Pueblo guaraní que habita en Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay (en un pequeño grupo). Fueron conocidos también como tarumá, apyteré, tembekuá, tambeaopé y baticola; en el siglo XVIII, los colonizadores europeos los llamarían monteses del Mba’everá.
En aquel tiempo estaban asentados en las selvas comprendidas por los ríos Acaray y Monday, junto a los chiripá y a los paí-kaiová del este del Paraguay y del sur brasileño pertenecen al grupo genérico guaraní de los cainguá, Ka’yngua o monteses. Tienen una rica cultura forjada en la selva paranaense, territorio ancestral que los provee y cobija desde siempre.
Estas comunidades tienen una historia que mezcla largos ciclos de sedentarismo con procesos de migración. Son movimientos sucedidos durante siglos, acompañando la evolución de la selva subtropical que se sumaron a causas internas y externas, determinaron sus fluctuaciones, y el establecimiento en territorios transitorios. Entre los motivos de sus movimientos fue fundamental su negativa a la radicación en misiones jesuíticas, eligiendo la independencia, lo que los obligaba a trasladarse frecuentemente por los actuales territorios de Paraguay y Brasil, internándose en la selva. Es por eso que los mbyá no descienden de los guaraníes que habitaban en las misiones como ocurre con los avá katú eté o chiripá, que participaron en el proceso de evangelización que llevaron adelante los jesuitas.
Los mby’a se negaron a integrarse a las misiones jesuíticas que evangelizaron la región.
Cuando los mbyá recalaban en un sitio donde los recursos disponibles eran suficientes y los sueños de los líderes no recomendaban lo contrario, se quedaban allí durante un largo tiempo. Pero de producirse una crisis que rompiera el equilibrio, o bien los sueños aconsejaran un cambio, se ponían en movimiento en busca de un lugar que fuera más propicio. Así, llevaban una vida propia de cualquier grupo cazador-recolector con agricultura de subsistencia, conformando una cadena alimentaria larga que conservan hasta la actualidad, en que sus actividades agrícolas siguen siendo deliberadamente reducidas.
En su historia debieron soportar la intromisión de los colonizadores europeos que a partir del siglo XVI irrumpieron con su estrategia de apropiación de la tierra y con una cultura de explotación completamente diferente. De hecho los Mbya no habían desarrollado el concepto de propiedad privada. La consecuencia fue la rápida desaparición de la selva subtropical a favor del desarrollo de un sistema agrario de cadena corta y la proliferación de asentamientos urbanos permanentes.
Hoy reivindican sus derechos sobre las tierras para satisfacer las necesidades propias de un pueblo cazador, pescador, recolector y con una agricultura a pequeña escala, y por el derecho que los asiste por llevar siglos moviéndose por ese territorio.
LENGUA
La lengua materna es el Mby’a, sin embargo para comunicarse con el “hombre blanco” utilizan el yopará o guaraní paraguayo.
Conservan su lengua para las conversaciones privadas y de relación interna. La mayoría de los varones adultos hablan el español, o al menos tienen conocimientos rudimentarios del mismo, en tanto los niños lo aprenden desde la infancia. Esto les permite ayudar a sus padres a comunicarse con los blancos.
Es decir que el lenguaje de estos grupos se da de la siguiente forma:
ORGANIZACIÓN SOCIAL
La base de la organización es la familia grande. Se agrupan en comunidades pequeñas de cuatro o cinco familias lideradas por un paí, en la zona comprendida entre el río Apa y el Paraná, al sur del Paraguay, diseminados principalmente por el departamento de Guairá; en la provincia argentina de Misiones y en otros pequeños núcleos que se acercan al litoral marítimo del Brasil y que se cree no superan unos cientos de individuos. No hay de su parte reconocimiento a las fronteras, lo que queda de manifiesto en sus constantes migraciones entre Argentina, Paraguay y Brasil. En Argentina, donde las comunidades son más grandes, el liderazgo es ejercido por el mburuvichá (cacique).
CREENCIAS
Sus creencias pueden definirse como de inspiración sacralizada en el canto y la danza, en ceremonias dirigidas por el cacique o líder, por lo general el llamado paí, cuyo poder tiene más de religioso que de político.
Los mby’a se sienten profundamente ligados a la tierra a través de la Ivy-Pora (Alma de la Tierra), allí donde se encuentran entrelazados todos los espíritus conformando una totalidad mística indiferenciada y una simbiosis indestructible, y es allí donde residen las riquezas de su religión y su fuerza mística, abarcando todos los aspectos de la vida y dándole sentido al accionar del guaraní, tanto en su relación con otro individuo como con la naturaleza.
LA ECONOMÍA
El cultivo del maíz ha sido su principal actividad agrícola.
