Elbibliote.com
TIENDA ONLINE
VOLVER A LOS ARTÍCULOS

Infantería polaca marchando en 1939.
Benito Mussolini (izquierda) y Adolf Hitler (derecha), líderes de la Italia fascista y de la Alemania nazi respectivamente.
Adolf Hitler en el palco. El ascenso del nazismo estuvo acompañado de cotidianos actos de violencia de las formaciones paramilitares del Partido Nacionalsocialista, que utilizó métodos terroristas contra sus adversarios políticos.
Bombardeos sobre Helsinki, Finlandia. Aunque formaba parte del imperio zarista en el siglo XIX, Finlandia conquistó su independencia durante la guerra civil rusa.
Soldados ingleses escapando de Dunkerque luego de la derrota en Francia.
Soldados alemanes apostados en el frente del Don.
Cartel de propaganda soviético pidiendo a los soldados que defiendan Moscú.
La Fuerza Aérea de los Estados Unidos atacó a Japón usando importantes bombas incendiarias contra las ciudades niponas durante la guerra; éstas eran arrojadas a baja altitud por gran cientos de aviones.
Un B-17 Flying Fortress bombardeando la histórica ciudad de Montecassino el 15 de febrero de 1944.
El hongo nuclear resultado de la explosión de la bomba atómica conocida como Fat Man se levanta 18 km sobre Nagasaki desde el epicentro de la explosión nuclear.

La Segunda Guerra Mundial



La Segunda Guerra Mundial se convirtió en el conflicto bélico más devastador de la historia de la humanidad. En menos de seis años, alrededor de sesenta millones de personas murieron. En Europa y Asia solo quedarían los escombros de lo que alguna vez fueran grandes ciudades y millones de personas tuvieron que enfrentarse al hambre, la miseria y la deportación.


Soldados estadounidenses cruzan la Línea Sigfrido, frontera entre Alemania y Francia.

Los erróneos tratados de paz de 1919, la crisis económica de los años treinta, el intento de dos potencias, Alemania y Japón, de alcanzar la hegemonía mundial, el triunfo de ideologías fascistas, autoritarias y racistas son solo algunos de los elementos que explican las causas de la catástrofe.

Las consecuencias de la guerra serían rápidamente evidentes, pues la hegemonía europea en el mundo había llegado a su fin. De este modo, dos nuevas superpotencias surgieron para sustituirla: Estados Unidos y la Unión Soviética. Su alianza se había visto forzada por la necesidad de derrotar a las potencias del Eje, por lo que nada más derrotar a Hitler pronto aparecerían diferencias entre los vencedores. La Guerra Fría estaba a punto de comenzar.

EL CAMINO HACIA LA GUERRA

A partir de 1931 el mundo asistiría a una serie de crisis internacionales que marcarían el camino hacia un conflicto general. La depresión económica iniciada en 1929 destruiría la débil armonía internacional y facilitaría el ascenso del nazismo y el militarismo japonés al poder. Alemania, el Imperio de Japón y el Reino de Italia fueron configurando un bloque militar, el Eje, decidido a acabar con el status quo establecido tras la Primera Guerra Mundial.

Las potencias democráticas desplegaron una política dubitativa frente a Hitler. El primer ministro británico, Neville Chamberlain, personificó la “política de apaciguamiento” al tratar de negociar con Hitler y cederle algunas de sus demandas, logrando entonces envalentonar a Alemania. En tanto, Joseph Stalin, líder de la Unión Soviética, enfrascado en las “grandes purgas” internas, buscaría la alianza con las potencias democráticas para frenar a Hitler. La desconfianza haría fracasar este intento, con lo cual acabaría pactando con Hitler y propiciando la agresión germana a Polonia que desencadenaría la guerra.


