El término imperialismo hace referencia a la actitud, doctrina o acción que conduce al dominio de un Estado sobre otro u otros mediante el empleo de la fuerza militar, económica o política. De este modo, durante el último tercio del siglo XIX las potencias europeas y algunas otras –como Estados Unidos y, más tarde, Japón– desarrollaron una política de expansión colonial acelerada que ya venía gestándose desde comienzos de siglo. Esta nueva fase del colonialismo tendía a la formación de grandes imperios y constituiría una constante fuente de conflictos que desembocarían finalmente en la Primera Guerra Mundial.
COLONIALISMO E IMPERIALISMO
Los Imperios han existido a lo largo de toda la historia, desde su mismo comienzo en la Edad Antigua, pero el uso del término imperialismo suele limitarse a la calificación de la expansión europea que se inicia con la Era de los Descubrimientos –hacia el siglo XV– y se prolonga durante toda la Edad Moderna y Edad Contemporánea, hasta el proceso de descolonización tras la Segunda Guerra Mundial.
Para muchos autores el término imperialismo está claramente relacionado con el concepto de colonialismo , aunque suelen apreciarse diferencias entre ellos:
El colonialismo suele aludir a las primeras fases de la expansión europea, durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Las metrópolis controlaron una serie de territorios, explotados económicamente, que alentaron relaciones de subordinación con los pueblos autóctonos de la zona, a quienes impusieron sus estructuras y formas de vida. Se impulsó el control de rutas, lugares estratégicos y la creación de zonas de influencia, pero no quedó claramente establecida una conducta de conquista continua y sistematizada.
El imperialismo, en cambio, tiene fuertes connotaciones nacionalistas: los Estados que lo practicaron pretendían la conquista sistemática de la mayor cantidad posible de territorios con el objetivo de alcanzar el rango de potencias mundiales. No buscaban tanto la transformación cultural de estas zonas como así su control político, económico y militar. Este proceso adquiriría nitidez en el último tercio del siglo XIX.
El imperio británico hacia 1914. En rosa se ilustran aquellos territorios que en un momento u otro han formado parte de Inglaterra y posteriormente del Reino Unido.
De este modo, y hechas ya estas aclaraciones, el tránsito del colonialismo tradicional al imperialismo se produciría en la primera mitad del siglo XIX y estaría marcado por un período de crisis expresado en la pérdida de las colonias americanas de Gran Bretaña y España, la desaparición de las doctrinas económicas mercantilistas y la lucha por la abolición de la esclavitud.
La expansión continuó durante la segunda mitad del siglo, fruto de la pretensión de ganar nuevas áreas de influencia, alentada por la industrialización europea –ávida de nuevos mercados– y el desarrollo técnico y militar. Otros factores que contribuyeron a dicha expansión fueron las exploraciones geográficas y misioneras en busca de la extensión de la ciencia y el cristianismo, respectivamente. En 1885, en la Conferencia de Berlín, las potencias acordaron el reparto sistemático del continente africano.
CAUSAS DEL IMPERIALISMO
Fenómeno de gran complejidad, son múltiples las causas o factores que propiciaron el imperialismo:
En el período comprendido entre 1850 y 1900 la población europea pasó de 300 a 450 millones de almas. Las penosas condiciones de vida de la clase trabajadora en los países industrializados animaron a muchos a buscar mejores perspectivas de vida en los territorios que iban ocupándose. Parte de esa población fue absorbida por los territorios coloniales a través de una persistente inmigración que, en ocasiones, llegaría a alterar de manera sustancial la composición étnica de extensas áreas.
Por otra parte, los avances médicos, como el uso de la quinina, contribuyeron en gran medida a estas migraciones, ya que permitieron combatir con éxito enfermedades endémicas como el cólera, el tifus o el paludismo; enfermedades que hasta entonces habían hecho que extensos territorios fueran verdaderamente inhabitables.
El águila bicéfala fue un símbolo presente en la iconografía de varias metrópolis imperialistas.
