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Retrato de Giovanni Pico della Mirandola. Probablemente haya sido el primero en utilizar la palabra "humanista" para referirse al nuevo movimiento.

El Humanismo



Los teóricos del mundo todavía discuten la definición de Humanismo. Según sus diferentes concepciones, cada uno de ellos difiere en detalles y clasificaciones, pero todos están de acuerdo en considerarlo como a un hito importante en el desarrollo de la historia cultural humana. Veamos a continuación por qué.

INTRODUCCIÓN

Cuando nos referimos al Humanismo el concepto que podemos llegar a establecer tiene, en gran parte, algo de ambigüedad ya que su definición fue mutando a lo largo del tiempo. El término surgió de los estudiantes universitarios de Italia del siglo XVI quienes se referían al profesor de disciplinas literarias como "humanista". Algunos historiadores lo ven como una reacción a los valores de la Edad Media y otros como un aspecto más del Renacimiento; la vaguedad radica en que estas aristas llevan, de alguna u otra manera, a la exaltación de los valores seculares. El pedagogo F. Niethammer sería el primero en utilizar en 1808 el término "Humanismo". Así las cosas, se requiere de una definición más precisa o, al menos, intentar proporcionarla.

DEFINIENDO AL HUMANISMO

Podemos considerar al Humanismo como un movimiento cuyo interés se centra en la herencia cultural de la Antigüedad Clásica y el Imperio Romano. Debido a ello, se recuperarían gran parte de las obras artísticas y literarias, instaurando -entre los siglos XIV y XV-, una percepción mitificada de esos pueblos.

Teniendo en cuenta su carácter histórico, podemos tomar la definición de Eugenio Garin, que explica al Humanismo como "un movimiento cultural estrechamente vinculado en sus orígenes a la vida de las ciudades italiana de los siglos XIV y XV."


Francesco Petrarca (1304-1374). Conocido como el padre del humanismo, fue el primero en señalar que para ser culto y adquirir verdadera humanidad, era indispensable el estudio de las lenguas y letras de los clásicos.

Durante la Edad Media la humanidad concebía al mundo a través de una cosmovisión teológica y geocéntrica: la verdad radicaba en Dios y todo aquello que estaba por fuera de él era mentira, es decir, se demonizaba. En ese orden de cosas, el hombre era solo una criatura a las órdenes de un poder superior, por lo que su importancia era ínfima. Esto cambiaría radicalmente en la Italia del siglo XV, sobre todo en la cuna del Humanismo: Florencia.

Junto con el vuelco de la mirada hacia el hombre mundano, se desarrollaría la mirada histórica, y la religión pasaría a ser considerada en su función civil, es decir, como necesaria para el establecimiento de la paz.


Estatua de Petrarca, en Arezzo.

Dos figuras destacadas en el establecimiento del Humanismo serían Petrarca y Cicerón. Como todo integrante de una época, no se consideraban a sí mismos "humanistas" sino que el término quedaría asociado a ellos cuando la revisión histórica hiciera lo suyo. Sin embargo, puede decirse que ese término derivó de studia humaniora, entendidos como "los estudios o disciplinas más humanamente importantes"; y de studia humanitatis, en palabras de Cicerón, "un apasionado estudio de todo lo que se refiere al espíritu humano en su totalidad."


Manuscrito de las obras de Petrarca.

LA INFLUENCIA DEL HUMANISMO

A esta época se le debe la periodización y las nomenclaturas históricas actuales instauradas por la historiografía del siglo XIX. De hecho, a este siglo se lo conocería más tarde como al "Siglo de la Historia". El quiebre ideológico que instauraría el Humanismo sería fundamental para ello.

Como ya se adelantó, la Edad Media construía el mundo en base a lo que venía dado desde la Iglesia, considerando al hombre como una creatura de Dios; el cambio radical está dado por concebir al hombre como creador, es decir, el cambio tiene bases filosóficas profundas. Estas bases filosóficas serían la piedra fundamental del período histórico que le seguiría: el Renacimiento.


Estatua de Dante Alighieri en la ciudad de Florencia. La obra de Dante, cargada de espiritualidad y de una gran profundidad intelectual, está considerada un referente de la literatura universal.

El Humanismo se caracteriza por ser cosmopolita, multicultural. Estas particularidades surgen por tres razones: el auge de la retórica o ars dicamininis, la gramática latina y los estudios helenísticos, sobre todo del período bizantino.

