Cuando leemos un texto que presenta comparaciones, lo más práctico para estudiar es resumir la información y ordenarla en un cuadro comparativo. Es una técnica que permite contrastar diferencias o semejanzas de un tema o desglosar sobre un mismo tema sus características.
El cuadro comparativo
Cuando leemos un texto que aborda un tema que presenta comparaciones, semejanzas o características, se puede recurrir a la confección de un cuadro comparativo con el objetivo de facilitar el proceso de aprendizaje. Incluso nos puede servir como guía para indagar aún más en los conceptos.
Los cuadros comparativos se componen de doble entrada, de este modo se puede organizar información de acuerdo a criterios preestablecidos. La cantidad de criterios, es decir, de columnas tanto verticales como horizontales, dependerán de la complejidad del tema.
Al tener doble entrada, presentan dos posibilidades de lectura: una vertical y otra horizontal. Una de las entradas corresponde a los objetos comparados y la otra, a la categoría de la comparación, expresada por sustantivos o construcciones sustantivas.
Ejemplo:
¡A tener en cuenta!
Este recurso se puede emplear en una variedad amplia de temas por lo que es aplicable tanto a las ciencias exactas como a las sociales y las naturales. Sin embargo, para evitar cuadros confusos, extensos y poco articulados, lo conveniente es incluir la información esencial y resumirla de modo claro y conciso.
Por lo tanto, para poder realizar un buen cuadro comparativo lo importante es leer la información antes y resumirla. Asimismo no es conveniente estudiar directamente de un cuadro comparativo porque seguramente habrá detalles que no estén incluidos. Lo ideal es que cada estudiante confeccione el suyo porque durante la realización del mismo se comienza el proceso de asimilación y aprendizaje.