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ALMOHADAS DE CAOLÍN

Uno de los elementos tradicionales menos pensados fabricados en cerámica china son las almohadas o reposacabezas. Las primeras se produjeron en la dinastía Sui y se extendió su uso durante la dinastía Tang. 

¿Sabías qué?

En Japón, las piezas de porcelana más famosas son las marfilinas de Sastuma Yaki, verdaderas obras de arte, debido a la delicadeza de sus tonos y los dibujos con incrustaciones de oro.

LAS TEJAS DE CERÁMICA

Desde la época colonial, las casas con tejas cerámicas significaba que pertenecían a personas adineradas. Antiguamente se usaban exclusivamente para cubrir los techos de las personas pudientes pero actualmente son mucho más asequibles y se pueden encontrar en variadas formas y diferentes precios.

¿Sabías qué?

 El gran dibujante Hokusai, en sus conocidos Esbozos rápidos, una enciclopedia de más de diez mil dibujos sobre los oficios que se practican en el Japón, incluye bocetos de los ceramistas japoneses.

HISTORIA DE LA CERÁMICA



El origen de la cerámica se pierde en el tiempo y, si bien no puede ubicarse un momento exacto de su surgimiento, sabemos que acompañó al desarrollo de los diferentes pueblos y presentó rasgos de cada uno de ellos. En este artículo ahondaremos en este noble arte.

El término cerámica deriva de griego que se traduce como “sustancia quemada” y consiste en el arte de la fabricación de vasijas, recipientes y otros objetos de barro o arcilla que, por la acción del calor, se convierten en objetos de loza, terracota o porcelana. El mismo nombre se da a estas producciones.

Los estudiosos convienen en ubicar la invención de la cerámica en el Neolítico debido a la necesidad de disponer de recipientes para guardar las cosechas sobrantes de la práctica de la agricultura.


DE LO COTIDIANO A LA OBRA DE ARTE

Ante la necesidad, los primeros objetos serían modelados a mano con técnicas rudimentarias dejándolos secarse al sol o cerca del fuego. Más tarde se comenzaría a decorarlos y aplicarles cocción: es así como nacería el alfarero o ceramista. Con este comenzarían a elaborarse utensilios dotados de color y algo de impermeabilidad gracias a la cocción de hojas.


Los primeros que incursionaron en una cerámica sofisticada fueron los chinos y de ellos aprenderían en Oriente. Más tarde, por las diferentes rutas comerciales, ese conocimiento se extendería a Occidente.

No habría un salto cualitativo en la técnica de la cerámica sino hasta el siglo VI a. C. de la mano de la civilización babilónica gracias a su técnica innovadora para la confección de azulejos vidriados que serían más brillantes y resistentes. Por este mismo tiempo, los griegos se destacarían en cerámica pero por lo que se conoce como engobe, es decir, que ya teniendo las piezas horneadas, las bañaban en una mezcla de arcilla muy fina y líquida, mezclada con óxido de hierro. Cuando esta mezcla secaba un poco, con unos punzones o peines le hacían dibujos levantando el engobe.

Una vez hecho esto, después de la segunda cocción, la pieza contaba con dos tonos, uno más oscuro y el otro rojizo debido al óxido de hierro. Los griegos invocaban a los dioses para protegerse de los genios maléficos del fuego cada vez que ponían una hornada a cocer a fin de que las piezas salieran bien.

Este tipo de creencias no era solo privativo de los griegos sino también de los romanos quienes, para cocer las piezas de cerámica, solo encendían los hornos con la luna en cuarto menguante para que el procedimiento resultara exitoso. Aún hoy, en la región de Manises se conserva la tradición de que el cura bendiga cada hornada.

En épocas del Imperio Romano la alfarería tuvo un gran incremento gracias a que los puertos mediterráneos estaban saturados de barcos con ánforas de aceite y vino que se comercializaban. Además de ello, se utilizaban numerosas piezas de cerámica en la arquitectura palaciega empleando baldosas policromadas en tonos turquesa provenientes de los egipcios.

