Pueblo aborigen americano ya desaparecido, habitó en la intersección de tres grandes regiones geográficas de Argentina: el noroeste, el extremo norte de Cuyo y el extremo noroeste de las Sierras Pampeanas.
Tuvieron rasgos culturales compartidos con los pazioca (“diaguitas”), motivo por el que algunos autores los consideran como una rama de esta etnia, tal como fueron los calchaquíes, los olongastas y los quilmes, aunque diferenciados por el influjo genético y cultural que sobre ellos tuvieron sus vecinos, los huarpes y, a partir de 1480 por grupos de familias llamadas mitmakuna, separadas de sus comunidades y deportadas a la región por los incas.
El origen de su nombre
Se cree que el nombre del grupo deriva de la palabra quechua Kapak ñan, que traducido al español sería “gran camino”, supuestamente en alusión al llamado “Camino del Inca”. Esto se explica por la condición de nudo de comunicaciones que representaban sus territorios ancestrales, sobre todo alrededor del paso de San Francisco, que en el siglo XV era la parte sur del Imperio Inca.
Ubicación
Su ámbito geográfico ocupaba parte de las provincias de La Rioja, Catamarca y San Juan; desde la zona montañosa comprendida entre el límite de La Rioja con Catamarca sobre el río Colorado, y las cercanías del río Jáchal-Zanjón, en San Juan; abarcando la Cordillera de los Andes, al oeste; hasta los cordones del Velasco, donde se mezclaban con los diaguitas. De este modo, se estima que ocuparon los fértiles valles de Famatina, Sanagasta, Yacampis, Guandacol y Jáchal. Tenían como vecinos, al norte, a los diaguitas y, al sur, a los huarpes.
La lengua
Como los diaguitas, los capayanes hablaban el kakán o una derivación de dicha lengua. Los rasgos de este lenguaje lo acercaban al quechua, pero con características ágrafas (sin escrituras completas). Durante el siglo XVI, dominados ya por los españoles, se hicieron las primeras transcripciones de su lengua al español y al latín, trabajo del que se ocuparon los misioneros. Encontramos vestigios de su lengua en terminaciones como bis, pis o china por ejemplo: Yacampis, Quilmebis, Guanchina, etc.
Organización política
Se establecieron con un sistema similar al de las parcialidades diaguitas, conformando pequeñas aldeas independientes unas de otras, con un jefe por aldea. Luego, con la llegada de los incas, los valles donde tenían sus asentamientos fueron divididos en señoríos y al frente de cada señorío se designó a un curaca1.
Si bien no eran un pueblo de guerreros, cuando recibían amenazas o ataques reaccionaban de manera colectiva para enfrentar al enemigo. Sus armas eran la lanza, honda, arco y flecha, macana y galga (roca grande que lanzaban rodando sobre el enemigo desde lo alto de los cerros). Se cree que utilizaban cueros de animales como petos y escudos.
Economía
Eran experimentados agricultores con conocimientos de la irrigación artificial de los sembradíos, utilizando de manera frecuente los canales y acequias para superar la dificultad que ofrecían sus tierras, sumamente áridas. Sus principales cultivos eran el maíz, el zapallo, la papa y la quínoa.
Los capayanes se dedicaban además de la agricultura, a la cría de llamas y la recolección de frutos.
Eran hábiles artesanos e industriales en potencia. Conocían la técnica del hilado y se cree que utilizaron mucho el cobre y poco el oro. Realizaban utensilios con madera y hueso. Se destacaron por su cerámica, principalmente en las urnas funerarias, decoradas geométricamente, casi siempre en negro, rojo y un tenue blanco. Los alfareros capayanes hicieron urnas globulares, ollas y platos, habitualmente pobres en formas y colores. No obstante, más tarde realzarían sus artesanías con la llamada cerámica estilo "San José", mucho más evolucionada, con dibujos de serpientes, caras amorfas, etc. Además, fabricaban vasijas de boca ancha con dibujos geométricos, tallaban en piedra las puntas de sus flechas y pulían hachas, cuchillos y raspadores.
Creencias
Adoraban a la Pachamama o Madre Tierra, para ellos protectora de los cultivos y de los animales. Pero también le atribuían poder para el mal. La Pachamama era representada como una mujer anciana, con forma de lagarto o sapo.
Rendían culto al Sol y a la Luna, y en materia funeraria enterraban sus muertos dentro de urnas decoradas.
LEYENDA DEL POZO BRAVO
En el valle de Iglesia, al pie de la cordillera del oeste sanjuanino, están las Termas de Pismanta, nombre de un cacique capayán. Allí se contaba una leyenda indígena que hablaba del Pozo Bravo, un lugar con aguas curativas: "Los capayanes creían que adentro vivía un Dios capaz de aliviar las dolencias físicas, quien se acercara a la fuente debía arrojar una ofrenda. Si desaparecía, era señal de que la divinidad le permitía bañarse y beber sus aguas. Lo contrario significaba que estaba condenado al sufrimiento eterno."
