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Escultura de Sócrates.
Escultura de Platón, discípulo de Sócrates y principal difusor de sus ideas.
Retrato de Aristóteles, una de las principales fuentes para conocer el pensamiento de Sócrates.
Sócrates es condenado por el tribunal ateniense.
Aristóteles sostenía que para Sócrates la virtud era conocimiento.

El pensamiento de Sócrates



La enseñanza de Sócrates estuvo encaminada a encontrar el fundamento de la virtud. Si bien no dejó nada escrito, sería inmortalizado a través de las obras de uno de sus discípulos de mayor trascendencia: Platón.

EL MÉTODO SOCRÁTICO

La leyenda dice que un daimon, un espíritu griego asociado al destino, fue quien habría guiado a Sócrates para constituirse en el educador intelectual y moral de Atenas. Había nacido en esa ciudad en el año 470 a. C., hijo del escultor Sofronisco y de la comadrona Faenarete; esto último esgrimiría al explicar su intención de ayudar a "dar a luz a las ideas".

El método socrático procede, en base a una serie de preguntas y respuestas, a tratar de hallar definiciones que puedan considerarse universales. Para lograr este concepto universal es necesario entablar una profunda conversación, en otras palabras, la dialéctica. Esta dialéctica es la que nos da la posibilidad de deducir qué hay de común en los diferentes pensamientos de algunas personas. Partiendo de determinadas nociones como la definición de lo que es la virtud, por ejemplo, nos acercamos paulatinamente a una mejor definición.

Según Sócrates, la tarea de la dialéctica era alcanzar los conceptos generales desde hechos particulares. El procedimiento llevaría al descubrimiento de la verdad, una verdad interna que saldría a la luz gracias a una sucesión de preguntas y respuestas. Pero Sócrates no afirmaba nada, sino que tan solo interrogaba. El propósito era liberar al sujeto de una situación en la que él creía saber pero que, en realidad, no era así. Sócrates no enseñaba nada, sino que extraía del interior de cada uno los conocimientos. Por lo tanto, debido a ello, la mayéutica descubre que el fundamento del saber radica en nosotros mismos, al que accedemos gracias al diálogo.

La palabra mayéutica designaba al arte de ayudar a dar a la luz a las parturientas. La analogía es llamativa y acertada pues las comadronas ayudaban a dar a luz hijos que ellas no habían engendrado; de la misma forma, Sócrates, interrogando a sus interlocutores, ayudaba a "dar a luz" ideas que no procedían de él, sino que residían en el interior de aquellos, pese a que ellos mismos desconocían su existencia.

La mayéutica está vinculada de forma inseparable con la ironía -simulación de no saber- y con la alétheia -verdad que se pretende alcanzar-. Las tres integran de forma sustancial la esencia del método socrático. La mayéutica consiste en el arte de saber preguntar, para que la persona a la que se le pregunta obtenga de sí mismo la verdad. De esta manera, conocer es recordar y para recordar es necesaria la ayuda de quien sabe preguntar, para así exteriorizar y descubrir aquello que se encuentra oculto.

Sócrates iniciaba de forma irónica, como mencionamos anteriormente, afirmaba su propia ignorancia para así irle pidiendo a su interlocutor que expusiera sus puntos de vista sobre un determinado asunto.

La mayéutica ayuda a depurar las opiniones, eliminando prejuicios propios y las falsas concepciones. Una vez que el interlocutor detectaba sus errores, entonces era invitado por Sócrates a continuar el diálogo en forma de preguntas y respuestas, para crear así la posibilidad de la adquisición de un nuevo saber o conocimiento profundo, orientado a la verdad.

De aquí parte también el sentido de su frase, grabada en el frontón del templo de Delfos: "Conócete a ti mismo"; mediante el diálogo con nosotros mismos se extraerían las verdades permanentes.


Restos del Templo de Apolo en donde estaba la famosa inscripción del oráculo de Delfos: "Conócete a ti mismo".

Sócrates es una de las figuras más importantes de la civilización occidental. Si bien no existe un registro escrito personal de su pensamiento, ha ejercido tal influencia que todavía perdura. Inmediatamente después de su muerte, sus discípulos fundarían diversas escuelas.

