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Arte y religión El arte en Latinoamérica, sobre todo en arquitectura, era esencialmente religioso, marcado fuertemente por las principales órdenes cristianas llegadas del viejo continente.
¿Sabías qué? Gran parte de la arquitectura colonial chilena se perdió por los movimientos sísmicos de la región. En la capital de Santiago solo se conserva un edificio del siglo XVI, el convento de San Francisco.
La presencia del dios cristiano se manifestaba en cada detalle de las construcciones. Aquí vemos en perspectiva la catedral de Cuzco en Perú.
En este detalle de la iglesia de Santo Domingo en México puede verse la influencia europea en un estilo recargado de ornamentación.
Iglesia colonial en la ciudad de Lima, Perú. Este tipo de construcciones, es decir, de capillas abiertas, permitía organizar procesiones y, con ello, una evangelización masiva.

En la misión de San Antonio de Padua se puede ver la disposición que favorece oficios multitudinarios, es decir, la apertura hacia un grupo numeroso fuera del mismo templo.

Si bien las construcciones se erigieron originalmente gracias a maestros arquitectos europeos, en la ornamentación dejaron su huella los pueblos originarios, sobre todo, en los colores utilizados.
Diferencias regionales La arquitectura colonial en Hispanoamérica no es igual en todas las regiones; mientras que resalta en el virreinato de La Nueva España y en la ciudad de Lima, en otras zonas no alcanza ese desarrollo.
¿Sabías qué? Según el arquitecto Ángel Guido la arquitectura colonial tenía una fuerte influencia india en su ejecución.

De la colonia hasta nuestros días



La arquitectura colonial puede apreciarse aún en las construcciones actuales ya que muchas de ellas son herederas de un pasado que se empeña en dejar rastros en muchos edificios. Veamos las características de una estética singular.

Si bien esta arquitectura se desarrolló en todo el continente americano, destaca en el virreinato de La Nueva España y en la ciudad de Lima, donde alcanza su máximo desarrollo.

Construyendo durante la conquista

Ni la piedra ni la madera eran abundantes en las regiones del Río de La Plata; tampoco había mano de obra copiosa de los pueblos originarios, tal como ocurría en las colonias de México y Perú. Debido a esto, el desarrollo de la arquitectura colonial rioplatense sería austero y de extrema sencillez edilicia.


Monasterio de Santa Catalina en Arequipa, Perú. Este es uno de los países en los que más se conserva la presencia de la arquitectura colonial.

La arquitectura del Nuevo Mundo

Numerosos artistas influidos por el arte medieval formaron talleres en las principales ciudades del Nuevo Mundo y enseñaron su arte a mestizos, indios y criollos. Los temas que tocaron en sus creaciones fueron de corte religioso de vertiente católica.


Catedral de Santo Domingo de Guzmán, Oaxaca, México. Otro de los países en los que aún se puede contemplar la belleza de la arquitectura colonial.

Una vez ausentes estos primeros maestros europeos, los talleres siguieron funcionando de la mano de artistas americanos quienes incluyeron en su arte, en mayor o menor medida, la cultura nativa. Lograron así un arte propio que lleva en sí mismo un alto grado de expresividad; se mantuvo la glorificación divina ya que permanecieron las técnicas y los modelos europeos en temas religiosos con el consabido fin evangelizador. El arte popular no cobraría mayor importancia pues la Iglesia católica era quien patrocinaba el desarrollo de todas las artes, salvo en lo que se refería a la arquitectura: bajo la dirección de los frailes se enaltecieron conventos y monasterios.


El templo católico de Santo Domingo en Cuzco. Como puede apreciarse, la arquitectura colonial se desarrolló en gran parte en función de los objetivos eclesiásticos.

Al arte colonial también se lo conoce como Novohispano o arte de la Nueva España, y reflejó en un inicio los ideales político-religiosos dentro de la tradición europea. Pero tal como se detalló anteriormente, de forma gradual aparecieron elementos indígenas hasta el surgimiento de un estilo inconfundible.

