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Volcanes y terremotos



Nuestro planeta es un hogar que nos ha suministrado todos los recursos para que vivamos en él, sin embargo, las catástrofes naturales que se originan en las profundidades de la Tierra pueden afectar de forma determinante nuestras vidas.

Nuestro planeta no solo rebosa de vida en una dinámica constante sino que también es la cuna de violentos movimientos y desplazamientos que le dan forma desde sus entrañas. Es así que la formación y erupción de los volcanes y el movimiento provocado por los terremotos provocan algunas de las peores catástrofes sobre las cuales el ser humano tenga memoria, siendo fundamental su estudio para poder prever o prevenir los daños ocasionados.

El mundo interior

Antes de conocer a los terremotos y los volcanes, resulta fundamental que tengamos una noción de la geosfera, la parte interior del planeta que incide en los cambios que se dan en la corteza terrestre. En el caso de nuestro planeta, la geosfera se encuentra compuesta por material rocoso que puede ser sólido o fluido y se encuentra dividida por distintas capas:

  • La corteza: se trata de una capa fina respecto a las otras que componen el interior del planeta. Tiene un grosor aproximado que va de los 10 a los 70 km de profundidad. Si se encuentra en los fondos de las cuencas oceánicas es una corteza oceánica y en los continentes se le llama corteza continental. Es en esta capa donde ocurre el desplazamiento de las placas tectónicas, que da lugar a la deriva de los continentes y a los terremotos cuando colisionan entre sí.
  • El manto: es la capa más extensa, alcanzando una profundidad que llega a los 2.890 km. Se caracteriza por contar con una mayor densidad que la corteza. En esta capa se origina el magma (materia rocosa fundida), que recibe el nombre de lava cuando asciende a la superficie. Se lo puede subdividir en manto externo, que se extiende hasta los 600 km de profundidad y da origen al magma, y el manto interno, que se extiende a una profundidad de más de 2.000 km.
  • El núcleo: ubicado a más de 2.900 km de profundidad, debido a las distintas condiciones y materiales se encuentra subdividido en núcleo externo e interno. El núcleo externo está formado principalmente por hierro y níquel y es líquido, extendiéndose a lo largo de 2.270 km. Se cree que el líquido conduce la electricidad y debido a las fuerzas de convección es uno de los factores que determinan el campo magnético terrestre. Las temperaturas en esta capa van de los 4.400 °C a los 6.100 °C, aumentando de acuerdo a su proximidad con la Discontinuidad de Lehmann, una franja tras la cual encontramos el núcleo interno. A diferencia del externo, el interno es sólido y se encuentra compuesto principalmente por una aleación del hierro y el níquel. Situado a 5.155 km de profundidad, se estipula que su estado sólido respecto al núcleo externo se da debido al congelamiento por presión, esta última es millones de veces superior a la superficie que pisamos. La temperatura en esta capa es de unos 5.000 °C.


Mapa del interior de nuestro planeta, donde se originan terremotos y volcanes.

Los volcanes

La palabra volcán proviene de Vulcano, el equivalente romano del dios griego Hefesto, que representaba al fuego y la metalurgia. Si bien uno se los figura en primera instancia como los montes con forma de cono desde los que se despide lava, no todos tienen forma cónica, ni se encuentran activos o despiden lava. Primeramente, se puede definir a un volcán como una formación geológica de la cual emerge el magma del interior del planeta, junto a gases que suelen ser despedidos durante el proceso denominado erupción.

¿Por qué ocurren las erupciones?

Si bien se desconoce cuál es la principal razón de una erupción volcánica, se conocen varios factores que pueden ocasionarla. Uno de ellos es la presión que se acumula debajo de un volcán a raíz de que se impide el ascenso de la roca fundida y otros materiales desde el manto (ver geosfera) caliente de la Tierra. Este proceso está directamente relacionado con la formación de la corteza y se da en regiones donde se encuentran las fallas de las placas tectónicas. Otros factores son el aumento progresivo de la temperatura del magma, que lleva a expulsar la lava hirviente; los gases también presentes en el magma, que a medida que se expanden empujan la lava e incrementan la presión; y finalmente la presencia de magma nuevo en un volcán que ya contenía magma, aumentando la presión y provocando una explosión.

  • Estructura de un volcán

Si bien la parte visible es el cono, un volcán está compuesto de varias partes que no necesariamente resultan visibles debido a que el material expulsado se puede encontrar situado a más de 250 kilómetros de profundidad.