Como fruto de la expansión del capitalismo industrial, estas causas se fundamentaron en la búsqueda de nuevos territorios donde invertir el exceso de capitales acumulados. Éstos encontraron una productiva salida básicamente en la financiación de infraestructuras tales como ferrocarriles, puertos o grandes obras de ingeniería.
La exploración y conquista de zonas donde conseguir materias primas abundantes fue otro rasgo importante. A las colonias se les asignaría el papel de abastecer a las industrias metropolitanas. Asimismo, también se intentarían controlar espacios donde establecer mercados que aseguraran un régimen de monopolio en la colocación de los productos industriales.
Muchas veces las causas económicas se fundamentaban en la utilización de una mano de obra no cualificada pero barata y dócil –en ocasiones esclava–, que redujo los costes de extracción de las materias primas y contribuyó al éxito de la agricultura de plantación.
Hacia el último tercio del siglo XIX, el nacionalismo que inicialmente había estado ligado al liberalismo se transformaría en un movimiento conservador y en un significativo componente del imperialismo. Los Estados adoptaron una política de prestigio en un intento de atraerse a las masas populares y desarrollaron una acción diplomática dirigida por fuertes personalidades –Otto Von Bismarck, Neville Chamberlain, Jules Ferry, Leopoldo de Bélgica, Cecil Rhodes– que mantuvieron la formación y consolidación de extensos dominios coloniales.
Retrato de Otto von Bismarck, estadista, burócrata, militar, político y prosista alemán, considerado el fundador del Estado alemán moderno.
Las potencias ambicionaban alcanzar la hegemonía colonial mediante el control comercial y militar de las rutas marítimas y terrestres, al tiempo que obstaculizaban la expansión de sus rivales. Esta política alimentó incontables episodios de tensión y conflicto que constituyeron el preludio de la Primera Guerra Mundial.
A lo largo del siglo XIX se iría completando el proceso de exploración del planeta iniciado en el siglo XV. Muestra de ello es el fomento de estudios geográficos, geofísicos y geológicos. También se organizaron expediciones de carácter antropológico y biológico que sirvieron para crear nuevas rutas de índole militar o económica. Se exploraron grandes ríos africanos y se logró penetrar en Asia, se atravesó Siberia y el desierto australiano y, finalmente –ya en el siglo XX–, fueron alcanzados el Polo Norte y el Polo Sur.
Debemos mencionar la tesis darwinista adoptada por los imperialistas, sobre todo en Inglaterra, para excusar sus actuaciones. Tras conocer las teorías de Charles Darwin sobre la evolución de las especies por selección natural, sostenían que, al igual que las distintas especies o razas, las sociedades más avanzadas tenían derecho a imponerse y a seguir creciendo aunque fuera a costa de las más retrasadas.
Estampilla que ilustra el momento en que se enarbola la bandera británica sobre la antigua colonia de Rodhesia del Sur, una amplia región conquistada por el empresario y colono sir Cecil Rhodes en el sur de África.
Desde posiciones nacionalistas se desarrollaron teorías racistas que justificaron e impulsaron la expansión territorial, con o sin el consentimiento de los pueblos autóctonos. De esta manera, subyacía una ideología de carácter etnocentrista que enaltecía la cultura europea y occidental y descalificaba al resto, considerado bárbaro, salvaje y primitivo.
LOS GRANDES IMPERIOS COLONIALES
A lo largo del siglo XIX y los inicios del siglo XX, diversas potencias se repartieron una parte importante del planeta.
