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GRANDES CIVILIZACIONES: CHINA

El imperio más antiguo

A pesar de la gran extensión de su territorio, China es hoy una de las civilizaciones vigentes más antiguas que existen. La idea de erigirse como imperio universal se difundió por primera vez en el año 221 a. C. y se mantuvo hasta 1912 alejada de las influencias externas.

La estructura social del imperio fue decisiva para el mantenimiento de la unidad. La dinastía Han, gobernante entre los años 206 a. C. y 220 d. C., fue la que sentó las bases teóricas del imperio. La clave fue la conformación de un servicio civil que ayudó a las dinastías sucesivas en la administración, lo que les permitió servir con eficacia a una numerosa población.

Pero en su larga historia se cuentan también períodos de disturbios, desintegración y desunión. Las fronteras fluctuaban al ritmo de sucesivas dinastías, y hasta la sede de la capital imperial fue cambiada en varias ocasiones. Aún así, superadas las adversidades, el gobierno centralizado establecido por el primer emperador sobrevivió cerca de 2000 años.

La eficacia de su organización se hizo evidente en los avances en ciencia y técnica. La cultura china aportó a la humanidad la pólvora, el papel, la impresión y una gran variedad de maquinaria industrial. Pero a pesar de sus progresos, jamás cambiaron las costumbres y las tradiciones, en especial aquellas vinculadas con el entorno rural.

La historia

La historiografía china se basa en el relato de Sima Qian, “Memorias históricas”. Según este relato la primera dinastía fue la Xia, que luego de tomar el control de las mejores tierras de la actual China, gobernó durante el periodo que se extiende entre el 2100 a. C. hasta el 1650 a. C.

A esta dinastía le sucedió la Shang, en un periodo caracterizado por el dominio de los metales y la aparición de la primera escritura. Su reinado terminó en el año 1027 a. C. y a partir de entonces sucede un tiempo conocido como “la edad de oro”; crecieron las ciudades, el trueque fue sustituido por el uso de la moneda y la fabricación del bronce alcanzó un elevado nivel técnico y artístico. Pero también la guerra entre Estados dejó su marca, el gobierno central perdió poder y el país quedó dividido en siete grandes Estados que finalmente fueron controlados por el estado occidental de Qin.

La dinastía Qin gobernó entre el año 221 a. C. y el 207 a. C. imponiendo al primer emperador, bajo cuyo mando China se reunificó en un estado centralizado y poderoso. Se construyeron grandes palacios, se unificaron fragmentos de la Gran Muralla y se inició la construcción del mausoleo conocido como Guerreros de Terracota. La solidez del Estado durante este periodo hizo que la idea del imperio como forma de gobierno se arraigara en el pueblo.

Después del año 220 comenzó un periodo caracterizado por la desunión; mientras en el sur varias dinastías se disputaban el poder, en el norte pueblos extranjeros incursionaban frecuentemente en su territorio. Esta situación se mantuvo hasta que en el año 589 la dinastía Sui, después de hacerse cargo del gobierno, logró unificar ambas regiones, promovió reformas institucionales y consolidó el poder central. En esta época se amplió la Gran Muralla y se construyó el Gran Canal, mejorando las comunicaciones y permitiendo el transporte de granos y de soldados alrededor de todo el imperio.

A la dinastía Sui le sucedió en el año 618 la dinastía Tang, quien gobernó china hasta el año 906. Fueron tiempos de prosperidad en los que florecieron el arte y el comercio. Los funcionarios se elegían por sus méritos y no por su linaje. En la visión tradicional China, la dinastía Tang representa una de sus épocas gloriosas.

Con la fundación de la dinastía Liang en el norte de China, en el año 906 se inició una etapa de inestabilidad que vio sucederse cinco dinastías breves en esta región, mientras que en el sur aparecieron diez reinos independientes.

En el 960 se instauró la dinastía Song, que consiguió durante su gobierno conquistar los reinos del sur y reunificar gran parte del territorio que había estado bajo soberanía Tang. Durante estos años se produjo un gran desarrollo del comercio, generalizándose el uso de dinero y llegando a aumentar de manera espectacular el movimiento de personas y mercancías dentro del país. Los grandes avances científicos y tecnológicos produjeron una pequeña revolución industrial, y se desarrolló la primera industria mecanizada del mundo. Se perfeccionaron la pintura y la caligrafía, en buena parte por el patrocinio de los emperadores a las artes y la poesía.

