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Los océanos

El reconocimiento de los océanos ha sido una tarea tan ardua durante la historia de la humanidad que requirió investigaciones de todo tipo. Numerosos barcos han surcado los mares intentando dar una descripción fidedigna de este misterioso mundo, plagado de mitos y leyendas, de peligros reales y de criaturas imaginarias. Pero existía un espacio más allá de la superficie, en las profundidades del océano, con dimensiones inimaginablemente mayores que, aún hoy, nos resultan desconocidas. En este artículo haremos un recorrido por estas aguas para aproximarnos a los misterios que se ocultan en este enorme paisaje oleado.

Características generales

Hablamos del océano cuando nos referimos a la extensión de agua salada que cubre aproximadamente 361 millones de kilómetros cuadrados de la superficie terrestre, esto es, casi las tres cuartas partes (71 %) de la misma. Se encuentra dividido en tres mayores (Pacífico, Atlántico e Índico) y dos menores (Antártico y Ártico), cada uno con sus particularidades, pero parcialmente delimitados por la forma de los continentes y archipiélagos.

Si bien suele ocurrir que los términos océano y mar se utilizan como sinonimias, lo cierto es que al indagar en las definiciones precisas podemos encontrar las diferencias que los caracterizan. Mientras que los océanos son grandes extensiones de agua salada con corrientes marinas y grandes fondos oceánicos, los mares son subdivisiones que están apoyadas sobre ellos, no tienen corrientes propias y carecen de profundidades abisales. La profundidad es sumamente variable dependiendo del lugar donde se tomen las medidas, pero se ha podido calcular una media de unos 3.800 metros (lo que representa aproximadamente 1/1.700 del radio terrestres). Sin embargo, la parte más profunda supera por mucho este valor, que alcanza los 11.033 metros en la fosa de las Marianas. Tampoco se encuentran todos los océanos al mismo nivel. De hecho, diversos estudios han permitido demostrar que si se helaran de repente los 1.370.323 km3 de agua, las variaciones de altura entre unos y otros podrían llegar a ser de hasta 20 metros. La vida en los océanos es uno de los misterios más grandes por develar, ya que recientes investigaciones han comenzado a permitir barajar números enormes en lo que respecta particularmente al fondo marino, es decir, especies que viven soportando presiones inimaginables para el ser humano, temperaturas muy bajas y sin siquiera acceso a la luz. De acuerdo con estos últimos informes, quedarían aún por descubrir entre 10 y 100 millones de seres vivos.

Los orígenes

El océano no ha sido siempre el mismo. Las divisiones que en la actualidad percibimos, quizás de forma difusa, no siempre existieron y, de hecho, se encuentran en un constante aunque lento cambio.

Para explicar la aparición de los océanos en nuestro planeta se sostienen dos teorías distintas y una mixta que consolida ambas posturas. La primera de ellas, conocida como la teoría volcánica, sostiene que el agua se formó en el interior de la tierra por reacciones a altas temperaturas entre los átomos de hidrógeno y los de oxígeno. Mientras una parte de estas moléculas se habría convertido en vapor y asomado a la superficie para mezclarse en la atmósfera, otra parte se enfrió transformándose en el agua de los océanos. Una segunda teoría explica que el agua llegó a la Tierra del espacio exterior en numerosos meteoritos congelados. Si bien se trató de una postura muy criticada, en la actualidad existen muchas investigaciones que obligan a inclinarse por la teoría mixta.

Pero la creación de los océanos no se termina allí. Los límites que conocemos en la actualidad no siempre existieron. De hecho, así como se piensa que los continentes formaban antes una gran masa de tierra inicial (Pangea), también se habla de la existencia de un solo océano (Panthalasa). El cambio radical se habría producido hace casi 180 millones de años, cuando se abrió una gran fosa entre América, Europa y África. De hecho, solo debe verse un mapamundi cualquiera para notar cómo, curiosamente, estos continentes podrían encajar entre ellas como piezas de un rompecabezas.

Esta primera fosa se llenó muy rápido de agua, dando lugar al primer océano: el Atlántico. Después de 75 millones de años se formó el océano Índico y lo que quedaba de Panthalasa se transformó en el hoy conocido océano Pacífico.