Otro motivo por el que se difundió este antropocentrismo es que Florencia -el centro del Humanismo por excelencia- era una ciudad rica, profusa en escuelas y en donde no existía una separación tajante entre la clase burguesa y la caballeresca; además, la primera fomentaba la educación, pues a través de ella aspiraban a acceder a la nobleza. Una clara muestra de ello es el círculo petrarquista, ya que a Petrarca se lo considera el primer hombre de la Modernidad. Debido a todo esto renace el latín pues se revisa el pasado y se aspira a hacerlo a través de las fuentes originales. Algunos autores hablan de la revolución pedagógica del Humanismo porque todo surge en las aulas y del programa de estudios de los profesores que, desde 1420, se centrarían en la educación greco-latina; la formación humanística pasaría a cobrar suma importancia para el ascenso social, pues tendría gran influencia en la realeza. Los secretarios y funcionarios, tanto del clero como de la aristocracia, consideraban deseable dicha formación. Esta revolución curricular duraría unos cincuenta años. La educación principesca estaría dada por autores clásicos, tanto griegos como latinos.


Vista actual de la ciudad de Florencia, cuna del Humanismo.

Occidente accede así a lo que constituiría la base de nuestra cultura: los escritos antiguos griegos, árabes y romanos. Con todo, fue así como las doctrinas platónicas, estoicas, epicúreas y escépticas pasaron a formar parte de nuestro acervo cultural.

En el Humanismo se da origen a lo que con el tiempo serían las bibliotecas públicas. La bibliofilia de algunos propietarios de grandes fortunas que contaban con vastas bibliotecas privadas sería el puntapié inicial para ello; a su muerte estos libros eran el legado para las universidades o para la curia. El proceso de la formación de bibliotecas públicas se aceleraría, pues, con la invención de la imprenta y la difusión de las ideas humanistas: las obras de Petrarca, Dante Alighieri, Giovanni Boccaccio y Niccolo Maquiavelo sentarían las bases ideológicas junto a Homero, Platón y Aristóteles.


Estatua de Maquiavelo en la Galería Uffizi, en Florencia.

LA NUEVA VISIÓN DEL MUNDO

Concebir al hombre como creador es un paso muy importante que dio la humanidad para el desarrollo de nuestra cultura. Tomar como centro al ser humano, ese antropocentrismo del que venimos hablando, contribuyó al establecimiento de nuestro mundo, que se encuentra asentado firmemente en la ciencia y la razón.

El Humanismo establecía como prioritaria la plenitud de las capacidades humanas y cultivaba los procedimientos reflexivos sobre el mundo. Al tener como centro al hombre, comenzarían a desarrollarse las diferentes disciplinas del conocimiento, dejando a un lado las ideas preconcebidas desde lo religioso. El mundo helénico y el romano convergerían en lo que más tarde terminaría cristalizando como el Renacimiento. En esta instancia se establecieron los principios de las Bellas Artes, como la perspectiva y las referencias clásicas en los edificios religiosos. En política la estrategia y la retórica serían fundamentales y se plasmarían en El Príncipe, la obra más conocida de Maquiavelo.


Escena de uno de los nueve círculos descritos en la "Divina Comedia".

Los escritores de esta corriente se caracterizaron por romper con la temática y las técnicas de la lírica provenzal, que se encontraba sometida a las reglas del amor cortés. Es la antesala de los nuevos modos renacentistas que triunfarán finalmente. Uno de sus máximos poetas fue Dante Alighieri, cuyo estilo está cargado de una gran profundidad espiritual; su obra cumbre es la Divina Comedia, que representa al mundo cristiano detallando su recorrido por el Infierno y el Purgatorio. Se destaca debido a la vastedad de conocimientos teológicos, científicos y filosóficos amalgamados para plasmar la salvación personal y el destino de las almas en el otro mundo; el simbolismo es parte del Humanismo y se ve caracterizado por este gran poeta.

Giovanni Boccaccio sería otro de los grandes autores que se erguirían en pilares de las nuevas ideas. El Decamerón, la obra por la que es más conocido, tuvo casi el mismo impacto que la Divina Comedia. Éste consta de relatos breves pero ya el tema religioso es dejado a un lado casi por completo.


Estatua de Giovanni Boccaccio en el exterior de la Galería Uffizi, en Florencia.