En el siglo XIII, bajo el liderazgo de Gengis Kan, los mongoles conquistaron China, implantando su propia dinastía. Los emperadores mongoles tuvieron que enfrentarse a la difícil tarea de gobernar una sociedad muy diferente de la suya. El desorden social del final de la dinastía Yuan provocó numerosas rebeliones contra los mongoles, que luego de casi 100 años fueron sustituidos en el año 1368 por la dinastía Ming, la última nacional. Sus emperadores establecieron la nueva capital en Pekín, reforzaron la Gran Muralla y renovaron el Gran Canal, convirtiendo a china en la primera potencia marítima del mundo. La cultura china resurgió nuevamente y la dinastía fue famosa por su arte y artesanías.

El imperio se hundió bajo la dinastía extranjera de los manchúes o Qing. Estos impusieron sus pautas culturales aferrándose a tradiciones caducas. Los poderes extranjeros tras una serie de enfrentamientos obligaron a China a otorgarles territorio. En 1911 el descontento con el gobierno imperial manchú se manifestó en la aparición de numerosos movimientos revolucionarios que pedían la formación de una república. El último emperador cayó en 1912 instaurándose entonces la República.

De la República a la República Popular

Después de la guerra con Japón y una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, se desató la guerra civil que se extendió entre 1946 y 1949. De la contienda resultaron victoriosas las fuerzas comunistas, cuyo partido se instaló en el poder estableciendo la República Popular China, bajo el liderazgo de Mao Tsé-Tung. En tanto los dirigentes del Partido Nacionalista se refugiaron en la isla de Taiwán a cuyo territorio quedó restringida la antigua república. De esta forma, Mao fue el líder máximo de China hasta su muerte en 1976, periodo de gobierno marcado por profundas conmociones sociales y políticas, como la Revolución Cultural. Tras la muerte de Mao, el sucesor elegido por éste, Hua Guofeng, no consiguió consolidar el poder que acabó en manos de Deng Xiaoping, que dio inicio a un proceso de reformas económicas y apertura comercial al resto del mundo. Desde entonces, la economía china ha conseguido crecer a un ritmo espectacular. Tras la muerte de Deng, su sucesor Jiang Zemin mantuvo el poder hasta que entre los años 2002 y 2004 fue sustituido en todos sus cargos por el actual Presidente de la República Popular China, Hu Jintao.

Inventos chinos

Los antiguos chinos fueron una de las civilizaciones científicamente más avanzadas. A lo largo de la historia imperial, los emperadores impulsaron el desarrollo de la ciencia y la tecnología, áreas en las que China se mantuvo en la vanguardia durante siglos. Sus logros incluyen la brújula, la pólvora, el papel y la imprenta, exaltados por los chinos como los “cuatro grandes inventos de la antigua China”.

Con el tiempo, muchos de esos inventos despertaron gran asombro: el papel y la impresión mejoraron significativamente las comunicaciones; la pólvora modificó la forma de combatir en las batallas; el arnés para bestias de tiro revolucionó la agricultura, y las embarcaciones equipadas con brújula magnética, timón de codaste y cámaras de flotación impermeables pudieron emprender grandes viajes de exploración.

A una tendencia caracterizada en la división del trabajo y a la producción en masa contribuyó un precoz desarrollo tecnológico, que permitió que surgieran otros inventos chinos que cambiaron al mundo: el papel moneda, la relojería, la seda, la porcelana, la pirotecnia, los barriletes, las sombrillas y hasta la carretilla.

Religión y filosofía

A lo largo de su historia, China fue tolerante con todas las religiones. En la China imperial, las creencias religiosas y filosóficas que conformaron el pensamiento y la cultura chinos a través de los siglos, y que han perdurado hasta nuestros días, se dividían en “tres caminos”: confucianismo, taoísmo y budismo. Pese al desacuerdo sobre los principios religiosos, pocos fueron perseguidos por sus creencias. El confucianismo fue uno de los aspectos más importantes de la vida china desde el 100 a. C. al 1900, influenciando áreas como la educación y el gobierno, y determinando el comportamiento personal y el deber individual hacia la sociedad.

Su sistema moral está basado en la empatía y el entendimiento. Se centra básicamente alrededor de tres conceptos: el ideal de acción, la rectitud, y la compasión o empatía humana. Una buena vida metódica solo puede resultar a partir de una sociedad bien disciplinada, que haga hincapié en la ceremonia, el deber, la moral y el servicio público.

El taoísmo, por su parte, es el único conjunto nativo de enseñanzas filosóficas y prácticas religiosas que se originaron en China, y tiene sus raíces en las viejas creencias panteístas de su cultura. Desarrollado por Lao Tsé, quien reflexionó sobre la manera en que la humanidad puede dar fin a los conflictos y al sufrimiento, los taoístas aseguran que el hombre debería vivir en armonía con la naturaleza a través del Tao o “Modo”, que es la idea de una gran armonía cósmica. Las creencias taoístas enfatizan sobre la libertad y la búsqueda de la inmortalidad, fuertemente influenciadas por la religión popular china.