LEYENDA DEL ALGARROBO
Cuentan las antiguas voces yacampis que en este suelo vallisto vivía el cacique Copanga, al frente de un pueblo próspero, trabajador y feliz.
Con el trabajo llegó la prosperidad y la población aumentó, por lo cual los yacampis debieron buscar nuevos campos de cacerías para alimentar a los pueblos con carne de quirquincho, avestruces, guanacos, que bajaban a las agüitas que formaban las lluvias y así entraron en los dominios del cacique Tamanaco, que se ubicaban en el actual suelo jachallero y, por lo tanto pertenecían a las tribus de los capayanes.
Herido en su orgullo Tamanaco ordenó a sus guerreros invadir las chozas de Copanga, quienes marcharon hacia el Este cruzando los llanos de Mogna y la Sierra de Valle Fértil, atacando a los yacampis al amanecer.
Copanga al ver la sangre que corría subió a una loma y desde allí exigió el alto de la lucha. El rival accedió al pedido y así nació la paz. La gente de Copanga le regaló a Tamanaco parte de la cacería lograda.
A la noche Copanga soñó que se le aparecía la Pachamama, la cual lo premiaba por sus méritos, regalándole unas pequeñas semillas negras a la vez que le decía: "Siémbralas Copanga que obtendrás un árbol de hermosa madera, muy dura y útil para hacer las cosas que necesitas".
A la mañana siguiente Copanga despertó y encontró en un recipiente de arcilla cocida las prometidas semillas: las sembró y en poco tiempo nació el árbol soñado.
Así nació el algarrobo, al que los yacampis consideraron un regalo de la Pachamama, y le pusieron de nombre “algo-oba”, que significa “alma de la madre”. Desde entonces los vallistas llaman al algarrobo “el árbol”, señalando su excelencia.
"Historia y leyendas de Valle Fértil" Elizondo, Nélida, edición de autor 2004.
Las vestimentas
Los hombres, que según los relatos de los conquistadores españoles eran musculosos y vigorosos, vestían la clásica túnica andina llamada “camiseta”. La llevaban larga hasta los tobillos y atada a la cintura con una faja. La prenda era de lana tejida al telar y adornada con diversos motivos geométricos. Las mujeres solteras se vestían con ropas de colores vivos en tanto las casadas usaban los colores pardos. El calzado era sandalias u ojotas y lucían adornos varios hechos de huesos, piedras semipreciosas y metal. En la cabeza usaban vincha con plumas e incrustaciones de oro, cobre y bronce, haciendo juego con aros y placas pectorales de los mismos metales. Las prendas las sujetaban con alfileres.
La vivienda
Buscaban copas de árboles frondosos para levantar debajo sus casas. Las construían de adobe o de algún material perecedero. En la zona de Vinchina se puede observar cómo en la actualidad los pobladores hacen sus viviendas de forma casi similar a la de los antiguos Capayanes.
Se puede incluir dentro de la cultura capayán la llamada "Tambería de Angualasto", un conjunto habitacional formado por grandes casas rectangulares, edificadas con paredes de más de 1,50 m de ancho, y cuya entrada la constituía un corredor hacia afuera.
Actualidad
En 1480 los incas invadieron la región que habitaban diaguitas y capayanes para incorporar estos territorios a su imperio. En 1607 son los españoles quienes controlan la región y es entonces cuando comienza la desaparición de los capayanes, que terminan extinguiéndose a fines del siglo XVIII. Las últimas noticias acerca de este pueblo datan de 1632 cuando se levantan contra los españoles en una sublevación que finalmente fracasó.
ANGUALASTO
Esta comarca que se desarrolló en la provincia argentina de San Juan, se cree que fue uno de los principales centros de la cultura capayán. Para los historiadores, los aborígenes utilizaban las esquinas de las viviendas como cementerio. Allí se han centrado las excavaciones de los arqueólogos y la actividad de los saqueadores que acuden en busca de piezas que obtienen de manera clandestina para luego comercializarla. En el lugar se pueden observar ruinas de moradas, corrales en los que hubo animales, tamberías de almacenamiento y hasta vestigios de la que fuera su calle principal.
En 2010 fue declarada sitio arqueológico por el Estado argentino y la Ley Provincial Nº 7300 la convirtió en Monumento Histórico, Sitio Histórico y Sitio Arqueológico. En el yacimiento, ubicado en el departamento de Iglesia, se encuentran, en una superficie de 15,2 km2, las manifestaciones culturales del grupo aborigen. Están a 1700 msnm, tienen forma triangular con las bases en la barranca derecha del río y los vértices en la llamada Punta del Barro, hacia el oeste, a 400 m de donde se encuentra la encrucijada en que nace el camino a Colangüil hacia el oeste y el camino a Buena Esperanza hacia el sur. Los centros más reconocidos de este yacimiento son: Punta del Barro, encrucijada a Colangüil y Tambería de Angualasto.
1 Jefe político y administrativo.