Bandera del Tercer Reich (1933-1945)

Los primeros pasos del nuevo conflicto mundial se darían en Asia. En 1931, el gobierno japonés invadió la región china de Manchuria; hacia 1937, Japón atacó China iniciándose la guerra chino-japonesa. Sin embargo, las crisis decisivas que llevarían a la guerra tuvieron lugar en Europa. El año clave fue 1933, con el ascenso de Hitler al poder en Alemania. Desde un principio el dictador alemán mostraría su deseo de acabar con el orden creado por el Tratado de Versalles. En poco más de tres años Hitler abandonaría la Sociedad de Naciones, establecería el servicio militar obligatorio, remilitarizaría Renania e intervendría junto a Mussolini en la Guerra Civil Española apoyando al bando rebelde dirigido por el general Francisco Franco.

Por otra parte, la condena franco-británica a la invasión italiana de Etiopía y la lucha común con Alemania en la guerra española acercarían a Hitler y Mussolini, quienes pronto proclamarían su alianza política. Posteriormente, Alemania firmaría con Japón el Pacto Antikomintern dirigido contra la Unión Soviética y el comunismo internacional, al que la España de Franco e Italia se unirían inmediatamente después.

En marzo de 1938, y luego de observar que sus agresiones no habrían de encontrar freno en los países democráticos, Alemania invadió Austria. Hitler conseguiría un viejo anhelo: el Anschluss, es decir, la anexión de Austria a Alemania como provincia del Tercer Reich. Por otra parte, en la Conferencia de Munich de septiembre del mismo año, Francia y Gran Bretaña aceptaron las reivindicaciones de Hitler acordando la anexión germana de la región checoslovaca de los Sudetes. No obstante, en marzo de 1939, incumpliendo lo acordado en Munich, Hitler invadiría Checoslovaquia, lo cual haría evidente el fracaso de la política de conciliación. Francia y Gran Bretaña decidieron no permitir ninguna nueva anexión alemana, a lo que Hitler respondió reivindicando el puerto de Danzig (Gdansk) y preparando la agresión a Polonia. Europa se encontraba en la antesala de la guerra.

A todo ello, y luego del triunfo del bando franquista en España, hacia agosto de 1939 el mundo se conmocionaría tras la firma del Pacto de No Agresión germano-soviético. Stalin y Hitler acordaron secretamente el reparto de la Europa del este y central fijando los límites de la "influencia" alemana y soviética mediante mutuo acuerdo; ambos Estados fijaban no interferir en sus respectivas "zonas de influencia" reconociendo los "intereses" de cada uno sobre varios territorios de Europa Oriental. Esa sería la última señal esperada por Hitler: Alemania invadió Polonia, precipitando la entrada en guerra de Gran Bretaña y Francia. La segunda guerra mundial había comenzado.


Entrada a la Línea Marginot, línea defensiva y de fortificación construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia. Sin embargo, no evitaría la derrota francesa al comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1940.

LA GUERRA EUROPEA (1939 – 1941)

El 1 de septiembre de 1939, Hitler atacó Polonia. Luego de asegurar el dominio metódico y eficiente en el pueblo polaco, el régimen nazi se dirigió al norte y, sin problemas, invadió Dinamarca y Noruega. En mayo de 1940, cuando la Wehrmacht derrotó con increíble facilidad a Francia, el Reino Unido quedó como la única potencia que resistía el embate alemán. De hecho, tras fracasar en la batalla aérea de Inglaterra, Hitler se embarcaría en dos nuevos frentes: el norte de África y los Balcanes.


La Wehrmacht cruzando la frontera polaca el 1 de septiembre de 1939.

La conquista de Polonia

La invasión alemana de Polonia sería un ejercicio militar para un ejército muy superior al polaco. La Wehrmacht, había desarrollado una nueva táctica, la “guerra relámpago”, basada en el uso de la aviación y las unidades acorazadas, que haría que el ejército polaco fuera fácilmente derrotado. Mientras tanto, los soviéticos invadirían sin resistencia los países bálticos y la zona oriental de Polonia. El 28 de septiembre Alemania y la URSS firmaron un nuevo pacto de no agresión que reconocía sus respectivas áreas de influencia. Poco después, el Ejército Rojo invadió Finlandia consiguiendo anexionarse diversos territorios fronterizos.