Tanto el confucianismo como el taoísmo surgieron en el período de los reinos combatientes. En contraste con un escenario de interminables luchas, esas dos religiones promovían una existencia más pacífica. El budismo, en cambio, se introdujo en China desde la India, en el siglo I d. C., y sus amables enseñanzas cobraron popularidad en los siglos que siguieron al fin de la dinastía Han.

El budismo cree en la pureza de la mente y la acción, y en la acumulación del karma haciendo buenas acciones y evitando las malas. Desdeñando de los deseos mundanos, como comida, bebida y ropas elegantes, y con el karma suficiente, un practicante podría alcanzar un estado de beatitud llamado nirvana, en el que se consuma la liberación de las aflicciones terrenales que demuestra el fin del sufrimiento producido por una existencia cíclica.

Durante el firme gobierno de los emperadores Tang, entre los años 618 y 906, se produjo un declive del budismo, logrando el resurgimiento del confucianismo. Sin embargo, el budismo arraigó profundamente en la cultura china, convirtiéndose en la creencia más difundida.

Medicina, drogas y acupuntura

Los chinos conjugan en su medicina la filosofía antigua y la práctica. Para ellos el cuerpo es el reflejo del universo en tanto en él se reflejan todos los aspectos de los fenómenos naturales y del mundo humano. Las enfermedades se producen cuando las energías opuestas entre sí, el yin y el yan, desestabilizan en el cuerpo. Para la recuperación de la salud los médicos utilizan la acupuntura y las hierbas que devuelven el equilibrio a las fuerzas naturales.

Los tratados de medicina producidos por los chinos desde el siglo II en adelante, tratan específicamente cuestiones científicas, incluyendo todas las enfermedades conocidas, cómo diagnosticarlas y cómo tratarlas. Al diagnóstico pueden llegar a través del estudio de los latidos del corazón, y para el tratamiento incluyen la acupuntura y el suministro de sustancias naturales provenientes del mundo vegetal, animal o mineral. Pero a pesar de la evolución, las prácticas mágicas y los ritos exorcistas siguen vigentes en la medicina popular, que es la que practican los monjes taoístas, budistas, y algunas mujeres.

En cuanto a la acupuntura, no hay certeza del tiempo en que empezó a practicarse ni de las modificaciones que su práctica ha sufrido durante ese tiempo. Se sabe que mediante las aplicaciones de calor que se conocen como moxibustión, y la introducción de agujas en determinados puntos del cuerpo a los que se menciona como los doce meridianos, se estimula energía, base y punto de partida de la materia e incluso de la vida. La aparición de la imprenta hizo más fácil la difusión de los conocimientos médicos: los esquemas de los meridianos con los puntos de aplicación comparecen desde entonces al lado de las escasas miniaturas de bronce.

La caligrafía, la poesía y la pintura

Estas artes son conocidas en China como las tres perfecciones. Su combinación era entendida como el método para expresar sentimientos de manera controlada y aprender a los antiguos imitando sus obras. Estaba considerada como la cumbre de la expresión artística, plasmada en la pintura de paisajes, poéticamente inspirada, y en la escritura en hermosa caligrafía.

De la dinastía Song en adelante comienza a buscarse en la práctica de las tres perfecciones la cima de la espontaneidad, sin embargo estas artes exigen un largo aprendizaje basado en el ejercicio cotidiano y en la imitación de las obras de los maestros del pasado. La libertad del artista residía en su capacidad para conducir el gesto y en la energía de lo que generaba.

El buen manejo de estas artes durante gran parte de la civilización china se consideró el mayor logro al que podía aspirar una persona cultivada. Sin embargo, los momentos de máxima vitalidad en la evolución de la caligrafía, la poesía y la pintura tuvieron lugar durante los períodos de inestabilidad política, cuando la debilidad de la ideología imperial permitió el desarrollo de formas expresivas y de criterios basados en la estética y no en la dialéctica.

Agricultura

La importancia de la agricultura en la civilización china ha sido tal que el éxito de la casa reinante dependía de su política agrícola. Las medidas adoptadas para el reparto de tierras fueron variando con el correr de los tiempos, pero siempre primó el objetivo de no perder el control estatal sobre dichas tierras. Ese control permitía al Estado contar con altos ingresos fiscales provenientes de las cosechas.

Hasta el tiempo de la dinastía Han, cuando los campesinos ricos comenzaron a construir máquinas de mayor porte, los campesinos utilizaban los antiguos métodos de labranza, como la siembra con azadón, el transporte de agua en cubos y la molienda de granos en molinos manuales. La introducción de maquinaria apropiada y el uso de arados tirados por bueyes, mejoró notablemente la producción agrícola. Pero la fuerza humana siguió siendo fundamental en la actividad.