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Querandíes



Antiguos habitantes del territorio que hoy ocupa la ciudad autónoma de Buenos Aires, sus dominios se extendían desde el Río de la Plata hasta el pie de la Sierra Grande de este a oeste, y desde el río Carcarañá hasta el Salado bonaerense de norte a sur.

Los guaraníes los llamaron “querandíes”, en español “gente que come grasa”, por su costumbre de comer grasa animal, en tanto los araucanos les dieron el nombre de “puelches”. En realidad se trata de la etnia conocida como “pampa” o “pampas antiguos”, entre los que se distinguían dos grupos, los taluhet, que ocupaban la pampa húmeda, y los diuihet, habitantes de la zona meridional y occidental de la pampa seca. Su cultura formaba parte del complejo Tehuelche, con quienes compartían el tipo de organización social, la cosmovisión y el hábito de la caza. También guardaban semejanza con los guaikurúes, con quienes compartían la proximidad del Río de la Plata, que los llevó a la práctica de la pesca en canoa y al uso del mortero para fabricar harina de pescado, además de la costumbre de beber en el cráneo de sus enemigos y de sacrificar a los cautivos cuando moría un jefe. Las tribus eran independientes entre sí y estaban gobernadas por caciques, repartiéndose para cada tribu, territorio para caza y pesca.

En cuanto a su lengua, se cree que compartían la de la mayoría de los pampas, aunque es posible que tuvieran al menos tres dialectos.

RASTROS DE UNA CULTURA ANIQUILADA

En distintas zonas que correspondieron a sus territorios se encontraron yacimientos arqueológicos. En La Plata, Moreno, Quilmes y las proximidades de los ríos Matanza y Reconquista, en los barrios porteños de Flores y Barracas, en Chascomús, Lobos, Punta Indio, Río Luján, San Miguel del Monte, se han encontrado restos de su industria. Estos hallazgos han permitido saber que conocían la cerámica y trabajaban los huesos de los animales que comían, que es de las pocas cosas de las que se tienen certeza porque para 1675 apenas se sabía de diez querandíes encomendados, por lo que es poco lo que ha trascendido de su cultura.

HISTORIA DE UN EXTERMINIO


Las crónicas e ilustraciones de la época se deben al alemán Ulrico Schmidl, quien llegó al Río de la Plata acompañando a Pedro de Mendoza.

Querandíes y europeos se encontraron por primera vez en 1527, en ocasión de la llegada a las costas del Río de la Plata de la expedición encabezada por Sebastián Gaboto. Este contacto fue pacífico, condición que variaría en expediciones posteriores. Con Pedro de Mendoza, por ejemplo, tuvieron un tiempo de trato amistoso durante el que los aborígenes proveyeron a los expedicionarios de alimentos, pero cuando estos empezaron a escasear los aborígenes fueron sometidos a malos tratos, por lo que reaccionaron rebelándose. Con Juan de Garay, el segundo fundador de Buenos Aires, la relación fue decididamente violenta y costó la vida a miles de aborígenes que, de acuerdo a la documentación con que se cuenta, fueron víctimas de la brutalidad de los conquistadores.

Dos importantes cronistas de aquella época fueron Ulrico Schmidl, quien acompañó a Mendoza en su expedición, y el poeta Martín del Barco Centenera, en cuya obra se encuentra información hasta 1541, cuando Buenos Aires es abandonada por orden de Irala.

A los hechos violentos que significaron la pérdida de miles de aborígenes, se sumaron las epidemias que llegaron a América traídas por los españoles, como la introducida por la expedición de Antonio de Mosquera en 1605, que castigó sin piedad a los esclavos negros y a los indígenas que, debido a los trabajos forzados y la deficiente alimentación a la que estaban sometidos, no tenían defensas. Otra epidemia importante fue la de viruela, sufrida hacia 1711 y que determinó el abandono de la Reducción Jesuítica San Francisco Javier, inaugurada ese mismo año. Aunque probablemente ya no se tratara de querandíes, a quienes se los considera extintos desde 1675, si no de otros grupos pampas, derivados hacia la región por la presión que los españoles ejercieron sobre los araucanos en territorio de Chile.

RÍO LUJÁN

El nombre de este río recuerda el enfrentamiento entre querandíes y españoles ocurrido en sus proximidades, puntualmente en el paraje del Árbol Solo, actual centro de la ciudad de Luján, en el que perdió la vida el primo de Pedro de Mendoza, Diego de Luján.

ACTIVIDADES DE UN PUEBLO NÓMADE


Cazaban ñandú volteándolo en plena carrera con el uso de las boleadoras.

Sus principales actividades productivas eran la caza y la pesca y, según consta en los versos del Barco Centenera, también practicaban la agricultura sembrando maíz. Para la pesca fabricaban redes y, luego de aprovechar la carne del pescado, fabricaban harina. Eran también recolectores; recogían raíces y frutos. Para realizar la caza utilizaban arco y flecha y boleadoras. Entre sus presas favoritas se cuentan el ñandú, el venado, la perdiz y la codorniz. Cuando comenzaron a utilizar el caballo, después de la primera fundación de Buenos Aires, se dedicaron a atrapar ganado cimarrón1 con el que se alimentaban. El caballo significó para ellos un cambio importante en sus hábitos, dedicándose a domesticarlos. Por lo general los obtenían en la llanura, donde luego de ser abandonados por los españoles se reproducían rápidamente. En primer lugar les era muy útil para la caza, pero además con su cuero fabricaban botas, correajes y toldos, además de darlo en trueque para obtener a cambio vestimenta, bebidas alcohólicas y cuchillos.

