La Belle Époque y la Paz Armada son parte de la Historia europea y pueden enmarcarse entre fines del siglo XIX y comienzos de la Primera Guerra Mundial. Aunque se tiende a reconocerlos como un mismo elemento, lo cierto es que fueron dos perspectivas diferentes pero estrechamente relacionadas entre sí.
LA BELLE ÉPOQUE
Entre fines del siglo XIX y 1914, Europa vivió una relativa paz que se conocería como "la Belle Époque", término de origen francés que se traduce como la Bella Época debido a la tranquilidad que reinó en ese periodo. Esto permitió el desarrollo social tanto a nivel político como económico. El surgimiento de la Segunda Revolución Industrial y sus consecuencias impulsarían el Imperialismo europeo que, en esta época, alcanzaría una gran expansión derivada, a su vez, del definitivo establecimiento de los Estados nacionales y del surgimiento del nacionalismo como sentimiento ciudadano.
El más importante aspecto socio-económico a considerar en esta época fue el surgimiento de la industria del motor y el desarrollo de la tecnología con la utilización del acero, la electricidad, el motor de explosión y el petróleo, de esta manera se provocaría la expansión del capitalismo. Estos elementos explotados durante el surgimiento de la Segunda Revolución Industrial permitieron la expansión demográfica, la aparición de nuevos medios de transporte, así como el desarrollo y crecimiento de la prensa. El surgimiento de nuevas clases sociales como la burguesía, la clase media y el proletariado industrial, generó que la educación se difundiera a gran escala, llegando a las clases menos favorecidas. Todas estas consideraciones cambiarían la cultura y el pensamiento europeo, lo que desembocó en una "cultura de Paz Armada".
La cultura de Paz Armada que se desarrolló en Europa durante ese periodo, fue producto de la política diplomática empleada por las potencias europeas, que mantenían relaciones cordiales entre los países, mientras desarrollaban armamento militar como reserva dentro de sus fuerzas armadas. Este panorama coexistía junto a las corrientes de la Europa del siglo XIX; el nacionalismo, que pretendía identificar al territorio con la cultura ciudadana que allí se desarrollaba, creando así los Estados nacionales; el liberalismo, que pretendía la lucha por los derechos fundamentales individuales y colectivos; y el principio de la democracia, que concedía el poder de elección al pueblo, capaz de seleccionar a sus gobernantes.
En el aspecto cultural, este periodo de la historia europea se caracterizó por una exponencial vida "bohemia", producto de una gran calma dentro de la sociedad, auspiciada por la creciente alfabetización de la mayoría de la población. Esto provocó el surgimiento de artistas musicales, plásticos y principalmente literarios, que originaron movimientos revolucionarios y la instauración del nuevo orden mundial pero a costa de muchos conflictos y sangre derramada.
El Romanticismo del último cuarto del siglo XIX convivía a su vez con el Parnasianismo, una especie de antítesis del Romanticismo. Mientras éste se preocupaba por los sentimientos, el Parnasianismo se detenía en los detalles de la belleza. A su vez surgieron otros movimientos culturales tales como: el Impresionismo, el Fauvismo, el Cubismo, el Simbolismo, el Dadaísmo, el Surrealismo, el Futurismo.
El neurólogo y padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, describiría este periodo como la época del inconsciente, influenciado en las artes y ciencias de finales de siglo. Por un lado, en Viena se bailaban los valses de Johann Strauss y en el teatro se presentaban las óperas de Franz Lehar. En París se presentaban el cancán, mazurca y los espectáculos musicales de Moulin Rouge, mientras en Moscú, los rusos se deleitaban con el ballet ruso.
"La Belle Époque" o la Bella Época de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, convirtió a Europa en el centro de la cultura occidental. Los mayores espectáculos se presentaban en Berlín, Viena, Londres y sobre todo París. Se ha de notar que las ciudades aquí mencionadas pertenecen a las potencias europeas que se repartieron el mundo colonial como lo eran Gran Bretaña, Francia, Imperio austro-húngaro e Imperio Alemán.