Características principales

-Se impone la forma de vida europea a los pueblos originarios.

-Los frailes dictan los parámetros para expresar el arte.

-Oportunidad para los conquistadores de crear una sociedad nueva.

-Los pueblos originarios se vieron obligados a renunciar a sus creencias ancestrales, es decir, su identidad, y de esta manera cambiaron radicalmente su estilo de vida.

-Se desarrolló un sincretismo extremadamente rico gracias a la fusión de la cultura indígena y europea que se vio reflejada en el arte del siglo XVI.

-Un gran aporte de los pueblos originarios al arte colonial; diversas técnicas y recursos naturales en su ejecución como colorantes y aglutinantes, por ejemplo.

Construyendo para la iglesia

Los conventos y órdenes religiosas pueden considerarse como las construcciones más significativas de la arquitectura del siglo XVI. En ellas se evidencian las necesidades y características de una sociedad surgida en la fusión de las culturas europea e indígena.

En esta arquitectura religiosa pueden apreciarse varios elementos que remiten a lo gótico: espacios como las capillas abiertas, capillas posas, iglesias con una sola nave y planta rectangular, conventos con sala de Profundis, bibliotecas, dormitorios, celdas y patios con núcleo central. En cambio, las huellas de los pueblos originarios terminaron manifestándose en la faceta ornamental. Se notaba en ellas especialmente la influencia románica, gótica, mudéjar y renacentista.

A finales del siglo XV se hicieron comunes, por ejemplo, las construcciones que contaban con dos portadas laterales.

“Misa al aire libre”

La necesidad de la iglesia de oficiar misas hizo que se continuara la costumbre de los pueblos originarios de realizar oficios multitudinarios al pie de los enormes templos, en explanadas hechas para ello. De esta manera hubo un sincretismo benéfico para las autoridades eclesiásticas. Es por ello que cobraron importancia las capillas abiertas. Se denominó así a la solución arquitectónica realizada por los frailes mendicantes en el siglo XVI como respuesta a la gran cantidad de aborígenes para evangelizar. Tenían la función de un presbiterio externo a la nave principal de la iglesia y se ocupaba el atrio como nave al aire libre.

La forma de las capillas abiertas es distinta respecto a la arquitectura de cada construcción: dependiendo del número de fieles y los recursos de cada templo fueron dándose diversos estilos.

Entre ellas podemos reconocer cuatro formas básicas:

• Las formas más comunes se encuentran al frente de la portería del claustro, ocupando los arcos de la misma como techo en donde eran alojados músicos y cantores así como el mismo oficiante.

• De tipo mezquita: guarda semejanza con dicha construcción islámica por su arquería adovelada.

• Las anexas al templo o aisladas: eran construidas en pueblos con una alta densidad poblacional.

• Las de balcón: con una ventana o balcón en un primer piso guardando semejanza con el púlpito.


Templo de San Andrés de Cholula, Puebla, México. El domo en su construcción remite, invariablemente, a las mezquitas erigidas por musulmanes en tierras españolas.

Las Capillas Posas se ubicaban en cada uno de los ángulos y se utilizaban para posar la imagen de Jesús –en contadas ocasiones, de otra figura sagrada católica– durante las procesiones realizadas al aire libre. Dentro de los límites del atrio, funcionaban como pequeños cuartos provistos de dos accesos con el objeto de entrar por uno de ellos, realizar la ceremonia, y salir por la otra puerta que se encontraba directamente enfrente de la capilla siguiente.

Durante los últimos años del siglo XVI se construyeron las principales catedrales renacentistas en el nuevo continente, con plantas de tres a cinco naves con ábsides, cruceros, cúpula y bóvedas de tres puertas al frente y laterales, además de una fachada con torres elevadas.

Estilo según la Orden

Franciscana: misioneros austeros, se identifican por sus techados de viguería y el uso de terrado con proporciones y decorado modestos.