EL COMERCIO

Mantuvieron vinculaciones comerciales con otras parcialidades indígenas. Por ejemplo, con los guaraníes, a partir de quienes conocieron el maíz, aunque no se sabe cuál era la utilidad que le daban los querandíes. También realizaban trueque; el elemento de valor que poseían era el cuero, que intercambiaban por productos de otras regiones.

LA CULTURA

Por lo poco de su cultura que ha llegado hasta nosotros, sabemos que se dedicaban a la alfarería, fabricando ollas y platos sin asas, todo en resolución sencilla y con decorados geométricos. Al adoptar el caballo abandonaron su actividad de alfareros, aumentó el nomadismo y entonces practicaron, con intensidad, el arte de la cestería.

De los elementos que utilizaban para cazar se desprende su relación comercial con pueblos vecinos, ya que, tanto las boleadoras como la honda o la llamada piedra loca, estaban hechas con materiales que no se encontraban en su región sino en zonas próximas como las sierras.

En cuanto a su cosmovisión, se sabe que creían en el bien y el mal como opuestos. Para ellos Soychu era el espíritu del bien, en tanto Gualichu era el del mal. Esta palabra se usa aún en nuestros días asociada a poderes dañinos. Sus hechiceros practicaban el shamanismo; al hechicero o hechicera se le llamaba machi.

Dada su condición de nómadas sus viviendas eran simples, lo que facilitaba tanto el armado y desarmado como el transporte de las mismas. Los materiales que utilizaban eran ramas, hierbas y cueros, principalmente de venado pampeano o de la llamada falsa nutria. En los tiempos fríos acampaban en las aguadas, para desplazarse cuando empezaba el calor hacia otras zonas. De acuerdo a registros que han perdurado, sus asentamientos llegaban a ser de hasta tres mil individuos.

Se cree que los hombres andaban desnudos y las mujeres se cubrían la zona genital con un paño de algodón. Cuando el frío se hacía sentir con crudeza, se tapaban con cueros. Como en otros pueblos meridionales las novias se compraban y el divorcio era frecuente, al menos en el sector occidental.

REVOLUCIÓN A CABALLO

Los primeros caballos que conocieron los querandíes fueron los que llegaron con la expedición de Pedro de Mendoza. Pronto aprendieron a amansarlos y construyeron una relación poderosa que revolucionó sus estructuras políticas, sociales y económicas.

Hasta entonces la falta de movilidad de los aborígenes limitaba su espacio de acción. Pero al incorporar al caballo sus dominios se extendieron súbitamente dándole nuevos territorios para la caza que, por otra parte, también gracias al animal, lo llevó a perfeccionar sus técnicas.

Sobre el lomo del caballo el indio cambió arco y flecha por lanza y su cuerpo desnudo se vio ahora protegido por armaduras de cuero de equino, lo que implicó mejorar su situación en el enfrentamiento armado con los conquistadores. Las actividades económicas se centraron en el apoderamiento de ganado cimarrón, en tanto el rol de la mujer cambió repentinamente al dejar de lado el transporte de enseres y pasar a ocuparse únicamente de las cuestiones domésticas. Toda una revolución cultural.

ASPECTO FÍSICO

En su obra Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme, el cronista español Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez (1478-1557), describe a los querandíes como gente robusta, de piel morena, muy fuertes. En las ilustraciones de Ulrico Schimidl se los ve dotados de un físico proporcionado: altos y delgados, de piel morena y cabeza alargada.

Telomián Condié

Se cuenta, aunque no está documentado, que el cacique querandí Telomián Condie, participó en la batalla donde perdió la vida el segundo fundador de Buenos Aires, Juan de Garay. Este hecho se inscribe como uno de los primeros movimientos de resistencia contra el invasor español en la zona del Río de la Plata. Se cree que el partido bonaerense de La Matanza, Argentina, debe su nombre al recuerdo de este hecho.

LAS TRES MARÍAS

Este es el nombre con que se conocen en la Argentina las boleadoras de tres ramales, uno de los cuales sirve de sostén para revolear las otras dos y arrojarlas a las patas de los animales. De esta manera cazaban los querandíes o atrapaban los caballos salvajes para luego domesticarlos. ¿Pero cuál es el origen de sus eficaces boleadoras? La historia no lo registra, pero allí donde no llega la historia, cuenta la leyenda… Gualichu, el espíritu del mal, enfermaba a las tribus con terribles epidemias que las iban diezmando. Ante los ruegos desesperados de los pueblos querandíes, el espíritu del bien, Soychu, decidió intervenir. Persiguió entonces a Gualichu por todo el cielo sin darle alcance. Este se burlaba y seguía enviando pestes a los aborígenes aumentando su sufrimiento. Enfurecido Soychu tomó tres estrellas, las unió a un largo pelo de su barba y las lanzó sobre las piernas de Gualichu haciéndolo rodar. La caída terminó con las pestes, las estrellas siguen ahí, son las Tres Marías.

1 Animal doméstico en vida silvestre.