Palabras como surrealista o Surrealismo se encuentran ya profundamente incorporadas a nuestra cultura y, en mayor o menor medida, algunas de sus connotaciones nos resultan conocidas. En este artículo nos vamos a familiarizar con el movimiento surrealista, sobre todo, las formas que tomaría en España.
EL ORIGEN: LAS VANGUARDIAS
Durante los años de la Primera Guerra mundial surge en Francia el término vanguardias; proviene de avant-garde, término que remite a la estrategia, empleado tanto en política como en la milicia
Desde sus inicios el arte vanguardista provoca y cuestiona lo anterior. El surgimiento de las vanguardias coincide con el periodo de mayor intensidad social del siglo XX: desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914, al inicio de la Segunda en 1939. En ese período se amalgaman las experiencias del nuevo arte: algunas serán efímeras y otras se asimilarán, pero la revolución de las formas y de los contenidos se produce a partir de ellas. Algunas vanguardias derivaron hacia el antiburguesismo de tipo fascista y otras volcaron su rebeldía en el movimiento proletario izquierdista.
La gran confrontación ideológica y militar después de la Segunda Guerra Mundial termina con los vanguardismos: algunos se extinguen y otros evolucionan hacia el arte moderno. Geográficamente es un movimiento internacional y existe interrelación entre todas las expresiones artísticas. Esta interrelación se aprecia claramente en el Surrealismo.
El Surrealismo se desarrolló en una época de convulsión social; se inició finalizando la Primera Guerra Mundial y llegaría a su cúspide poco antes de comenzar la Segunda Guerra.
En el Vanguardismo español e hispanoamericano, los movimientos europeos que mayor incidencia tendrían en él fueron el Surrealismo –que en España tuvo un gran representante en Dalí–, el Expresionismo, el Futurismo y el Dadaísmo.
Antecedentes
Algunos surrealistas rastrean los antecedentes de su estilo hasta el presocrático Heráclito, el marqués de Sade, Charles Fourier, entre otros; todos están de acuerdo, sin embargo, en destacar a dos artistas plásticos con los que se identifican a través de sus obras: Goya y Hieronyus Bosch, más conocido como “El Bosco”, en especial en su obra “El jardín de las delicias”.
El jardín de las delicias de El Bosco, una de las obras que se considera un antecedente del Surrealismo.
Entre todas las vanguardias, el Surrealismo es la que mayor influencia tuvo en nuestra cultura: todavía hoy se pueden apreciar los ecos de esta corriente. La primera vez que aparece el término Surrealismo es en el título de una obra de Guillaume Apollinaire. Esto no es casual ya que su principal difusor, André Breton, era gran admirador de este artista y de Arthur Rimbaud. La traducción del francés aludiría a algo que se encuentra más allá de la realidad, pues Surrealismo viene del francés sur (sobre o por encima de) y réalisme (realismo).
INICIOS Y CARACTERÍSTICAS DEL SURREALISMO
El Surrealismo se origina en Francia después de la Primera Guerra Mundial. André Breton había conocido a Tristán Tzara, precursor del Dadaísmo, quien lo inspiró para crear el primer manifiesto surrealista en 1924 cuando el dadá entra en crisis; tal vez por ello permanece en el imaginario la idea de que el Surrealismo deriva del Dadaísmo pero, si bien tienen puntos en común, sus caminos son completamente diferentes; el dadá suscita a provocar el caos y destruir, no así el Surrealismo que construye una concepción del arte, de la vida.
La influencia de Freud radica en el hecho de que Breton tiene un amplio caudal de conocimientos ya que comienza a estudiarlo desde 1916; esto y su encuentro con Louis Aragon y Philippe Soupault darán origen a la revista Littérature. 1924 sería el año decisivo: nacen las revistas Surréalisme y Révolution surréaliste además de salir la publicación del Primer Manifiesto del Surrealismo. El concepto Surrealismo ya había sido citado por Guillaume Apollinaire; sin embargo, Breton aportó un nuevo contenido y una nueva significación.
Para los surrealistas el descubrimiento de la realidad última pasa por la valorización del sueño y el inconsciente; a éstos se les da igual o mayor importancia que a los estados de vigilia. Todos los humanos manejamos un mismo lenguaje de los sueños; el poeta surrealista conecta los planos real y supra-real de la realidad. Los símbolos y mitos son esas claves por lo que emplean determinadas técnicas en los que aúnan sueños, deseos e imaginación.
La escritura automática es una de esas técnicas ya que a través de ella se hace patente el mundo supra-real; responde a un mecanismo más elaborado pues recrea ese mundo y origina poemas automáticos por asociación. Otros mecanismos de lenguaje muy utilizados por los surrealistas son la unión azarosa de palabras (collage de frases recortadas de periódicos) y la descripción de sueños (compte-rendu des rèves) además de la técnica del cadáver exquisito que consiste en componer una obra (en cualquier rama del arte, pero sobre todo en plástica y literatura) entre varios: cada uno crea un fragmento y lo continúa alguien más.