Entre sus partes podemos reconocer al cráter, que resulta la abertura por la cual salen despedidos los distintos materiales del volcán; la chimenea, que es el conducto entre el interior y el exterior del volcán; el cono volcánico, que es la zona donde los materiales emergentes son expulsados; la cámara magmática, que es el núcleo desde donde la roca fundida conocida como magma procede; las fumarolas, desde donde son emitidos los gases de la lava; las solfataras, aberturas que despiden vapor de agua, dióxido de carbono y gases sulfurosos; las mofetas, que despiden dióxido de carbono; y los géiseres, que se pueden describir como volcanes de menor tamaño de agua hirviendo.

El material, cuyo elemento principal es el líquido conocido como lava, suele salir a elevadas temperaturas que alcanzan los 1.500 °C; junto a los distintos materiales sólidos que se denominan piroclastos y son expulsados con gases como el vapor de agua, dióxido de carbono, dióxido de nitrógeno, azufre, ácido clorhídrico y metano, entre otros.

A menudo una erupción violenta puede modificar de forma determinante el aspecto de un volcán. Tal es el caso de, por ejemplo, el Tambora en Indonesia, o el Toba, que se estima que dio lugar al lago Toba hace casi 70.000 años.

  • Clasificaciones de los volcanes

En primera instancia hay que distinguir entre los volcanes que podemos encontrar en la Tierra y aquellos que son de origen extraterrestre. Algunos de los casos más destacables descubiertos fuera de nuestro planeta hasta el momento son los siguientes:

Venus: puede encontrarse una intensa actividad volcánica que crea auténticos océanos de magma, pudiendo extenderse a lo largo de kilómetros a pesar de tratarse de formas cónicas más achatadas, presentándose excepcionalmente el caso del Maat Mons, que mide más de 8.000 metros y se presume inactivo.

Marte: aquí se encuentra la elevación más alta del sistema solar, el monte Olimpo, que es un volcán de 21.287 metros, rodeado de acantilados que son de la altura del Aconcagua y una caldera de 85 km de largo con 60 km de ancho. Las explosiones de los volcanes en este planeta dan lugar a enormes depósitos de ceniza y las temperaturas del material en las erupciones se encuentran entre los 1.000 y los 1.500 grados centígrados.

Luna: si bien no hay registros de actividad volcánica en la actualidad, los depósitos de basalto indican que en algún momento tuvo una intensa actividad.

Europa: este satélite de Júpiter cuenta con crio-volcanes, es decir, volcanes de hielo y agua cuya composición se asemeja a los conocidos en la Tierra. Esto se debe principalmente a las bajas temperaturas, que van de los 160 a los 210 grados centígrados bajo cero. También se ha detectado la presencia de géiseres que despiden vapor de agua y gases como metano.


Desde la NASA desarrollaron dos esquemas que explicarían la actividad crio volcánica de Europa y otros cuerpos celestes. Sobre la izquierda se indica que si el calor es intenso y la capa de hielo es delgada el casquete helado se puede derretir, dando lugar a las erupciones. Sobre la derecha se indica que si el casquete helado es demasiado grueso el calor interior será menos intenso y será transferido a las capas más profundas de hielo que serían más cálidas y se elevarían, desplazándose como los glaciares terráqueos.

Ío: este satélite, que es el más próximo a la órbita de Júpiter, es el más activo de los cuerpos que componen el Sistema Solar. Las explosiones de los volcanes suelen ser tan violentas que expulsan material hasta más de 250 km de altura.

Por su actividad volcánica

De acuerdo a la frecuencia de su actividad volcánica podemos definirlos como activos, durmientes y extintos.

Un volcán activo es aquel que se encuentra con la posibilidad de entrar en erupción, luego permaneciendo en estado de reposo hasta que entra en erupción nuevamente. También hay casos donde las erupciones se dan de forma prácticamente constante, como es el caso del Pacaya en Guatemala.

Un volcán durmiente es aquel que no ha tenido actividad eruptiva desde hace más de 25.000 años. La caldera volcánica de Yellowstone en Estados Unidos es uno de los ejemplos más conocidos de volcán durmiente, calculándose que la última erupción magmática fue hace 70.000 años.


Géiser “Old Faithful” situado en el parque Yellowstone, que indica la actividad volcánica del lugar.

