Es el planeta del Sistema Solar más cercano al Sol y también el más pequeño entre los denominados planetas interiores o rocosos, no tiene satélites.
La órbita del planeta Mercurio
La órbita elíptica de Mercurio, sitúa el pequeño planeta a una distancia de entre 47 y 70 millones de kilómetros del Sol. Si uno pudiera estar en la superficie ardiente de Mercurio cuando está en su punto más cercano al Sol, nuestra estrella aparecería tres veces más grande de como se ve desde la Tierra. Debido a que Mercurio está tan cerca del Sol, es difícil de observar directamente desde la Tierra, excepto durante el crepúsculo o atardecer.
Tránsito de Mercurio por el Sol
El próximo tránsito ocurrirá el 9 de mayo de 2016.
Mercurio hace su aparición indirectamente 13 veces cada siglo y los observadores desde la Tierra pueden verlo pasar en el disco del Sol, un evento conocido como tránsito. Los tránsitos duran varios días. Los dos primeros tránsitos de Mercurio en el siglo XXI se produjeron el 7 de mayo de 2003 y el 8 de noviembre de 2006. El próximo tendrá lugar el 9 de mayo de 2016.
Las temperaturas en la superficie de Mercurio pueden alcanzar los 800 grados Fahrenheit (427 grados Celsius). Debido a que la atmósfera de Mercurio es tan delgada, la superficie no puede retener el calor, por lo que las temperaturas nocturnas pueden bajar hasta -290 grados Fahrenheit (-179 grados Celsius).
La atmósfera
La delgada atmósfera de Mercurio, o exósfera, se compone de átomos desprendidos de la superficie por el viento solar y los impactos de micro meteoritos. Debido a la presión de la radiación solar, los átomos escapan rápidamente al espacio y forman una cola de partículas neutras. Aunque el campo magnético de Mercurio tiene solo el 1 % de la fuerza de la Tierra, el campo es muy activo.
El campo magnético del viento solar, se conecta episódicamente con el campo magnético de Mercurio, creando unos intensos tornados magnéticos que canalizan el plasma rápidamente, desprendiendo el caliente viento solar a la superficie. Cuando estos iones golpean la superficie, desprenden los átomos neutros y son enviados a gran altura sobre el cielo del planeta, donde otros procesos podrían arrojarlos de nuevo a la superficie o acelerarlos y llevarlos lejos de Mercurio.
La superficie
La superficie de Mercurio se caracteriza por la presencia de infinidad de cráteres.
La superficie del planeta se parece a la de la Luna, claramente marcada por cráteres de impacto como resultado de muchas colisiones con meteoritos y cometas. Aunque hay áreas de terreno liso, también hay formas de lóbulo, escarpes o acantilados, algunos de cientos de kilómetros de largo y de hasta un kilómetro de altura, formados por la contracción de la corteza.
La Cuenca Caloris, una de las más características de Mercurio, tiene 1.550 kilómetros de diámetro. Fue el resultado de un impacto de un asteroide sobre la superficie del planeta en la historia temprana del Sistema Solar.
En los siguientes miles de millones de años, el planeta Mercurio se encogió en un radio de 1 a 2 km hasta que se enfrió después de su formación. La corteza externa creció lo suficientemente fuerte como para evitar que el magma alcanzara la superficie, poniendo fin así al período de actividad volcánica
Densidad de Mercurio
Mercurio es el segundo planeta más denso del Sistema Solar después de la Tierra, con un gran núcleo metálico que tiene un radio de 1.800 a 1.900 km, aproximadamente el 75 por ciento del radio del planeta. En 2007, los investigadores que utilizan los radares terrestres para estudiar el núcleo, encontraron evidencias de que está fundido o en estado líquido. La Capa exterior de Mercurio, comparable a la capa exterior de la Tierra llamada manto, tiene solo entre 500 y 600 kilómetros de espesor.
EL HOMBRE Y MERCURIO
Astronomía antigua
Las primeras menciones conocidas de Mercurio, hechas por los sumerios, datan del tercer milenio a. C. Los babilonios (2000-500 a. C.) hicieron igualmente nuevas observaciones sobre el planeta, denominándolo como Nabu o Nebu, el mensajero de los dioses en su mitología.
Los observadores de la Antigua Grecia llamaron al planeta de dos maneras: Apolo cuando era visible en el cielo de la mañana y Hermes cuando lo era al anochecer. Sin embargo, los astrónomos griegos se dieron cuenta que se referían al mismo cuerpo celeste, siendo Pitágoras el primero en proponer la idea.
Estudio con grandes telescopios
Las observaciones de Mercurio en grandes telescopios no arrojaron los resultados deseados.
Las primeras observaciones con telescopio de Mercurio fueron hechas por Galileo en el siglo XVII. Aunque él observara las fases planetarias cuando miraba a Venus, su telescopio no era lo suficientemente potente para distinguir las fases de Mercurio. En 1631 Pierre Gassendi realizó las primeras observaciones del tránsito de Mercurio cruzando el Sol cuando vio el tránsito de Mercurio predicho por Johannes Kepler. En 1639 Giovanni Zupi usó un telescopio para descubrir que el planeta tenía una fase orbital similar a la de Venus y la Luna. La observación demostró de manera concluyente que Mercurio orbitaba alrededor del Sol.
