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Cemí de cerámica.

Taínos



Llegaron en tiempos precolombinos a los actuales territorios de Bahamas, Antillas Mayores y Antillas Menores, procedentes de la desembocadura del río Orinoco. A su paso redujeron y asimilaron otras culturas manteniendo siempre su lengua, la taína, que pertenece a la familia lingüística arahuaca, de donde procede la palabra que los nombra “taínos”, y cuya traducción al español es “hombre bueno”.

Después del año 1000 d. C. conformaron cacicazgos con una fuerte producción agrícola y un importante desarrollo de sus artesanías, dirigidas por lo general a la confección de objetos ceremoniales y adornos que utilizaban caciques y curanderos para hacer ostensible su rango. Se destacaron también por las obras de infraestructura, sobre todo la aplicada a la agricultura como los canales de irrigación, además de cementerios y áreas de uso ceremonial.

Algo de historia

Cuando la primera expedición de Cristóbal Colón llegó a América en 1492, los taínos habían constituido cinco cacicazgos en La Española, actual territorio de Haití y República Dominicana, cada uno dirigido por un cacique principal homenajeado por el pueblo. También el actual Puerto Rico se encontraba dividido en cacicazgos, con un jefe que recibía un importante tributo. Es que ellos, los caciques, gozaban de privilegios que los distinguían del resto. Lucían colgantes de oro, habitaban viviendas especiales y se sentaban en taburetes de madera para recibir a sus huéspedes.

En aquel año, 1492, según las primeras crónicas de América escritas por los conquistadores, los poblados taínos podían tener hasta 3.000 habitantes, acechados continuamente por la proximidad de los caribes, sus rivales en la región, provenientes también de Sudamérica.

En el transcurso del siglo XV los taínos migraron hacia el noreste del Caribe, justamente por las incursiones agresivas de los caribes. Incluso se daba el caso de mujeres caribes hablando lengua taína por la influencia de la cantidad de mujeres taínas cautivas entre ellos.

Pero hacia el siglo XVIII el principal enemigo de la etnia serían las enfermedades introducidas por los conquistadores, además de la asimilación forzada de la economía de plantación impuesta por los españoles, lo que agregaría, además, los matrimonios mixtos que irían licuando su cultura al mestizarla.

De las enfermedades, se sabe que el primer brote de viruela en La Española se produjo en diciembre de 1518 o enero de 1519, y que la mayoría de los sobrevivientes se refugió en Cuba, donde habitaron hasta el siglo XIX. También el mestizaje empezó temprano, ya que los primeros españoles que llegaron en 1492 no traían mujeres en la expedición, por lo que muchos de los hombres tomaron por esposas a mujeres taínas y con ellas constituyeron familia con descendencia mestiza.

Como fue dicho, la llegada de los españoles a las islas del Caribe encontró a los cacicazgos de La Española en plena guerra con los caribes, que ya habían conquistado las Antillas Menores. Por entonces la sociedad taína se dividía en cinco reinos con un cacique como jefe que era a quien se le pagaba tributo.

Según relata Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566) en su obra Historia General de las Indias, hacia 1508 quedaban en La Española unos 60.000 taínos, pero para 1531 ese número se reducía a apenas 600 debido a las enfermedades y la explotación. Sin embargo, estudios actuales cuestionan estos datos.

Pero no todos los habitantes de La Española en esa época pertenecían a la etnia taína, pues además del taíno clásico se habría hablado en la isla el ciguayo y el macorí que, según De las Casas, eran lenguas diferentes e ininteligibles. Fue el mismo De las Casas quien sugirió que entre ellos existían varias lenguas: el taíno clásico, el taíno siboney y una tercera lengua hablada por los guanajatabeyes, cuyo origen no habría sido posible establecer porque desaparecieron rápidamente. El taíno clásico se hablaba en Cuba oriental y en gran parte de La Española, como también en las islas Lucayas meridionales y Puerto Rico. Tenía variantes regionales de las cuales la del cacicazgo de Jaragua era considerada la más elegante y prestigiosa. Para otros grupos de la región el taíno clásico funcionaría como segunda lengua, una especie de lengua franca del comercio y la cultura. Esto lo explicaba De las Casas diciendo que casi todos la conocían y entendían, aunque coexistía con otras lenguas de las Antillas Mayores. En tanto el taíno ciboney se hablaba en el extremo suroccidental de La Española, gran parte de Cuba oriental y central y tal vez también en Jamaica. En esta última y en Dominica, los taínos, como así también los iñeris, permanecieron como grupo diferenciado, al menos hasta finales del siglo XVIII cuando entraron en pleno proceso de mestizaje con las poblaciones de origen europeo y africano.

