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Estatua de Sigmund Freud, quien estudió los trastornos mentales del ser humano e indagó sus causas.
Texto de Leonardo da Vinci, uno de los artistas de quién Freud estudió rasgos psicológicos.

EL PSICOANÁLISIS



Antes del psicoanálisis muchos de los problemas mentales que surgían eran una especie de incógnita insoluble; a partir de éste, el panorama cambiaría drásticamente y la humanidad tendría una herramienta más para conservar la salud mental. En este artículo veremos el proceso que implicó el establecimiento del psicoanálisis en nuestra cultura.

Podemos comenzar definiendo al psicoanálisis como una herramienta del método terapéutico elaborado por Sigmund Freud y Josef Breuer en 1890 para el tratamiento de enfermedades nerviosas. Si bien ambos eran médicos que trabajaban en estrecha colaboración, desde un primer momento ya definían al psicoanálisis de manera diferente: Freud decía que era “la ciencia de lo inconsciente psíquico" pero para Breuer era “la psicología de lo profundo".


El nuevo método

El procedimiento se asentaba sobre la idea de que eventos del pasado habían resultado en problemas mentales; estos eventos habrían funcionado como traumas en perjuicio de la psiquis del afectado quien se veía alterado en su área afectiva. Esto se traducía en reacciones emotivas intensas provocadas por ese pasado que en su momento no se habrían manifestado libremente, inhibidas debido a un mecanismo automático de defensa que habría bloqueado el recuerdo mismo.

Los síntomas neuróticos, entonces, serían los equivalentes de aquellas reacciones emotivas reprimidas pero quienes los tenían, no estaban en condiciones de relacionar la causa original con dichos síntomas. Sigmund Freud y Josef Breuer utilizarían la hipnosis para acceder a esos recuerdos y, de esa manera, resolver los síntomas una vez desahogado el trauma, con la consiguiente desaparición de esas manifestaciones neuróticas. Este efecto se bautizaría como catarsis. En 1895 Josef Breuer se separaría de Freud debido al abandono de la hipnosis como método terapéutico pues este último abogaba por eludir esa amnesia y recordar el episodio de manera indirecta mediante la libre asociación en estado de relajación. De esta manera, Sigmund Freud pensaba que se trabajaba directamente en la personalidad y no se limitaban solo a un hecho episódico, sino que contribuían así a reestructurar el esquema de pensamiento del paciente explorándolo lentamente; de esa manera incluso se podrían evitar nuevos síntomas neuróticos ya que consideraba que la salud mental devenía de una estructura mental fortalecida.


Uno de los objetos utilizados por Freud para realizar hipnosis fue el reloj de bolsillo.


La estructura psíquica freudiana

Freud establece por primera vez los mecanismos psíquicos asociados al recuerdo y las experiencias humanas. Distingue así los elementos de los que no somos conscientes pero que pueden ser traídos a la memoria siempre que queramos acceder a ellos. A éstos los agrupa en lo que se conoce como preconsciente. Aquellos elementos a los que no se puede accederse por estar profundamente olvidados debido al proceso de represión reservó la denominación de subconsciente. Ambas categorías se agruparían en lo que se conoce como inconsciente y éste junto con el consciente (aquellos elementos que sí tenemos en nuestros recuerdos) componen el yo, la estructura psíquica básica.


La mente es un conjunto complejo de actividades y procesos psíquicos conscientes e inconscientes.

A su vez, el subconsciente está integrado por dos estructuras esenciales que ponen en marcha todo el mecanismo del que hablamos: el ello y el superyó.

El superyó tiene un papel importante en el proceso de represión que impide al inconsciente expresarse. Éste se va construyendo a partir de los mandatos paternos, es decir, mediante el proceso que incorpora las normas sociales desde las instituciones. Ese yo ideal es el que reprime aquello que contradice a esas normas, no lo reconoce como propio. Este proceso de identificación con ciertas reglas, por el cual la autoridad exterior se convierte en autoridad interior (superyó), se denomina proceso de "introyección".

Si bien el superyó actúa autónomamente en nuestra vida interior, también el conjunto de las tendencias instintivas tiene autonomía propia, respecto a aquella personalidad que reconocemos como nuestro Yo. Ese conjunto de tendencias se conoce como ello ya que con este término se evidencia la impersonalidad de dichas tendencias, en palabras de Freud, un extranjero interior; las tendencias del ello serían, de esta manera, nuestros instintos.

Nuestra vida mental, nuestro yo, se desarrolla así entre el consciente y el inconsciente –éste dividido entre preconsciente y subconsciente; en este último es en donde estarían alojados el ello y el superyó – en constante y estrecha relación.


Nuestro “yo” se desarrolla entre el consciente y el inconsciente.

Los conflictos interiores que se producen se desarrollan entonces entre tres aspectos internos –el Yo, el Ello y el Superyó – en sus relaciones, además, con las exigencias que impone el mundo exterior. La neurosis se determina cuando, por la excesiva rigidez del superyó, o por la violencia de las tendencias del Ello, el Yo queda oprimido.

Las manifestaciones del inconsciente no solo están asociadas a la enfermedad mental, sino que pueden encontrarse en todas las personas y éstas consisten en sueños, pensamientos e incidentes espontáneos, equivocaciones, olvidos, etc. De todas maneras, actos que juzgaríamos como racionales, pueden estar influidos por el inconsciente; la racionalidad de los actos generalmente es una justificación hallada a posteriori, elaborada por el mismo inconsciente.