Finalmente, un volcán extinto es aquel que ha tenido actividad en algún momento, pero no parece poder volver a activarse. Esto no quita la posibilidad que pueda volver a reactivarse. Se cree que el volcán Kilimanjaro en Tanzania es un volcán extinto a pesar de contar con una ligera actividad volcánica en sus proximidades.


Vista del paisaje volcánico que atestigua el pico más alto del continente africano.

Por su forma

De acuerdo a su forma podemos hablar de una amplia variedad respecto a lo que se conoce habitualmente como volcanes. Su clasificación más común teniendo en cuenta este parámetro es el siguiente:

Volcanes en escudo:

Se caracterizan por expulsar una lava fluida y por presentar una estructura común que es poco empinada. Se forman a partir de las erupciones basálticas que van fluyendo a través de sus laderas, dándole forma cuando la lava se va solidificando. Esta forma suele ser muy frecuente en los volcanes de la región de Hawaii, siendo el más característico el Mauna Loa, si se tiene en cuenta que su base se encuentra sumergida supera los 9.000 metros de altura. También son conocidos volcanes en escudo el Piton de la Fournaise (2.632 m conocido por su intensa actividad) en Isla Reunión, la Isla Tortuga (210 m) en México y, fuera del planeta Tierra, el mencionado monte Olimpo en Marte o el monte Sif en Venus.


Cráter Halemaumau en el volcán Kilauea de Hawái, uno de los volcanes en escudo más grandes del planeta.

Estratovolcanes:

Se trata de volcanes que se encuentran entre los más destructivos por sus características, presentando un magma pesado que apenas deja un escape a los gases volcánicos que, finalmente, terminan provocando un estallido. Apelando a una analogía, es lo que sucede cuando a una botella de gaseosa la agitamos violentamente e inmediatamente retiramos la tapa.

Su forma es cónica y suelen ser elevados, superando los 2.000 m. de altura. Entre los más conocidos por sus efectos destructivos se encuentran el Krakatoa en Indonesia (813 m), el Tambora (2.850 m) también en Indonesia o el monte Pelée (1.397 m) en Martinica.


El volcán activo Popocatepetl en México es otro ejemplo de estratovolcán.

Caldera volcánica:

A diferencia de otras estructuras volcánicas, la caldera es una gran depresión que ocurre a raíz de distintos factores, como una erupción explosiva o el hundimiento de una cámara magmática o deslizamiento. Habitualmente superan el kilómetro de diámetro y se clasifican de acuerdo a como se dio su formación. Un ejemplo es la Caldera de Taburiente en la isla de La Palma, España.


El lago del cráter en Estados Unidos es una caldera volcánica parcialmente cubierta.

Cono de ceniza o escorias:

Se trata de montículos cónicos asociados a grandes sistemas volcánicos y por lo general se encuentran en los alrededores de un estratovolcán, un volcán en escudo o una caldera volcánica. Están conformados principalmente por fragmentos de roca denominados piroclastos, es decir, los fragmentos de material sólido que son expulsados en una erupción volcánica. Su tamaño puede ir de los 10 a apenas 700 metros y se caracterizan por su forma de plato o taza en la cumbre. Por lo general, la lava no es expulsada a través de la chimenea porque el material del que se componen es demasiado débil y no soporta la presión en su ascenso. Un caso conocido es el Paricutín (424 m) en México.


Erupción del Cerro Negro en Nicaragua, uno de los conos de ceniza más activos.

Domo de lava:

Estas formaciones surgen a partir de erupciones lentas con lava altamente viscosa que no fluye demasiado lejos y se solidifica inmediatamente. Debido a la acumulación de los gases de la actividad volcánica, pueden llegar a producir erupciones explosivas semejantes a las de los estratovolcanes.

Súper-volcán:

Estas formaciones enormes son las que causan mayor daño y cuentan con una gran caldera que puede afectar a escala continental, modificando las condiciones de la temperatura global del planeta por el sulfuro y la ceniza despedida. Suele cubrir un área extensa y modifica el paisaje donde se encuentra ubicado y puede estar compuesto de varias calderas. Un ejemplo fue la erupción del lago Toba en Indonesia, que ocurrió hace 75.000 años y se cree que pudo haber desencadenado la Edad de Hielo milenaria y la erradicación de un alto porcentaje de la población humana.