Los cacicazgos

Eran territorios que se subordinaban a la jefatura de un cacique, residente en la aldea principal, que se encontraba rodeada de aldeas secundarias al mando de caciques secundarios o nitaínos. De esa forma construyeron un sistema jerárquico con una marcada diferenciación social en la que los cargos eran hereditarios, siguiendo la línea de sucesión materna. La religión estaba a cargo de especialistas y el trabajo se dividía por aldeas entre la producción agrícola y artesanal.

Organización política y social

La máxima autoridad se encarnaba en la figura del cacique, quien habitaba el yucayeque o pueblo principal del cacicazgo. Era el encargado de administrar justicia y ordenar los trabajos colectivos. El cargo podía ser asumido por mujeres en caso de que les tocara en el orden de sucesión materna, tal como sucedió con la cacica Anacaona, quien lideraba el cacicazgo de Jaragua en tiempos de la conquista española. Los caciques recibían la colaboración de los caciques secundarios quienes se ocupaban de supervisar las labores comunales y el comercio en sus aldeas. De las cuestiones espirituales y de la salud se ocupaba el behique o chaman, mientras los naborías ocupaban el estamento más bajo de la sociedad encontrándose al servicio del cacique y los nitaínos. Eran la mayoría de la población y se ocupaban de las labores indispensables para la subsistencia.

Poligamia

Entre los privilegios de los caciques se contaba el de la poligamia, algo infrecuente entre la gente del pueblo. La práctica se justificaba en un exceso de muchachas fértiles, ya que entre los taínos no tener hijos se consideraba un deshonor. Los caciques, con su estatus, sus riquezas relativas y las pocas ambiciones del pueblo, se permitían tener varias mujeres y con todas ellas tener hijos.

Además, las numerosas bajas entre la población masculina y la imperiosa necesidad de mantener un nivel de población, fueron factores determinantes para propagar la poligamia entre las tribus taínas antillanas. Los caciques secundarios también tenían muchas mujeres, pero eran mujeres de tratado. Las mujeres tenían que ser vírgenes y por lo general las utilizaban como prenda de paz con los indígenas caribes. El cacique Bohechio llegó a tener 30 mujeres, pero cuenta la historia que solamente quería a una, las demás eran para mantener la paz entre los yucayeques.

Las aldeas

El centro de la aldea taína estaba ocupado por una plaza central o batey, que era el lugar donde celebraban las festividades religiosas y sociales y donde practicaban el juego de pelota. Alrededor se distribuían los bohíos1 donde vivían las familias del pueblo y el caney2 , sitio que ocupaban el cacique, sus esposas e hijos.

Dentro del poblado se establecían las áreas en que se hacían los montones agrícolas y aquellas que se cultivaban mediante el sistema de roza y quema.

En cuanto a las áreas que destinaban a enterramientos, las ubicaban por lo general en las afueras de la aldea, en zonas no aptas para los cultivos.

Agricultura

Los taínos se adaptaron con facilidad a distintos medioambientes, lo que hizo que aumentaran sus niveles de producción de alimentos, sobre todo los provenientes de la agricultura, aunque también de la caza y la pesca, actividades que fueron de gran importancia para su subsistencia. Para la producción agrícola disponían de áreas de cultivo a las que llamaban conucos, un sistema heredado de la cultura ostionoide (pueblo de origen arahuaco) y que ellos se ocuparon de perfeccionar. De esta manera pudieron alcanzar un alto nivel de calidad y rendimiento en sus cultivos. Los conucos consistían en montones hechos de una capa de vegetal y desperdicios, con una base sobre la que sembraban las matas de yuca y ocasionalmente maíz. En las zonas a sembrar cortaban los árboles y los quemaban para aprovechar las cenizas como abono. Esto, sumado al uso de canales de irrigación, les permitió el cultivo del tabaco y de maní, además de una gran variedad de frutas. Pero su principal cultivo fue el de yuca, producto con el que elaboraban el casabe (ver recuadro).

EL CASABE

El casabe es un alimento a base de almidón de yuca amarga, que fue el centro de la dieta alimenticia de los taínos. Lo preparaban rallando la yuca en un guayo y luego exprimiéndola en un cesto alargado al que llamaban cibucán. La masa obtenida se colaba en un jibe o cedazo de fibra vegetal y por último se tostaba sobre un burén o platón de barro.

Las herramientas

Los taínos fabricaban las herramientas y utensilios que utilizaban en sus tareas, tanto para las agrícolas como para las artesanales, la caza y la pesca.

Hacían cucharas utilizando conchas; eran pulidores de corales y piedras, elementos con los que tallaban objetos de madera o lustraban las superficies de las hachas. Éstas se usaban como coas3 para perforar la tierra, cortar árboles o fabricar canoas y otros objetos de madera. Así fue como desarrollaron su habilidad fabricando morteros y majadores que luego utilizaban para preparar condimentos a base de ají. En tanto, con rocas de gran resistencia fabricaron otro tipo de morteros que eran usados para triturar alimentos y semillas.