Dominicana: construcciones recias en las que introducen la planta basilical.

Agustinas: levantaron colosales obras de ingeniería ricamente ornamentadas, reflejando con exactitud la transición de lo gótico a lo barroco.

Los ejemplos góticos que encontramos en Latinoamérica están relacionados de manera directa con las primeras manifestaciones renacentistas del siglo XVI.

El Renacimiento se asentó de forma paulatina en tres etapas:

-Una primera fase en el que aún se ve influenciado por el gótico.

-Una segunda ligada con lo plateresco.

-Una tercera dedicada a la construcción de las grandes catedrales, con elementos decorativos más geométricos.

Lo barroco en el continente americano sería esencialmente decorativo y se manifestó más claramente tanto en México como en Perú. En México hubo un destacado empleo de materiales, como la piedra y el yeso, en ricas creaciones polícromas. La cúpula pasó a ser el elemento de mayor importancia, presente en todos los templos de Hispanoamérica.

Finalmente, pueden reconocerse algunos rasgos neoclasicistas en Guatemala, Montevideo y Perú, por ejemplo, en algunas columnas corintias que otorgan una especial belleza a unos pocos santuarios.


Los patios interiores de las misiones tienen una marcada influencia morisca y se repetían en las mansiones particulares.

Lo urbano y lo rural: construyendo para el pueblo

Este tipo de arquitectura se destaca fundamentalmente por los bellos palacios citadinos, casi sin variantes: un patio central rodeado por cuatro crujías. En las construcciones urbanas existe una fuerte influencia medieval pero con una gran inclinación al lujo renacentista.

Se pueden apreciar fachadas ostentosas en consonancia con los recursos del dueño de casa, aunque los de menores recursos dejan entrever ciertas pinceladas del estilo. Las construcciones del siglo XVI presentan dos tendencias marcadas:

• Un gran portón de acceso en el nivel de la calle y reducidas puertas accesorias, siguiendo hacia arriba las ventanas, balcones, y galerías.

• Portales al frente y avance de las estancias superiores hasta el paño exterior.

Las viviendas coloniales se caracterizaban por la simplicidad de sus formas, sin muchos efectos escenográficos; en cambio, la sobriedad era la principal característica de las mansiones aristocráticas, con una fuerte influencia morisca heredada de la España Meridional. Se reconoce la funcionalidad de la arquitectura colonial por el empleo de los materiales, entre ellos, la madera, la caña amarga, el adobe, la tapia y la arcilla. Este tipo de materiales fue utilizado para la creación de objetos decorativos funcionales.


En las calles de Colombia se aprecia aún la arquitectura colonial urbana con sus balcones y galerías.

Cuando se estudia detenidamente la fachada de las casas de la época colonial puede apreciarse, además, la idea constante que imperaba en su arquitectura: el protegerse del sol, la lluvia y la luz.

En Hispanoamérica, se destacaron en esta disposición dos estructuras básicas:

-La retícula en forma de damero, de una extrema sencillez, de allí el éxito en su adopción.

El trazado de las ciudades de los pueblos originarios se configuraba espacialmente de acuerdo a su cosmovisión.

-Los accidentes geográficos del terreno a los que debieron adaptarse. En esos casos el trazado seguía las irregularidades topográficas, adecuando las calles y plazas al entorno. Un ejemplo común de ello es el aspecto que tomaban las ciudades mineras pues se disponían lo más cerca posible de los yacimientos y vetas de los minerales; en numerosas ocasiones coincidieron con las viejas ciudades españolas de origen musulmán.


Fachada de una típica casa colonial.

Si bien el arte colonial comenzó siendo esencialmente religioso ya que buscaba propiciar la evangelización cristiana de los pueblos conquistados, terminó siendo un sello distintivo que identifica a una nueva cultura que se originaría con la fusión de varios pueblos: la cultura hispanoamericana.