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Occidente de México



Región de los Estados Unidos Mexicanos que abarca parte de la llanura costera del océano Pacífico, la sierra Madre occidental, el eje volcánico, la cuenca del río Balsas y la sierra Madre del sur, llegando por el suroeste hasta la altiplanicie mexicana. Este extenso territorio comprende los Estados costeros de Colima, Jalisco, Nayarit, Michoacán, Guerrero y la mitad sur del Estado de Sinaloa, así como la mitad occidental de Guanajuato y parte de Zacatecas.

La característica común que hace de esta zona una región, está dada por sus rasgos culturales, que convierten a Colima, Jalisco y Nayarit el corazón de la sub-área cultural, en tanto el resto comparte características con otras áreas como el Norte y Centro de México.

La apreciación sobre la conexión de la región con Mesoamérica, ha ido cambiando al ritmo de los descubrimientos arqueológicos. Según las últimas investigaciones Occidente debería integrarse a una región mesoamericana redefinida. Así lo avalan los descubrimientos arqueológicos, que conducen a nuevas interpretaciones que ponen en evidencia la complejidad cultural del área en la época precolombina. Sin embargo y por el momento, se sigue imponiendo una visión centralista que no acepta la relevancia del Occidente y norte de México en el núcleo cultural mesoamericano. A pesar de esto, los arqueólogos que realizan investigaciones en esta región, extreman sus posiciones y refuerzan sus argumentos a favor del peso occidental en la definición de la cultura mesoamericana.

La geografía

Tratándose de la más extensa sub-área cultural mesoamericana, así como la de mayor diversidad en lo que hace a medio ambiente, Occidente no es una unidad geográfica ni tampoco cultural, ya que antiguamente también en este aspecto existía una gran diversidad. Hay que decir, entonces, que Occidente abarca varios ámbitos geográficos con una importante cantidad de nichos ecológicos distintos y hasta contrastantes. En este aspecto los estudios geográficos realizados por especialistas en 1964, arrojaron como conclusión que el Occidente ocupa porciones de las siguientes regiones geográficas: la Mesa Central; la Cordillera Neo-volcánica; la Sierra Madre Occidental y las tierras bajas costeras del Pacífico.

Pero para completar el marco geográfico de Occidente hay que mencionar sus ríos y lagos. En la vertiente del Pacífico la caída de lluvias es menor y el área que cubre es inferior que la del Atlántico, además de caracterizarse por corrientes superficiales de poca descarga. La región presenta solo dos grandes cuencas: los sistemas del Lerma-Santiago (uno de los más grandes de América) y del Balsas. La mayoría de las corrientes está caracterizada por un sistema estacional y muchos de los ríos pequeños son intermitentes.

Para finalizar, se observa cómo la geología, la hidrología, topografía y clima, se combinan dándole forma a la cubierta vegetal del Occidente. Lo más abundante es el bosque tropical deciduo, luego una montaña tipificada por coníferas y quercus y de modo no tan abundante el bosque tropical sub-deciduo. En el norte y otras zonas más secas de la región hay bosques espinosos, pastizales y plantas xerofíticas.

Los Primeros Habitantes del Occidente

Es poca la información con que se cuenta sobre las primeras etapas de la ocupación humana en el Occidente. Se estima en base a información de otras regiones mesoamericanas, que hace unos 20.000 años el área estuvo ocupada por cazadores recolectores que aprovechaban los entornos naturales para procurarse la subsistencia. Entre los pocos hallazgos vinculados con este periodo se cuentan algunas lascas y puntas de proyectil hechos de piedra, a lo que se suman artefactos confeccionados con huesos.

En la zona costera se encontraron rastros de ocupación humana en periodos tempranos. Hasta la actualidad la evidencia más temprana de presencia humana en la costa occidental es un campamento establecido en la base de un cerro de origen volcánico en la bahía de Matanchén, Nayarit, que probablemente date de 2200 a 1730 a. C.

Período formativo temprano (1500-500 a. C.)

El paradigma del formativo temprano es El Opeño, sitio ubicado en el noroeste de Michoacán, del que se conocen sus tumbas y objetos colocados en ellas a modo de ofrenda. Se cree que estas tumbas podrían ser el antecedente más temprano de las "tumbas de tiro", características de la región. Es probable que hayan funcionado como criptas familiares con entierros múltiples ya que hay evidencias de la reutilización de las mismas.

Aquí las cerámicas consisten en cuencos sencillos y ollas chicas que llevan por decoración líneas incisas con punzonado y aplicaciones del mismo barro, del tipo de las encontradas en Tlatilco, sitio ubicado en el estado de México que fuera contemporáneo de El Opeño.

Las ollas han sido pintadas al negativo, con rojo sobre negro y constituirían el antecedente más antiguo de la cerámica tarasca decorada con esta misma técnica. Según las pruebas realizadas con Carbono-14 el rango de tiempo estaría alrededor de los 1500 años a. C. coincidiendo con periodos de considerable actividad volcánica, con cenizas que cubrieron las tumbas y los lugares habitados, lo que dificulta la tarea de localización.

Periodo Formativo Tardío (500 a. C. - 0 d. C.)

Del formativo tardío se posee una base de datos mayor, lo que permite una comparación sistémica con otras áreas de Mesoamérica, ya sea en los estilos cerámicos como en otros elementos culturales que incluyen patrones de asentamiento, formas de subsistencia, estratificación social y otros.

