finalmente, él mismo fue ejecutado por los españoles, quienes lo reemplazaron por el menor de sus hermanos, Manco II, se instalaron en Cuzco y cambiaron la organización política dándole la estructura del reino español, con regidores y alcaldes. Años después empezaron las rebeliones. Manco Inca organizó un ejército y sitió Cuzco durante meses. Hasta que el cerco fue roto y el rey de España, para terminar con los enfrentamientos, instituyó el cargo de Virrey del Perú.
Una vez consolidada la conquista se reconocieron algunos derechos de las antiguas autoridades quechuas, concediéndoles tierras, minas y otros privilegios.
El siglo XVII trajo consigo un importante movimiento de fusión de culturas, pero en el XVIII volvieron a sucederse las insurrecciones. Entre los años 1745 y 1761 Apu Inca se levantó contra el poder colonial, y aunque no logró imponerse, dejó su impronta, que llevaría a sublevaciones posteriores. Primero fueron los reclamos de Tomás Catari por derechos de cacicazgo no reconocidos. Catari fue asesinado en enero de 1781 y a causa de esto se aceleró la rebelión que venía gestándose con José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru) al frente. Condorcanqui pretendía restablecer el incario imponiendo su autoridad sobre cuatro virreyes. Antes de recurrir a las armas agotó las instancias legales y diplomáticas, y finalmente paso a la acción ordenando el ahorcamiento del corregidor de la provincia de Tinta. Después de derrotar a los españoles en la batalla de Sangarara, sitió Cuzco y les exigió que se rindieran. Una diferencia importante en la contundencia de las armas de unos y otros, hizo que los originarios tuvieran que replegarse refugiándose en Tinta, donde reunieron una fuerza de 60.000 hombres. Los españoles, por su parte, negociaron con una fracción de los sublevados y de esta forma reforzaron su ejército que logró imponerse al de Condorcanqui, quien fue detenido y ejecutado mediante el descuartizamiento en plaza pública el 15 de marzo de 1781.
En 1809 se inició el movimiento que llevaría a la guerra de independencia, guerra que duró 15 años y al cabo de la cual, pese al establecimiento de la República, la situación de los indígenas no mejoró.
Después de años de lucha, recién en el siglo XXI comenzaron a hacerse realidad los cambios favorables para los pueblos originarios, que siguen peleando por la equidad.
Durante el siglo XVII se produjo un movimiento de fusión de culturas que dio como resultado un importante aporte indígena al teatro y la poesía, produciendo obras que trataban sobre cuestiones autóctonas, retrataban costumbres de los incas y criticaban a los españoles, muchas de ellas escritas en quechua. Dentro de este movimiento se destacó el Inca Garcilaso de la Vega, escritor e historiador considerado el primer mestizo biológico y espiritual de América.