Lago Toba en Indonesia, que habría sido consecuencia de la actividad del súper-volcán Toba.

  • Los volcanes según su erupción

Hawaiano: se caracteriza por lavas fluidas que se deslizan pudiendo desbordar el cráter. No suele haber desprendimiento de gases, bombas o cenizas volcánicas, aunque su peligrosidad radica en que las lavas pueden recorrer varios kilómetros debido a su fluidez. Si bien son comunes en todo el mundo, los representantes más conocidos se encuentran en las islas Hawái, como el Kilauea.

Estromboliano: el nombre de este tipo de erupciones proviene del volcán Stromboli en Italia. Las lavas de estos volcanes son fluidas y proyectan violentamente distintos materiales como escorias, bombas y gases. Sin embargo, no se advierte que despidan cenizas en el proceso. Si bien la lava generalmente llega a rebasar el cráter, no alcanzan grandes distancias y la pendiente del cono suele ser irregular.

Vulcaniano: su nombre hace referencia al volcán Vulcano en las islas Eolias de Italia. En estas erupciones los magmas son de escasa fluidez y se consolidan con rapidez, dando lugar a violentas explosiones que ocurren cuando se tapa el cráter, despidiendo gases y lava sólida. La pendiente de este tipo de volcanes suele ser pronunciada.

Vesubiano o pliniano: el nombre de este tipo de erupción se toma de Plinio el Joven, abogado, escritor y científico de la Antigua Roma que describió en una carta la terrible erupción del monte Vesubio. La característica más común de este tipo de volcanes es que producen violentas explosiones gaseosas que pueden formar numerosos cráteres en sus alrededores, que se asemejan a calderas de lava viscosa. Además, los gases despedidos forman una nube volcánica de gases con una alta densidad de cenizas que luego caen a la superficie.


Imagen de la erupción vesubiana del monte Santa Helena (Estados Unidos) en 1980.

Peleano: su nombre hace referencia al destructivo volcán Mont Pelé en la isla de Martinica. La lava suele ser muy densa y despide nubes ardientes que son despedidas debido a la presión de los gases que se condensan en su interior. En las calderas se presentan levantamientos en la tierra llamados espinas volcánicas, que son de material inestable y se desmoronan a corto plazo.


Registro fotográfico de la erupción del Mont Pelé en 1902.

Krakatoano: el nombre de este tipo de erupción hace referencia al volcán Krakatoa en Indonesia. Son explosiones que se encuentran entre las más violentas y destructivas a raíz del contacto entre el agua y la lava, ya que se forman próximas a la costa. Entre las consecuencias inmediatas se encuentra que despiden un gran volumen de gases volcánicos y generan maremotos que arrasan todo a su paso.


Fotografía de la erupción krakatoana del monte Pinatubo en 1991.

Erupciones de Cieno: cuando el volcán entra en periodo de reposo sus grandes cráteres se convierten en lagos o se cubren de nieve. En caso de recobrar su actividad ocurren grandes explosiones que arrasan con todo lo que se encuentra sobre el cráter, ocasionando graves destrozos y avalanchas. Una erupción de este tipo ocurrió en el volcán Nevado del Ruiz (Colombia) en 1985.

Erupciones fisurales: este tipo de erupciones se dan cuando ocurre una dislocación en la corteza de la superficie, pudiendo recorrer varios kilómetros a lo largo de los cuales hay una lava fluida. Un ejemplo es la meseta del Decán, en India.

Volcanes más destructivos de la historia

1- Teoría de la catástrofe de Toba

Ocurrida teóricamente hace entre 70 y 75.000 años, es uno de los desastres más catastróficos a los que se tuvo que enfrentar la especie humana. Se cree que habría sido un súper-volcán que como resultado de la explosión habría generado el actual lago Toba en Sumatra, Indonesia. El efecto inmediato de esta explosión fue un invierno volcánico que llevó a la raza humana al borde la extinción, con tan solo entre 1.000 y 10.000 parejas reproductoras como sobrevivientes. Debido a las cenizas y a la nube volcánica (impidiendo el paso de la energía solar) la temperatura disminuyó entre 3 y 3,5 grados en todo el mundo, provocando un invierno volcánico que duró entre 6 y 7 años. Se cree que habría sido una erupción krakatoana.

