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Nicolás Copérnico.
Portada principal de "De revolutionibus orbium coelestium".
Galileo Galilei.
Johannes Kepler.

Copérnico y el Heliocentrismo



Es difícil imaginar que alguna vez se creyó que la Tierra era plana y que todo el universo, con capacidad limitada, giraba alrededor de ella. Es difícil pero forma parte de la historia humana y el desarrollo de la ciencia; lo que alguna vez resultó una verdad irrefutable, a la luz de nuestros conocimientos hoy nos parece ingenuo. En este artículo abordaremos uno de los cambios revolucionarios más importantes en la construcción del conocimiento.

ADELANTADO A SU TIEMPO

Nicolás Copérnico -Mikolaj Kopernik en polaco o Nicolaus Copernicus en latín- nació en Polonia el 19 de febrero de 1473 y fue el astrónomo que formuló la primera teoría heliocéntrica del Sistema Solar. Su libro, "De revolutionibus orbium coelestium", es considerado como fundador de la astronomía moderna y punto de partida de la Revolución Científica en la época del Renacimiento. Copérnico trabajaría más de veinte años en el desarrollo de su modelo heliocéntrico del universo, aunque sus contemporáneos se negaron a aceptarlo.

Copérnico era matemático, astrónomo, jurista, físico, clérigo católico, gobernador, administrador, líder militar, diplomático y economista; la astronomía era para él un pasatiempo pero por su gran contribución en ese campo, en 1935 se llamaría Copernicus a un cráter lunar. El modelo heliocéntrico es considerado como una de las teorías más importantes en la historia de la ciencia occidental.

Estudió en la Universidad de Cracovia. Viajó por Italia y se inscribió en la Universidad de Bolonia, donde cursó estudios de derecho, medicina, griego y filosofía, además de trabajar como asistente en astronomía. En 1500 se trasladó a París, donde tomó un curso de ciencias y astronomía, y en 1501 volvió a su patria y fue nombrado canónigo en la Catedral de Frauenburg. Pese a su cargo, volvió a Italia, esta vez a Padua, para seguir con los estudios de derecho y medicina. En Ferrara obtuvo el grado de Doctor en Derecho Canónico.

Reinstalado definitivamente en su país en 1523, se dedicó a la administración de la diócesis de Warmia, ejerció la medicina y ocupó cargos administrativos, llevando a cabo su principal trabajo en Astronomía.

Falleció el 24 de mayo de 1543 en Frombork, Polonia. En 2008 mediante análisis genéticos se verificó la identidad de sus restos hallados por un equipo de arqueólogos polacos en 2005.

                  
Imagen de Copérnico utilizada en una estampilla             Monumento a Copérnico en Torun,            
polaca del año 1973 en conmemoración a                 ciudad situada en el norte de Polonia      
            los 500 años de su nacimiento.                  y pueblo natal del astrónomo renacentista.

LA REVOLUCIÓN COPERNICANA

El título de esta sección también es el de una de las obras más importantes del filósofo Thomas Kuhn. Y es que una revolución de este calibre redefinió el concepto de mundo y sentó las bases de nuestra ciencia y nuestra sociedad. Este cambio estaría dado por varios factores, entre ellos, los viajes interoceánicos y la difusión de textos e ideas del siglo XV en Europa después de la invención de la imprenta. El avance de la astronomía tuvo repercusión directa en la forma en que el hombre entendía al mundo; la nueva visión que se forjó de la naturaleza fue construida en parte por esas investigaciones.

Esta época sería contemplada como el principio del Renacimiento ya que en este punto comenzaría el redescubrimiento de la cultura helenística; en poco tiempo los textos en latín pondrían al alcance de los investigadores las principales obras filosóficas y científicas de la Antigüedad.

En astronomía no solamente hubo mejoras en los métodos de observación y de cálculo, sino que se inició una verdadera revolución que culminaría con el abandono de ideas y conceptos que habían tenido vigencia por más de un milenio.


Diagrama del sistema heliocéntrico de Copérnico simplificado. Extracto de "De revolutionibus".

Al finalizar el siglo XV e iniciar el XVI la astronomía era la única ciencia que había acumulado un vasto conjunto de datos, básicamente debido a su uso naútico y geográfico, aunque también a una larga tradición astrológica. Ese acervo, combinado con los nuevos y más precisos métodos matemáticos entonces desarrollados, comenzaría a mostrar que cuando se intentaba determinar posiciones planetarias con exactitud, el modelo geocéntrico presentaba serias deficiencias.