Los cinco grandes

Si bien la división de los océanos no es precisa, sirve como referencia para estudiar y conocer sus diferencias. Si agregamos a ello el hecho de que se encuentran surcados por diversas corrientes oceánicas que promueven el intercambio de aguas entre espacios increíblemente distantes, es posible que los límites se reconozcan todavía más difusos. Sin embargo, como observaremos a continuación, cada uno de estos cinco océanos reviste ciertas particularidades que merecen ser consideradas.

El Océano Pacífico es la mayor de las divisiones con 165 millones de km2 y 707 millones km3, esto es, casi la mitad de la superficie y del volumen total de las aguas marítimas. Se encuentra ubicado entre América, Australia y Asia, y posee una profundidad media de 4.282 metros. Las fosas más profundas también se hallan en él (fosa de las Marianas, 11.034 m). El que le sigue en tamaño es el Océano Atlántico, un cuerpo de agua que cubre una quinta parte de la superficie terrestre (106 millones de km2) y que posee un volumen de 355 millones de km3. La profundidad media es de 3.300 metros, pero alcanza un máximo de 8.800 metros en la fosa de Puerto Rico. Su nombre es un derivado de Atlas, personaje de la mitología griega que cargaba sobre sus espaldas con la bóveda celeste. Está rodeado por todo el contorno derecho de América y a su izquierda se encuentran Europa y África. A diferencia de otros océanos, el Atlántico ha sido dividido en dos para su estudio: una región norte que cuenta con una gran cantidad de mares secundarios y una región sur en la que esta particularidad no se presenta.

El Océano Índico se encuentra ubicado entre Asia, África, Australia, Insulindia y el océano Glacial Antártico. Cuenta con una superficie de 75 millones de km2 y un volumen de 292 millones de km³. Su profundidad media es de 4.200 metros, alcanzando un máximo de 7.125 metros.

Entre los dos menores, el Océano Antártico es el que mayor tamaño posee con 20 millones de km2 de superficie. Se encuentra rodeando la Antártida y limita con el Pacífico, el Atlántico y el Índico. Cuenta con una profundidad media de entre 4000 y 5000 metros, pero puede alcanzar un máximo de 7.235 metros en la Fosa de las Sandwich del Sur. Si hay dificultades para describir correctamente este océano se deben a las diferentes opiniones que se tienen en distintos países y organizaciones para garantizar la existencia y extensión de esta masa de agua. Los límites difusos y la falta de acuerdo obligan a lidiar con datos imprecisos que dependen del punto de vista que aborde la cuestión. Finalmente, el más pequeño de los océanos es el Ártico. Sus 14 millones de km2 encuentran sus límites con Alaska y Canadá, el círculo polar ártico y el límite septentrional de Europa y Asia. Las profundidades oscilan entre los 2.000 y los 4.000 metros, con un máximo de 5.450 metros en el abismo de Litke y una media de 1.500 metros.

Las corrientes marinas

Sin lugar a dudas, uno de los aspectos que garantiza la existencia de tantas especies en estos océanos se encuentra en la importancia que tienen las corrientes oceánicas para ellos, ya que se encargan de promover la mezcla de las aguas afectando profundamente la vida en los mares. La mejor forma de imaginárselas es pensar en ellas como enormes ríos submarinos que desplazan enormes cantidades de agua debido a la acción del viento y de las diferencias de temperatura y salinidad.

En nuestro planeta existe un sistema de corrientes que surcan todo el globo promoviendo un equilibrio de temperaturas oceánicas. Esto se debe a que transportan aguas frías a regiones cálidas y viceversa, mezclándose en la superficie o en las profundidades.

En la actualidad, se han registrado un total de 28 corrientes oceánicas, entre las cuales se destacan la corriente Norecuatorial y Sudecuatorial, la corriente del Golfo y la del Kuro-shivo, y las corrientes de Humbolt y el Niño. Sin embargo, cada una de ellas cumple una misión de vital importancia para los ecosistemas que habitan los océanos.