2- Erupción del volcán Tambora

Ocurrida en el año 1815, este estratovolcán dio lugar a una erupción krakatoana en NusaTenggara, Indonesia, y sus consecuencias fueron tan graves que se la llamó la “Erupción del milenio”. La nube de cenizas que despidió la explosión se expandió a lo largo de 600 km y cubrió el Sol, además de luego caer en forma de lluvia ácida y de cenizas en un radio de 500.000 km. El ruido fue tal que se escuchó desde más de 4.500 km de distancia. Además, desencadenó el “Año sin verano” en 1816, disminuyendo la temperatura global y afectando los cultivos. 12.000 personas murieron a causa de los destrozos y 80.000 por la hambruna generada. Expediciones arqueológicas revelaron que sepultó bajo sus cenizas a una cultura, apodándosela la “Pompeya del Este”.

3- Erupción del volcán Laki

Ocurrida en el año 1783 en Kirkjubæjarklaustur, Islandia, esta erupción fue en primera instancia krakotoana para luego adquirir un tipo hawaiano, emitiendo grandes cantidades de lava. A las consecuencias en el clima a raíz de la nube de cenizas y la muerte de casi 10.000 personas en Islandia por las sustancias tóxicas expulsadas a la atmosfera, se suma la muerte de millones de seres vivos en distintas partes del mundo debido a que afectó la periodicidad de las lluvias y las crecidas de los ríos, incluso en lugares distantes como Egipto. Se estima que murieron 39.350 personas aunque, como ya se mencionó, el número podría ser mucho mayor si se tienen en cuenta las hambrunas que generó.

4- Erupción del Krakatoa

Ocurrida en el año 1883, la erupción fue krakatoana (de aquí el origen de esta denominación) y resultó tan violenta que el sonido de la explosión se escuchó a casi 5.000 km de distancia. La isla de Krakatoa, que contenía el cono volcánico, se destruyó por completo en una explosión de 100 megatones y el sonido ensordeció e hizo estallar los tímpanos de quienes se encontraban hasta 50 km a la redonda. La nube de gases ardientes que despidió mató a más de 1.000 personas, sintiéndose las consecuencias principalmente en Java y Sumatra. Como consecuencia de la erupción hubo maremotos que alcanzaron lugares tan distantes como Sudáfrica. Se estima que murieron en la catástrofe 36.417 personas.

5- Erupción del monte Pelée

Ocurrida en el año 1902, se trató de una erupción peleana (origen de de esta denominación) que dio lugar a un violento cataclismo en la isla caribeña de Martinica. Con la aparición de fumarolas y derramamientos de lava que arrasaron todo a su paso, se sumó el pánico generado por la presencia de animales venenosos que invadieron la capital de la isla, St. Pierre, intentando escapar del desastre. A los efectos de la nube de gas venenoso se sumó la gran cantidad de lava y ceniza que se desprendió de los levantamientos que se producían en el suelo. La erupción mató a 30.121 personas y destruyó completamente a la antigua capital de la isla, siendo reemplazada hasta la actualidad por Fort-de-France.

Los terremotos

En primera instancia, debemos entender de qué hablamos cuando mencionamos a un terremoto o sismo: es la sacudida de la corteza terrestre por la liberación de la energía de las ondas sísmicas. Como ya hemos visto al mencionar la geósfera, es el desplazamiento de las placas tectónicas en la corteza el origen de estas catástrofes en el 90 % de los casos, aunque también se pueden originar por la acumulación de sedimentos o variaciones en la presión atmosférica.

Partes de un terremoto

Línea de falla: es la discontinuidad que ocurre por las fracturas de la roca en la corteza terrestre a raíz del desplazamiento de las capas tectónicas.

Hipocentro: también se lo puede llamar foco sísmico, y es el punto en el cual la energía almacenada en la roca es liberada y la falla comienza a romperse.

Epicentro: este es el punto donde se detectan los mayores daños y se encuentra sobre el hipocentro, el origen del terremoto propiamente dicho. Aquí llegan las ondas desde el hipocentro generando los mayores daños en el suelo y el subsuelo.