En 1473 se publicó la primer obra astronómica de carácter técnico producido en Europa occidental: Novae Theoricae Planetarum de Georg von Peurbach. Entre sus lectores se encontraba Nicolás Copérnico. Éste aprovechó lo mejor de su geometría planetaria y escribió un verdadero tratado de astronomía sin centrarse en el discurso filosófico.


Fue tan importante la influencia de Copérnico en el mundo que, en 1973, varios países homenajearon los 500 años de su nacimiento con estampillas conmemorativas, entre ellos, la Unión Soviética.

Los conceptos que Copérnico expondría en su obra principal, De revolutionibus orbium coelestium, contribuyeron a cimentar una nueva forma de entender los fenómenos celestes, rompiendo con dogmas milenarios. La tesis heliocéntrica no solo cambiaría el lugar de la Tierra en el contexto cósmico, sino que atacó la esencia misma de la antigua forma de entender el mundo que, a su vez, estaba totalmente apoyada en una visión de perfección e inmutabilidad de los fenómenos celestes. Copérnico había empleado un análisis matemático considerablemente elaborado y de gran complejidad técnica para justificar su modelo. Fue el primero que presentó una teoría completa en la que se mostraba que los movimientos observados de los cuerpos celestes no eran reales, sino reflejo directo de la rotación y traslación de la Tierra.

Así las cosas, Copérnico fundamentó el modelo heliocéntrico en el primero de los seis libros que compusieron la obra; los cinco restantes los utilizaría para desarrollar los cálculos matemáticos que apoyaron su teoría. No solamente postuló un sistema de esferas que giraban alrededor del Sol, en el cual la Tierra era un planeta que además de trasladarse en torno a éste rotaba sobre su propio eje, sino que también demostró que su sistema era capaz de explicar todas las observaciones astronómicas disponibles.

No obstante, a pesar de haber propiciado toda una revolución en el pensamiento occidental, no podría escapar a la influencia de los pensadores griegos, ya que conservaría en su modelo las órbitas circulares, el movimiento uniforme y la idea de un universo esférico y finito. Ahora bien, su trabajo simplificó mucho los cálculos.

La aceptación de los conceptos copernicanos no sería inmediata, pues deberían pasar muchos años para que fueran asimilados en forma generalizada. Fue necesario entonces desarrollar nuevos instrumentos de medición y técnicas de observación más precisas que permitieran acumular datos suficientes para que investigadores como Kepler y Galileo encontraran apoyos teóricos y observacionales en favor del universo copernicano.

LOS GRANDES DEFENSORES DE LA REVOLUCIÓN COPERNICANA: GALILEO GALILEI Y JOHANNES KEPPLER

Galileo Galilei es sin lugar a dudas uno de los científicos más importantes de toda la historia humana. Sus trabajos contribuyeron a establecer las bases de la ciencia tal como la conocemos. Dentro de sus intereses, dos fueron los temas centrales de su trabajo: el estudio experimental del movimiento y la justificación del sistema heliocéntrico. Sus investigaciones sobre el primero sirvieron para que la física se convirtiera en una ciencia experimental y dejara de ser una disciplina especulativa. Sus observaciones aportarían elementos de prueba definitivos sobre la validez del modelo heliocéntrico, mientras que sus publicaciones en defensa de la obra de Copérnico contribuyeron para que éste fuera conocido en varios ámbitos.

El trabajo observacional de Galileo, así como su disposición a entrar en polémicas públicas con los aristotélicos le acarrearían serios problemas con la Iglesia católica. Galileo fue llamado a Roma para presentarse ante el Tribunal de la Inquisición y se lo increparía severamente por sostener las tesis heliocéntricas.

El 5 de marzo de 1616 la Iglesia prohibió la teoría heliocéntrica, declarándola contraria a los preceptos de la fe. Por esta razón, la obra De revolutionibus orbium coelestium fue incluida en el índice de los textos vetados por la Inquisición.

Después de estos hechos Galileo pasaría varios años dedicado a sus investigaciones, en especial las que tenían que ver con la sistematización del estudio del movimiento de los cuerpos. Durante ese periodo realizó considerables esfuerzos para conseguir que se revocara la prohibición en contra del heliocentrismo, sin lograr ningún avance importante.

