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William Morris (1834-1896), polifacético artista inglés, fue uno de los impulsores del modernismo.

Modernismo



Entre fines del siglo XIX y principios del XX, durante el periodo conocido como "Belle Époque", se originó una corriente de renovación artística que recibió distintas denominaciones según el país en que se manifestara: fue art nouveau en Bélgica y Francia; jugendstil en Alemania y los países nórdicos; sezession en Austria; modern style en los países anglosajones; nieuwe kunst en los Países Bajos; liberty o floreale en Italia y modernismo en los países de habla hispana.

Más allá de las denominaciones, la propuesta era la misma: imponer un nuevo estilo de arte, libre y moderno, que rompiera con el academicismo a través de propuestas innovadoras. Esta nueva estética buscaba inspiración en la naturaleza, incorporando, además, elementos provistos por la Revolución Industrial, como el hierro y el cristal, que permitieron un enriquecimiento notable en la paupérrima arquitectura de mediados del siglo XIX.

Entre los inspiradores de la nueva estética se destacaron John Ruskin y William Morris, quienes proponían democratizar la belleza o socializar el arte, dándole valor estético hasta a los objetos de uso cotidiano, que debían ser accesibles a toda la población sin cambiar la forma artesanal de producción, para no perder la calidad de su confección.

El modernismo no solo se dio en las llamadas artes mayores como la pintura, la escultura y la arquitectura, sino también en las aplicadas o decorativas, en las artes gráficas y en el diseño de mobiliario, herrería, joyería, cristalería, cerámica, y demás técnicas utilizadas en la fabricación de objetos de uso cotidiano, incluyendo el mobiliario urbano como kioscos, estaciones de metro, farolas, bancos, papeleras, urinarios, etc.

La diversificación caracterizó también a los artistas que, por lo general, se formaban como "integrales", sobre todo los arquitectos, que no solo se ocupaban de proyectar edificios, sino que diseñaban también la decoración, el mobiliario y los complementos y enseres diarios necesarios para su mantenimiento.

Pero la nueva corriente no obtuvo una adhesión unánime ya que, gran parte de los críticos, identificaban sus formas como agresivas y desintegradoras.

Características

Las principales características de esta corriente fueron:

  • La naturaleza como fuente de inspiración y proveedora de elementos, preferentemente vegetales que, junto a formas redondeadas de tipo orgánico, eran entrelazadas con el motivo central de la obra.
  • Uso de la línea curva y la asimetría; tanto en las plantas y alzados de los edificios como en la decoración.
  • Tendencia a la estilización de los motivos, siendo menos frecuente su representación estrictamente realista.
  • Uso de imágenes femeninas en actitudes delicadas y gráciles, aprovechando principalmente las ondas en los cabellos y los pliegues de las vestimentas (drapeado).
  • Actitudes sensuales que buscan complacer los sentidos, llegando incluso hasta el erotismo.
  • Uso de motivos exóticos, aun aquellos que fueran producto exclusivamente de la fantasía o inspirados en distintas culturas.
  • Aplicación envolvente del motivo tomando alguna de las características anteriormente mencionadas, en contraposición con las características habituales del elemento a decorar. El elemento destacado de tipo orgánico envuelve o se une con el elemento que decora.

La derivación de estas características del modernismo en la década de 1920 dio origen al denominado art decó, con el que a veces se identifica, aunque tiene características marcadamente diferentes.

Evolución

Una de las primeras obras consideradas como pre-modernista fue el mural decorativo realizado por Eugène Viollet -le- Duc en 1850, incluido en la restauración del castillo francés de Roquetaillade. En realidad la intención era la de recrear el estilo neogótico, pero el resultado fue el de unos frescos de movimientos orgánicos, con colores y formas innovadoras.

Durante la segunda mitad del siglo XIX la tendencia se fue haciendo más pronunciada, visualizándose en los movimientos británicos como los Arts and Crafts, de William Morris o la Hermandad Prerrafaelita. Así fue como los antiguos patrones de la arquitectura victoriana fueron derivando a formas flotantes, libres, particularmente en el hierro forjado, que se deja a la vista para darle, además de su función arquitectónica, un valor decorativo, o en el uso de grandes piezas de cristal de forma irregular.

Pero el primer diseño señalado de manera incontrastable como expresión del nuevo estilo, fue la cubierta de un libro editado en 1883, dedicado a las iglesias de Londres reconstruidas por Christopher Wren, y realizado por el arquitecto Arthur Mackmurdo.


El diseño de la portada del libro dedicado a las iglesias de Londres, de Arthur Mackmurdo, está considerado como una de las primeras manifestaciones del modernismo.

En 1888 surgió la Guild and School of Handicraft de Whitechapel, fundada por Charles R. Ashbee en Toynbee Hall, al este de Londres. La escuela se dedicó a la decoración integral de interiores, lo que incluía forja, joyería, esmalte y mobiliario. Años después de su fundación, en 1897, Ashbee incorporó a su escuela trabajadores provenientes de la Kelmscott Press, de William Morris, para aprovechar la experiencia que estos tenían en imprenta aplicándola al desarrollo de su propia imprenta, la Essex House Press. La escuela se trasladó en 1902 a Chipping Camden, en Gloucestershire, donde comenzó una decadencia que terminó con su cierre en 1908.

Para entonces ya existían grupos de artistas en diferentes países europeos, escindidos de las asociaciones tradicionales, que dieron sustento ideológico a la nueva corriente, al tiempo que daban a conocer públicamente sus ideas. Entre ellos se contaba Víctor Horta, quien desde su taller ubicado en Bruselas se encargaba de difundir la nueva estética en arquitectura y diseño, plasmada en su obra Casa Tassel, realizada entre 1892 y 1893.