La siguiente agresión germana tendría lugar contra Dinamarca y Noruega. La conquista fue rápida y en junio de 1940 ambos países quedaron plenamente bajo control alemán.

La conquista de Francia

Alemania atacó a Francia en mayo de 1940. Posteriormente, las divisiones acorazadas alemanas, apoyadas por la aviación, conquistaron Luxemburgo, los Países Bajos y Bélgica, que capitularían a los pocos días. Ante el asombro mundial, el ejército francés se derrumbó. El 22 de junio se firmó el armisticio en Compiègne, en el mismo vagón donde Alemania había firmado su derrota en 1918. Hitler asistió personalmente a la ceremonia para presenciar una venganza que había pospuesto durante veintidós años.


Ocupación nazi de París.

Francia se dividió en dos; la zona noroeste, incluida París, quedaría bajo la ocupación militar alemana. Al sureste se estableció un gobierno colaboracionista presidido por el general Philippe Pétain conocido como la Francia de Vichy, quien rompió relaciones con Gran Bretaña, desarmó su ejército e inició una política pro-nazi. No obstante, no todos los franceses aceptarían la derrota: el general Charles De Gaulle, desde Londres, organizó el movimiento de la Francia Libre que se alineó contra Alemania. Basándose en una débil resistencia armada en el interior del país y organizada como potencia aliada, atraería a las colonias francesas de ultramar, utilizaría a parte de la flota y de la Legión extranjera en acciones militares contra el Eje y reorganizaría todas las armas francesas bajo la Cruz de Lorena.

Tras múltiples dudas, y pese a carecer de un ejército conveniente preparado, Mussolini entró en guerra el 10 de junio de 1940. Italia había esperado a que se hubiera prácticamente derrotado a Francia para entrar en el conflicto.

La Batalla de Inglaterra

A partir de estos momentos, solo el Reino Unido permanecería como única potencia luchando contra la Alemania Nazi. De hecho, la clara superioridad naval británica haría que el ataque alemán se planteara desde el aire. Los alemanes no creían que una invasión anfibia tuviera éxito hasta que la aviación británica, la Royal Air Force (RAF), hubiera sido neutralizada. Por otra parte, Hitler y la Wehrmacht también buscaban destruir la producción de aeronaves y las infraestructuras terrestres, así como atemorizar a los británicos y conducirlos a una rendición o a la búsqueda de un armisticio, además de atacar áreas de interés político. La Luftwaffe, pues, iniciaría un bombardeo aéreo de las instalaciones industriales y las ciudades del sur y el centro de Inglaterra.


Bombardeo alemán sobre Londres. La defensa aérea inglesa salió airosa frente a la terrible –pero poco maniobrable– fuerza de choque de las formaciones alemanas.

Un nuevo gobierno británico, presidido por Winston Churchill, decidió resistir. Los alemanes habían sido derrotados por los británicos, lo que le serviría a los Aliados para utilizar Gran Bretaña como base para invadir en 1944 la Europa continental. La resistencia británica forzaría a Hitler a volver sus ojos hacia el sur. El 23 de octubre de 1940 el Führer se entrevistó con Franco. Consciente de gobernar sobre un país destrozado por la guerra civil, y pese a mostrar su simpatía por el Eje, no involucraría a España en la guerra. Poco después, las iniciativas militares de Mussolini llevarían la guerra a dos nuevos escenarios.


Daños ocasionados durante el bombardeo a Londres.

El Mediterráneo

El control del sur de Europa, del Mar Mediterráneo y de África del Norte era importante. Así se abriría un nuevo frente entre las potencias aliadas y las Fuerzas del Eje por conseguir el dominio de la región. Tras la rendición francesa, la fuerte potencia naval británica combatió contra la flota italiana por la supremacía en el Mediterráneo desde sus bases en Gibraltar, Malta y Alejandría. No obstante, las campañas fallidas de invasión del Egipto británico desde la colonia italiana de Libia motivaron a que Alemania enviara al norte de África un ejército expedicionario en 1941, el Afrika Korps.


Avance de la 39ª sección Panzerjäger perteneciente al Afrikakorps, 1941.