Galileo permanecería confinado en su casa de Florencia desde diciembre de 1633 a 1638. En 1636, Discursos sobre dos nuevas ciencias sería el último libro que escribiría; en él establecería los fundamentos de la mecánica en tanto ciencia y marcaría así el fin de la física aristotélica. En 1638 Galileo pierde definitivamente la vista y se instala en su casa de San Giorgio hasta su muerte.

Por su parte, Johannes Kepler nació en una familia de religión protestante luterana, en Alemania. Su padre, Heinrich Kepler, era mercenario y su madre, Catherine, que llevaba una casa de huéspedes, era una curandera y herborista, que más tarde sería acusada de brujería. Sus padres le despiertan el interés por la astronomía.

En 1589 ingresa a la universidad de Tubinga. Allí estudia ética, dialéctica, retórica, griego, hebreo, astronomía, física, teología y ciencias humanas. Es allí donde su profesor de matemáticas, el astrónomo Michael Maestlin, le enseña el sistema heliocéntrico de Copérnico reservado a los mejores estudiantes. En octubre de 1600 se traslada a Praga y al siguiente año siguiente ocupa el cargo de matemático imperial de Rodolfo II.

Kepler muere en 1630 a la edad de 59 años. En 1632, durante la Guerra de los Treinta Años, el ejército sueco destruyó su tumba y se perdieron sus trabajos hasta el año 1773. Recuperados por Catalina II de Rusia, se encuentran actualmente en el Observatorio de Pulkovo en San Petersburgo, Rusia.

Johannes Kepler intentó comprender las leyes del movimiento planetario durante la mayor parte de su vida. En 1596 escribió un libro en el que exponía sus ideas, Misterium Cosmographicum. El aporte más significativo del científico sería el modelo elíptico aplicado al movimiento de los planetas y que terminaría de justificar el heliocentrismo. La figura de la elipse utilizada en su descripción del movimiento de los planetas había sido descrita por Apolonio de Pérgamo en una de las obras salvadas de la destrucción de la biblioteca de Alejandría. Sin embargo, las intuiciones de este gran investigador se verían confirmadas siglos después por los científicos que le siguieron. En su honor una cadena montañosa del satélite marciano Fobos fue bautizada con el nombre de Kepler Dorsum.


Mapa del mundo que ilustra una de las páginas de "Tabulae Rudolphine", obra de Kepler de 1627.

HELIOCENTRISMO

El heliocentrismo había sido propuesto en la Antigüedad por el griego Aristarco de Samos, quien se basó en medidas sencillas de la distancia entre la Tierra y el Sol, determinando un tamaño mucho mayor para el Sol que para la Tierra. Por esta razón, Aristarco propuso que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol y no a la inversa, como sostenía la teoría geocéntrica de Ptolomeo e Hiparco, aceptada en esa época y en los siglos siguientes, acorde con la visión antropocéntrica imperante.

La diferencia fundamental entre la propuesta de Aristarco en la Antigüedad y la teoría de Copérnico es que este último empleó cálculos matemáticos para sustentar su hipótesis. Precisamente a causa de esto, sus ideas marcarían el comienzo de lo que se conoció posteriormente como La Revolución Científica. No solo un cambio importantísimo en la astronomía, sino en las ciencias en general y particularmente en la cosmovisión de la civilización. Puede llegar a comprenderse la magnitud del cambio de paradigma teniendo en cuenta que el modelo geocéntrico había sido usado siglos atrás por el Papa Gregorio XIII para confeccionar el calendario gregoriano, lo cual dificultó grandemente la aceptación del heliocentrismo.

Si bien no se podría considerar a Copérnico ni como descubridor del heliocentrismo ni como desarrollador de esta teoría, fue la gran inspiración para los científicos que abrevaron de su fuente. La verdadera revolución vendría de la mano de sus férreos defensores: Galileo Galilei, Johannes Kepler y René Descartes, entre otros, cuando iniciaran los respectivos debates sobre el tema, que llevarían inexorablemente a replantear la epistemología, la filosofía y la teología hasta entonces conocidas.


El sistema solar de acuerdo a Copérnico en el "Harmonia Macrocosmica" de Andreas Cellarius (1660).

El mundo dejaría de ser hablado por Dios, pasaría a ser hablado por la Ciencia y los seres humanos, desde entonces, con cada investigación, intentarían construir el conocimiento y erguirse para ver el mundo mejor y más lejos gracias a estos grandes científicos.