Se denominan sierras pampeanas al conjunto de cordones montañosos que forman bloques con una orientación norte-sur predominante. Conforman una de las regiones geográficas en las que se divide la República Argentina, que se extiende en parte del territorio de las provincias de Tucumán, Catamarca, La Rioja, Córdoba, San Luis y San Juan; ocupan aproximadamente 300.000 km2.
Más allá de su nombre, que alude a los relieves serranos que prevalecen en la zona centro oeste de Argentina, esta región abarca también zonas de penillanuras y mesetas como testimonio de la evolución geológica del área. Es además, escenario natural de gran belleza; con sus culturas, climas y biomas bien diferenciados, constituye un importante centro turístico que ha favorecido el desarrollo de la región.
Limita al Norte con la región del Noroeste, al Este con las regiones de Chaco y Llanura Pampeana, al Sur con la Llanura Pampeana y al Oeste con la región de Cuyo.
La región organiza su espacio respondiendo a dos factores fundamentales: la distribución de las cadenas montañosas y la extrema aridez. Esto, es lo que determina la distribución de su población en sectores discontinuos, con diferentes dimensiones y distinto aprovechamiento de sus suelos. Debido a las grandes distancias físicas y la falta de infraestructura adecuada para el transporte, se observa cierto grado de aislamiento entre los asentamientos humanos.
DISPOSICIÓN DE LAS SIERRAS
Famatina, Velasco, Aconquija y el cordón austral de Córdoba y San Luis son los cuatro encadenamientos en los que se disponen las sierras. Si bien no todos ellos tuvieron el mismo origen y evolución geológica, al poseer las mismas características climáticas, económicas y poblacionales, se los considera como integrantes de una misma región geográfica formal.
Velasco, Aconquija y el cordón austral de Córdoba y San Luis se originaron en fracturas provocadas por el plegamiento andino en el macizo de Brasilia. Las sierras se formaron por los bloques que se elevaron volcándose hacia el Este y los que se hundieron formando valles, bolsones y campos. A diferencia de éstos, Famatina se originó por los plegamientos y el ascenso de los sedimentos; allí se encuentra el cerro General Belgrano, altura máxima de la región.
La consecuencia de la elevación y vuelco hacia el Este de los bloques graníticos provocó la formación de la ladera occidental abrupta, denominada “cuesta”, como la del Portezuelo en la provincia de Catamarca y la de Miranda en la provincia de La Rioja. Como contrapartida, la cuesta oriental se caracteriza por una pendiente más suave, y se la denomina “falda”.
A las cumbres que se presentan aplanadas se las conoce como “pampas”, en tanto que los extremos montañosos que se hunden en los sedimentos que rellenan los valles reciben el nombre de “puntas”.
Los extremos de las sierras se hunden en los bolsones y reciben el nombre de puntas. De allí que a los habitantes de la ciudad de San Luis los llamen puntanos, ya que la ciudad de San Luis se ubica al pie de una punta montañosa.
La acción de los agentes exteriores no se detiene, ríos y vientos continúan erosionando las sierras y acumulando sedimentos en las zonas hundidas, rellenándolas. Los ríos, con sus fuertes corrientes, pueden transportar grandes bloques rocosos que se desprenden de las sierras por la erosión; además, trasladan bloques más pequeños y sedimentos finos. Cuando llegan al pie de la sierra, en la zona de contacto con el valle, los bloques se depositan y forman conos de deyección; allí se asientan los principales centros urbanos, aprovechando en esas franjas la facilidad para la captación y distribución de agua antes de que llegue a las salinas. Otra ventaja es la aptitud de los suelos para la actividad agrícola, lo que ha potenciado el desarrollo de la agroindustria.
En los casos de ríos caudalosos, éstos se alejan de las sierras internándose en el llano con sedimentos más finos como la arena, los limos y las sales; quienes, de acuerdo con el peso, se disponen en forma concéntrica formando arenales, barreales y salinas; dichas formaciones pueden observarse en las Salinas Grandes.
Encadenamiento Oriental o de Aconquija
Comienza hacia el Norte de la provincia de Tucumán con las Cumbres Calchaquíes y la sierra de Quilmes o del Cajón, entre las que se sitúa el Valle de Santa María.
Las Cumbres Calchaquíes se extienden hasta el paso abra del Infiernillo, luego se halla la sierra de Aconquija, la más elevada.
Del Aconquija se desprenden los alineamientos:
Oriental o de Ancasti: Se origina en las sierras Escaba y Balconza, siguiendo hacia el sur de la cuesta del Totoral con las sierras del Alto, Ancasti y Brava; continuando hasta la depresión de las Salinas Grandes.
Occidental o de Ambato: Comienza en la cuesta de la Chilca y se extiende hasta el límite entre las provincias de Catamarca y La Rioja. Lo forma la sierra de Ambato, que alcanza su mayor altura en el cerro Manchao de 4.561 m.s.n.m., cerrando por el Este con campo Belén.
