Existen fenómenos meteorológicos que se producen en determinadas épocas del año o en zonas geográficas específicas. Entre éstos están los ciclones tropicales, cuyas fases corresponden a depresiones tropicales, tormentas tropicales y huracanes.
Los ciclones tropicales son sistemas de baja presión con actividad lluviosa y eléctrica, cuyos vientos rotan en sentido contrario al de las agujas del reloj y se producen en el Hemisferio Norte. Cuando los vientos no superan los 62 km/h se los llama depresión tropical, entre los 63 y los 117 km/h reciben el nombre de tormenta tropical, y superando los 118 km/h se los conoce como huracán.
Los ciclones tropicales se diferencian principalmente por su organización. La depresión tropical agrupa nubosidad y lluvia, pero el límite de sus bandas en espiral es difuso. La tormenta tropical es un sistema atmosférico con mejor estructura y bandas en espiral convergentes hacia el centro del sistema. Finalmente, el huracán es un sistema completamente organizado en toda la tropósfera, con sus bandas en espiral de lluvia bien delimitadas.
Alerta
Vista satelital de un huracán.
Los meteorólogos disponen de tecnologías modernas como satélites, radares y computadoras que les permiten hacer un seguimiento de los ciclones tropicales desde su formación. A pesar de esto, muchas veces los ciclones tropicales son difíciles de predecir por su tendencia a debilitarse o cambiar de curso de manera repentina. Por esta razón los meteorólogos han desarrollado técnicas modernas como los modelos de predicción numérica del tiempo, lo que les permite predecir cómo evolucionará un ciclón tropical, incluyendo movimientos y variación de intensidad y cuándo, dónde y a qué velocidad tocará tierra. Con estos datos los servicios meteorológicos de los países afectados emiten los avisos oficiales correspondientes.
La Organización Meteorológica Mundial (ver recuadro) facilita la difusión de información sobre los ciclones tropicales. Su actividad hace posible la vigilancia de los ciclones tropicales desde sus etapas tempranas de formación, coordinando las acciones tanto a nivel regional como mundial a través de Vigilancia Meteorológica Mundial y el Programa de Ciclones Tropicales. En el marco de este programa, los centros meteorológicos regionales especializados en ciclones tropicales y los centros de avisos de ciclones tropicales tienen la función de detectar, vigilar, seguir y predecir todos los ciclones tropicales de sus respectivas regiones, proporcionando a los servicios meteorológicos de cada país advertencias en tiempo real.
Los nombres
A los efectos de facilitar la comunicación con el público y entre sí, los meteorólogos acostumbran a darle nombre a los huracanes y tormentas tropicales. De esta manera se evitan confusiones acerca del tipo de fenómeno que se describe.
Al principio y dada la religiosidad de los navegantes estos fenómenos eran bautizados por ellos cuando los detectaban en sus travesías, con el santoral de la Iglesia católica correspondiente a la fecha en que sucedían, pero muchos ocurrían en la misma fecha en distintos años, por lo que se iban repitiendo los nombres.
A comienzos del siglo XIX el meteorólogo australiano Clement Wragge empezó a utilizar nombres femeninos para bautizar a los huracanes. Este sistema se popularizó con la publicación en 1941 de la novela "Tormenta", de George R. Stewart, que influenció a los meteorólogos estadounidenses para que adoptaran esta forma, que luego, en 1953, sería la que oficialmente dispondría el Servicio Nacional de Meteorología de los Estados Unidos. Actualmente existen seis listas de nombres femeninos y masculinos para ser usados de manera alternada en orden alfabético cada año, de modo que al séptimo año se repite, aunque excluyendo los nombres de huracanes que hayan sobresalido por la devastación causada. Si ocurriera que el número de huracanes en un año superase los 21 o la cantidad de nombres dispuestos, se los nombraría siguiendo el alfabeto griego.
La OMM
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) es un organismo especializado de las Naciones Unidas. Es su portavoz autorizado acerca del estado y el comportamiento de la atmósfera terrestre, su interacción con los océanos, el clima que produce y la distribución resultante de los recursos hídricos. La OMM cuenta con 191 Estados y Territorios Miembros (desde el 1 de enero de 2013). Su predecesora, la Organización Meteorológica Internacional (OMI), se fundó en 1873. La OMM se creó en 1950 y se convirtió en el organismo especializado de las Naciones Unidas para la meteorología (tiempo y clima), la hidrología operativa y las ciencias geofísicas conexas en 1951.
HURACANES
La palabra "huracán" deriva del vocablo maya "hurakan", nombre de un dios creador, quien, según los mayas, esparció su aliento a través de las caóticas aguas del inicio, creando, por tal motivo, la Tierra.