La caza y la pesca

Para la práctica de la caza los taínos se valían del arco y la lanza. Como método alternativo solían prender fuego a las malezas y luego acorralaban a sus presas cuando huían de la quema. Así capturaban hutías, iguanas, caimanes, manatíes, culebras, tortugas y aves, con cuya carne cubrían su necesidad de proteínas.

A las aves las capturaban usando sombreros de hojas secas untados con resinas, para que las presas quedaran pegadas.

Pescaban utilizando diversos métodos. En alta mar usaban las redes, en tanto en aguas de escasa profundidad se valían del arco y la flecha. Los taínos perfeccionaron la pesca mediante redes hechas con algodón, cabuya y henequén.

Producción en cerámica

De la fabricación de artesanías en cerámica se ocupaban las mujeres. Ellas hacían las piezas utilizando rollos de arcilla para darle forma de recipientes. Esta era la técnica con la que fabricaban platos, vasijas, cuencos para rituales y actos funerarios, o de uso doméstico, pero siempre respetando un alto sentido estético.

Las mujeres taínas no utilizaban hornos y se valían de pigmentos de origen vegetal para pintar las vasijas luego de cocerlas en hogueras.

En la zona este del que fuera su territorio, se encontraron potizas o jarras en forma de corazón que eran usadas para el acarreo y almacenamiento de líquidos. En ellas se pueden ver decoraciones vinculadas a sus creencias espirituales.

En general en sus objetos se observa un alto grado de desarrollo artesanal, con una variedad de recipientes decorados con motivos geométricos y aplicaciones con formas de animales.

La mitología

La mitología formaba parte de su cosmovisión. Entre sus principales mitos se cuentan aquellos que se relacionaban con la creación, ya sea del mundo, del mar, del hombre y la mujer.

Según ha sido transmitido por generaciones, un hombre llamado Yaya se enteró de que su hijo tenía la intención de asesinarlo, entonces se adelantó y lo mató. Luego guardó sus huesos en un higüero y de allí se crearon los peces y el mar.

Según otro mito, de una gruta llamada Cacibajagua, salió la mayoría de la gente que pobló la isla.

Para ellos el Sol y la Luna salieron de una cueva ubicada en el territorio del cacique Mautiatihuel, mientras las almas de los muertos habitaban en la cueva de Coay bay y salían de paseo por la noche a comer el fruto de la guayaba.

Entre sus ritos y ceremonias, el que estaba considerado como el más importante era el llamado ritual de la cohoba. De la ceremonia participaban los caciques, los nitaínos y los behiques. El objetivo era consultar con los cemíes (ídolos protectores) sobre los eventos más importantes para la comunidad. Los participantes se pintaban el cuerpo usando complejos diseños y se adornaban con amuletos y talismanes hechos en piedra, concha y oro. Ingresaban en la casa y allí se encontraban con la representación del cemí, sentándose en torno a él. Sobre la cabeza del ídolo, cual si fuera una bandeja, colocaban el polvo alucinógeno llamado cohoba, hecho con semillas de Anadenanthera peregrina y mezclado con conchas en polvo y tabaco. La sustancia era aspirada mediante un inhalador, hasta que el cacique entraba en éxtasis y sentado en un banco ceremonial hacía las peticiones.

Los cemíes, dioses objeto del culto, tenían incrustaciones de oro en los ojos y orejas, y los dientes hechos de concha o huesos.

TRIGONOLITOS



Los taínos creían en la existencia de varios protectores a los que denominaban cemíes. El principal entre éstos era Yucahuguamá, señor de la yuca y el mar, con poder sobre el alimento básico del pueblo. Gracias a él crecía la yuca. Esto ha sido relatado por Fray Ramón Pané, uno de los primeros cronistas de la mitología taína y, en consonancia con estos dichos, es que se cree que algunas piezas artesanales encontradas en la costa este de Santo Domingo están relacionadas con los rituales de ruego por el crecimiento de la yuca y la presencia de la lluvia. Se trataría de la representación de cemíes hechos en diversas formas, algunos de los cuales presentan tres puntas y se los conoce como trigonolitos. Estas piezas están hechas en diorita, periodita y otros materiales calcáreos, y muestran rostros humanos y de animales con los ojos y la boca decorados con diseños incisos.


Las hachas, usadas en forma manual o enmangada, formaron parte importante del proceso agrícola.

1 Cabaña de América, hecha de madera y ramas, cañas o pajas, y sin más respiradero que la puerta.

2 Cobertizo con techo de palma o paja, sin paredes y sostenido por horcones.

3 Especie de palo usado para la labranza.