Entre estos dos cordones se elevan dos sierras bajas, Narváez y Graciana, separando al Valle de Catamarca en dos menores, al Oeste el de San Fernando del Valle de Catamarca, y al Este el de San Isidro, destacado centro agrícola de la región.
Dada su importante elevación, la sierra de Aconquija constituye el principal frente de condensación de la humedad que traen los vientos del Nordeste, que son aquellos que durante el verano descargan abundantes lluvias sobre la ladera oriental, la de menor pendiente. Por ella descienden los ríos y arroyos afluentes del río Salí, por su margen derecha.
Encadenamiento Central o de Velasco
Sobre el borde sur de la Puna, en la sierra Fiambalá, comienza a manifestarse este cordón que se ve enmarcado hacia el Oeste por el campo de Belén, finalizando en el cerro Morado que tiene una altura de 4.920 m.s.n.m. Hacia el sur de éste se encuentra el gran bloque granítico de la sierra de Velasco, interpuesto entre los Llanos del Este de La Rioja y el valle de Chilecito.
Por la sierra de Velasco corren ríos de poco caudal, pese a eso, el Río de los Sauces abastece de agua a la ciudad de La Rioja mediante el embalase homónimo al río. La sierra se hunde en los llanos de Patquía, donde hay predomino de suelos arenosos y salitrosos, para reaparecer en el sur de La Rioja, en las sierras de los Llanos, Malazón, Chepes, Ulapes y Minas, sierras que condensan humedad generando pequeños oasis.
Encadenamiento Occidental o de Famatina
En realidad este sistema no pertenece a las Sierras Pampeanas, el hecho de que se lo considere como parte de él es porque comparte el ámbito geográfico, así como las características climáticas, económicas y poblacionales.
Se inicia con la sierra de Famatina y alcanza su mayor altura en el cerro General Belgrano de 6.250 m.s.n.m., luego decrece hacia la cuesta de Miranda, zona de contacto con las Sierras Pampeanas de Cuyo. Al sur de la cuesta se ubican las sierras de Paganzo, Vilgo y Talampaya, que limitan con los campos de Talampaya e Ischigualasto, lugares de gran riqueza paleontológica y arqueológica. El encadenamiento se prolonga luego en las sierra de Valle Fértil, de la Huerta, Gigante, Guayaguas y Alto Pencoso.
Encadenamiento Austral o de Córdoba
Este encadenamiento se extiende desde el río Saladillo, brazo temporario del río Dulce, hasta aproximadamente los 34° de latitud sur, en la provincia de San Luis.
El origen es en Santiago del Estero, donde emergen las sierras de Ambargasta y Sumampa, continuando en Córdoba con las sierras del Norte, Quilino, San Pedro e Ischilín. Desde ésta se conecta con la sierra Chica, gran bloque granítico, alcanzando su mayor altura en el Uritorco, a 1.950 m.s.n.m. Gargantas angostas y profundas se encuentran en esa zona cortando la sierra Chica y siendo recorridas por los ríos Primero, Segundo y Tercero que descienden desde el Oeste, del cordón conocido como sierras Grandes.
Los bloques serranos, al elevarse con lentitud permitieron a los ríos mantener su desagüe hacia el Este haciendo posible el proceso de erosión fluvial. De esa manera, se conforma una topografía propicia para la construcción de diques de embalses, como los de San Roque, Los Molinos y Río Tercero, que son aprovechados para la recreación, el riego y la generación de energía.
El dique San Roque, fundamental en la generación de energía de la región.
Entre las sierras Chicas y Grandes se sitúan los valles de Punilla y Calamuchita, donde se asientan centros urbanos como Capilla del Monte, La Cumbre, La Falda, Carlos Paz y General Belgrano. Las sierras comienzan con los cordones bajos de Gaspar, Serrezuela y Pocho, donde se encuentra un volcán inactivo: el cerro Yerba Buena, de 1.650 m.s.n.m.
Los cordones al reunirse forman las sierras Grandes, que finalizan en el cerro Champaquí, de 2.790 m.s.n.m.
Para la formación de las sierras de San Luis concurren dos cordones a los que separa el valle de Concarán, recorrido por el río Conlara. Hacia el Oeste se alza la sierra de San Luis, cuya mayor altura es el cerro Retama, situado a 2.150 m.s.n.m. y hacia el Este las sierras de Tilisarao, Estanzuela y el Morro, otro volcán inactivo.