Algunas de las escuelas socráticas que surgieron pueden verse en el siguiente cuadro:

LA CUESTIÓN SOCRÁTICA

Al no tener documentos escritos por el propio Sócrates, el hecho de llegar a familiarizarnos con su obra es lo que se conoce como la cuestión socrática.

La más antigua obra que nos habla de él es una comedia de Aristófanes, surgida en el certamen de teatro del 423 a. C., pues allí se presentarían dos comedias que tenían a Sócrates como personaje principal: Connos de Amipsias y Las Nubes de Aristófanes.

Existen tres principales referentes para conocer el pensamiento de Sócrates: Platón, Jenofonte y Aristóteles. Los dos primeros conocieron personalmente al filósofo; no así Aristóteles, pero debido a su genio intelectual y a su cercanía temporal se lo considera como una fuente primaria.

Sócrates aparece en casi todos los diálogos platónicos, aunque Platón, después de haber desarrollado su propio pensamiento y las ideas que había aprendido de Sócrates, seguiría poniendo en boca de éste doctrinas que no eran ya socráticas.

Jenofonte escribiría cuatro obras con Sócrates como personaje central: Recuerdos de Sócrates, Apología, Banquete y Económico. Las dos primeras son básicamente una defensa del filósofo, aunque él había tenido oportunidad de escuchar a Sócrates solo brevemente durante su juventud; para escribir sus obras, algunos estudiosos afirman que seguramente habría utilizado algún intermediario.

Aristóteles lo presenta de manera menos subjetiva, aunque ciertos teóricos consideran que carece de rigor histórico cuando expone ideas ajenas.

Dadas estas características de las fuentes primarias utilizadas para conocer las ideas socráticas, no es extraño que cueste tanto reconciliar al Sócrates histórico del personaje idealizado en la difusión de su pensamiento.

CONDENA A MUERTE

El mito de Sócrates se erigiría a causa de su muerte: en el año 399 a. C., sería condenado por un legítimo tribunal de Atenas y, algunas semanas después de la condena, cumpliría la sentencia de muerte bebiendo cicuta.


Sócrates cumpliendo su condena a muerte por cicuta.

Tres fueron los puntos considerados en la acusación: no reconocer a los dioses en los que la ciudad creía, introducir nuevas divinidades y corromper a los jóvenes a través de sus nuevas ideas religiosas.

El propio Sócrates pronunciaría su discurso de defensa constituido por lo que sería una Apología de su vida al servicio de la ciudad. Las últimas horas de vida de Sócrates serían narradas por Platón en el Fedón. Los acusadores de Sócrates comparaban al filósofo con los sofistas y lo consideraban como a un experto en confundir a quien lo escuchaba.

Sócrates se había enterado de que, según la pitonisa de Delfos, él era la persona más sabia de Atenas. Tal vez uno de los motivos por los que se cimentaría la fama de su sabiduría era su noción de filosofía; según el filósofo, la filosofía sería como un continuo examen de la propia alma y se impondría como misión el ayudar a otras personas a que examinaran también la suya. Debido a esta concepción, no estaría dispuesto a renunciar a esa misión, ni siquiera ante el peligro de muerte.

Sócrates consideraba sumamente importante la adquisición de conocimientos con el fin de utilizar con virtuosismo el lenguaje; conversaba frecuentemente con los jóvenes sobre diversos temas y los reunía en torno a sí. Pero, a diferencia de los sofistas, él no cobraba dinero a cambio de sus enseñanzas.

La sofística es un movimiento que resulta difícil caracterizar pero, cuando se habla de ella en contraposición a Sócrates, se pueden encuadrar en ella como rasgos propios el relativismo y escepticismo, además de una desmesuraba preocupación por aprender a convencer; lo que intentaba Sócrates con sus conversaciones era algo bien distinto.

La gran capacidad de reflexión e inteligencia de Sócrates iba de la mano con su gran amor por el diálogo. El diálogo no era considerado por él, simplemente, como el mejor modo de convencer a otros: sería a través de éste como desarrollaría su tarea educativa; considerar las respuestas a todas las posibles objeciones era para Sócrates el mejor modo de pensar.