De este período el sitio más conocido es Chupícuaro, Guanajuato, cercano a la cuenca sur-oriental del río Lerma. Los pobladores de Chupícuaro construyeron pocas estructuras aunque más elaboradas que las simples casas bajareque con suelos de arcilla. También construyeron algunos drenajes cubiertos de piedra. En la zona sur de Guanajuato se encuentran las muestras arquitectónicas de carácter cívico o religioso que pertenecen al complejo arqueológico. Están construidas con una plataforma rectangular y edificaciones superpuestas del tipo de la de Tlapacoya. Éstas pueden considerarse monumentales, ya que tienen entre 80 y 120 m por lado. En Chupícuaro hay también una pirámide circular y una construcción del mismo formato en la región de Salvatierra de Guanajuato.

De acuerdo con los metates (morteros) y manos encontrados en Chupícuaro, allí se procesaba maíz por este método, el más común. Si bien la caza era importante, no abundaban las armas de piedra. Pero la coexistencia en el área no fue del todo pacífica. Los "cráneos trofeo" permiten suponer conflictos. Se han hallado esqueletos decapitados y cráneos enterrados aislados.

La cerámica de Chupícuaro es una de las más reconocidas del Occidente; se han encontrado figurillas decoradas con motivos geométricos, como también una gran variedad de vasijas que incluyen las de estilo "boca de estribo".

Periodo Clásico (300-700 d. C.)

En la gran ciénaga de Zacapu, en Michoacán, estaban los sitios conocidos como "Las Lomas", que fueron ocupados durante los primeros ocho siglos de la era cristiana para luego ser prácticamente abandonados. Allí se han encontrado una cantidad de vestigios funerarios que llevan a pensar que la zona fue ocupada especialmente para esas actividades, a las que se agregan otras, también de tipo ritual. Es probable que quienes se movilizaban hasta las Lomas para honrar a los muertos, supieran explotar los recursos palustres1 y lacustres que allí encontraban.

Loma Alta, la mayor de las Lomas, está conformada en su mayor parte de rellenos antrópicos2, contenidos por decenas de muros. Es un sitio sin parangón en su tipo, un centro ceremonial que tuvo una importancia sociopolítica y religiosa excepcional. Por los sistemas de construcción utilizados se puede deducir que movilizaban hacia allí mano de obra destacada en cantidad y calidad. La cerámica refleja un alto control técnico con resultados importantes en los tipos negativos, y una compleja iconografía que no fue superada en las fases posteriores.

Periodo Epiclásico (700-900)

Este periodo se caracteriza por la inestabilidad. De los relatos fragmentarios se desprende lo que luego ha confirmado la evidencia arqueológica: la frecuencia constante de las migraciones.

Si bien los movimientos poblacionales menores han sido una constante en Mesoamérica, en estos dos siglos que duró el Epiclásico, los cambios fueron dramáticos, no solo en la localización, sino también en la distribución de los asentamientos. Eso repercutió en las rutas comerciales; las redes de Teotihuacán hacia Occidente y Norte de México cayeron en decadencia. Ya en el siglo X Teuchitlán colapsó definitivamente después de siglos de declive.

En su inventario cultural quedaron como de mayor importancia los rasgos de su arquitectura, con los elementos circulares que la distinguían.

Postclásico (900-1521 d. C.)

Occidente fue influenciada durante este periodo por la región central de México. Para entonces las tumbas de tiro ya habían dejado de usarse y despuntaba una nueva tradición en el área de Jalisco-Colima-Nayarit. Las fuertes influencias que llegan desde el centro, se hacen sentir a partir al menos del siglo VII, con sus característicos montículos y plazas orientadas hacia los puntos cardinales. Aparece la cerámica con elementos estilísticos de la tradición Mixteca-Puebla, lo que podría implicar una influencia religiosa, militar y mercantil.

Si bien no puede hablarse de un imperio, la cerámica, la iconografía, los patrones comunitarios y los objetos manufacturados permiten reconocer la influencia del Altiplano central, lo que generó el fenómeno pan-mesoamericano que atraviesa desde el norte de México hasta Nicaragua.

El final

El postclásico fue un periodo de grandes cambios entre las culturas de Occidente, pero al llegar los conquistadores españoles en el siglo XVI, la mayoría de estas culturas entraron en su etapa final llevando al colapso del sistema mesoamericano. A finales de 1519, en Michoacán recibieron la noticia de la invasión a través de enviados aztecas que se presentaron ante la corte tarasca a buscar aliados para enfrentar a los españoles. Pero otras noticias que alertaron al cazonci (rey) sobre el poderío militar de los invasores, lo llevaron a negarle ayuda a los aztecas para una guerra que parecía perdida de antemano. Los tarascas se sometieron dócilmente al invasor al punto que, a principios de 1530 la conquista de Michoacán comenzaba a consolidarse, en tanto en febrero de ese año el cazonci fue condenado a muerte y ejecutado. Un capítulo de la historia de Mesoamérica llegaba a su fin.

1 Relativo a los pantanos, lagos o lagunas: abundante vegetación palustre.

2 Conjunto de procesos de degradación del relieve y del subsuelo causado por la acción del hombre.