La guerra en los Balcanes se abriría nuevamente luego de un fallido intento de los italianos para invadir a Grecia. Los griegos se verían pronto asistidos por un ejército expedicionario británico. A pesar de una penetración inicial en el Epiro, las tropas italianas serían rechazadas y tendrían que replegarse sobre Albania. Ello haría que Hitler deba intervenir a favor de su aliado y fuerce a Hungría, Rumania, Eslovaquia y Bulgaria a unirse al Pacto Tripartito junto a Italia y Japón. Hacia abril de 1941, los alemanes lanzaron una ofensiva general contra Yugoslavia, dirigida por un gobierno contrario al Eje. El avance germano-italiano fue fulgurante, y para junio de 1941, las tropas del Eje controlaban Yugoslavia y Grecia.


Stuka en acción. Este avión era capaz de descender en una vertical perfecta y efectuar el bombardeo en picada. Además del motor, las sirenas con las que estaba dotado constituían un arma suplementaria para intimidar al enemigo.

Hitler dominaba gran parte de Europa. Era el momento de aplicar las ideas que ya había proclamado en Mein Kampf. Era el momento de conseguir el "espacio vital" que el pueblo alemán demandaba. Ese espacio estaba en el este, en los enormes territorios de la Unión Soviética.

LA GUERRA MUNDIAL (1941-1943)

En 1941 solo Inglaterra seguía enfrentando a un Hitler que dominaba el continente europeo. Japón vencía en su guerra en China y controlaba la parte más rica del país. Sin embargo, ambas potencias del Eje, calculando mal sus fuerzas, lanzarían dos ataques que harían que el conflicto se convirtiera en una guerra mundial: Alemania invadió la URSS en junio y Japón atacó la base naval norteamericana de Pearl Harbor en diciembre. Gran Bretaña recibiría entonces el auxilio de la URSS y de EEUU, cambiando radicalmente la situación general de la guerra.

La invasión de la Unión Soviética

El pacto de no agresión germano-soviético de 1939 había acercado a dos potencias que representaban dos ideologías contrapuestas. Mientras Alemania planeaba su ataque contra la URSS, las relaciones entre ambos países eran teóricamente buenas y Stalin, pese a ser consciente del peligro, se negaba a creer los informes que sus espías le enviaban sobre los planes alemanes.

Sin embargo, el 21 de junio de 1941, sin declaración previa de guerra, el ejército alemán iniciaría la invasión de la Unión Soviética. La denominada "Operación Barbarroja" sería un rotundo éxito. El Ejército Rojo, diezmado por las purgas de Stalin en los años treinta, se mostraría incapaz de resistir el ataque alemán y se batiría en retirada. Por el norte las tropas alemanas llegaron hasta Leningrado (actual San Petersburgo); por el centro, hasta las puertas de Moscú. No obstante, ninguna de las dos ciudades declinaría. El avance alemán fue más profundo en el sur y Ucrania sería rápidamente conquistada.

Hacia la primavera de 1942, el ejército alemán siguió sus operaciones. Su objetivo principal era alcanzar el Cáucaso y acceder a sus yacimientos de petróleo, con lo cual las tropas germanas se propusieron llegar a Stalingrado en agosto. Tras intensos combates, las tropas lideradas por Friedrich Von Paulus vieron como el ejército soviético, dirigido por Gueorgui Zhukov, aplicaba una maniobra de cerco. Hitler se negaría entonces a permitir la retirada que Von Paulus le solicitaba, por lo que en diciembre de 1942 el VI Ejército alemán quedaría cercado. La batalla de Stalingrado marcaría así un cambio decisivo en la guerra: a partir de esta derrota alemana, las tropas soviéticas iniciarían un contraataque que, poco a poco, los llevaría hacia el corazón de Alemania.

La guerra del Pacífico

Tarde o temprano, el expansionismo japonés terminaría chocando con Estados Unidos. La expansión imperial nipona iniciada en China iba dirigida contra las posesiones europeas en Asia y las Islas Filipinas, en ese entonces en manos norteamericanas. Por otro lado, el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt había pasado desde una postura aislacionista a una creciente implicación en la guerra: la Ley de Préstamo y Arriendo había permitido proveer de una importante ayuda en armamento y otros bienes a las potencias que luchaban contra Hitler, con lo cual había demostrado la creciente participación estadounidense en el conflicto.