Los huracanes por lo general corresponden a un centro de baja presión atmosférica y de temperatura más alta que la que hay alrededor. Tiene una circulación cerrada alrededor de un punto central. Rotan en sentido contrario a las agujas del reloj en el Hemisferio Norte y en el sentido de las agujas del reloj en el Hemisferio Sur.
"Huracán", "ciclón" y "tifón" son términos diferentes para el mismo fenómeno meteorológico, que se caracteriza por lluvias torrenciales y por una velocidad máxima de los vientos sostenidos (en la zona cercana al ojo) superior a los 118 km/h:
Estructura de un huracán
El huracán funciona como una máquina de vapor cuyo centro es más cálido que el aire que lo rodea. La energía la recibe de la condensación del vapor de agua.
El vapor, cuyo origen es la evaporación del mar, se expande ascendiendo velozmente. Cuando llega a las zonas altas de la atmósfera donde la temperatura ya no es tan alta, el vapor se condensa nuevamente liberándose gran cantidad de energía y originándose enormes nubes que pueden llegar a los 15.000 m de altura, y abundante lluvia, fenómenos que son registrados por los satélites y retransmitidos por T.V.
En la zona inferior de los huracanes (hasta los 3.000 m) el aire es succionado hacia el centro. En los niveles medios hay circulación ciclónica de aire ascendiente (gira alrededor del centro). Y en la parte superior del huracán, sobre los 6.000 m, el aire se mueve hacia afuera.
El ojo del huracán
El tamaño del ojo no siempre es proporcional a la magnitud del huracán, aunque los más grandes se han visto en los de categoría 4.
Es un área de calma relativa que se extiende desde el nivel del mar hasta la parte superior, rodeado de nubes espesas cargadas de lluvia que lo cercan como una pared. Pero en el interior del ojo, dada la alta temperatura y la presencia de viento caliente, el agua evaporada es arrastrada hacia arriba produciéndose un aire seco que no se condensa y por lo tanto no presenta nubes.
Al observar un huracán desde un satélite, el ojo es lo más llamativo. Cuanto mayor es el huracán, con más claridad se aprecia su ojo, excepto que se hayan formado nubes muy altas que impidan su visualización.
En la pared del ojo es donde se encuentran dos fuerzas opuestas: la del aire moviéndose hacia el centro, y la centrífuga que es hacia fuera. Allí, en la pared, es donde soplan los vientos más intensos y suelen originarse tornados.
El ojo y la pared son los elementos que diferencian al huracán de la tormenta tropical, cuyos vientos son de menor velocidad.
Temporada de ciclones
En la región del Pacífico norte occidental la temporada de tifones se da, generalmente, de mayo a noviembre. En el Caribe la temporada de huracanes comienza en junio y termina en noviembre, alcanzando su punto culminante entre agosto y setiembre. La temporada de ciclones en el Pacífico sur y Australia por lo general abarca de noviembre a abril. En la bahía de Bengala y el mar Arábigo los ciclones tropicales suelen producirse entre abril y junio y entre setiembre y noviembre. En la costa oriental de África ocurren normalmente de noviembre a abril.
El tamaño y la fuerza
El ancho de los ciclones puede ser de cientos de kilómetros y sus vientos devastadores, así como sus lluvias torrenciales, mareas de tempestad y en ocasiones hasta tornados. Los huracanes más pequeños pueden medir solo 40 km de diámetro y los más grandes entre 600 y 800 km. Los huracanes más gigantescos se forman en el Océano Pacífico Y pueden medir hasta 1.700 km de diámetro.
El ojo de un huracán mide generalmente entre 25 y 35 km, aunque puede variar mucho. El ojo de los huracanes del Pacífico, donde los ciclones tienen más agua que recorrer antes de tocar tierra, tiende a ser de los más grandes del mundo, con un diámetro aproximado de 80 km.
Según la escala de Saffir-Simpson¹, la fuerza de un huracán varía de la categoría 1 a 5:
Los daños que puede causar un ciclón tropical no dependen únicamente de la velocidad del viento sino de otros factores como la velocidad de desplazamiento, la duración de los vientos intensos y la precipitación acumulada durante la llegada a tierra y después de que ésta se produce, el cambio repentino de la dirección en la que se desplaza el ciclón y su intensidad.
¹ La escala de huracanes de Saffir-Simpson es una escala que clasifica los ciclones tropicales según la intensidad del viento, desarrollada en 1969 por el ingeniero civil Herbert Saffir y el director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, Bob Simpson.