Sus actividades productivas se basan en los cultivos tradicionales heredados por sus ancestros, tales como: el maíz, la mandioca, la batata, el zapallo y el tabaco.
Como ocurre con muchos pueblos aborígenes, el maíz es la base de su alimentación, y hasta tiene un sentido religioso con reglas para su obtención y consumo que aún están vigentes.
Como pueblos nómades practican la caza y la pesca, con lo que completan su dieta alimentaria.
Las mujeres se ocupan de la cestería, aunque no es una actividad privativa de ellas, pues los hombres también realizan tareas en este oficio, siendo, además, los encargados de comercializar la producción. Pero la realidad indica que la venta de sus artesanías no representa un aporte de importancia para su economía sino, apenas, una ayuda.
Las mujeres se han encargado tradicionalmente de la realización
y los hombres de la comercialización de la cestería.
De acuerdo con las tareas que realizan se los puede clasificar en tres grandes grupos:
LOS MBY’A COMO PRESTADORES DE SERVICIOS
Existen dos formas en las que los MBY'A se contratan para prestar servicios:
1- Mediante el trabajo individual, por lo general contratado para prestar servicio como peón rural.
2- Por medio de la contratación de un grupo, para el cumplimiento de una tarea general y acaudillados por un líder que actúa en calidad de encargado. Este se ocupa de recibir la paga y luego distribuir el dinero entre las distintas familias nucleares que conforman el grupo contratado.
LAS POBLACIONES ACTUALES
De acuerdo al censo de 1981 en Paraguay existían por entonces 5.500 mby’a. Años después, en 1992 se registraron 4.744. Pero la cifra establecida por el Foro de Entidades Privadas Indigenistas es de 10.990 individuos del grupo aborigen en 1995. Se cree que las diferencias notables en los números se deben a la reticencia de los mby’a a ser censados. En el año 2000 algunas estimaciones redondeaban el número en 12.100 individuos en Paraguay.
En Argentina, en la provincia de Misiones, los mby’a comparten sus comunidades con familias pertenecientes a los grupos Chiripá o Avá Katú Eté, y los paí tavyterá. En total son 74 las comunidades o tekoas, con una población total que ronda los 3.000 mby’a en territorio argentino.
Dos grandes comunidades misioneras Fortín Mbororé e Yriapú - en las cercanías de Puerto Iguazú - concentran más de 600 mbyás, muchos de ellos provenientes del Paraguay y del Brasil. Se estima en 5.000 el número de mbyás que viven en 35 tekoas de siete Estados del sur del Brasil.
Los mby’a se han vuelto en su mayoría sedentarios, abandonando la caza, la pesca y la recolección para dedicarse mayoritariamente a la agricultura, con sus mencionados cultivos de maíz, mandioca, batatas, habas, lentejas y zapallo. Pero su hábitat, la selva, está corriendo serios riesgos por la intensiva deforestación a la que está siendo sometida.
EL PELIGRO
Al ver reducidos, contaminados y hasta exterminados sus espacios vitales, los mby’a se vieron obligados a cambiar su alimentación tradicional adoptando costumbres de los hombres blancos, lo que ha perjudicado progresivamente su salud.
De acuerdo con estudios epidemiológicos llevados a cabo desde Argentina, se ha demostrado la aparición de casos de mal nutrición y desnutrición, sobre todo en los niños. Para paliar la situación se ha intermediado mediante la escuela incorporando comedores, que muchas veces entregaban la única ración diaria de comida de los niños mby’a. Pero en los adultos la angustia por el temor al final de una cultura se manifiesta en el crecimiento de las adicciones entre la población. Tabaco, alcohol e incluso algunas drogas inhalantes son los principales tóxicos utilizados.
La medicina tradicional, ejercida por los payés, se encarga de curar valiéndose de plantas medicinales, pero los payés tienen además el don de atraer las lluvias, adivinar el futuro, alentar la buena caza y la cosecha, dirigir los cantos y danzas rituales y dar nombre en guaraní a los recién nacidos. Pero la misión más importante es la de mantener vivo el relato de la creación, que también tiene propiedades curativas.
Entre los payés existen distintas jerarquías que son establecidas de acuerdo a la edad, experiencia y poder. Pero la medicina tradicional se está deteriorando por la pérdida de los conocimientos ancestrales y la desaparición de sus practicantes. Se pierden entonces el poder comunitario y el pueblo ve crecer la amenaza de la desaparición.
La Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005, complementaria del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001, dio como resultado que se reconocen y/o descienden en primera generación del pueblo mby’a 4.083 personas en la Provincia de Misiones. De los cuales 3.684 residen en comunidades. En todo el país se auto reconocieron 8.223 mbyás, 4.322 viviendo en comunidades.