Indudablemente, fue el Imperio británico el más extenso de todos. Comenzó a formarse en el siglo XVIII, pero alcanzaría la madurez durante el largo reinado de Victoria (1837-1901). Hasta entonces, había controlado esencialmente territorios costeros o islas con claras aspiraciones comerciales o estratégicas. Algunos de ellos habían pertenecido a Francia, Holanda o España. Los ingleses crearon un vasto imperio colonial que se extendía por todos los continentes: en América conservaban Canadá, Honduras y Jamaica; en África eran dueños de una franja de territorios que de norte a sur llevaban de Egipto a Sudáfrica; en Asia poseía zonas muy amplias en Oriente Próximo (Palestina, Siria, Líbano e Irak), India, Birmania y Singapur, mientras que China se vio obligada a ceder Hong Kong y a abrir cinco puertos costeros al comercio exterior. Todas estas posesiones se completaban con Australia y Nueva Zelanda.
Retrato de la reina Victoria durante su Jubileo de Oro.
Por su parte, el imperio francés constituyó, en el siglo XIX, el segundo gran imperio en importancia y extensión. Su más significado impulsor fue Jules Ferry, quien intentó mediante la política imperialista contrarrestar la derrota infringida por los prusianos en 1870 y así estimular la autoestima nacionalista francesa; se extendía por algunas zonas de América e islas de Oceanía, aunque se centraba en ciertas áreas de África y el Sudeste asiático. En África ocupó Argelia, estableció un protectorado en Marruecos, conquistó Túnez, casi la mitad del Sahara, Camerún (antiguo territorio alemán) y el Congo, mientras que en el Sudeste de Asia poseía Indochina: Laos, Tailandia, Vietnam, Malasia y Camboya.
Frente a estos dos imperios existían otros de dimensiones más reducidas. Rusia no se proyectó fuera de su propio ámbito geográfico y buscó su expansión terrestre por Asia siguiendo la tradición iniciada en el siglo XVI. Alemania e Italia, ocupados en su proceso de unidad nacional, se incorporarían tardíamente a la empresa imperialista. España poseía el Sahara Occidental, norte de Marruecos y Guinea Ecuatorial, y Portugal reafirmó y aseguró su presencia en Angola y Mozambique.
Ilustración alusiva al avance británico sobre buena parte de Oriente Próximo.
Fuera de Europa, los Estados Unidos iniciaron su expansión colonial con la compra de Alaska a Rusia y la guerra con España, que le conferiría el dominio del Caribe y la influencia sobre Cuba. Sin embargo, gran parte de su acción imperialista se concentró en la conquista de los enormes territorios situados al Oeste de sus primigenias 13 colonias. El imperialismo americano no se fundamentó en la ocupación de territorios fuera su ámbito geográfico sino en el control económico que ejercería sobre todo el continente americano. Japón también iniciaría un proceso expansivo. Esta política le llevaría a la guerra con China y con Rusia, y como consecuencia de ellas, se extendió por Corea y los archipiélagos cercanos; tras la Revolución Meiji y su rápida industrialización, se anexionaría diversos territorios asiáticos: Formosa y Corea a costa de China, y más tarde, Manchuria.
EL REPARTO DE ÁFRICA
Los países europeos comienzan a conquistar África hacia 1830, pese a que Portugal conservaba posesiones aún pues esa ocupación había sido superficial y a menudo se había centrado solo en el dominio de las costas. En la Conferencia de Berlín, celebrada entre noviembre de 1884 y de febrero de 1885, las potencias europeas se reunieron con el fin de resolver los problemas que planteaba la expansión colonial en África y resolver su repartición. Para 1914 solo quedaban en África dos países independientes: Etiopía y Liberia.
Mapa de África de 1911 que muestra los reclamos coloniales de cada país europeo. Las posesiones británicas están de amarillo; las francesas, de rosa claro; las italianas, de rosa oscuro; las alemanas, de verde; las portuguesas, de morado; las belgas, de anaranjado claro; las españolas, de anaranjado intenso; y los países independientes están de color gris.
