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Estatua de Platón, el maestro de Aristóteles, en la Academia de Atenas en la que este último se formó.

Busto de Alejandro Magno. Se cuenta que Aristóteles fue uno de los maestros de este gran estratega.

Georg Wilhelm Friedrich Hegel considera a Aristóteles como el filósofo que sintetizó todo el saber clásico y, por ende, el principal artífice de las ciencias.

Se calcula que Aristóteles escribió unas 170 obras pero solo 30 llegaron a nosotros.

La teoría aristotélica considera al ser humano como ser gregario, es decir, primero constituye familias, aldeas y, finalmente, ciudades. Estos grupos deben descansar en las leyes.

Sabías que?...

Los filósofos árabes contribuyeron a que el pensamiento aristotélico fuese de nuevo objeto de atención en Occidente.


Escultura que recrea una imagen que, en líneas generales, encarna la templanza, una de las cuatro virtudes troncales de Aristóteles fundamentales para la felicidad. Esta representación de la templanza también puede encontrarse en el arcano XIV de las cartas del Tarot de Marsella.

Sabías que?...

Santo Tomás de Aquino tomó como base a las ideas aristotélicas para dar forma a una teología cristiana.

Aristóteles y su idea de la felicidad



Aristóteles constituye uno de los pilares del pensamiento occidental ya que sin él, nuestra sociedad no sería lo que es pues se lo conoce como uno de los filósofos más importantes del pensamiento griego, basamento indiscutible de nuestra cultura. La filosofía de Aristóteles, al igual que la de Platón, tiene gran influencia sobre el quehacer de los pensadores contemporáneos; a pesar de haber pasado más de 2.300 años, sus escritos siguen siendo estudiados.


Aristóteles constituye uno de los pilares sobre el que descansa nuestra cultura.

Si bien Aristóteles fue discípulo de Platón, con el tiempo se alejaría del idealismo y elaboraría una estructura filosófica asentada sobre el naturalismo, es decir, realista; planteó la posibilidad del saber empírico. No consideró que los conceptos universales necesariamente deben separarse de las cosas sino que están imbuidos en ellas. Esto haría que primara los estudios científicos y con ello, la observación directa de la naturaleza. A pesar de ello, también se centraría en cuestiones de lógica formal, moral, política y estética; Aristóteles escribió 170 obras, aunque únicamente 30 llegaron a nosotros.

Una vida dedicada al conocimiento

Aristóteles nació aproximadamente en el año 384 a. C. en Estagira, de donde proviene su sobrenombre, el Estagirita.

Estudió en la Academia de Platón pero Aristóteles iniciaría su propia perspectiva filosófica basándose en una profunda crítica al sistema platónico. Ambos partían de Sócrates pero Aristóteles, al desarrollar los conceptos de sustancia, esencia y forma, se alejaría definitivamente de la Academia.

Tras la muerte de Platón, se instaló en Axos y tendría primero una hija y más tarde un hijo, Nicómaco, al que dedicó su Ética. En el año 345 a. C., Aristóteles se abocó al estudio de la biología. Dos años más tarde, sería contratado por Filipo de Macedonia para que se hiciera cargo de la educación de su hijo Alejandro. Poco después de la muerte de Filipo, Aristóteles se trasladó en el 334 a. C. a Atenas para fundar el Liceo, una institución pedagógica que durante años competiría con la Academia platónica.

Para Hegel, Aristóteles constituye el fundamento de todas las ciencias ya que fue un gran sintetizador del saber. Pasarían más de dos mil años para que surgieran pensadores que fueran capaces de igualar la complejidad de su pensamiento. Sus conceptos llegarían a ser tan incuestionables como la misma iglesia. Aristóteles murió en el año 322 a. C. en la isla de Chalcis.

El pensamiento aristotélico

Las obras de Aristóteles irían pasando de mano en mano y sufriendo deterioros hasta el año 60 a. C. cuando fueron adquiridas por Andrónico de Rodas, quien las editó definitivamente. Él creó el término metafísica, en el que reunió los libros VII, VIII y IX para decir, solamente, que se hallaban a continuación de la física.

Con la caída del Imperio romano, las obras de Aristóteles se eclipsarían hasta las traducciones hechas por el estudioso árabe Averroes, quien las había conocido en sus versiones sirias, árabes y judías. Todas las obras publicadas por Aristóteles en forma de diálogos para el público general se perdieron.

En su metafísica, Aristóteles pretende llegar conocer de los principios y de las causas primeras; lo que él llamó filosofía primera, ciencia que considera el ser en cuanto ser. Por ocuparse de ello puede considerarse también como ciencia de lo divino o ciencia teológica.

En cuanto al alma, para él todos los seres vivos se presentan como poseedores de alma, existen seres animados e inanimados. Distingue tres clases de alma: vegetativa, sensitiva y racional.


Aristóteles hace una división entre los seres animados e inanimados ya que establece el concepto de alma con sus tres variaciones: vegetativa, sensitiva y racional.

Con respecto al conocimiento, Aristóteles considera que la mente al nacer es una tabula rasa, es decir, en la que no hay nada escrito. El conocimiento comienza en los sentidos, las percepciones de los sentidos son aprehendidas por el intelecto, generándose así el concepto. De esta forma llegamos al conocimiento suprasensible.