Los surrealistas consideran al amor y el deseo como fuerzas de liberación poéticas en donde impera lo maravilloso. Rechazan la guerra, los valores tradicionales y las nociones arcaicas de literatura que consideran polvorientas y superadas; quieren transformar el mundo por medio de la literatura.
Los poetas surrealistas mezclan objetos, sentimientos y conceptos que la razón mantiene separados; aparecen asociaciones libres e inesperadas de palabras, metáforas insólitas, imágenes oníricas y delirantes. Para el surrealista, su lenguaje acarrea una densa carga humana, incluso una carga subversiva, por lo que lo libera del peso de las pasiones reprimidas. A través del lenguaje se devela el subconsciente libre de cada uno y de todos.
A partir de 1925 el movimiento se expande y politiza. "Papa Breton" redacta su Segundo Manifiesto del Surrealismo en 1929, donde critica a aquellos surrealistas "puros", que no apoyaban la revolución marxista. Quedan dos vertientes surrealistas: una, identificada con el partido comunista francés, idealista y asociada al Romanticismo europeo que se nutría de Sigmund Freud; y otra, encabezada por Breton, que se agrupó en torno a una tendencia trotskista, es decir, más radical y revolucionaria.
Breton se exilia en los Estados Unidos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, funda allí la revista VVV, conoce a León Trotski en México y promueve el Surrealismo por el continente americano.
Sin embargo, nombres como Salvador Dalí, Max Ernst, Joan Miró, René Magritte, Víctor Brauner y Luis Buñuel dejarán sentir la influencia del Surrealismo desde 1960 hasta nuestros días.
EL SURREALISMO EN ESPAÑA
Si bien el movimiento comenzó en los años veinte, alcanzaría su apogeo en 1938 en una exposición parisina entre quienes se encontraban Marcel Duchamp y Salvador Dalí. En España sería adoptado por quienes se identifican como la generación del 27, sobre todo en literatura, entre quienes podemos citar a Rafael Alberti y Federico García Lorca.
El Surrealismo español daría origen a los más conocidos representantes del movimiento en el mundo; aunque carecía de textos teóricos abrevaba en los textos franceses.
Famosa imagen de la obra cinematográfica Un perro andaluz, realizada por el director Luis Buñuel y Salvador Dalí.
Una de las principales características de la estética surrealista radica en la vinculación de textos poéticos con expresiones artísticas como el cine, la pintura y la escultura. Uno de los ejemplos más acabados al respecto son las dos producciones realizadas por Salvador Dalí y el cineasta Luis Buñuel: Un perro andaluz y La Edad de Oro. En ambas la poesía volcada en torno al amor y el deseo desafía los principios de realidad, ya que las películas no se centran en un relato sino en la expresión misma de esas emociones.
ALGUNOS RASGOS DE ESTILO
El Surrealismo considera, tanto a la plástica como a la escultura, una especie de consecuencia de la poesía. El inconsciente sería lo que prevalecería tanto en el arte como en la comunicación y es por ello que los sueños tendrían una importancia capital. En éstos se establecen relaciones secretas que son reveladas mediante técnicas, como la asociación libre o el Automatismo en la escritura, y las respuestas simbólicas. Este recurso se utilizaría mucho en cine y en fotografía.
Un claro ejemplo de la utilización de los sueños lo constituye Salvador Dalí, quien los plasma a lo largo de toda su obra: algunos califican a su método como paranoico-crítico. Joan Miró se volcará al Automatismo y René Magritte es considerado como el artista con mayor carga conceptual ya que hace un uso brillante de las palabras y su ambigüedad. Picasso va a establecer una especie de alianza con el Surrealismo que derivará finalmente en el Cubismo. Otros artistas destacados entre estos exponentes son Paul Klee y Marc Chagall.
Nuestro mundo está atravesado por la influencia que tuvieron estos artistas en la estética actual: las imágenes de los principales representantes de este movimiento saturan nuestro entorno que pone casi toda su atención en lo visual. Los relojes derretidos de Salvador Dalí, el hombre del sombrero y la manzana de René Magritte, así como las imágenes oníricas recreadas por Buñuel en sus obras, son continuamente utilizados tanto en publicidad como en las expresiones de cultura popular. El término surrealista ya está incorporado a la sociedad para hablar de algo que sobrepasa los límites de lo verosímil. Esta vanguardia quebró con la prevalencia de lo consciente como parte de la realidad e indagó en un campo inexplorado: el inconsciente y las ramificaciones que se desprendían de él. Decían que la racionalidad en el hombre era solo una pequeña parte y que ésta, precisamente, no era la que guiaba sus pasos: contemplando el mundo actual, no queda más que estar de acuerdo con estos artistas y esperar que el recorrido por los mecanismos del inconsciente integren a nuestra sociedad, finalmente, al camino de “ser humano”.