Fotografía de Pearl Harbor tomada desde un avión japonés al comienzo del ataque. Se ve la explosión de un torpedo en el USS Oklahoma.

En ese contexto, el ataque nipón a la base norteamericana de Pearl Harbor en las islas Hawaii el 7 de diciembre de 1941 determinó la entrada de ambas potencias en el conflicto.

El inicio de la guerra en Asia y el Pacífico fue un paseo militar japonés; el Extremo Oriente y el sureste asiático quedarían en manos del gobierno de Tokio. Sin embargo, la expansión japonesa duraría poco tiempo. El despliegue de la maquinaria industrial y bélica norteamericana no tardaría mucho en desequilibrar el conflicto en favor de los Aliados. La batalla de Midway en junio de 1942 mostró por primera vez cómo se podía batir al ejército japonés. En adelante, pese a alguna derrota puntual, Japón se batiría en retirada y los norteamericanos irían dominando el Pacífico, isla a isla, en medio de una guerra cruel.

La guerra en el norte de África

La derrota de Erwin Rommel en El Alamein a manos del general británico Bernard Montgomery hacia el otoño de 1942 sería el momento que marcaría un hito decisivo en la guerra en el norte de África. En adelante, el Afrika Korps alemán iría de derrota en derrota. Pocos días después, el 8 de noviembre de 1942, tropas norteamericanas y británicas desembarcaron en Marruecos y Argelia. En mayo de 1943, el Eje sería expulsado del norte de África.


Tropas británicas avanzan por el campo de El Alamein, 1942.

LA VICTORIA DE LOS ALIADOS (1943-1945)

La entrada en la guerra de Estados Unidos y la Unión Soviética cambiaría definitivamente el curso del conflicto. La resistencia soviética y la maquinaria industrial y militar norteamericana harían que la balanza se inclinara a favor de los Aliados. Tres batallas marcarían el cambio de signo de la guerra: Stalingrado en el frente oriental, Midway en el Pacífico y El Alamein en el norte de África. La guerra se encaminó así hacia la derrota de las potencias del Eje.


Pilotos estadounidenses del USS Enterprise se preparan para despegar en sus aviones de combate.

La invasión de Italia

La posibilidad de la apertura de un nuevo frente en Europa se abriría con la expulsión del Eje del norte de África, un frente que Stalin necesitaba para aligerar la presión que sufría el ejército soviético en el frente oriental. Para julio de 1943, tropas angloamericanas desembarcaron en Sicilia: la proximidad de la amenaza aliada, unida a los continuos fracasos de los ejércitos italianos, precipitaría la caída de Mussolini, quien sería destituido y arrestado con el consentimiento del Gran Consejo Fascista.


Artillería aliada en Salerno, septiembre de 1943.

Los Aliados desembarcaron a principios de septiembre en el sur de la península. El nuevo gobierno, dirigido por Pietro Badoglio, firmaría el armisticio el 8 de septiembre, y como consecuencia inmediata las tropas del Reich reaccionarían ocupando el norte y el centro del país y estableciendo una línea de defensa al norte de Nápoles. El 12 de septiembre, una vez liberado Mussolini, se constituiría la República Social Italiana en la zona ocupada por los nazis, gobierno fascista que seguiría las directrices de Berlín.

Italia quedaría dividida en dos: el sur, con las tropas aliadas que conquistaban lentamente al país; y el norte y el centro, ocupado como estaba por las tropas alemanas con la colaboración de fascistas italianos, que hacían frente a una creciente resistencia interior comandada por los comunistas.

Así las cosas, tras superar una resistencia muy dura –que tendría momentos de enorme intensidad, como en la batalla de Montecassino–, los ejércitos angloamericanos liberaron Roma el 4 de junio de 1944. Sin embargo, la última línea de defensa en los Apeninos resistiría hasta abril de 1945, poco antes de la derrota definitiva del Eje en Europa.

