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La laguna y el volcán

La laguna Guatavita se originó en un volcán extinto a 3.000 m sobre el nivel del mar.

¿Sabías qué?

La Balsa música que representa a la ceremonia de El Dorado se encontró en el año 1969.

EL DORADO: LA LEYENDA Y SUS REPERCUSIONES



En el siglo XVI una expedición de europeos daría origen a la leyenda de El Dorado. En ese entonces, tan solo una chispa bastaba para encender el fuego de la codicia.

Once meses sería el tiempo en el que Gonzalo Jiménez de Quesada junto a más de mil hombres explorarían la región de la actual Colombia. Cuando solo quedaban unos doscientos exploradores en total, llegaron a la meseta de Cundinamarca, hogar de los chibchas.


TIERRA DE RIQUEZAS

Cuando los exploradores se encontraron con los nativos, vieron grandes extensiones de tierra cultivada con aldeas muy prósperas: el oro era parte de la decoración, y no tenía gran importancia para sus habitantes. No fue así para los conquistadores.


Territorio chibcha al que arribaron los españoles y del que surgiría la leyenda de El Dorado.

Las reacciones ante la presencia de los recién llegados fueron dos: algunos huyeron asustados por los caballos que acompañaban al grupo, otros los trataron como dioses y les ofrecieron comida, mujeres y el oro que tanto deseaban. Los chibchas obtenían el oro mediante trueque: ellos contaban con abundancia de sal y esmeraldas. De todas maneras, no tenían una especial estima por el oro. A pesar de ello, los españoles tomaron por la fuerza todo aquello que no les daban voluntariamente y la superioridad en armamento hizo que Jiménez de Quesada sometiera a toda la región en pocos meses.


EL ORIGEN DE LA LEYENDA

Los españoles no podían descubrir el origen del oro chibcha hasta que cierta vez un anciano nativo les dijo que existían tesoros cuantiosos en el lago Guatavita. Explicó que cada año un cacique ofrecía parte de su riqueza a los dioses en oro y esmeraldas arrojados a las aguas del lago. Además, él mismo se cubría de polvo de oro para enjuagarse en sus aguas como ofrenda. Este relato echó raíces y sería la leyenda que arrastraría a muchos colonialistas hacia la aventura.


Lago Guatavita . La leyenda dice que en su lecho se encontrarían tesoros de incalculable valor.

La leyenda del indio dorado fue divulgada por los conquistadores, se extendió por el norte de América Meridional, descendió al Perú, y de allí pasó, algunos años más tarde, al Río de la Plata; pero no tardó en asimilar nuevos y fabulosos elementos.


EXPLORANDO EL GUATAVITA

La primera incursión al lago la realizó el hermano del conquistador: Hernán Pérez de Quesada en 1540. Durante la temporada seca vació unos tres metros el lago mediante guajes recuperando entre 3.000 y 4.000 pequeñas piezas de oro pero no consiguieron llegar al centro. Finalizando el siglo XVI un comerciante bogotano se encontró una esmeralda y varios objetos de oro.

Ya mientras el hermano de Quesada realizaba la primera exploración, Francisco de Orellana emprendería una búsqueda que lo llevaría a navegar el río que más tarde se conocería como Amazonas debido al avistamiento de una tribu cuyas mujeres eran diestras en el manejo del arco.


Alexander von Humboldt, polímata alemán quien calculó a cuánto ascendería el tesoro del lago Guatavita.


LA LEYENDA PERSISTE

A pesar del escaso éxito que se registraba en la búsqueda de El Dorado, ésta llamó la atención de Alexander von Humboldt y calculó teóricamente a principios del siglo XIX que el tesoro alcanzaría unos 300 millones de dólares de entonces.

En 1912 buscadores de tesoro británicos emplearon más de ciento cincuenta mil dólares en el vaciado del lago y solo recuperaron diez mil dólares de ese monto en objetos de oro.

Finalmente, en 1965 Colombia eliminaría cualquier intento para llegar al fondo del lago declarándolo sitio histórico.


La Balsa Muisca es una figura de oro que representa la ceremonia sagrada de El Dorado. Actualmente está en el Museo del Oro de Bogotá. Imagen gentileza de Andrew Bertram.


LAS DIFERENTES HISTORIAS

Como todo mito, existen diferencias en los detalles en sí pero lo que sí parece deducirse es una base en común: el hombre cubierto de oro.

Algunas historias hablan de un cacique que expiaba así sus culpas al haber condenado a su mujer a suicidarse junto a su hija por el castigo público debido a su adulterio; otro dice que era la ceremonia de ascensión del nuevo cacique y alguna otra que así se aquietaban a los dioses, sobre todo a un dragón dormido en el fondo del lago. Las versiones son numerosas y variadas.

Ni la ubicación exacta ni la historia real podrían llegar a ser nunca confirmadas ya que los chibchas desaparecerían luego de ser diezmados durante la conquista.


CONOCER EL MUNDO POR LA LEYENDA

La codicia de los exploradores los llevó a aventurarse en nuevos territorios. Esto derivaría finalmente en un beneficio a largo plazo: una cartografía actualizada de tierras que, de no ser por el aliciente de riquezas incalculables, tal vez pocos se hubieran arriesgado a explorar tierras tan inexpugnables como la selva amazónica y todos los peligros que ello acarreaba.

Para los chibchas, la gran tragedia fue contar con un metal tan codiciado por los conquistadores. Ellos no podían entender que desearan tanto algo que no podía abrigar ni alimentar por lo que ese hecho fue su perdición. Irónicamente, las pocas figuras de oro que quedaron intactas de ser fundidas por los españoles actualmente tienen un valor incalculable: muchas de ellas fueron fundidas en su momento para trasladarlas más fácilmente en las goletas.

De todas maneras, la gran pérdida no fue el dinero, sino una rica e irreemplazable civilización.