Imagen de la actual ciudad de Berlín, uno de los centros urbanos en el que se presentaban los mayores espectáculos de la época.
BELLE ÉPOQUE
La Exposición Universal de París se realizó desde el 6 de mayo al 31 de octubre de 1889 conmemorando el centenario de la Toma de la Bastilla. Este acontecimiento fue el símbolo de la Revolución Francesa que marcaría el comienzo de la Edad Moderna.
Esta exposición representa la cúspide de una etapa en la que se desarrollaron nuevas concepciones en la construcción y en la industria; símbolo de ello sería la Torre Eiffel que se completó ese mismo año pasando a ser la estrella de la exposición.
Fue organizada por Charles Adolph Alphande y los pabellones cubrían en total unas 96 hectáreas.
El pabellón argentino fue inaugurado el 25 de mayo de 1889 y obtuvo el primer premio entre los pabellones de los países extranjeros. Diseñado por el arquitecto francés Albert Ballú, era un edificio construido en hierro y vidrio, totalmente des- montable, moderno y decorado al extremo.
La ciudad de La Plata también fue premiada en la exposi- ción, se le otorgaron dos medallas doradas en las categorías «Ciudad del Futuro» y «Mejor realización construida».
LA PAZ ARMADA
El periodo entre 1871 y 1914, fue de tensa calma en el aspecto político, debido a que si bien no hubo mayores enfrentamientos bélicos en el campo militar, si existía una relación cautelosa y re- servada entre las distintas potencias europeas; ellas seguían con sumo cuidado las acciones emprendidas por sus países vecinos. Por ejemplo, Francia, Inglaterra y Rusia observaban con mucho recelo, como Alemania e Italia, iban cada vez adquiriendo más relevancia política y económica a nivel mundial.
En esta época surgió la carrera armamentística en Europa, pro- ducto de una tranquilidad inusual después del término de la guerra franco-prusiana. Esta situación originó la coalición y linea- miento de dos bandos ideológicamente opuestos como lo eran la “Triple Alianza” por un lado – Alemania, Austria-Hungría e Italia, recientemente unificadas y estructuradas políticamente – y por otro las tradicionales potencias (Rusia, Francia e Inglaterra) o “Triple Entente”. Estas últimas tratarían de alcanzar a las primeras ya que tenían los mismos objetivos y ambiciones imperialistas.
En la época de Paz Armada, se organizaron dos bloques enfrentados ideológicamente entre sí. Ambos comenzaron una carrera armamentista en tiempos de “paz”.
Este armamento se hizo realidad gracias al surgimiento de la Segunda Revolución Industrial, produciendo nuevas tecnologías que ponían a disposición de los Estados europeos los recursos militares necesarios. Por otro lado, en casi todos los países eu- ropeos se hizo de carácter obligatorio la prestación del servicio militar, con el fin de promover el sentimiento nacionalista entre la población.
Causas de la Paz Armada
La unificación de dos nuevos Estados poderosos: Alemania e Italia.
Conflictos coloniales entre los Estados europeos.
El surgimiento y reafirmación del sentimiento nacionalista (todo individuo pertenece a una nación).
La guerra económica, liberal y capitalista.
Conflicto por la hegemonía en los Balcanes, un territorio que era un mosaico de culturas, lenguas y religiones, que enfrentó al Imperio austro-húngaro y al Imperio Ruso, motivado por la decadencia del Imperio Turco.
Consecuencias de la Paz Armada
Alemania, a raíz de la Segunda Revolución Industrial, ocupaba el segundo lugar como potencia mundial detrás de EEUU, amenazando la hegemonía británica.
Alemania era el país con el mayor crecimiento económico de Europa.
Tanto la flota naval británica como la alemana, estaban en constantes fricciones.
Francia e Inglaterra llegan a un relativo acuerdo para repartirse las posesiones coloniales en África.
Francia e Italia, llegan a un acuerdo aduanero en los puertos coloniales, tras la ocupación francesa en Túnez.