El 1 de enero de 1895 apareció en las calles de París un cartel publicitario que significó el reconocimiento popular del art nouveau en las artes plásticas: era de Alfons Mucha y representaba a la actriz Sarah Bernhardt en Grismonda.

Al año siguiente comenzó a publicarse en Múnich la revista Jugend (juventud), que dio nombre al estilo en Alemania: jugendstil.

En 1897 tuvo lugar la inauguración de un nuevo edificio proyectado y construido por Charles Rennie Mackintosh para la Glasgow School of Art, que nucleaba a un grupo de artistas identificados con el modernismo, liderados por el mismo Mackintosh. Ese mismo año comenzó a funcionar en Barcelona el local Els Quatre Gats, lugar de encuentro del modernismo catalán, donde expuso por primera vez el artista Pablo Picasso en febrero de 1900.


Parc Güell, Barcelona, España, obra del arquitecto catalán Antonio Guadí.

Un hito para el modernismo lo constituyó la realización de la Exposición Universal de París de 1900, donde causaron sensación las instalaciones coordinadas en diseño y color de obras de arte junto a muebles y tapices, a iniciativa de la Maison de l'Art Nouveau ("Casa del Arte Nuevo"), galería de arte que funcionaba en París desde 1895, a cargo del marchante alemán Samuel Bing. Al igual que esta, otras casas comerciales, como la londinense Liberty & Co. (Arthur Lasenby Liberty) y la neoyorquina Tiffany's (Louis Comfort Tiffany), se identificaron tan estrechamente con la nueva estética que sus nombres se utilizaron también como denominaciones de la misma.

El apogeo llegó con la Prima Esposizione Internazionale d'Arte Decorativa Moderna ("Primera Exposición Internacional del Arte Decorativo Moderno"), llevada a cabo en Turín en 1902, donde presentaron sus obras diseñadores de toda Europa.

Cuando se declaró la Primera Guerra Mundial en 1914, la naturaleza altamente decorativa del diseño modernista ya había comenzado a ser abandonada en favor de trazos más simples y rectilíneos, más en armonía con la estética plana y el menor coste de los diseños industriales. Hacia los años veinte esa tendencia se concretaría en una nueva etiqueta denominativa: el art decó.

Riga



Riga, capital de Letonia, es la ciudad europea con mayor cantidad de edificios art noveau, a consecuencia del crecimiento urbano que se produjo a partir del derribo de las murallas, y la formación que un grupo de arquitectos (Rudolf Heinrich Zirkwitz, Friedrich Scheffel, Heinrich Scheel, Janis Alksnis y Konstantin Peksens) recibió en el Aula de Arquitectura que se creó (1869) en el Instituto Politécnico de Riga.

El modernismo en Sudamérica


Vista del Yacht Club argentino, en Buenos Aires, Argentina.

En Sudamérica el modernismo no alcanzó el grado de desarrollo al que llegó en Europa debido al elevado costo de la construcción, la calidad artesanal de sus ornamentos y el gusto conservador de las clases dominantes. Sin embargo, en Argentina hizo notar su influencia por la gran cantidad de arquitectos llegados a este país desde Europa. En Buenos Aires, su capital, se destaca el edificio Otto Wulf que, en su decoración zoológica y sus atlantes de rasgos duros, deja ver claramente la influencia de la jugendstil alemana; en tanto la obra de Oskar Ranzenhofer, el Palacio Vera, o el Hospital Español, la obra de Julián García Nuñez, y la Casa de los Lirios, de Eduardo Rodríguez Ortega, llevan la impronta del modernisme catalá (modernismo catalán). También la línea belga, cuyos impulsores fueron Edouard Le Monnier con la silueta distintiva del Yacht Club argentino y Louis Dubois, con la cúpula exótica del Hotel Chile; el llamado Floreale italiano en la galería General Güemes, primer rascacielos de la ciudad, de Francesco Gianotti; o la Casa de los Pavos Reales y el Palacio Carú, de Virginio Colombo, tuvieron sus expresiones porteñas.

La pintura modernista

Los pintores modernistas mostraron su oposición tanto al academicismo como al impresionismo, cambiando los temas cotidianos por los de contenido simbólico y conceptual, entre los que se destaca la mujer, abordada con un tratamiento erótico que llega a la perversión. Técnicamente insisten con la pureza de la línea, lo que le da a sus obras un carácter bidimensional, y la expresividad del dibujo. Las formas orgánicas, sobre todo vegetales curvilíneos y espirales (flores, hojas, tallos retorcidos), rellenan todo el espacio y se convierten en un leiv motiv paralelo a las formas decorativas de las artes gráficas, con las que se identifican estrechamente, tanto como con la producción de carteles y la reproducción litográfica.

De los grandes pintores modernistas, Gustav Klimt (1862-1918) es el más representativo: El beso, La espera, La primavera, Judith, son algunas de sus obras más conocidas. Pero también están Egon Schiele: Mujer con dos niños; Max Klinger: Cristo en el Olimpo; Franz von Stuck: La guerra; Alfons Mucha: Medea; Henri Jacques Edouard Evenepoel: El español en París; Théo van Rysselberghe: La lectura; Aubrey Beardsley: ilustraciones para libros; y William Morris: La reina Ginebra.


El beso, del artista plástico Gustav Klimt.

La escultura modernista

La escultura modernista se presenta en diversidad de materiales: mármol, bronce, marfil, metales preciosos (sobre todo la combinación crisoelefantina de marfil y oro), la cerámica y el vidrio, en obras de pequeño tamaño, vinculadas a la orfebrería. Entre los principales escultores dedicados a la escala menor se cuentan Ferdinand Preiss y Demetre Chiparus.