Allí mismo se proclamó la libre navegación marítima y fluvial por los ríos Congo y Níger, se estableció la libertad de comercio en el centro del continente africano formado por la cuenca del río Congo, se acordó la prohibición de la esclavitud, y se estableció el derecho a reclamar una porción de la costa africana solo si dicho territorio se ocupaba efectivamente y se comunicaba de este evento a otros Estados. De este modo, la Conferencia de Berlín dio impulso al colonialismo exacerbado iniciado por Francia y el Reino Unido. Los conflictos que se pretendían solucionar no hicieron sino agravarse, provocando tensiones territoriales, políticas y económicas entre las principales potencias europeas, que desembocarían en el estallido de la Primera Guerra Mundial.
CONSECUENCIAS
Al abordar el tema las consecuencias del Imperialismo, si bien están relacionadas, debemos distinguir aquellas consecuencias para los "territorios dominados", y aquellas consecuencias que hacen referencia a las metrópolis.
CONSECUENCIAS PARA LAS METRÓPOLIS
Desde el punto de vista económico, el imperialismo sirvió de estímulo a la industrialización en aquellas áreas donde aún era débil y favoreció su consolidación allí donde ya estaba en marcha. Pero, especialmente, el principal objetivo de las metrópolis fue la obtención de materias primas abundantes y baratas y la colocación de productos manufacturados en las colonias. Esto provocaría un rápido desarrollo y crecimiento económico para las naciones imperialistas. Desde el punto de vista político, constituiría una inagotable fuente de tensiones y conflictos.
CONSECUENCIAS PARA LOS TERRITORIOS DOMINADOS
En el orden económico, las colonias se convirtieron en abastecedoras de materias primas y de productos necesarios para el funcionamiento de las industrias metropolitanas, en tanto que éstas colocaban las manufacturas en sus dominios, relación económica que se presentaría desigual. La economía tradicional basada en una agricultura autosuficiente fue sustituida por otra de exportación, en régimen de monocultivo, ocasionando la desaparición de formas ancestrales de producción y la extensión de cultivos como el café, el cacao, el caucho, el té o la caña de azúcar, que dieron lugar a notables alteraciones del medio natural, así como al rendimiento de la tierra.
Desde el punto de vista social, la burguesía de las metrópolis ocuparía los niveles altos y medios de la sociedad colonial. En algunos casos grupos autóctonos fueron asimilados por los colonizadores y pasaron a formar parte de la cúspide social. Esto ocurriría principalmente con las antiguas élites dirigentes y miembros y funcionarios de la administración colonial. Sin embargo, la mayor parte de la población autóctona fue objeto de un generalizado proceso de proletarización que incrementaría las abundantes reservas de mano de obra destinada a la creación de infraestructuras y a la agricultura de plantación.
Imagen de colonos americanos durante una conferencia.
En el orden político, las zonas ocupadas se vieron bajo el dominio y control de las metrópolis, con lo cual la dependencia de las colonias estuvo determinada por el tipo de organización administrativa que les fue impuesta. Los cargos y la organización administrativa estuvieron en manos de los imperios. El aparato estatal funcionaba a su favor y en detrimento de los derechos de soberanía y autodeterminación de los nativos. Esa imposición no estaría exenta de conflictos que constituyeron el germen de los movimientos antiimperialistas.
Por último, dentro del orden cultural, la imposición de la civilización occidental en las colonias originó una profunda crisis dentro de las culturas autóctonas al implantarse patrones de conducta propios de los colonizadores. La religión cristiana desplazó a los credos existentes en muchas zonas de África, o bien se fusionó con ellos, dando lugar a creencias de carácter sincrético. En Asia, la experiencia evangelizadora fue escasa comparada con la del África negra, debido al arraigo de antiguas y complejas religiones como el budismo y el hinduismo.
Los intereses coloniales jugaron un papel cada vez mayor en las relaciones entre las grandes potencias, creando enfrentamientos que contribuirían al estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. Los países se habían preparado para la guerra: incrementaron los gastos militares y la duración del servicio militar además de exacerbar el belicismo y el patriotismo nacionalista desde la prensa y la educación. Además, aumentaron los conflictos de límites. La llamada Era de los Extremos estaba comenzando.