El 28 de abril de 1945, Mussolini sería capturado mientras intentaba huir e inmediatamente fusilado por guerrilleros antifascistas.

El avance soviético en el frente oriental

Tras la batalla de Stalingrado, la batalla de Kursk entregaría definitivamente la iniciativa estratégica a las tropas soviéticas. El año 1944 estaría jalonado de continuos éxitos para el Ejército Rojo. Las tropas soviéticas llegaron a las antiguas fronteras de la URSS en la primavera de ese año.

A lo largo del otoño-invierno del mismo año, Finlandia, Rumania, Bulgaria y Hungría (antiguos aliados del Eje) fueron ocupadas por las tropas soviéticas. De hecho, las potencias del Eje serían expulsadas de los Balcanes por la acción de las guerrillas comunistas o por la intervención del Ejército Rojo.


El Ejército Rojo es vitoreado al entrar a Bucarest.

Grecia sería un caso peculiar; la retirada alemana en agosto de 1944 abriría un período de guerra civil entre guerrilleros comunistas y tropas monárquicas apoyadas por la intervención militar británica. En tanto, las tropas soviéticas se aprestaban a lanzar el ataque definitivo contra Alemania.

El desembarco de Normandía y el frente occidental

Durante 1943, representantes de "La Gran Alianza" (Estados Unidos, la Unión Soviética y Gran Bretaña) celebraron diversas conferencias que plantearían la estrategia de los Aliados. Fruto de estas conversaciones sería el desembarco en Normandía, acción fuertemente demandada por la URSS para aligerar la presión que los alemanes imponían en el frente oriental.


Batalla de Normandía: Desembarco en la playa Omaha en la mañana del 6 de junio de 1944.

El 6 de junio de 1944, el día D, tropas estadounidenses, británicas y canadienses desembarcaron en las playas de Normandía y superaron la resistencia alemana. Rápidamente, las tropas aliadas bajo la dirección del general norteamericano Dwight D. Eisenhower, se dirigieron a París, que sería liberado el 25 de agosto. Diez días antes, tropas angloamericanas y francesas habían desembarcado en Marsella.

De este modo, y tras reconquistar Francia, las tropas aliadas se lanzaron hacia el corazón de Alemania. Atacada por el occidente, el sur y el este, el régimen de Hitler se aprestaba a librar su última batalla.


Tanques Sherman (al fondo) y un cañón antitanque (frente) en las calles de Caen, 10 de julio de 1944

La batalla de Alemania

En febrero de 1945, Roosevelt, Stalin y Churchill se reunieron en Yalta, donde decidieron los pormenores del ataque final sobre Alemania y su posterior reparto en zonas de ocupación.


Conferencia de Yalta: de izquierda a derecha, Churchill, Roosevelt y Stalin.

El ataque conjunto anglo-norteamericano y soviético derrumbó con facilidad la resistencia alemana, y el 25 de abril tropas soviéticas y norteamericanas se encontraron en Torgau, en el río Elba. Cinco días después, con el Ejército Rojo en los barrios de Berlín, Hitler se suicidaba en su búnker. El 7 de mayo los alemanes firmaron la capitulación incondicional en el cuartel general de Eisenhower y al día siguiente la firma tuvo lugar en el cuartel general de Zhukov.


Calle destruida tras la Batalla de Berlín, en las inmediaciones de la avenida Unter den Linden, julio de 1945.

Una vez derrotada Alemania, los Aliados celebraron su última gran conferencia en Potsdam, a las afueras de Berlín.

El frente del Pacífico y el fin de la guerra

Los norteamericanos fueron avanzando en una dura y cruenta guerra en el Pacífico mientras se luchaba en los frentes europeos. La conquista de Filipinas en febrero de 1945 por los ejércitos estadounidenses y la reconquista de Birmania por los británicos en mayo, marcarían momentos importantes de ese avance. El 19 de febrero de 1945 Estados Unidos ocupó por primera vez territorio japonés: la pequeña isla de Iwo Jima.