Un hecho extraño en la astronomía es que un planeta pase delante de otro (ocultación), visto desde la Tierra. Mercurio y Venus se ocultan cada varios siglos, y el 28 de mayo de 1737 ocurrió el único e histórico registrado. El astrónomo que lo observó fue John Bevis en el Real Observatorio de Greenwich. La próxima ocultación ocurrirá en 2133.
En 1800 Johann Schröter pudo hacer algunas observaciones de la superficie, pero erróneamente estimó que el planeta tenía un periodo de rotación similar al terrestre, de unas 24 horas. En la década de 1880 Giovanni Schiaparelli realizó un mapa de Mercurio más correcto, y sugirió que su rotación era de 88 días, igual que su período de traslación (Rotación síncrona).
La teoría por la cual la rotación de Mercurio era sincrónica quedó establecida, y fue un giro de 180° cuando los astrónomos mediante observaciones de radio en los años 1960, la cuestionaron. Si la misma cara de Mercurio estuviera dirigida siempre hacia el Sol, la parte en sombra estaría extremadamente fría, pero las mediciones de radio revelaron que estaba mucho más caliente de lo esperado. En 1965 se constató que definitivamente el periodo de rotación era de 59 días. El astrónomo italiano Giuseppe Colombo notó que este valor era sobre dos terceras partes del período orbital de Mercurio, y propuso una forma diferente de la fuerza de marea que hizo que los períodos orbitales y rotatorios del planeta se quedasen en 3:2 más bien que en 1:1 (resonancia orbital). Más tarde la Mariner 10 lo confirmó.
Las observaciones por grandes telescopios en Tierra no arrojaron mucha luz sobre este mundo difícil de ver, y no fue hasta la llegada de sondas espaciales que visitaron Mercurio cuando se descubrieron y confirmaron grandes e importantes propiedades del planeta. No obstante, recientes avances tecnológicos han llevado a observaciones mejoradas: en 2000, el telescopio de alta resolución del Observatorio Monte Wilson de 1500 mm proporcionó las primeras imágenes que resolvieron algunos rasgos superficiales sobre las regiones de Mercurio que no fueron fotografiadas durante las misiones del Mariner. Imágenes recientes apuntan al descubrimiento de una cuenca de impacto de doble anillo más largo que la Cuenca de Caloris, en el hemisferio no fotografiado por la Mariner. Es informalmente conocido como Cuenca de Shinakas.
Estudio con sondas espaciales
Las sondas espaciales fueron definitorias para el estudio del planeta.
Llegar hasta Mercurio desde la Tierra supone un significativo reto tecnológico, ya que la órbita del planeta está mucho más cerca que la terrestre al Sol. Una nave espacial con destino a Mercurio lanzada desde nuestro planeta deberá de recorrer unos 91 millones de kilómetros por los puntos de potencial gravitatorio del Sol. Comenzando desde la órbita terrestre a unos 30 km/s, el cambio de velocidad que la nave debe realizar para entrar en una órbita de transferencia, conocida como órbita de transferencia de Hohmann (en la que se usan dos impulsos del motor cohete) para pasar cerca de Mercurio, es muy grande comparado con otras misiones planetarias.
Además, para conseguir entrar en una órbita estable el vehículo espacial debe confiar plenamente en sus motores de propulsión, puesto que el aerofrenado está descartado por la falta de atmósfera significativa en Mercurio. Un viaje a este planeta en realidad es más costoso por este hecho, en lo que a combustible se refiere, que hacia cualquier otro planeta del sistema solar.
Mariner 10
La sonda Mariner 10 (1974-1975), o Mariner X, fue la primera nave en estudiar en profundidad al planeta Mercurio. Había visitado también Venus, utilizando la asistencia de trayectoria gravitacional del planeta para acelerar hacia él.
Realizó tres sobrevuelos a Mercurio; el primero a una distancia de 703 km del planeta, el segundo a 48.069 km, y el tercero a 327 km. Mariner tomó en total diez mil imágenes de gran parte de la superficie del planeta. La misión finalizó el 24 de marzo de 1975 cuando se quedó sin combustible y no podía mantener control de orientación.
MESSENGER
MErcury Surface, Space ENvironment, GEochemistry and Ranging (Superficie de Mercurio, Entorno Espacial, Geoquímica y Extensión) es una sonda lanzada en agosto de 2004 para ponerse en órbita alrededor de Mercurio en marzo de 2011. Se esperaba que esta nave aumentara considerablemente el conocimiento científico sobre este planeta. Para ello, la nave había de orbitar Mercurio y hacer tres sobrevuelos - los días 14 de enero de 2008, 6 de octubre de 2008, y 29 de septiembre de 2009-. La misión estaba previsto que durase un año. El 18 de marzo de 2011 se produjo con éxito la inserción orbital de la sonda.