Para Aristóteles el hombre es un animal político. La fuerza natural de la reproducción y la conservación inclina a los hombres a ser gregarios, primero en familia, luego en aldeas y finalmente en las ciudades. El buen funcionamiento de ellas no se asegura solo con unir voluntades hacia un mismo fin; se requiere también de leyes sensatas y apropiadas que respeten las diferencias y eduquen a los ciudadanos para la responsabilidad civil dentro de la libertad. Debido a la cosmovisión de la sociedad en la que había crecido, esto no lo aplicaba ni para las mujeres ni para los esclavos.

La ética de Aristóteles, que es la que finalmente nos interesa en este artículo, tiene un fin que se resume en la búsqueda de la felicidad, cuestión que desarrollaremos a continuación.

En busca de la felicidad

Como ya vimos, la obra de Aristóteles se separa en cinco divisiones principales: Física, Lógica, Ética, Política, Metafísica. El libro más citado y el que mayor peso e influencia tiene en la actualidad es el que dedicara a su hijo: Ética a Nicómaco. Tal es así que, el pensador contemporáneo Fernando Savater tituló una obra que versó sobre el mismo tema como Ética para Amador, dedicándosela también a su hijo. Aristóteles, al considerar al hombre como un ser gregario, infería que éste era en función de los demás por lo que actualmente es tomado por los críticos al creciente individualismo.

Siguiendo con este razonamiento, se podría considerar entonces que la felicidad es aquello hacia lo que todos los seres humanos tienden por lo que la ética debería buscar que el ser humano sea, básicamente, feliz.


Copia del siglo XV de Ética para Nicómano, el libro más conocido y citado de Aristóteles.

Pero, si bien la felicidad es lo que todos los hombres quieren, la mayoría no suele buscarla en donde se encuentra: para Aristóteles la felicidad radica en una vida virtuosa ya que ésta da sentido al acto de vivir. El filósofo considera que los deseos y el mundo sensible, no debieran obstaculizar el camino a una vida feliz que, finalmente, está en encauzarlos formando el carácter; la felicidad se encontraría en la senda de la virtud.

Aristóteles entonces define que no se puede encontrar la felicidad a través de las ideas sino en la práctica ya que el conocimiento de una definición no implica la comprensión de ese conocimiento, es decir, la definición del agua, por ejemplo, no me lleva a conocer el agua. Se aprende el virtuosismo practicándolo, tomando decisiones en momentos difíciles, tal vez, seleccionando aquellas que considero correctas. La virtud radica en saber seleccionar en cada caso el "término medio" ya que la vida feliz está reglada por la moderación: ni tanto, ni tan poco; ni el exceso ni la carencia nos lleva a ella.


Según Aristóteles, la práctica de la virtud es lo que lleva a la felicidad pues ésta se concreta cuando se sigue el camino de la moderación, el "justo medio"; el placer sin caer en la carencia o los excesos.

Y ya que la felicidad radica en el cultivo de las virtudes, Aristóteles las enumera y clasifica comenzando en dos grandes grupos: las virtudes éticas y las dianoéticas. Estas últimas no se adquieren por costumbre como las primeras, sino por enseñanza. Esta clasificación no es puramente intelectual ya que, recordemos, según esta filosofía, la vida virtuosa propia del ser humano no es únicamente racional sino también sensitiva, emocional. En otras palabras, las virtudes éticas provienen del hábito y son las que contribuyen a formar el carácter del ser humano: ser virtuoso es realizar actos virtuosos toda la vida, no solo en ocasiones.

Si bien existen numerosas virtudes, Aristóteles toma cuatro virtudes troncales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

La prudencia es una virtud dianoética, una persona prudente sabe qué es lo más conveniente en cada situación, evalúa certeramente para tomar una decisión justa en el momento oportuno. La práctica constante de esto termina en construir a un ser virtuoso. Toma a la prudencia como síntesis de todas las demás virtudes pues es la que dirige hacia el término medio.

"La virtud es un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre prudente". Aristóteles

Cuatro son las características de la virtud según Aristóteles:

1) La elección depende de las situaciones ya que éstas nunca son iguales, por ello es selectivo.

2) Cada uno determina cuál es el término medio, por ello es relativo a nosotros.

3) La razón determina los excesos o carencias de los deseos, por eso es determinante.

4) La identificación de la conducta virtuosa radicaría en el hombre prudente.

En una reflexión profunda, podemos decir que al definir la prudencia, Aristóteles tiene en cuenta el azar y la contingencia humana: no todas las situaciones se presentan iguales y no todos los hombres en la historia se construyen de la misma manera.

A estas alturas, fácil es ver que la felicidad no se identifica directamente con el placer, pues el placer no es una actividad sino una sensación o estado que acompaña a ciertas actividades consideradas como placenteras. En el hombre existen diferentes cualidades, y capacidades tanto psicológicas como físicas, por lo que la razón se erigiría en la guía para alcanzarla pues radica en el alma misma del ser humano.


La teoría aristotélica considera que la felicidad se logra practicando la virtud y ésta es de carácter comunitario; desde su mirada, la felicidad descansaría en los pilares solidarios y consiguiéndola, el mundo sería un lugar mejor.

Aristóteles es un importante pilar en la concepción que tiene occidente sobre todas las cosas: esa misma concepción es lo que le permite construir el mundo. Solo con 30 obras que llegaron a nuestras manos su pensamiento quedó fijado para siempre en la historia humana; es abrumador tan solo imaginar las posibilidades que se habrían desplegado en caso de contar con la totalidad de sus obras.

Tal vez solo estas obras basten, pues, en última instancia, como bien lo decía el mismo Aristóteles, somos en comunidad: la respuesta para llegar a la elusiva felicidad, entonces, radicaría en la práctica de la tan mentada humanidad; en otras palabras, la práctica del ser solidario.