En las conversaciones no pretendía enseñar. Él podía solo ayudar a otros a descubrir por sí mismos la racionalidad o irracionalidad de las ideas; no quería dar soluciones, prefería ayudar a encontrarlas. El diálogo es el método ideal. A través de las preguntas y respuestas se juzgan las propias opiniones, se plantean dudas, aparecen nuevas cuestiones todavía no tenidas en cuenta, se resuelven objeciones y contradicciones en la construcción de los conceptos.

El método socrático tiene, sobre todo, una intención ética y pedagógica. Siendo su preocupación enseñar a examinar la propia alma, Sócrates no intentaba transmitir a quienes escuchaban una serie de conocimientos preestablecidos, sino despertar sus inquietudes para que se ocuparan de las cosas más importantes.


El diálogo el principal recurso en la mayeútica socrática.

En sus diálogos, con los que Sócrates concretiza su misión (su gran tarea), se suelen destacar dos fases:

La primera fase tiene como objetivo preparar el terreno para la segunda: analizando las opiniones del interlocutor, Sócrates intentaba que éste reconociera que no sabía nada, lo cual es condición necesaria para poder aprender. Pero no todos estaban dispuestos a admitir la propia ignorancia. Él era consciente de que en los diálogos con estas personas que no reconocían la propia ignorancia había que tener cuidado, para que no pensaran que él mismo se movía por los mismos motivos que ellos; que pretendía solo parecer sabio e inteligente.

La segunda fase es la constructiva, la mayéutica, que ya se explicó como el arte de las parteras. En otras palabras, serían las almas, y no los cuerpos, los que debían dar a luz: Sócrates ayudaba a alumbrar pensamientos, siendo los discípulos mismos quienes los engendraban.

LA ÉTICA EN SÓCRATES

En cuanto a la ética, Sócrates giraba en torno a su concepción de la virtud. Por un lado, afirmaba que la felicidad se encontraba en la virtud; por otro, identificaba a la virtud con el conocimiento y al vicio con la ignorancia. Es especialmente importante al respecto el testimonio de Aristóteles, quien sostenía que para Sócrates la virtud era conocimiento.

Sócrates no hablaba de cualquier tipo de conocimiento: se refería a un conocimiento adquirido después de una rígida disciplina.

No podemos olvidar la importancia histórica que conlleva el intento socrático de fundar la virtud, no solo sobre las costumbres tradicionales, sino sobre las sólidas bases de la razón. Sócrates postulaba que la razón debía siempre acompañar a la virtud, pues para obrar bien era necesario saber qué es lo que debíamos hacer. Según él, quien decía saber qué es la virtud, pero no la ponía en práctica, en cierto sentido, aún no sabía realmente lo que era.

Sócrates pondría siempre la justicia por delante de sus intereses personales. De este modo, terminaría siempre por oponerse a la mayoría y a los tiranos. Él mismo no se dejaba someter por el miedo a quien ostentaba el poder de un modo violento. Trataba de estimar los hechos de la vida pública desde la perspectiva de lo que sería justo, usando su propia razón para descubrirlo: Sócrates trataba de juzgar racionalmente a todas las prácticas sociales e instituciones políticas.

Él no estaba de acuerdo, por ejemplo, con el sistema ateniense de sorteo para elegir a sus magistrados, que tenía su base en la concepción religiosa de la época. Sócrates consideraba que en política era necesario tener un conocimiento especializado. Él intentaba señalar los límites de la democracia vigente y marcaba los errores en que incurría el sistema opuesto a ella, la tiranía.

MIRAR CON OJOS NUEVOS

Tal vez el mayor aporte de Sócrates al pensamiento occidental haya sido el método que empleaba para poner a prueba el conocimiento de aquellos que pretendían tenerlo.

El método socrático obliga a revisar profundamente los conceptos adquiridos y puede considerarse, en algún punto, como un antecedente del método hipotético-deductivo que se comenzaría a utilizar junto con el desarrollo de las ciencias.


El método socrático puede ser considerado como el antecedente del desarrollo científico y los adelantos futuros.

Si bien Sócrates no dejaría nada escrito como testimonio de su paso por el mundo filosófico, como todo maestro ejemplar, sería una pieza fundamental en la construcción del discernimiento en la elaboración de conceptos de sus discípulos. A través de estos discípulos, nos legaría los cimientos que constituirían las bases mismas de casi todo el conocimiento humano.