Clima
La región se caracteriza, en su mayor parte, por un clima templado y semiárido de sierras y campos, o sea, un clima continental moderado donde priman las altas temperaturas en verano y las bajas en invierno. Pero en las vertientes orientales de las montañas tucumanas y en las catamarqueñas de Ancasti, prospera el bosque nuboso debido al carácter extremadamente húmedo de la zona. En tanto, en las provincias de Córdoba y San Luis predomina un clima ameno con lluvias intensas y breves en verano, y nevadas invernales. En sus sierras predominan los bosques densos de algarrobos, chañar, caranday y coníferas. Aquí, las temperaturas y precipitaciones varían de acuerdo con la altitud, la latitud y la orientación de las sierras. Las temperaturas anuales oscilan entre los 12° C a los 18° C, produciéndose las mayores precipitaciones en las laderas que reciben de frente los vientos del Este, quienes condensan la humedad del océano Atlántico.
Flora
En la franja más cercana a los Andes, la más árida, prevalecen las cactáceas y diversos arbustos coriáceos; mientras en la zona de la yunga la vegetación es densa y con gran variedad de especies arbóreas, entre ellas, las coníferas autóctonas como el pino del cerro, el aliso tucumano y otras. En las sierras de Córdoba y San Luis la vegetación es abundante, destacándose los algarrobos, chañares, cocos y sauces criollos. En las sierras de Córdoba también hay olivos, vides, durazneros, perales y otras especies que han dado prueba de su capacidad de aclimatación a la zona. Son comunes, además, las hierbas medicinales del tipo de la peperina, el poleo, bira-bira, carqueja y otras. En el centro y Oeste de La Rioja y Catamarca han prosperado las vides en oasis de riego, así como importantes plantaciones de olivos.
Lo que ha convertido en yermas algunas zonas, es la desertificación producida por la tala indiscriminada, una explotación de carácter extractiva sin reposición, a lo que se suma el sobrepastoreo caprino y ovino, los incendios provocados con el objetivo de ampliar las áreas de pastura, así como el mal manejo hídrico. Esto se ha tornado dramático a lo largo del siglo XX y aún hoy sigue sin solución.
Fauna
La región presenta una fauna variada, en la cual algunas especies están en peligro de extinción, como la boa de vizcacheras. En la zona norte se ven tarucas, yaguares, pumas, cóndores, pecarís, vizcachas, comadrejas, zorros de las pampas, loros barranqueros, halcones y muchas especies más. Hacia el noroeste, ante la escasez de agua hay menor cantidad de animales. Allí tienen su hábitat vicuñas, guanacos, chinchillas y gatos andinos; mientras que en el suroeste, una zona muy poblada, hay mayor variedad tanto de fauna como de flora.
El puma o león de montaña es mencionado en la mitología de los pueblos indígenas de América y también en la cultura contemporánea.
Economía
La actividad económica se concentra en los llamados oasis de riego agrícola-ganaderos, donde se destaca la producción de papa, vid, olivo, hortalizas, frutales, ajíes, leche, carne bovina y caprina, e importantes establecimientos dedicados a la apicultura. La producción por lo general es para consumo regional, solo se destina a la comercialización nacional parte de la producción de los oasis donde la abundancia de agua es mayor.
Las salinas de la región son las mayores del país, con sus 8.400 km2 de extensión, representan un recurso para los lugareños, quienes se ocupan en la industrialización de la sal. En algunas zonas se producen vinos artesanales, aceite de oliva, variedades de quesillos, arropes de tuna y chañar, panes caseros, dulces y licores.
El turismo es actualmente otra fuente importante de ingresos para la región, y desde fines del siglo pasado, la minería a cielo abierto para la extracción de oro, cobre y otros minerales, suma a la producción, pero a costa de grandes polémicas por el uso del recurso hídrico, la contaminación con cianuro y la destrucción de paisajes, entre otros perjuicios.
La belleza de sus paisajes ha permitido el desarrollo de un importante centro turístico en la región.
LAS SUB-REGIONES
La región se subdivide en áreas de diferente aspecto que de Norte a Sur son:
LOS OASIS
Son pequeños porque los ríos de la región son de escaso caudal, por ello suelen denominarse “oasis pobres”, en contraposición a los llamados “oasis ricos” de la región cuyana. El río de mayor caudal es el Salí-Dulce, originado en los numerosos cursos de agua que descienden por la ladera oriental del Aconquija. Sin embargo, esta región no lo aprovecha, pues solo circunda las sierras. Esto es lo que sucede también con los ríos Primero, Segundo, Tercero y Cuarto que, si bien nacen en el cordón austral de las Sierras Pampeanas (cordón de Córdoba y San Luis), son utilizados para producir energía a través del polo industrial Gran Córdoba, situado en la región Pampeana.
El río más aprovechado de la región es el Abaucán, Salado o Colorado, originado fuera de la misma y con un caudal importante que sostiene un “oasis lineal” comparable con los de los cuyanos.
Otra particularidad, es que la tierra en zonas de oasis se divide en parcelas cuya extensión no permite la inversión para la incorporación de nuevas tecnologías. Por eso, solo en los oasis mayores se logra una producción de vid, olivos, frutales de carozo, hortalizas y hierbas aromáticas que por su dimensión puede comercializarse en el mercado nacional.