LOS CHINOS COMENZARON...

Las técnicas sofisticadas de cocción y elaboración de cerámica fina comenzaron en China. De allí se pasó el conocimiento a Corea y Japón en Oriente; Persia y el norte de África serían quienes heredarían ese conocimiento en Occidente para llegar finalmente a la Península Ibérica. Sin embargo, hasta llegar a destino la técnica iría modificándose ya que las arcillas eran diferentes. En China, por ejemplo, se empleaba el caolín, una arcilla blanca muy pura que se utiliza actualmente en cosmética y que integraba su famosa porcelana. El caolín era difícil de hallar en Occidente, además, se comenzaron a diferenciar en los tiempos de cocción y la decoración.



Indudablemente, el empleo del torno fue uno de los elementos que ayudaría al desarrollo de la cerámica en el mundo.


LA CULTURA EN UN CACHARRO

Frecuentemente los arqueólogos se sirvieron de la cerámica para localizar temporalmente los yacimientos que estudiaban e, incluso, alguna sirvió para dar nombre a culturas antiquísimas. Ejemplos de estos los hallamos en la cerámica cardial del Neolítico, llamada así por estar decorada con marcas de caparazones del Cardium edule. Así también tenemos la cerámica campaniforme y la argárica, todas ellas prehistóricas.

La cerámica griega, influida grandemente por Mesopotamia, Egipto y Canaán realizaba bellos objetos que mostraban historias de su cotidianeidad. Esta estética sería tomada por Bizancio y la Antigua Roma. El mundo islámico fusionaría el azul cobalto aprendido por los chinos con los rasgos estilísticos heredados de los griegos.

Finalmente, desde el norte de África se abriría el abanico hacia Europa desde España e Italia.


Herramientas y elementos utilizados en la fabricación de cerámica durante la Edad Media.


DE EUROPA AL MUNDO

No sería sino hasta el siglo VIII con la invasión musulmana que en España se plantaría la semilla para originar una de las cerámicas más bellas conocidas. Los conocimientos musulmanes del vidriado con estaño produjeron los esmaltes verdes, morados y azules con reflejos metálicos tan característicos además de la introducción de los hornos morunos que perduran hasta el día de hoy.

Las piezas elaboradas en esta época eran conocidas como al azuleycha, es decir, ladrillo vidriado. Una de las obras que las empleó es la Mezquita de Sevilla, admirada en el mundo por sus reflejos dorados. La ornamentación se componía de dibujos geométricos en los que destaca la Alhambra de Granada con sus frisos. Aunque esta construcción pertenece al siglo XIV, esta técnica comenzó a emplearse ya en el siglo XI. La documentación de la época habla de que se elaboraban tejas, ollas, cántaros, ladrillos y otros objetos tanto moros como cristianos.


Exquisito friso exterior de cerámica antigua con ornamentos florales al estilo tradicional arábigo. Detalle común durante la época de los moros en España.

La producción musulmana podía dividirse en tres categorías: ladrillo bizcochado con decoración impresa, azulejos monocromos y azulejos decorados a pincel. A estos últimos se los conocía como rajolas envarnisatas o rajoletes de Manises y usaban los colores verde y negro sobre fondo blanco. En 1333 Valencia destacaría por el azul cobalto que comenzaría a emplearse relegando al azulejo monocromo.

La ornamentación es heredada de la estética islámica: árboles del paraíso, pequeñas espirales, pavones, atauriques, alafias y piñas persas pero los azulejos valencianos se destacarían por el uso práctico que de ellos haría al incluir las decoraciones heráldicas en su decoración. Aparecen los lemas y escudos de las grandes familias, gremios y órdenes religiosas, entre otros grupos.

El Quattrocento italiano aporta a la cerámica las composiciones con azulejos hexagonales y una que se conoce con el nombre de a favus, la cual combina motivos florales y puntas de diamante en tono azul, pero en clara imitación del mármol.