La corriente humanista confiaba en el ser humano, en su razón y en su capacidad para cultivar todas las ramas de la sabiduría; los ideales de perfección eran encarnados por el cortesano, el caballero sabedor de las lenguas clásicas, del griego y del latín, de la poesía y de la historia. Debía ser capaz de escribir en prosa y en verso; ser conocedor y practicante de la música, el dibujo y la pintura; hábil en el manejo del caballo, en todo tipo de competiciones y juegos, además de ser galante. Las damas debían ser decorosas, tener conocimientos de letras, de pintura y de música, y saber danzas con el fin de ser hábil en las relaciones y en las fiestas cortesanas. Lo que se pretendía era una formación integral, es decir, saber de todo un poco como ideal de condición.


Imagen alusiva del "Decamerón" en la que se pueden ver algunas de las características del Humanismo.

Los humanistas se reunían para cambiar impresiones y experiencias tanto en la corte como en los palacios de los mecenas o en las academias. Escribían sus obras en la lengua de su país y no en latín, que era la lengua culta de la época anterior, un rasgo más que mostraba la intención de romper con lo medieval; por ello, cobraron gran importancia las literaturas nacionales, dando origen al reconocido canon literario.

Las ciudades que se destacaron durante el Humanismo fueron las italianas Florencia, Venecia, Bolonia y Padua; París, en Francia; Oxford, en Inglaterra; además de Alcalá de Henares y Salamanca, en España.


Erasmo de Rotterdam retratado por Hans Holbein el Joven en 1523.

En tanto, en los Países Bajos, se puede apreciar como principal representante del humanismo cristiano a Erasmo de Rotterdam, quien criticaba la corrupción de la jerarquía eclesiástica y las supersticiones populares. Influiría notablemente en las reformas religiosas utilizando solo el latín en la redacción de sus libros, de los cuales el más importante es Elogio de la locura.

En Inglaterra, en tanto, Tomás Moro desempeñaría un papel importante en la vida política. Analizó los problemas de la sociedad y propuso un modelo de comunidad perfecta en su obra Utopía.


A MODO DE CONCLUSIÓN

Resumiendo, podemos establecer las principales diferencias entre la escolástica y el Humanismo. La primera solo manejaba mente y espíritu, se engrandecía a Dios y todos aquellos que tuvieran poder y títulos podían estudiar en la universidad. En cambio, el Humanismo consideraba mente, espíritu y cuerpo, separaría a Dios del poder y engrandecería al hombre; además, no era tan importante tener tierras, sino poder y dinero para estudiar en la universidad.

Con todo, los auténticos fundamentos filosóficos del Humanismo, sobre todo en lo que se conoce como la segunda etapa, previa al Renacimiento, proceden de la lectura, la difusión y la enseñanza de Platón. A finales del siglo XV, Marsilio Ficino (1433-1499) expuso las ideas platónicas en su obra "Theologia platónica": Dios es el ser del que emanan todos los seres. En el centro del Cosmos, el hombre es, a su vez, alma inmortal a imagen de Dios, criatura que crea además de materia. El destino del hombre, entonces, consistiría en pasar, gracias al conocimiento, desde el mundo de las apariencias, el mundo sensible, al de las Ideas. Ese trayecto que conduce al hombre a su identificación total con el Ser podría ser rechazado, de tal manera que permanecería en el plano que ocupan los animales, o bien aceptado, y en ese caso, sería elevado a la perfección, tal como lo describiría Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494) en su "Oratio de hominis dignitate".

La filosofía neoplatónica de Marsilio Ficino y de Giovanni Pico della Mirandola se consolidaría en Florencia y desde allí se extendería a todos los círculos intelectuales y cultos de Europa occidental junto a las nuevas ideas filológicas, historiográficas, artísticas y literarias. Pero el viaje que recorrió el primer Humanismo originado en Italia no habría ocupado tan rápidamente el mapa europeo sin la intervención de importantísimas y puntuales variables en su difusión: la imprenta, la íntima relación entre los hombres de letras y la enseñanza universitaria.


"El Hombre de Vitruvio", dibujo de Leonardo da Vinci, expresión del canon estético humanista y renacentista.

La cosmovisión del Humanismo buscaba cristalizar a un ser humano integral, es decir, lejos de incentivar solamente un aspecto pretendía cultivar en su totalidad todo el potencial del hombre. Esta simple aspiración originaría, sin proponérselo, las bases firmes de nuestro mundo pero, tal vez, se necesitaría retomar algunos principios de esta corriente con el fin de dar equilibrio a una sociedad inmersa en la materialidad y la fría especialización. En una palabra: humanizarla.