Los sueños son manifestaciones del inconsciente.

Toda la vida psíquica puede llegar a ser objeto de un examen psicoanalítico pero el inconsciente tiene un lenguaje propio; el conocimiento de ese lenguaje facilita mucho las tareas de una interpretación. Este lenguaje estaría constituido por toda clase de simbolismos.


El psicoanálisis fuera del ámbito de la salud

Desde 1905 el psicoanálisis fue expandiéndose gradualmente y terminó siendo parte esencial de la cultura occidental. Algunos de los primeros seguidores de Sigmund Freud se separaron pronto de él, entre ellos Alfred Adler, de Viena, que constituiría su "psicología individual", y Carl Gustav Jung, de Zürich, quien adoptaría también una posición independiente, estableciendo una escuela propia basada en el concepto del Arquetipo.

La relación entre el arte y el psicoanálisis se va a originar desde que Sigmund Freud denominara como Complejo de Edipo a uno de los procesos integradores esenciales de la psiquis humana.

El creador del psicoanálisis registra varios estudios sobre literatos y artistas. Entre ellos, se encuentra el de Leonardo Da Vinci en el que se abocó a tratar de definir algunos de sus rasgos psicológicos tomando como base un recuerdo de la infancia. Estudió el Moisés de Miguel Ángel, realizó un ensayo sobre un episodio de la infancia de Goethe y explicó detalladamente la novela Grandiva de Wilhelm Jensen. Sus más importantes trabajos serían aquellos realizados sobre William Shakespeare, el cuento El hombre de la arena de E. T. A. Hoffmann además del ensayo sobre la vida y obra de Fiódor Dostoievski tomando como motivo el concepto psicoanalítico de asesinato del padre.

Varios estudiosos psicoanalistas también abordarían estudios complejos y muy completos de diferentes obras como Hamlet de William Shakespeare. También estudiarían a los mismos artistas abordando el tema de la personalidad esencial que hace de ellos lo que son. De esta manera se hicieron estudios del escritor Edgar Allan Poe, del politólogo Charles Maurice Talleyrand e incluso del poeta Charles Baudelaire. Desde 1912 estos ensayos aparecerían en la revista Imago dedicada exclusivamente a la difusión del psicoanálisis.

¿Sabías que...?

Sigmund Freud inicialmente trataba a sus pacientes mediante hipnosis, llevándolos a un estado de relajación profunda.


Y así como el psicoanálisis abreva de las obras artísticas, algunos artistas basaron gran parte de su obra en la nueva mirada psicoanalítica. Desde el teatro, Eugene O'Neill tocó temas como los desdoblamientos de personalidades, monólogos interiores, climas de incesto y de odio entre familiares, como en el caso de Electra. James Joyce, en su Ulyses sobre todo, construyó su obra partiendo de asociaciones y recuerdos junto a todas sus ramificaciones y repercusiones psíquicas. Stefan Zweig, se valdría del psicoanálisis para entender las complicadas estructuras psíquicas de muchos de sus personajes y de algunas personalidades de quienes realizó biografías, incluso le dedicaría a Sigmund Freud uno de sus mejores ensayos pues lo consideraba una deuda intelectual. Otros artistas influidos por la corriente psicoanalítica serían Thomas Mann, Franz Kafka, Arthur Schnitzler y Aldous Huxley, entre otros. Uno de los estilos que más debe al psicoanálisis en cuanto a la constitución de sus pautas esenciales, es el Surrealismo. Este movimiento sentaría sus bases en la valorización del subconsciente psíquico, el automatismo creador, el sueño y el instinto. Uno de sus máximos representantes fue André Breton, las huellas del psicoanálisis se evidencian en su libro Los vasos comunicantes, que pertenece tanto a la psicología como a la poesía. De todas maneras, el psicoanálisis tendría todavía mayor difusión desde la pintura de la mano de uno de los artistas más originales y controvertidos, Salvador Dalí, aunque otro artista plástico abrevaría también de la fuente inagotable del psicoanálisis: René Magritte.


Escena surrealista.


Nuestro mundo

El lenguaje psicoanalítico forma ya parte de nuestra cultura; ciertos conceptos incluso ingresaron hace tiempo al universo periodístico e incluso a nuestra habla cotidiana. El término más conocido del psicoanálisis y el que es asociado indefectiblemente a él es, sin duda alguna, el término inconsciente.

Otros conceptos originados desde el surgimiento de esta disciplina y que no presentan grandes dificultades para su comprensión son: complejo de Edipo, acto fallido, libido, entre muchos otros. No presentan grandes dificultades simplemente porque ya forman parte de nuestro acervo cultural. El psicoanálisis se encuentra en películas, libros, imágenes y nos inunda desde diferentes medios masivos por lo que, efectivamente, un lenguaje que antes era especialmente técnico y reservado solo a un ámbito profesional, ahora es parte de nuestra cotidianeidad: la cotidianeidad de la cultura occidental del siglo XXI.

¿Sabías que...?

Salvador Dalí imaginó al cerebro de Freud como un caracol y eso lo inspiró en la realización de algunas de sus obras.