Estatua en honor a los soldados estadounidenses que erigieron su bandera en Iwo Jima. Esta es, quizás, una de las imágenes más difundidas de la Segunda Guerra Mundial, titulada Raising the Flag on Iwo Jima, y galardonada con el premio Pulitzer.

Mientras tanto, se sucedían continuos ataques aéreos sobre Japón. Tras la derrota alemana, en mayo de 1945, los norteamericanos se decidieron a usar un arma letal que habían estado investigando secretamente. El 6 de agosto de 1945, el avión norteamericano Enola Gay lanzó una bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. El resultado fue atroz: 100.000 muertos y miles de heridos.

Dos días más tarde, la URSS declaraba la guerra a Japón y ocupaba Manchuria y parte de Corea. El 9 de agosto, Estados Unidos lanzaba una segunda bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki.

El horror nuclear precipitó la capitulación de Japón. El 2 de septiembre de 1945, los representantes del emperador japonés Hirohito firmaron la rendición incondicional. La Segunda Guerra Mundial había terminado.

EL HOLOCAUSTO

Cuando el 25 de enero de 1945 el Ejército Rojo entró al campo de concentración de Stutthof, a pocos kilómetros de la ciudad polaca de Gdansk, se topó con una imagen que tardaría mucho tiempo en olvidar. En el inmenso patio helado del campo se apiñaban, hacinados, unos pocos centenares de hombres consumidos por el hambre, las enfermedades y el miedo. En los meses siguientes, en su avance hacia Berlín, los soldados soviéticos descubrirían nuevos escenarios de crimen: Auschwitz, Buchanwald, Belger-Belsen, Mauthausen. Esos nombres, junto con muchos otros, harían patente la gigantesca industria de la muerte que la Alemania nazi había puesto en marcha para exterminar a millones de seres humanos.



Los campos de concentración

En el Nuevo Orden europeo deseado por Hitler, la política antisemita estaba estrechamente relacionada con la contención de la amenaza comunista. Así, entre fines del verano y principios del otoño de 1941, ya se había tomado la decisión nazi de llevar a la práctica el genocidio sistemático de todos los judíos de Europa, con lo que el programa alcanzaría su punto culminante en la primavera de 1942. Heinrich Himmler estuvo a cargo de su organización y supervisión, y fue la repetida retórica antisemita de Adolf Hitler la que incentivó el exterminio: la historia de esta infamia comenzó en 1933 cuando Hitler fue nombrado canciller y ordenó la apertura de los dos primeros centros de detención: Oranienburg y Dachau.


Cuerpos de prisioneros del campo de concentración de Bergen-Belsen, Fosa Común 3, fotografiada en abril de 1945.

El exterminio se puso en marcha tras la conferencia que el 20 de enero de 1942 reunió a orillas del Wannsee, en los alrededores de Berlín, a los representantes de las SS y del Partido Nazi. La “solución final del problema judío” fue la expresión burocrática con la que los jerarcas nazis llevaron a cabo el exterminio de millones de judíos en las cámaras de gas. Junto con los judíos, otros grupos humanos como gitanos, soviéticos (especialmente, los prisioneros de guerra), comunistas, Testigos de Jehová, polacos étnicos, otros pueblos eslavos, discapacitados, homosexuales y disidentes políticos y religiosos, fueron también objeto de persecución y asesinato.


Fotografía del frente del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Situado a unos 43 km al oeste de Cracovia, fue el mayor centro de exterminio de la historia del nazismo, donde se calcula que fueron asesinados entre 1,5 millones y 2,5 millones de personas.

Se estima que cerca de 6 millones de judíos fueron asesinados, mientras que cerca de 20 millones fueron deportados entre 1936 y 1945 a campos de concentración y exterminio. A ellos hay que añadir 3 millones y medio de prisioneros soviéticos, casi un millón de detenidos calificados de asociales (presos políticos, homosexuales, delincuentes comunes, etc.), 240.000 gitanos y no menos de 70.000 discapacitados y enfermos mentales objeto de eutanasia.