Escalas para medir un terremoto

Como ya vimos en la infografía, existen varias formas de medir un terremoto. Aquí conoceremos un poco mejor la escala sismológica de Magnitud del momento, que resulta más exacta y está desplazando a la escala de Richter en su uso, a pesar de que mediáticamente se la continúa confundiendo. Esta modificación se debe principalmente a que las medidas cuando se superaban los 6,9° en la escala de Richter eran inexactas, midiendo una parcialidad de la energía que no era representativa del total del terremoto; y debido a que la escala de Richter no refiere a las propiedades físicas de la región donde se efectuó la falla que originó el terremoto. Si bien la magnitud y las fatalidades a las que da lugar el terremoto suelen estar correspondidas, no siempre existe una relación directa ya que incide si el terremoto se dio en un foco poblacional, si las estructuras estaban preparadas para afrontarlo o si se dieron o no secuelas destructivas como tsunamis o erupciones. A la hora de entender una comparación de este tipo de desastres, es importante notar que entre cada grado se libera 30 veces más energía. Es decir, un temblor de 4° liberará 30 veces más energía que uno de 3°.

Aquí veremos cuáles fueron los terremotos que más desastres ocasionaron:

1- Terremoto de Shaanxi, en China

Ocurrido en el año 1556, se estima que este terremoto de 8.0 en la escala de Magnitud del momento ha sido el que más desastres ha ocasionado y que ha registrado la raza humana, con un número de fatalidades que ronda entre los 820.000 y los 830.000 muertos. Afectando un área de 836 km que destruyó completamente las precarias viviendas, se calcula que murió el 60 % de las personas en la región. Los costos materiales que causó son incalculables en nuestra época.

2- Terremoto de Haití

Mucho más reciente, este terremoto ocurrió el 12 de enero del 2010 y alcanzó una magnitud de 7.2°. En esta catástrofe, que además tuvo réplicas que superaron los 5°, hubo una gran cantidad de pérdidas debido también a que se trata de uno de los países más pobres de América Latina y no pudo afrontar las consecuencias inmediatas del terremoto, dejando secuelas humanitarias que alcanzaron el número de 316.000 personas muertas, 350.000 heridos y un millón y medio de personas damnificadas. Se calcula que en la capital del país, Puerto Príncipe, quedaron completamente destruidas 250.000 viviendas, 30.000 comercios y al menos más de 20.000 edificios educativos.


El terremoto de Haití en el 2010 fue una de las catástrofes humanitarias más grandes de la historia.

3- Terremoto de Haiyuan, en China

Con una magnitud que se estima entre los 7.8 y los 8.6°, el terremoto de Haiyuan ocurrido en 1920 alcanzó la máxima graduación en la escala de Mercalli, es decir, XII (destrucción total).Entre sus secuelas el terremoto desencadenó una serie de fracturas y deslizamientos que elevaron el número de fatalidades. En la catástrofe fue sepultada la aldea de Sujiahe y ocasionó destrozos en un área que abarcó 7 provincias y regiones, que también fueron afectadas por los temblores. También fue desviado el curso de los ríos mientras que otros cursos fueron bloqueados, originando hambrunas. En esta tragedia murieron 273.400 personas.

¿Qué se puede hacer ante un terremoto?

Ante estas catástrofes existen medidas que suponen una prevención y nos garantizará la posibilidad de sobrevivir a estas tragedias. Aquí tenemos algunas indicadas por organismos como la Cruz Roja o el FEMA:

  • En caso de poseer información, conocer la intensidad del terremoto y las posibles secuelas en la región (si se está en un entorno montañoso puede haber corrimientos o licuefacción del suelo, si se está cerca del mar se pueden generar tsunamis, etc.)
  • Identificar lugares seguros del hogar y reparar las potenciales averías en las instalaciones de gas y electricidad, dejando a mano las herramientas necesarias.
  • Guardar una caja de primeros auxilios en un lugar que esté al alcance y averiguar las salidas de emergencia y puntos de encuentro del lugar de residencia.

Durante el terremoto

  • En caso de encontrarse adentro de alguna estructura, lo ideal es cubrirse debajo de algún mueble o escritorio pero, en caso de no hallarse, hay que cubrirse con las manos y acurrucarse en un determinado lugar hasta que cesen los temblores. Es fundamental alejarse de las ventanas y no utilizar de ninguna forma los ascensores, solo las escaleras.
  • Si se está fuera de alguna estructura, buscar un lugar despejado y tirarse al suelo, evitando la proximidad con postes de electricidad, árboles o edificios. En caso de encontrarse en algún vehículo, es fundamental detenerse en un lugar despejado y evitar puentes, debido a que pueden desmoronarse.