Los azulejos religiosos se van a ver poblados de escritura árabe, rosetas góticas de cuatro pétalos junto a la heráldica del momento. Todos ellos decorarían las tumbas de moros y cristianos.

El siglo XV es considerado el siglo de oro de la cerámica española por su paso de lo mudéjar al azulejo sevillano isabelino, además de la gran cantidad de ceramistas que incursionaron en nuevas técnicas. Hubo una sustancial mejora en los reflejos dorados tomando el nombre de mayólica. El conocido rojo mayólica se haría de tierra roja, óxido de hierro, tierra arcillosa de Armenia y sulfuro de mercurio; el horneado era fundamental.

El resultado de muchos años de experimentación por parte de los artesanos eran secretos familiares que pasaban de padres a hijos. La mayoría de los ceramistas identificaban sus piezas con una marca personal.


En El patio de las doncellas, del Alcázar en Sevilla, pueden apreciarse los detalles de la influencia morisca en la cerámica de su ornamentación.

LA PALETA SECRETA

En el siglo XV conseguían una variedad de colores mediante prácticas peligrosas tanto para la integridad física en el proceso como para la pérdida de valiosas materias primas. Veamos algunos de ellos que quedaron documentados:

Rojo transparente: sal tártara, fritada de arena, plomo y sal, 1 rama de arbusto quemada.
Rojo fuerte: limaduras de hierro (cocidas durante 8 o 10 días) mezcla de sal tártara, sal común y bórax horneado y después pulverizado.
Púrpura claro: luna córnica (una mezcla de plata y aguarrás), sal común, agua, oro puro y agua regia (3 partes de ácido clorhídrico y 1 parte de ácido nítrico), todo eso junto cocido al fuego, secado y luego de pulverizarlo, se mezclaba con mercurio y aguarrás.
Azul cobalto: óxido de estaño, cobalto y azufre.
Aplicaciones de oro: oro finamente picado, miel virgen y agua regia.

El aceite de lavanda era el vehículo utilizado por la mayoría de ceramistas de la época.


En el siglo XV, la edad dorada para la cerámica española, los padres pasaban a sus hijos los secretos de su oficio antes de morir.


AMASANDO ANRES DE COLÓN

A pesar de la expoliación que se hizo de las culturas que habitaban el continente americano miles de años antes de la llegada de los españoles, parte de ella se conservó gracias a su cerámica. Esta última constituye una de las expresiones artísticas más hermosas y características del arte precolombino; tal vez por no utilizar el oro en su confección es que al día de hoy podemos disfrutarla. Según estudios arqueológicos, una de las diferencias más notables entre la cerámica precolombina y la europea u oriental es que los pueblos originarios no conocían el torno de alfarero o el vidriado. Las piezas nativas obtenían cierta impermeabilización mediante un cuidadoso bruñido.

Además de ello, la mayoría de los utensilios se usaban en la cotidianeidad del diario vivir. Los colores empleados, generalmente, viraban entre diferentes tonos cálidos; especialmente rojos, terracotas, negro y blanco. Los dibujos se componían de guardas o patrones que se relacionaban con la fauna y flora del lugar. Las diferentes culturas de los pueblos originarios americanos expresaron una gran riqueza de formas y motivos. Tanto en la cerámica utilitaria como en la ceremonial encontramos expresada la habilidad y el mundo de los antiguos artesanos americanos antes de la llegada del hombre europeo. Si bien existen numerosos ejemplos, es decir, cada pueblo tenía características que lo hacían único, los exponentes más destacados los encontramos, por ejemplo, en la alfarería peruana –cultura Moche, Chimú, Nazca – y el norte argentino – cultura Condorhuasi, de la Aguada, Santa María, La Candelaria –.


La cerámica precolombina no solo servía para fabricar vajilla o figuras religiosas. En la imagen podemos apreciar un instrumento musical de viento utilizado en el altiplano, la ocarina.